26 de mayo de 2011

Traficantes de ilusiones

Sin duda prefiero que un gobierno obtenga todos sus ingresos vía el cobro de impuestos a sus ciudadanos, para que quede claro quién trabaja para quien. En nuestra Venezuela lo que es perfectamente claro es que el ciudadano se encuentra subyugado por la chequera de las resultas petroleras en manos del cacique de turno. La noción de que somos un pueblo libre y soberano es tan ridícula que hasta causa risa. ¡Vaya independencia más fofa!
No obstante, podría hasta entender un país reteniendo y usando las resultas petroleras de sus ciudadanos para construir infraestructuras como puentes y ferrocarriles, con las cuales apoyar las actividades de sus ciudadanos, pero, usarlas para entregarle viviendas a algunos de ellos, no tiene el más mínimo sentido y representa solo un asqueroso tráfico de ilusiones. Inefectivo además, por cuanto mejor sería efectuar un sorteo y entregarle el dinero a algunos de los necesitados... pero, como aquello no produce negocios y no deja a los ciudadanos encadenados a un permanente estado de ilusión, pues no interesa.
De las entrañas de nuestra Venezuela se extrae más del 95 por ciento del flujo de ingresos de exportaciones que nos mantiene, y ese flujo, en pleno siglo II, es administrado por un cacique con gran plumaje, con nosotros los indios bailando y aullando en su alrededor, vistiendo taparrabos del color que más le agrade al cacique, para que nos trate bien. ¿Puede algo así ser un país con chance de llegar a ser grande y funcional? ¡Por supuesto que no! ¡Es una monumental trampa-jaula productora de desilusiones!
Y lo más desesperante es lo poco o nada que buscamos salirnos de dicha trampa-jaula, al concentrarnos en sólo lograr un mejor acomodo dentro de ella. Mientras ahí sigamos, seremos un pueblo que aún cuando quizás esté bien maquillado y bien vestido, será de segunda o tercera. Hoy la única revolución o movimiento independista que con derecho pueda llamarse así, es la que nos permita librarnos del yugo petrolero. Necesitamos guerreros por la independencia ciudadana y no solo otros traficantes de ilusiones, supuestamente más bellas.
Y ya oigo a los aspirantes de la llamada oposición pero que en esencia representan una continuación mejorada del mismo centralismo petrolero decir: "¿Y no es la principal responsabilidad de un político vender las ilusiones que sean necesaria para poder llegar al poder?". ¡Será, pero me importa un bledo!
Yo podré sentir mucha simpatía por algunos de los candidatos de la oposición, y 99.99% tendrán mi voto, algo que me duele confesar por cuanto eso los hace sentirse indispensables, pero eso no significa que deba creer en que ellos sí pueden. Al contrario, sin que nos libremos del yugo sé, 99.999% que, al ganar, no podrán.
¿Y que todos ellos sienten un inmenso respeto por el ciudadano? ¡Falso! Al ciudadano se le respeta de verdad entregándole su cuota igual de resultas petroleras sin ninguna discriminación. No hay respeto al ciudadano cuando la premisa operativa del negocio político venezolano es la de que "el pueblo es incapaz y a nosotros nos toca sacrificarnos para manejarle sus resultas petroleras".
Espero y ruego por que en algún momento algún candidato deje "las costumbres y los vicios" de nuestra realidad petrolera y "siento el asco del vacío" por las ilusiones con las que trafica, y comience hablar sobre la independencia y la soberanía... del ciudadano.

19 de mayo de 2011

La insolencia nacional

El valor de los 500.000 barriles de petróleo regalados en Venezuela, calculados a $ 80 por barril, equivale a US$ 40 millones por día, US$ 14.600 al año. El presupuesto nacional del 2011, convertido a tasa de cambio "oficial", indica los siguientes gastos anuales: educación US$ 7.092 millones; salud US$ 4.177 millones; vivienda US$ 402 millones.
El valor del petróleo regalado internamente, expresado en equivalentes de gasto público, es entonces de: 2.1 veces educación; 3.5 veces salud y 36.3 veces vivienda.
Y si eso no es una insolencia para con el país, no sé lo que es. Y desespera que después de más de una década tirada al basurero de la historia, lo que nos espera son unos representantes de una oposición demasiado cobardes para llamar al pan pan y al vino vino, y hablarle claramente al país de lo que hay que hacer para corregir rumbo y construir futuro. Y todo eso por cuanto, igualito a los actuales, a los anteriores y, si no hay cambio, a los venideros, entienden su gran gestión y misión de gobierno como el de ser llenador y repartidor de la piñata petrolera.
Pues no tengo razón alguna por la cual aceptárselos así que, y sin que nada me quede por dentro, los considero unos completos inútiles líderes sin visión y que, aún cuando de seguro contarán con mi voto, sólo será por cuanto el otro se lo desmerece más. El cacique actual constituye un muy serio problema coyuntural pero, nuestro enemigo de verdad, es de carácter estructural y consiste en la excesiva centralización de excesivas resultas petroleras.
¿Que de eso van hablar después de que ganen las elecciones? ¿Que mientras no conviene? ¡Pues no! El pueblo merece mucho más respeto que eso. Si se insiste en hablarle al ciudadano como a un niñito... ¿cómo se puede esperar que no se comporte como un niñito?... ¿y cómo se puede esperar de ustedes que sean más que unas niñeras?
¿Que cómo se me ocurre hablar sobre la posibilidad de mayores ingresos para el Gobierno? ¡NO! No estoy hablando de mayores ingresos para el gobierno, estoy hablando sobre valorizar nuestros recursos en lugar de desvalorizarlos. Si así lo desean, ofrezcan entregarle un cheque de 540 dólares anuales a cada venezolano, y luego pongan el precio de la gasolina a su nivel internacional. Con ello de seguro que tendremos una economía que asigna mejor los recursos. Sólo para comenzar le apuesto se hubiese quemado por lo menos 30% menos de gasolina en nuestras colas y el transporte público sería un sector boyante.
El ministro de Energía y Petróleo de Venezuela, Rafael Ramírez, refiriéndose a la reciente Cumbre América Latina y el Caribe sobre integración y desarrollo mencionó que ésta permitió conversar sobre "el derecho de nuestros pueblos a administrar de forma soberana sus recursos naturales". No sea usted tan insolente ministro, nuestro pueblo administrará sus recursos naturales de manera soberana solo cuando usted se los entregue.
Ya quisiera yo ver lo que hubiere resultado si las resultas petroleras obtenidas por el cacique actual se hubiesen gastado directamente por un pueblo realmente dueño de sus recursos. ¿Que habría desperdicios? Por supuesto, eso es parte de la naturaleza humana, donde cada desperdicio de uno se convierte en la oportunidad de otro. Además como un inmenso dividendo nacional nos habríamos librado de ese yugo de tener que chuparle las medias para que se nos entregue lo que es nuestro, pero que, por ejemplo, a un Rafael Ramírez no le conviene que sea nuestro.

12 de mayo de 2011

Petrojuelas

Vimos conciudadanos llenar sus planillas buscando lograr que el Estado les adjudicase una vivienda. Y la mayoría habrán pensado "¡Qué ilusos!" Pero no, no es cuestión de ser ilusos, es una cuestión de que así se hace, en este nuestro país de petrojuelas.
Algunos de nosotros petrojuelas, llenamos nuestras planillas de Cadivi para vacacionar en el exterior a la mitad del costo de vacacionar en nuestro país, mientras que otros, con planillas similares, consiguen sus mercancías importadas a menos de la mitad de su valor real, para poder revenderlas con márgenes de Alí Baba.
Otros buscamos nuestro puestico o contratico público, vía la "amistad", la chupada de medias, o el pago. Y el país petrojuela entero, se hace el loco sobre el hecho que los regalos de la Misión Gasolina, valorizados a precio internacional, equivalen a más del presupuesto público anual para la educación y la salud, juntos.
Hubo un momento, con el boom petrolero de 1974, cuando la Venezuela petrolera tuvo ilusiones de ser un país inmensamente significativo, lo que por supuesto es algo que hoy la mayoría calificaría como de infantiles sueños de grandeza. En este momento las grandes ilusiones venezolanas han sido reducidas a la esperanza de vivir tranquilo bajo la mata de mangos petroleros sin ser asesinado.
Y tanto que desearíamos que el candidato a presidente que triunfe en las elecciones del 2012, lo haga por haber restituido los sueños que apuntan al hacer de nuestro país algo mejor de lo que es, y no solo sobre la base de ofrecernos un país más contento con ser lo que es.
Pero, qué va, por los momentos todo lo que oímos de los potenciales candidatos de la mesa de unidad es un discurso dirigido a convencer a los petrojuelas sobre el que él sabrá cómo distribuir las resultas petroleras más eficientemente. Pues no me cabe la menor duda que lo lograría ¡gran cosota! Pero, no me basta, ni siquiera para comenzar.
Ante nada por cuanto si las resultas petroleras siguen siendo cuantiosas, seguirán, en su mayoría, siendo desperdiciadas; igual como seguirán, en su mayoría, siendo usadas para favorecer intereses políticos de corto plazo; igual como seguirán, en su mayoría, estimulando a los ciudadanos a seguir esperando sentados por la cosecha de lo mal sembrado, o humillándose lo que sea necesario, para asegurar una mayor cuota de las resultas petroleras.
Pero el discurso repartidor tampoco me basta por cuanto no estoy tan seguro que las resultas petroleras serán tan grandes, como las que espera la actual generación de los quítate-tú para ponerme-yo. Sólo como una muestra Estados Unidos reportó en Febrero del 2011 una importación de 8 millones de barriles de petróleo diarios, lo que debe compararse con los niveles de más de 12 millones de barriles que importaba entre el 2004 y el 2007.
¿Cuál es el discurso de grandeza que espero? El acabar que el petróleo sirva de abono a las ambiciones de poder de los políticos, y que sean los propios ciudadanos los sembradores.
Es casi imposible el imaginarme no votando por un candidato de la mesa de la unidad en el 2012... pero.... ¿porqué debe ese voto ser el resultado de una acto de una desesperada desilusión sin otra alternativa, y no un voto de ilusión? Por el momento, el mejor regalo que nos ofrecen para las navidades del 2012, son unas tristes medias tejidas por una fastidiosa tía que hemos visto tejer durante más de doce años.