8 de abril de 2010

La Venezuela imposible

“Adolecemos de un monumental complejo de inferioridad colectivo, aunque a veces lo disfracemos bajo la capa, demasiado transparente, de una estridente bravuconería…Llevamos encima como un fardo las consecuencias de lo que hicimos cuando creíamos que el futuro era nuestro por derecho… El boom petrolero vino y se fue… los venezolanos parecemos estar peor que antes…

La Venezuela de hoy es producto de la democracia el populismo y el petróleo. Es corriente ver en los periódicos y oír en la radio toda clase de petitorios al gobierno. Agua para el barrio tal, vigilancia policial para la urbanización cual…. La dependencia de las dádivas del Estado tienen raíces históricas que se remontan a la colonia, pero el populismo petrolero la ha exacerbado. … La corrupción generalizada que ha acompañado a la explosión de la riqueza petrolera…

El petróleo sigue siendo un elemento clave para construir nuestro futuro. Ya es hora de quitarnos de encima el complejo de culpa de la riqueza inmerecida…

El obstáculo más evidente es el cúmulo de intereses creados, cómodamente atrincherados en parcelas de privilegio. Cogollos partidistas, contratistas engolosinados, industriales rentistas, funcionarios públicos incapaces o corruptos… Un universo que alguien bautizó mordazmente como nuestra burguesía presupuestaria…”

Lo anterior son unas extensivas citas de “La Venezuela Posible” escrita por Antonio Frances (QEPD), IESA y CORIMON, 1990.

Releo tal libro veinte años y un giga-boom petrolero más tarde, y no puedo sino llegar a la conclusión que lo que en el libro se proponía, y que no era otra cosa que la de lograr hacerlo todo mucho mejor con exactamente lo mismo, o sea seguir con el Estado siendo El Sembrador de nuestras resultas petroleras, apunta a una Venezuela imposible.

Y es muy posible que Frances, no obstante el título, también hubiere intuido lo imposible, por cuanto el libro, repleto de evidencias sobre los tantos fracasos en la siembra del petróleo, igualmente cita a José Ignacio Cabrujas diciendo que “el venezolano no cree en el Estado, lo consideras simplemente un truco legal para justificar el “me da la gana” del gobernante de turno.”

Y es justamente ahí donde me detengo para de nuevo hacerme la pregunta que tanto me agobia: Si el venezolano sabe que el Estado es un sembrador de petróleo fracasado, e igualmente sabe que el Estado usa el petróleo para imponer su real “me da la gana”… ¿qué es lo que le impide al venezolano exigir convertirse el mismo en el sembrador de sus propias resultas petroleras?

Ahora bien, para convertir “la imposible” en “la posible”, es relevante seguir citando a Cabrujas.

En su entrevista de 1987 titulada “El Estado del Disimulo”, publicada en la revista Estado & Reforma, dice: “El petróleo es fantástico y por lo tanto induce a la ilusión de un milagro. Creó en la práctica la “cultura del milagro”

En esa misma entrevista Cabrujas luego remata y nos mata diciendo “Un ciudadano inglés, un italiano, un sueco, no espera “milagros” del Estado. A eso se reduce lo que se llama “madurez política”.” Compatriotas y amigos, ¿Cuándo maduramos?

¿Será acaso que necesitamos de dos gobiernos? ¿Uno el repartidor de las resultas petroleras y otro el que gobierna para nosotros con lo que le pagamos en impuestos? Digo esto por cuanto el repartidor jamás podrá ser buen gobierno para quienes consideran que por ello son sus súbditos.

El Universal