24 de mayo de 2001

A la iglesia de mi país

Por cuanto mi madre es protestante, yo también lo soy. No obstante, tal hecho no me impide acompañar a mi esposa e hijas cada Domingo a la Misa católica y sentirme muy cercano a mi Díos. 
Hay quienes no sienten la misma cercanía ecuménica entre la iglesia católica y la protestante. Por ejemplo, el Sr. Emeterio Gómez, un “neoliberal convicto y confeso”, a quien creo católico – aún cuando a veces lo he oído decir cosas poco cristianas - hace poco imputó a la iglesia católica una corresponsabilidad por la difícil situación del país. Según Gómez “la idea de Lutero, de aceptar el lucro como algo perfectamente legítimo, es lo que establece el vínculo entre el protestantismo y el capitalismo” por cuanto, para “poder aspirar al cielo, hay que trabajar y generar riqueza” – y quejándose Gómez de que “en el catolicismo nos quedamos al margen.” 
Para aliviarle la frustración a Gómez, déjame asegurarle, como protestante, que jamás he oído que aspirar el lucro y generar riqueza, sean llaves que garanticen entrar en el Reino de Dios. Es más, cuando observo a los venezolanos, día tras día levantarse temprano para cumplir con su labor en condiciones adversas, a veces he pensado que lo de la muy especial “ética de trabajo protestante”, sólo es un invento de algún promotor inteligente. 
Pero, si el católico Gómez puede quejarse, creo que el protestante Kurowski también puede con cariño y respeto hacerle una observación a la Iglesia Católica, la cual resumo en la siguiente pregunta. ¿Por qué nunca hemos oído en una Misa en Venezuela a un sacerdote expresar, a nombre de nuestro pueblo, un sincero agradecimiento al Señor por haber bendecido a nuestro país con el petróleo? 
De hecho, creo que la para mi inexplicable falta de agradecimiento como Nación por el petróleo, es una de las principales razones de la confusión que reina en nuestro país. Al no haber enseñado que el petróleo es un legado de Dios y que, como tal, debe ser responsablemente administrado, el país ni aprendió a defender como pueblo unido su valor, ni a protestar cuando sus ingresos son desperdiciados o repartidos injustamente por unos pésimos o corruptos administradores. 
Por favor, por el bien de sus feligreses venezolanos, consideren dar una Misa de Acción de Gracias al Señor por el petróleo. Quizás así, puedan transmitirle algo sobre la responsabilidad por los talentos, a un pueblo que ni siquiera celebra el día del petróleo y que ha llegado al colmo de atribuirle el petróleo, del cual viven, el ser una mera necesidad fisiológica del diablo. 
Por supuesto, de dar tal Misa, corren el riesgo de perder a Gómez de sus filas, por cuanto le debe resultar difícil oír como sus héroes no se comportan como tales. En Europa, los neoliberales protestantes, le aplican a los derivados del petróleo unos aranceles proteccionistas de más de 400%, mientras que, en Venezuela nuestro proteccionistas católicos, permiten importar agua con menos del 20%. 
Amigos, para que la siembra del petróleo sea más que sólo un sueño, debemos comenzarla por el corazón de los venezolanos.