28 de abril de 2011

Venezuela Indigna

No es que haya ricos y pobres que hacen a una sociedad injusta. Es el que los ricos y los pobres lleguen a ser ricos y pobres de una manera injusta, lo que hace a una sociedad, injusta e indigna. 
Y es profundamente indigno que tantos venezolanos se hayan hecho ricos o pobres, a cuenta de haber recibida de manera injusta una cuota inmensamente mayor, o menor, de lo que sería su participación equitativa en las resultas petrolera; como resultado de, por ejemplo, corrupción, sistemas cambiarios discriminatorios, gasolina regalada, estupideces, incapacidades, o las mil y una otras maneras que existen de cómo disponer el dinero no propio, con fines políticos.
Lo decía Milton Friedman, pero igualito lo podría haber dicho Karl Marx, o usted, por cuanto es una de esas verdades que no deja espacio para otras posibilidades. Hay solo cuatro maneras de gastar dinero; y que al ordenarlas de acuerdo a su probabilidad de ser gastado con un mayor o un menor cuidado son:
Dinero propio gastado en uno mismo.
Dinero de otros gastado en uno mismo.
Dinero propio gastado en otros.
Dinero de otros gastado en otros.
Pueda haber alguna discusión sobre el segundo y el tercero, pero los puestos del primero y el ultimo son muy claros, y eso es algo que deberíamos tener presente en nuestra Venezuela de generosas resultas petroleras.
Si las resultas petroleras son nuestras, entonces, el que éstas queden represadas por el cacique de turno, significa pasar del posible optimo, o sea el dinero propio gastado en uno mismo, al seguro peor, o sea el dinero de otros gastado en otros. Sin duda que es ése transitar, lo que ha vuelto nada, a por lo menos el 90% del valor de nuestras resultas.
Por supuesto, los políticos y los gobernantes siempre argumentarán; primero que usarán las resultas petroleras con el cuidado de cómo si fuesen propias, y segundo, que por tener una mayor capacidad que nosotros para discernir cuáles son nuestras primeras necesidades, eso de todas maneras hace de ellos los óptimos gastadores de nuestra resultas. ¡Já!
Por supuesto, los aprovechadores argumentaran, en sus adentros, “Kurowski no se preocupe tanto, yo haré rapidísimo mías esas resultas entregadas al cacique, y luego las cuidaré… ya sabes que por eso es que me tongoneo vestido de rojo-rojito o del color que esté de moda.” O sea, el venezolano también busca ser extractor, en lugar de productor.
De nuevo estamos oyendo la tarjeta La Negra asomándose en el debate. Si la propuesta se trata de ganarse el favor de unos electores prometiendo graciosamente entregarles un dinerillo proveniente de las resultas petroleras del Estado, esa propuesta es mala. Si la propuesta, por el contrario, se basa en defender el derecho del ciudadano a que el Estado no le robe la oportunidad de gastar, bien o mal, su propio dinero, hay que defenderla.
De nuevo, no quiero impedir que el Estado tenga un cierto acceso a las resultas petroleras pero su monto anual debe ser limitado, para que no existan dudas de que es el gobierno que trabaja para el ciudadano y no al revés.
De nuevo, esto no garantiza, para nada, que desaparezcan los pobres, pero por lo menos se les ha dado una justa oportunidad a todos. Y, como nación, perderemos menos tiempo en cada quien buscando agarrar más del recurso que la providencia generosa le lego al país, de seguro con el bendito propósito de unirlo, y no desunirlo. 
Amigos, permitámosle a Venezuela la oportunidad de ser digna.

7 de abril de 2011

Yasuní-ITT

Ecuador lleva unos tres años mercadeando una revolucionaria propuesta, Yasuní-ITT, relativa a que el mundo le otorgue parte de lo que obtendría por explotar una importante reserva petrolera, a cambio de no hacerlo, por cuanto esta reserva se encuentre ubicada en una reserva forestal inmensamente rica en biodiversidad. La propuesta no parecería estar recibiendo la respuesta favorable que se merece y estimo sospechar algunas razones de ello, aparte de las de quizás haberla complicado inútilmente con algunos tecnicismos.
En la conferencia sobre el ambiente de las Naciones Unidas, en Copenhague, en el 2009, me molestó ver ambientalistas de países desarrollados anunciando que por cuanto la culpa la tenían los países ricos ellos se responsabilizarían y pagarían por cuidar el ambiente... lo que sonando como otra politiquería de la izquierda global, en efecto le negaba a los pobres el derecho de participar, como humanos e iguales, en el enfrentar lo que desde toda perspectiva sería un reto para toda la humanidad.
En tal sentido me parece que la propuesta Yasuní-ITT, por su trascendencia, jamás debió ubicarse como una propuesta de gobierno a gobierno, o a grupos ambientalistas, sino como una propuesta de los ciudadanos del Ecuador a todos los indígenas de la Tierra, o sea a todos nosotros. Si los posibles daños ecológicos son tan preocupantes como se dice, simplemente no podemos darnos el lujo que la lucha contra estos quede secuestrada por otros intereses, otras agendas, o simplemente por talibanes verdes.
También, por cuanto el mundo necesita del petróleo y de no extraerlo en el Yasuní lo hará en otro lugar, sería bueno tener un estudio comparativo de los costos ambientales marginales de explotar petróleo en varios sitios... Ese sería además un dato de inmensa importancia si quisiéramos replicar la propuesta.
La propuesta se presentó como el tener que elegir entre una explotación feroz y un conservacionismo maravilloso, y la verdad nunca es así de sencilla. Sería muy útil tener información sobre el costo y el significado de la forma de explotación más óptima del Yasuní-ITT desde el punto de vista ecológico, para así darle al mundo la posibilidad de aceptar algo que le pueda sonar como más razonable, o por lo menos la seguridad que esto fue analizado. Por cuanto en Europa, el fisco europeo, por vía de los impuestos al consumo de la gasolina, recibe más ingresos por ella que el Ecuador que sacrifica ese recurso para siempre, me parece algo razonable que el ciudadano europeo pueda exigir que por lo menos una parte de los impuestos que paga vaya a ayudar a extraer el petróleo de la mejor manera.
Pero ante nada les digo que si bien a nadie le gusta pagar impuestos a su propio gobierno menos gusta el pagar algo así como unos impuestos ambientales a otros gobiernos ricos en recursos petroleros... por lo que me parece que la propuesta debería incluir el que cada céntimo de lo obtenido sería entregado directamente a los ciudadanos del Ecuador... o por partes iguales en efectivo, o mediante programas de transferencia de efectivo condicionados... por ejemplo a los niños ecuatorianos sujeto a que vayan a la escuela.
Y digo esto por cuanto como venezolano sé muy bien que demasiado dinero petrolero en manos del gobierno es malo... no sólo por cuanto lo desperdiciarán, sino principalmente por cuanto de una manera u otra, bien a propósito o de manera involuntaria, ese dinero termina subyugando a los ciudadanos.
El Universal