22 de julio de 2010

El piano de la abuela

Hay un análisis económico venezolano muy tradicional y el cual, por sonar tan malditamente lógico, ha entrampado el desarrollo económico de nuestro país. Recientemente me llegó al correo electrónico otra de sus tantas versiones: 
"El problema central del modelo económico petrolero es que seguimos vendiendo materia prima, y ningún país en el mundo se ha desarrollado por esa vía. Quien vende materias primas debe luego comprar, a precios mayores, los productos elaborados por quienes compran la materia prima. Venezuela no ha desarrollado la industria petroquímica, ni la química orgánica industrial. Eso sí sería desarrollo y producción real de riquezas en el país". 
Esa tesis se basa en un espejismo. El solo hecho que la providencia haya colocado bajo la superficie de Venezuela un recurso natural no renovable valioso como el petróleo, no tiene por qué en lo más mínimo significar que nuestro país tenga unas ventajas comparativas especiales para hacer algo productivo con el petróleo, distinto al de extraerlo. 
Justamente por querer buscar exprimir la última gota del potencial económico de nuestros recursos naturales no renovables, de manera directa o indirecta, hemos destruido mucho del valor del petróleo que se había captado; sin lograr traducirlo en beneficios duraderos que fortalecen al país. En otras palabras, si de la abuela heredamos un piano, eso no tiene por qué significar que todos o alguien de la familia deban tener condiciones especiales para ser pianista... a juro. 
Lo que sí es cierto es que un país que extrae grandes cantidades de petróleo y lo vende a buen precio recibe unos ingresos en divisas que mantendrán muy alto el valor de su moneda y por ende le dificultara ser competitivo en los demás bienes transables, a menos por supuesto que todos los ingresos se guarden en el exterior. Tal efecto, conocido como la enfermedad holandesa, la curo Holanda convirtiéndose en un gran centro de recepción y despacho comercial para toda Europa, lo que no requiere producir mucho en Holanda. 
En Venezuela, necesitando urgentemente de crear empleos, tanto para conservar la paz social como para diversificar las bases económicas de nuestro futuro, la planificación estratégica de la economía debe: 
Con mucha transparencia basar sus análisis en los verdaderos costos de oportunidad. Sistemas cambiarios como el actual no hacen sino enviar señales económicas que engañan y causan trastornos a la economía. 
Asegurar que cualquier subsidio marginal otorgado esté en función de maximizar la cantidad y la calidad de empleos creados por recurso sacrificado; y comunicando tal apoyo de manera pública e inteligible. 
Buscar que todos apoyos oficiales otorgados sean generales para así permitir que sea el mercado quien los evalúe y determine en que deben ser utilizados. 
Saber que el venezolano, a cuenta del ingreso petrolero, tiene que buscar emplearse en actividades con posibilidades de generar un alto valor agregado; y jamás permitirse a cuenta del petróleo, no estar entre los mejor profesionales. En este sentido, el petróleo, tal como la nobleza, no permite sino obliga. 
Lástima que el cacique de turno no quiera debatir estos temas, a cuenta de que inmerso en sus complejos complejos, detesta que sus ocurrencias tengan competencia. ¿Cuán bajos deberán ser nuestros ingresos petroleros para ser competitivos en el mundo de los gallineros verticales?

15 de julio de 2010

¡Súbase! ¡2.500 por ciento!

Si fuese un candidato a la Asamblea, defendería una propuesta de aumentar los precios de la gasolina al nivel al cual se comercializa internacionalmente, en poco tiempo… algo así como un 2.500 por ciento en dos años.
Por supuesto me dirán que con esa propuesta jamás sería elegido asambleísta, a lo cual solo les respondo que no me interesa para nada ser asambleísta si no es para corregir lo que se debe corregir.
¿Qué hay mejores momentos políticos para corregir lo de la gasolina? ¡Mentira!, el mejor momento para corregir una horrible aberración es… ¡ya!
El recurso natural no renovable más valioso de nuestro país lo despreciamos profundamente, regalándolo a un precio menor que el agua. Noruega, otro país petrolero que sabe más de valorizar lo suyo, vende la gasolina cien veces (100) veces más cara que Venezuela.
¿Cómo podemos esperar tener un transporte público que funcione cuando éste tiene que competir con un transporte privado con gasolina regalada?
¿Cómo podemos hablar de justicia social si regalando la gasolina se roba el 10% del PIB a los más pobres de los pobres, traspasándolo a quienes no han hecho ningún merecimiento distinto al de ser simples compradores de gasolina?
¿Cómo podemos hablar de responsabilidad ambiental para con el planeta del cual todos somos indígenas?
¿Cómo nos permitimos ser el hazmerreír de todo un mundo que considera lo de regalar la gasolina como otro primitivo excentricismo tropical?... "¡Papá míralos como andan desnudos y sucios!".
¿Qué la comitiva del cacique de turno ya roba y desperdicia suficiente? ¡Por supuesto! ¿Pero qué tipo de excusa es esa para no arreglar lo que se debe arreglar? Qué ponga la gasolina a Bs. 2 por litro y veremos si se le permite al cacique hacer tan fácilmente lo que-le-de-la-gana con esos recursos.
Si la oposición quiere ser una alternativa real tiene que ser algo muy distinto a una más educada, elegante y sofisticada continuación de lo mismo.
No hay absolutamente nada en nuestra Constitución que sugiere permitirle al cacique de turno el regalar la gasolina, hasta fuera del presupuesto, y, si es por eso… ¿por qué no nos regala las pepitas de oro que se extraen también… o los lingotes de aluminio?
Y que no nos vengan los asambleístas que tienen la responsabilidad de ejercer el control sobre el Gobierno y la administración pública nacional con el que no saben… por cuanto cada vez que llenan sus tanques de gasolina ellos mismos participan en el reparto del botín petrolero.
Y que no nos vengan los políticos con que las encuestas indican que más de un 70% de la población no quiere un aumento en el precio de la gasolina… eso no es excusa de nada… y un cacique sin el liderazgo suficiente como para poder corregir tal malvado crimen económico contra Venezuela simplemente debería entregar el plumaje y renunciar.
¡Que vivan los contrabandistas de extracción! ¡Son de-facto los defensores suplentes del valor de nuestro petróleo!
Desde el extremo del centro les reclamo a los venezolanos que celebren el día del petróleo, en señal de agradecimiento por esa riqueza natural que la providencia nos ha legado… para ver si así finalmente aprendemos a respetar lo nuestro.
El día que los venezolanos voten por quién creen le hará mejor al país, en lugar de votar por quién creen más los favorecerá en la repartidera de las resultas petroleras… ese día Venezuela comenzará a ir lejos.

1 de julio de 2010

Pelícanos enchumbados


Los venezolanos tenemos mucho en común con aquellos pobres pelícanos pardos enchumbados de petróleo, víctimas del derrame petrolero en el Golfo de México.
En la web, cortesía de un desconocido, leemos sobre el proceso de “Como limpiar un pelicano engrasado”
1. Encontrar un pelicano engrasado: El pelícano necesita ser rescatado de forma segura y deberá ser transportado al sitio de limpieza preparado. Generalmente los “engrasados” están exhaustos, hambrientos y en riesgo de hipertermia y necesitarán descansar unos 5 días antes de pasar por el estresante proceso de limpieza.
2. Limpiar con aceite vegetal: No se trata de desplumarlo o freírlo sino frotarlo con aceite tibio. El aceite vegetal ayuda a descomponer el aceite que está impregnado en las plumas del ave.
3. Lavado: Darle un baño fregándolo suavemente. Use un cepillo de dientes para las plumas, hisopos de algodón en los ojos y una toalla suave; cuidado de no introducir jabón en el pico. El baño tomará al menos una hora, dependiendo del tamaño de tu pelícano. Procura trabajar con alguien más, necesitarás su ayuda.
4. Enjuague: Una vez tengas el huacal lleno de agua café grasosa y la suciedad se haya desprendido de las plumas, hay que dar un enjuague generoso con manguera.
5. Secado y recuperación: No necesitas una toalla para secarlo, solo deja que se escurra solito. Después es mejor darle 7-10 días de recuperación para que acumule fuerza y vuelvan a crecerle las plumas perdidas.
Ahí terminan las indicaciones, pero como de seguro el proceso no puede estar contemplando sumergir de nuevo al pobre pelicano en el petróleo, queda sin respuesta el ¿donde lo ponen? ¿En Miami?
Lamentablemente no hay un recetario similar sobre como limpiar al venezolano y muy especialmente cuando se requiere devolverlo a su hábitat natural. Muchos expertos internacionales buscan vender sus servicios profesionales para librarnos de la maldición petrolera pero, como ellos nunca la han sufrido, jamás llegan a entender el alcance del enchumbado.
Lo que sí es seguro es que aquello llamado Socialismo del Siglo XXI, eso sí que no funciona, jamás hemos estado tan enchumbados de petróleo … como cuando ordenes para acá, ordenes para allá, el cacique de turno nos usa como su patio de cuartel en donde jugar a general… como cualquier Michael Jackson con su Neverland.
Y por supuesto una limpieza a fondo, vía la creación de comunas y cooperativas, sólo podría lograrse mientras éstas sean totalmente voluntarias y no sólo respuestas interesadas a propuestas interesadas.
Un planteamiento importante que parece unir a los que se llaman oposición es el seguir más de cerca la intención de la Constitución, descentralizando el derrame petrolero y haciéndolo pedazos a nivel de municipios. Si bien un cacique local nos puede resultar igual o hasta más odioso que un cacique central, reconozco que por lo menos esta vía nos dejaría abierta la alternativa de poder mudarnos a cualquiera de los otros 334 municipios, en Venezuela, y no obligarnos a vivir en exilio… como pelícano pardo recién limpiado.
Este es un tema existencial para Venezuela. No dejemos que lo calle el interés de quienes aspiran a ser caciques, para sabrosamente servirnos. Sigo creyendo que lo mejor que podemos hacer es repartir nuestras resultas petroleras en gotas iguales por ciudadano, para que así el petróleo pueda aceitar sin enchumbar nuestras alas.