17 de marzo de 1999

La injusta distribución de la actual bonanza petrolera

Henos aquí, consternados por la baja del petróleo, con nuestro país sufriendo hambre, cuando al mismo tiempo, en muchos países del mundo la gasolina está más cara que nunca. Por alguna extraña razón no deseamos darnos cuenta de lo que está pasando, en el sentido de que el petróleo no ha perdido valor, simplemente somos nosotros los que estamos recibiendo menos por él.
Si observamos que un carro, que hace poco se vendía en 30.000 dólares hoy se vende en 100.000, tendríamos que concluir, aun cuando en total se vendan algunos menos, el mercado para dicho carro está atravesando una bonanza. Si el fabricante sólo recibe 10.000, su preocupación no sería el mercado sino quién le está robando el diferencial. ¿Por qué no razonamos de forma similar con el petróleo?
Por ejemplo, con un precio para la gasolina de 20, si se le añaden 5 por distribución y 5 por concepto de IVA y otros impuestos (20%) ésta pudiese llegarle al consumidor en 30. Sin embargo, hoy día en Europa y otros países, el producto está en 10, la distribución sigue en 5 pero el fisco cobra 85, situando el precio final al consumidor en 100.
De los 85 referidos que cobra el fisco, 80 son definitivamente un exceso y conforman, en esencia, un arancel comercial del 800%. Me pregunto: ¿Qué otro producto pudiera vivir con un arancel del 800%? ¿Qué estaría diciendo un fabricante de carros si hoy tuviese que reducir su ingreso, de 20.000 a 10.000 por unidad, sufriendo además una contracción en la demanda, al tener que aumentar el precio final del vehículo de 30.000 a 100.000, por el solo hecho de que el fisco ahora, en vez de 5.000, quiere obtener 85.000 en ingreso fiscal por unidad?
La OPEP y los demás productores petroleros no dicen nada sobre el tema y me desespera pensar que en la próxima reunión de la OPEP sólo discutan la reducción de la producción petrolera, como única opción para fortalecer los precios.
El mundo, tal como yo lo veo, le ha declarado la guerra a los países productores de petróleo; ya les han ganado una inmensa cantidad de batallas y aún no se han dado cuenta. O reaccionamos o no tenemos salvación. Cada barril de petróleo que se extrae, al no ser renovable, equivale a vender, no un bien que se produce, sino un activo del país. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de obtener el máximo por él.
La situación sólo ha de empeorar. Un país europeo, como parte de su política 'ambiental'-fiscal, ha declarado un plan de aumentos anuales de los impuestos a la gasolina en un 6% sobre la inflación. Nosotros, ilusos, ciframos nuestras esperanzas en una recuperación del mercado petrolero, cuando tales aumentos significarán para el año 2007 una duplicación del precio de la gasolina, sin que al productor le toque un céntimo más.
La globalización o la apertura de los mercados no significa que se pueda bajar la guardia. Por el contrario, requiere que un país esté más atento que nunca a la defensa de sus intereses. Como ejemplo, basta notar el hecho de que los Estados Unidos amenazan a la Comunidad Europea con unos aranceles del 100%, en defensa de la producción de cambures, fruta que ni siquiera producen en ese país.
Ya es hora de que empecemos a defendernos de verdad. Sugiero analizar las posibilidades de concertar acciones contra aquellos países que aplican, disfrazados como impuesto a la gasolina, unos aranceles exorbitantes al petróleo. Ante la gravedad del asunto, no me temblaría el pulso para imponer aranceles del 799% a los países que tengan impuestos a la gasolina en ese orden, ofreciendo, por supuesto, rebajarlos a 0% como un quid pro quo razonable.
Tampoco podemos seguir aceptando que el Fondo Monetario Internacional siga engañándonos, predicando un desarrollo económico sobre las bases de una apertura comercial y la baja de aranceles, al mismo tiempo que no solo alaba, sino además hace obligatorio para conceder su ayuda, el aumento de los impuestos a la gasolina. Por lo menos deberíamos estudiar las posibilidades de que la OMC intervenga para tratar de rectificar esta política claramente proteccionista, aupada por el FMI.
Acabo de leer un largo ensayo en la prestigiosa revista The Economist titulado el Petróleo Barato, en el cual asoman la posibilidad de que el precio por barril de petróleo caiga a 5 dólares. Aun cuando nos dan un muletazo, indicando que tal disminución, a cuenta del impuesto superior al 80%, no la notará el consumidor en la bomba de gasolina, no dedican una sola palabra al problema de la injusta distribución del ingreso petrolero. Como ciudadano de un país petrolero, me siento tratado como un estúpido.
El consumo actual del petróleo ronda los 73 millones de barriles diarios. Se estima que reducir la producción en 2 millones, puede lograr que los precios no sigan bajando. Señores OPEP y demás países petroleros, les pregunto: ¿Cuál sería el efecto en la demanda si los aranceles actuales del 800% se reducen a un nivel del 100%, aún exorbitante, y provocan de tal manera una disminución del 70% en el precio de la gasolina en Europa y muchos otros países?

LA INJUSTA DISTRIBUCIÓN DE LA ACTUAL BONANZA PETROLERA

Henos aquí, consternados por la baja del petróleo, con nuestro país sufriendo hambre, cuando al mismo tiempo, en muchos países del mundo la gasolina está más cara que nunca. Por alguna extraña razón no deseamos darnos cuenta de lo que está pasando, en el sentido de que el petróleo no ha perdido valor, simplemente somos nosotros los que estamos recibiendo menos por él.
Si observamos que un carro, que hace poco se vendía en 30.000 dólares hoy se vende en 100.000, tendríamos que concluir, aun cuando en total se vendan algunos menos, el mercado para dicho carro está atravesando una bonanza. Si el fabricante sólo recibe 10.000, su preocupación no sería el mercado sino quién le está robando el diferencial. ¿Por qué no razonamos de forma similar con el petróleo?
Por ejemplo, con un precio para la gasolina de 20, si se le añaden 5 por distribución y 5 por concepto de IVA y otros impuestos (20%) ésta pudiese llegarle al consumidor en 30. Sin embargo, hoy día en Europa y otros países, el producto está en 10, la distribución sigue en 5 pero el fisco cobra 85, situando el precio final al consumidor en 100.
De los 85 referidos que cobra el fisco, 80 son definitivamente un exceso y conforman, en esencia, un arancel comercial del 800%. Me pregunto: ¿Qué otro producto pudiera vivir con un arancel del 800%? ¿Qué estaría diciendo un fabricante de carros si hoy tuviese que reducir su ingreso, de 20.000 a 10.000 por unidad, sufriendo además una contracción en la demanda, al tener que aumentar el precio final del vehículo de 30.000 a 100.000, por el solo hecho de que el fisco ahora, en vez de 5.000, quiere obtener 85.000 en ingreso fiscal por unidad?
La OPEP y los demás productores petroleros no dicen nada sobre el tema y me desespera pensar que en la próxima reunión de la OPEP sólo discutan la reducción de la producción petrolera, como única opción para fortalecer los precios.
El mundo, tal como yo lo veo, le ha declarado la guerra a los países productores de petróleo; ya les han ganado una inmensa cantidad de batallas y aún no se han dado cuenta. O reaccionamos o no tenemos salvación. Cada barril de petróleo que se extrae, al no ser renovable, equivale a vender, no un bien que se produce, sino un activo del país. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de obtener el máximo por él.
La situación sólo ha de empeorar. Un país europeo, como parte de su política 'ambiental'-fiscal, ha declarado un plan de aumentos anuales de los impuestos a la gasolina en un 6% sobre la inflación. Nosotros, ilusos, ciframos nuestras esperanzas en una recuperación del mercado petrolero, cuando tales aumentos significarán para el año 2007 una duplicación del precio de la gasolina, sin que al productor le toque un céntimo más.
La globalización o la apertura de los mercados no significa que se pueda bajar la guardia. Por el contrario, requiere que un país esté más atento que nunca a la defensa de sus intereses. Como ejemplo, basta notar el hecho de que los Estados Unidos amenazan a la Comunidad Europea con unos aranceles del 100%, en defensa de la producción de cambures, fruta que ni siquiera producen en ese país.
Ya es hora de que empecemos a defendernos de verdad. Sugiero analizar las posibilidades de concertar acciones contra aquellos países que aplican, disfrazados como impuesto a la gasolina, unos aranceles exorbitantes al petróleo. Ante la gravedad del asunto, no me temblaría el pulso para imponer aranceles del 799% a los países que tengan impuestos a la gasolina en ese orden, ofreciendo, por supuesto, rebajarlos a 0% como un quid pro quo razonable.
Tampoco podemos seguir aceptando que el Fondo Monetario Internacional siga engañándonos, predicando un desarrollo económico sobre las bases de una apertura comercial y la baja de aranceles, al mismo tiempo que no solo alaba, sino además hace obligatorio para conceder su ayuda, el aumento de los impuestos a la gasolina. Por lo menos deberíamos estudiar las posibilidades de que la OMC intervenga para tratar de rectificar esta política claramente proteccionista, aupada por el FMI.
Acabo de leer un largo ensayo en la prestigiosa revista The Economist titulado el Petróleo Barato, en el cual asoman la posibilidad de que el precio por barril de petróleo caiga a 5 dólares. Aun cuando nos dan un muletazo, indicando que tal disminución, a cuenta del impuesto superior al 80%, no la notará el consumidor en la bomba de gasolina, no dedican una sola palabra al problema de la injusta distribución del ingreso petrolero. Como ciudadano de un país petrolero, me siento tratado como un estúpido.
El consumo actual del petróleo ronda los 73 millones de barriles diarios. Se estima que reducir la producción en 2 millones, puede lograr que los precios no sigan bajando. Señores OPEP y demás países petroleros, les pregunto: ¿Cuál sería el efecto en la demanda si los aranceles actuales del 800% se reducen a un nivel del 100%, aún exorbitante, y provocan de tal manera una disminución del 70% en el precio de la gasolina en Europa y muchos otros países?

The Unfair Distribution Of Today’s Oil Bonanza

Here we are, worried about the fall in oil prices while our country goes hungry and observing how in other countries around the globe, the price of gasoline at the pump is higher than ever. For some strange reason, we have not wanted to see what is really happening. It is not that oil has lost it’s value, it is simply that we are receiving less for it.

If, for example, a new automobile that has been sold recently at US$ 30,000 now goes for a cool US$ 100,000, we would probably have to conclude that the market for this specific vehicle is booming. If the producer of the automobile only receives US$ 10,000 from the sale, his preoccupation would not be the market, but rather who is walking away with the difference. Why can’t we reason in the same way when it comes to our oil?

For example, it the cost of gasoline were 20 units and you add 5 units to cover distribution and another 5 units to cover value added and other taxes (i.e. taxes of 20%), the final cost to the consumer would theoretically be 30 units. Instead, in countries in Europe and elsewhere, the cost today is 10 units, the distribution chain adds the same 5 units, but the taxman tags on a whopping 85 units. The final price to the consumer turns into 100 units.

Of the total 85 units that go to the taxman, 80 are definitely excessive and basically represent a commercial duty or tariff of 800%. I ask myself, what other product can survive with an import duty of 800%? What would the producer of the automobile described in the example above say if he would be forced to reduce his income from US$ 20,000 per unit to US$ 10,000 and simultaneously be forced to increase the final sales price from US$ 30,000 to US$ 100,000 thereby causing his market to shrink? All this because the taxman now wants to obtain US$ 85,000 per unit instead of US$ 5,000.

OPEC and the rest of the oil producing nations do not protest loud enough and it pains me to think that during the next meeting of OPEC members, discussion will center around the further reduction of production as the only option to firm up the price of oil.

As I see it, the world has declared war on the oil producing nations; the latter have lost an immense amount of battles and they are still unaware. We either react or there is no salvation. Since oil is non-renewable, the production and sale of every barrel is like selling an asset, not a simple manufactured product. It is our responsibility to insure that we maximize the income we receive for it.

The way it looks today, the situation will only get worse. One of the European nations has made public its plan to impose annual increases equivalent to inflation plus 6% on the sale of gasoline as part of its environmentally fiscal policy. This means that the price of gasoline will double by the year 2007 while the producers will not receive one penny more. We, however, continue to naively hope for a recovery of the market for oil.

The globalization or free markets do not mean we must lower our guard. On the contrary, it means our country must be even more wary than ever in order to defend its interests. As an example of this, it is enough to see how the United States are threatening to impose duties of 100% on products imported from EC countries in defense of the production of bananas, a crop that isn’t even grown by them.

It is high time we begin to defend ourselves. I suggest we analyze the possibility of putting together a concerted effort against those countries that put into effect exorbitant duties on oil disguised as a tax on gasoline. The situation is so serious that I would not hesitate to impose duties of 799% on products from countries that tax gasoline at similar levels. I would obviously offer to reduce them to 0% as a reasonable quid pro quo.

Additionally, we cannot continue to accept the continuing pressure from the International Monetary Fund. The IMF pushes economic development based on free markets and low duties. At the same time it does not only praise, but actually makes the increase of taxes on gasoline a must in order to qualify for its assistance. We should at least study the possibility of calling on the World Trade Organization to intervene in order to rectify what is clearly a protectionist policy backed by the IMF.

I have just finished reading a long essay in the prestigious magazine The Economist titled Cheap Oil. The author brings up the possibility that oil could fall to US$ 5 per barrel. While they play games with us, indicating that this fall in prices will not be felt by the final consumer due to taxes in excess of 80%, there is no mention what so ever about the problem of the unjust distribution of oil income. As a citizen of an oil producing nation, I somehow feel I am being taken for a ride and treated like a dunce.

Today’s worldwide production of oil is about 73 million barrels. It is estimated that the reduction of 2 million barrels could stop the prices from falling further. I ask OPEC and other oil producing countries: What would the effect on demand be if today’s duties of 800% are reduced to 100% (which is still exorbitant), thereby provoking a fall of 70% in the price of gasoline at the pump in Europe and in many other countries?          

Daily Journal, Caracas, March 17, 1999

9 de marzo de 1999

Mi Presidente, vamos a lo básico

Para su información, de cada 100 dólares, que en Europa y en otros países paga el consumidor por la gasolina, al fisco le tocan 85, al distribuidor 5 y al que extrae y refina el petróleo, sólo le corresponden menos de 10 dólares. Si estimamos que 5 de los 85 dólares cobrados por el fisco, corresponden al IVA u otros impuestos normales, llegamos a la conclusión de que, en esencia, a la gasolina le están aplicando un arancel comercial del 800%.
Aún cuando pueda ser irrelevante, lo anterior sencillamente no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten. 
Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce. 
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia 
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación. 
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo. 
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo. 
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina. 
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999 no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten. 
Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce. 
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia 
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación. 
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo. 
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo. 
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina. 
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999