30 de diciembre de 2010

De CAP y de nuestros caciques

Como diría Ortega y Gasset, todo presidente es un presidente de acuerdo a sus circunstancias. En Venezuela, donde las resultas petroleras son enteramente centralizadas en el Estado, las principales circunstancias de un presidente con aquello hecho cacique, son la abundancia o la escasez de ingresos petroleros. Cuando son abundantes, será un cacique independientemente rico que no requiere de los ciudadanos y que puede financiar todos sus delirios. Cuando son escasos, será un cacique pobre que debe ser más presidente, conversar más con los ciudadanos, e iniciar procesos de fortalecimiento institucional para sobrevivir. 
Jamás debemos discutir a presidentes-caciques fuera de nuestro contexto petrolero. El así hacerlo sólo alimenta la noción o las esperanzas de que por ahí en Venezuela ronda el gran héroe salvador con capacidad de usar la chequera de las resultas petroleras para desarrollar al país para siempre. Por supuesto que hasta por puro cálculo probabilístico algún cacique podría lograr hacer algo bueno, de vez en cuando… pero tal cálculo probabilístico igualmente indicaría, con absoluta certeza, que luego llegaría un cacique que derrumbaría todo lo bueno... sin encargarse de lo malo.
El fracaso de los presidentes en Venezuela, se debe principalmente a la negación de los ciudadanos en aceptar la responsabilidad directa por administrar aquellos recursos naturales con los cuales han sido bendecidos por la Providencia… lo que ante nada es el resultado de su muy cobarde necesidad de tener siempre a alguien a quien culpar. ¿No nos gustó CAP, Caldera, Lusinchi, Herrera, o el cacique de turno? Pues amigos, los principales culpables de ello somos nosotros mismos… directa o indirectamente. Foca es foca, así esté vestido de etiqueta o de rojo-rojito.
El país necesita tener un presidente que gobierna para los venezolanos, con lo que le pagamos en impuestos. Mientras tengamos caciques con la responsabilidad adicional de administrar nuestros planes de pensión y la repartición de las piñatas petroleras, simplemente no lograremos tener el presidente que necesitamos.
Carlos Andrés Pérez, Q.E.P.D., como muchos líderes tenía el deseo natural de poder dejar un magnifico legado para el país, y por cuanto era un hombre enérgico con mucha confianza en sí mismo y no sufría de complejos, le echó muchas piernas al asunto. En CAP-I disponiendo de amplias riquezas petroleras; en CAP-II trabajando con las uñas tales como privatizaciones que cuan venta de la platería familiar le inyectaban algo de recursos, o con las conversiones de deuda pública en capital que ofrecían algo de luz en la oscuridad. Por cuanto CAP era admirador de lo moderno, el país respiró con él un oxígeno embriagante y que en mucho lo enloqueció.
El cacique de turno comparte con CAP el deseo de dejar un legado, algo evidente en que como mínimo quiere que su cara sustituya a la del Che en las franelas izquierdoides del mañana. Lamentablemente, por cuanto sufre de complejos y entre los íconos del pasado que admira hay muchos de tercera categoría, el enloquecimiento sufrido por el país durante la actual bonanza petrolera, ha sido más bien causado por una falta de oxígeno… lo que podría causar ciertos daños permanentes.
Finalmente necesito hoy resaltar que CAP fue un demócrata que se esforzó en ser un respetuoso de las leyes, lo cual contrasta mucho con quienes son tan pequeños que se creen la ley. 
¡Feliz Año Nuevo!
PS. Como nota histórica tuve la oportunidad de ser el traductor entre CAP y Olof Palme cuando éstos conversaron y negociaron sobre el futuro de Felipe González. 

9 de diciembre de 2010

¡Fuera ricachón!

Venezuela enfrenta una emergencia que requiere que todos metamos el hombro, en lo que podemos, y sin obstruir. Las emergencias, por las causas que sean, normalmente constituyen ocasiones para unir a los países, y jamás deberían ser explotadas para desunir.
En la semana oímos al presidente de la República Bolivariana de Venezuela referirse en tono despectivo a los "ricachones"… mientras cual una Evita en boina roja, se pavoneaba repartiendo favorcillos de lado y lado con una chequera alimentada por nuestras resultas petroleras venezolanas, y mediante la disposición de activos que no son suyos, por muy al derecho o al revés que leamos la Constitución.
¿Qué será lo que quiere? ¿Que no existan apartamentos recreacionales privados en Venezuela? ¿Qué los "ricachones" en lugar de gastarlo en el "está carísimo, dame solo medio" vayan a gastar su dinero en otro país? ¿Para que los hoteles se construyan en otro país? ¿Para que los que se queden sin empleo necesiten de mudarse ahí? ¿O es todo para que los que se queden cada día dependan más de él?
El que no haya ocurrido un total repudio popular inmediato e unánime a tal estupidez, se debe antes que nada a que en Venezuela tenemos muy desarrollado la idea que el Estado ha sido inescrupulosamente explotado por los ricos, y que por ello a los ricos les toca devolver. Y no es que tal concepto no tenga un trasfondo válido, por supuesto que lo tiene, de sobras, solo que su aplicación no nos lleva a ningún lado.
Si queremos disminuir el cómo el Estado pueda ser inescrupulosamente explotado por tantos, lo que necesitamos asegurar es que el Estado no posea tanto material explotable… lo que en esencia significa quitarle el control sobre el cómo se gastan las resultas petroleras.
Si hasta en países donde los ingresos del Estado provienen 100% de los impuestos pagados por los contribuyentes hay quienes hacen vida política culpando a sus respectivos "ricachones"… ¿cómo no vamos a sufrir de ese mal en Venezuela?
Por lo menos durante mi vida y aún cuando creía que en ese campo tenían competencia fuerte, este gobierno es sin duda el peor que le ha tocado a Venezuela. Pero, quizás justamente por ello, carga en sí la semilla de poder convertirse en lo mejor que le haya pasado a Venezuela.
Si logramos aprovechar el que una marea de hipocresía extremadamente baja haya desnudado tan por completo la realidad de una ciudadanía enfermamente dependiente de un Estado autónomamente ricachón, esto nos brinda una oportunidad única de rectificar lo que en el fondo más nos imposibilita llegar a ser una nación, en el significado más completo de tal término.
Ahora bien, si nos hacemos la vista gorda y seguimos creyendo en quienes dicen estar en capacidad de administrar bien unas resultas petroleras tan gigantescas que superan cualquier capacidad digestiva de gobierno, por el bien de quienes les gusta explotar o quienes necesitan de ser explotados, todas esas inmensas pérdidas de oportunidad que hemos sufrido durante este gobierno, solo servirán para asegurar futuras pérdidas de oportunidad.
Así que, si es por mí ¡Fuera Estado ricachón! Mil veces prefiero a un presidente campesino que a un cacique latifundista.
PS. Leo en el Financial Times, con respecto a Citgo, que es más fácil dictar el precio de compra cuando se nacionaliza activos, que el precio de venta cuando se desnacionalizan. Típica afectación ricachona.

2 de diciembre de 2010

El espejo iraquí

Supónganse un país que estuviese padeciendo las inclemencias de una dictadura que aún cuando le importa un rábano el pueblo y viola todos sus derechos humanos, logra mantenerse en el poder, gracias a unos ingresos derivados de la extracción de 3.5 millones de barriles de petróleo, en un país de unos 33 millones de habitantes. Como entenderán, les estoy hablando de Irak y de Saddam Hussein. 
Y supóngase que a cuenta de una ayuda externa no formalmente solicitada, ése país logra liberarse de su monstruo oligarca; pero que ahora sus ciudadanos oyen sobre la posibilidad de que en unos pocos años la extracción de petróleo aumentará a 10.5 millones de barriles diarios; y de que las resultas petroleras seguirán yendo directa e íntegramente a quienes los gobiernan, bien sea desde el Estado Central o desde algunos muy pocos gobiernos regionales. 
En cifras concretas, calculando las resultas en 70 dólares por barril, lo anterior significaría entregarle a uno o a unos muy pocos gobernantes en un país pobre, donde los pobres no tienen con qué defenderse y los ricos prefieren entenderse, la cantidad de 8.130 dólares anuales por cada uno de los 33 millones de ciudadanos. ¿Qué dirían ustedes? 
Yo sí sé que si fuese un ciudadano iraquí gritaría: "Ni locos vayamos a coronar al Hussein II que con toda certeza nos espera, si permitimos que alguien se arme con una chequera petrolera con hasta tres veces más de las resultas petroleras de las que recibía Hussein I. Si así lo hacemos, lo malo del I pasará a ser solo un juego de niños. 
¿Qué se puede hacer? No hay otra manera que el de, o no extraer el petróleo, o el de limitar estrictamente el monto de las resultas petroleras que el gobierno central pueda recibir anualmente, para así evitar un Estado o cacique independientemente rico y donde los ciudadanos-indios terminan siendo solos unos molestosos pedigüeños. 
Como tal limite propondría inicialmente el monto menor de las siguientes tres cantidades: El 20% de los ingresos recibidos por el fisco de los ciudadanos por concepto de impuestos, para que quede claro que los ciudadanos son los jefes del cacique y de sus caciquillos; el 5% del PIB o el 15% de las exportaciones, para que el Estado, el cacique y los caciquillos tengan un interés en ayudar a los ciudadanos producir. 
¿Significaría esto cambiar la Constitución, por ejemplo en un país como Venezuela? ¡Por supuesto que sí! Pero, como el propósito fundamental de toda Constitución es el defender a los ciudadanos de sus gobernantes, igualmente ya sabemos a cuenta de muchas experiencias que una Constitución que no limita expresamente el poder petrolero del Estado y de sus "petrocratas", de todas maneras es simplemente una vulgar entelequia. 
Amigos del lado del espectro político no ajeno al socialismo. Recuerden ustedes que unos socialistas idealistas, u hombres nuevos, por muy nuevos que sean, no tienen el menor chance del mundo de lograr dominar a un comunista oportunista con una chequera repleta de resultas petroleras. 
Amigos del lado del espectro político ajeno al socialismo. Recuerden ustedes que no existe la más remota posibilidad de lograr que unos mercados operen con eficiencia, por eficientes que sean sus participantes, si no se logra dominar a un capitalismo de Estado alimentado por una chequera repleta de resultas petroleras. 
Espejo, espejo iraquí… ¿dinos quiénes somos los perfectos idiotas aquí?
Caracas, El Universal