16 de abril de 1999

Some –isms are still alive and kicking

I recently read an article published in The Daily Journal by a frequent contributor to these pages, Michael Rowan. I do not know Mr. Rowan, but I often envy his capacity for analysis and of expression. The article in question was titled “An End to the Age of Isms”, and it contained a few phrases which compel me to reply.
Specifically, Mr. Rowan wrote: “Yet there are still pockets of resistance to market democracy in the world. There are the nationalists who believe in protectionism and are afraid of globalization, ..... . In those places, one finds the old media, propaganda, hierarchies and also, deeply entrenched poverty. That is their tragedy. The world has passed them by ... . What work is freedom. Freedom in the market .... . For those with the responsibility of writing a new Constitution for Venezuela, this is the truth which can set them, and their country, free at last.”
I cannot agree more with the concept of freedom as expounded by Mr. Rowan in his article. However, when he attempts to segment or divide the world into right and wrong, into those that behave and those that sin, I have no other option as a Venezuelan but to cry “Foul”.
I do not believe there is any reason to, either directly or indirectly, label Venezuela as a country of protectionists afraid of globalization. On the contrary, Venezuela’s borders, both commercial as well as cultural, are among the most permeable and open in the world.
There are no limits as to what goods and services can be imported into the country. On top of this, the limited duties imposed are more than often not even paid at the ports of entry. In addition, few could question the eagerness and openness with which Venezuelans accept any type of external influence.
Champagne is charged a duty of 26%, quasi-monopolistic services such as those of international auditors and law firms are marketed with ease, patent and intellectual property right agreements are applied quickly, as in the case of laboratories, and finally, our early morning radio broadcasts allow us to hear all types of debate about matters typical of the globalized world such as oral sex.
What does Venezuela obtain in return for this extraordinarily good behavior as a citizen of the globalized world?
We know very well that the worth of something is what the consumer is willing to ultimately pay for it. Today, for each 100 units a European consumer pays for a tank of gasoline, the producer of the latter receives 10 units, the distributor 5 units and the taxman of the country it is pumped in receives 85 units. The fact that the taxman receives 85 units and the producer only 10 units means they are applying an effective commercial duty or tax of 850%.
The experts, very able at managing the percentages in order to defend their interests, frequently refer to taxes on oil as being “only 85%” and never as a duty on the product. If, for example, we were talking about a Mercedes Benz which goes for US$ 100,000, I am sure Daimler Benz would not be talking about “only 85%” if this sale would be broken down into a sales commission of US$ 5,000, a payment to the manufacturer of US$ 10,000 and a transfer to the taxman of US$ 85,000.
It is not true that prices of oil are low, since for the consumer the prices have never been as high. Our only problem as a producing nation is that on the income side, we have never received less. The taxmen in the consumer nations receive more, a lot more, income from each barrel of oil commercialized than the producer of the same.
This is what Venezuela got. A system of free trade that only pays it a meager 10% of the value of the non-renewable asset that it liquidates. Just like any Little Red Riding Hood, we readily swallow the stories about the freedom of markets when in reality they hide the evil, bad wolf of protectionism, environmentalism and fiscalism, three “isms” that are very much alive and kicking, thank you!
I agree in no uncertain terms with Mr. Rowan that the Constituent Assembly has much work to do, but in my wish list I have not included his recommendations with regards to increased global aperture. My rather long wish list includes, for example, ensuring that the citizens of the country can access adequate information pertaining to the government’s management of its affairs, more effective limitations on new public indebtedness and finally (something inspired by Mr. Rowan) the banning of ingenuousness as a basis for our commercial policies.



6 de abril de 1999

El petróleo, el ausente en la Cumbre de Comercio y Ambiente

Durante los días 15 y 16 de Marzo, la Organización Mundial de Comercio (OMC), organizó en Ginebra un seminario sobre Comercio y Ambiente, de extraordinario interés para un país como Venezuela, que por ser petrolero, es víctima por excelencia del “proteccionismo verde”. Para los lectores que no conocen el origen de mis planteamientos en los próximos tres párrafos hago un breve resumen. 
Conocemos que el valor de algo es lo que el consumidor está dispuesto a pagar por él. Hoy, de cada 100 unidades monetarias que un consumidor europeo paga por un tanque de gasolina, al productor de la gasolina refinada le tocan 10, al distribuidor 5 y al fisco del país donde se expende 85. El hecho de que el fisco ajeno perciba 85, en relación a los 10 del productor, equivale a la aplicación de un arancel comercial del orden de los 850%, lo cual es la causa fundamental de una demanda petrolera deprimida. 
De igual manera, en artículos anteriores hemos llegado a la conclusión de que es falso que los actuales precios del petróleo sean bajos, todo lo contrario. En realidad, nuestro problema consiste en que de unos precios altos, como productor, cada día nos toca menos.
Lo anterior, no se limita a Europa sino que aupado entre otros por el Fondo Monetario Internacional, pronto abarcará todo el globo terrestre y sólo irá de mal en peor. Ya varios países han oficializado planes para duplicar los impuestos, lo cual, a precios de hoy, implicaría un precio de gasolina en muchas partes del mundo de $ 2.50 por litro y correspondiéndole al productor, salvo que los países petroleros hagamos algo al respecto, sólo $0,125. 
El seminario de la OMC sobre Comercio y Ambiente constituía un excelente foro para iniciar la defensa de nuestros intereses.
En sus palabras de apertura, el Director General de la OMC, el Sr. Renato Ruggiero, explicó que el objetivo de la OMC es el de disminuir barreras, evitar la discriminación y, en fin, crear un sistema de comercio internacional basado en las reglas y no en la fuerza. Dijo: “tenemos que … garantizar que la pelea en contra de la degradación ambiental no tenga implicaciones proteccionistas” ¡Qué oportunidad más clara para denunciar a los impuestos petroleros como el ejemplo más vil de todos los proteccionismos!
El Sr. Schorr, del World Wildlife Fund, una de las organizaciones ambientalistas más prestigiosas del mundo, se refirió, dentro del marco del mencionado Seminario, a los subsidios pesqueros, cuya cuantía estimó en decenas de billones de dólares anuales y opinó que éstos contribuyen, directa o indirectamente, a generar un exceso de capacidad en la flota pesquera mundial, causa principal de la pesca excesiva que está agotando los mares. ¡Qué ejemplo más oportuno para recordarle a una audiencia la teoría del “cuero seco”: lo pisas en una esquina y se levanta en la otra, indicando que gran parte de esos subsidios son financiados por los impuestos a la gasolina!
La delegación de Canadá declaró: “No puede haber desacuerdo sobre el hecho de que el comercio genera desarrollo y crecimiento económico. La riqueza así generada provee los recursos necesarios para sostener nuestro ambiente”. ¡Qué oportunidad para exponer que con una reducción de los impuestos al petróleo, habrá más crecimiento de la economía mundial y, por ende, más recursos para defender el ambiente!.
El Sr. Klaus Topfer, Director Ejecutivo del UNEP (Programa Ambiental de las Naciones Unidas) señaló que el comercio y la política ambiental no pueden estudiarse de manera aislada de los problemas de las deudas internacionales y de la necesidad de aliviar la pobreza. ¡Qué oportunidad para reclamar el hecho que Venezuela, por recomendación de la banca internacional, se endeudó y hoy no puede servir tal deuda, encontrándose sumergida en la pobreza a causa de la confiscación de sus ingresos petroleros!
Argentina expresó, también dentro del seminario, que los países que se presentan como los campeones del ambiente necesitan remover subsidios que distorsionan el comercio y que crean pobreza alrededor del mundo. ¡Qué oportunidad para informar a quien podría llegar a ser nuestro socio en Mercosur, sobre nuestro problema cuando ellos, como tantos otros países, siguen las “recomendaciones” del FMI y aceptan aumentar los impuestos petroleros!
La Cámara Internacional de Comercio sostuvo que no necesariamente deberían haber conflictos entre el comercio y las normas destinadas a proteger el ambiente, siempre y cuando la OMC asegurase que éstas fuesen aplicadas de manera no discriminatoria. ¡Qué buen momento para protestar por la discriminación a la que, como fuente energética, está sujeta el petróleo! ¿Quién ha oído hablar sobre impuestos del 850% a la energía nuclear (Chernobil), carbón (sucio) o hidroelectricidad (desviando los causes naturales de las aguas)?
Portugal sostuvo que el problema ambiental es un problema global, que requiere de una solución global si se desea evitar el proteccionismo. ¡Qué oportunidad para expresar nuestro acuerdo y dejar claro nuestro desacuerdo sobre el hecho de que los mayores “costos ambientales” hoy recaen, de manera injusta, sobre los productores del petróleo!
En fin, el mundo ante nuestro continuado silencio podrá seguir argumentando su ignorancia. Es urgente que ante la OMC y, de manera formal, denunciemos al proteccionismo “verde-fiscalista”, que se encuentra presente en los actuales impuestos a la gasolina y a otros productos petroleros. No creo que logremos resultados inmediatos, la pelea es larga pero, al menos, quedará establecido oficialmente, que de ese día en adelante, los daños que nos causen, ya serán con dolo.

Economía Hoy 6 de abril de 1999 




17 de marzo de 1999

La injusta distribución de la actual bonanza petrolera

Henos aquí, consternados por la baja del petróleo, con nuestro país sufriendo hambre, cuando al mismo tiempo, en muchos países del mundo la gasolina está más cara que nunca. Por alguna extraña razón no deseamos darnos cuenta de lo que está pasando, en el sentido de que el petróleo no ha perdido valor, simplemente somos nosotros los que estamos recibiendo menos por él.
Si observamos que un carro, que hace poco se vendía en 30.000 dólares hoy se vende en 100.000, tendríamos que concluir, aun cuando en total se vendan algunos menos, el mercado para dicho carro está atravesando una bonanza. Si el fabricante sólo recibe 10.000, su preocupación no sería el mercado sino quién le está robando el diferencial. ¿Por qué no razonamos de forma similar con el petróleo?
Por ejemplo, con un precio para la gasolina de 20, si se le añaden 5 por distribución y 5 por concepto de IVA y otros impuestos (20%) ésta pudiese llegarle al consumidor en 30. Sin embargo, hoy día en Europa y otros países, el producto está en 10, la distribución sigue en 5 pero el fisco cobra 85, situando el precio final al consumidor en 100.
De los 85 referidos que cobra el fisco, 80 son definitivamente un exceso y conforman, en esencia, un arancel comercial del 800%. Me pregunto: ¿Qué otro producto pudiera vivir con un arancel del 800%? ¿Qué estaría diciendo un fabricante de carros si hoy tuviese que reducir su ingreso, de 20.000 a 10.000 por unidad, sufriendo además una contracción en la demanda, al tener que aumentar el precio final del vehículo de 30.000 a 100.000, por el solo hecho de que el fisco ahora, en vez de 5.000, quiere obtener 85.000 en ingreso fiscal por unidad?
La OPEP y los demás productores petroleros no dicen nada sobre el tema y me desespera pensar que en la próxima reunión de la OPEP sólo discutan la reducción de la producción petrolera, como única opción para fortalecer los precios.
El mundo, tal como yo lo veo, le ha declarado la guerra a los países productores de petróleo; ya les han ganado una inmensa cantidad de batallas y aún no se han dado cuenta. O reaccionamos o no tenemos salvación. Cada barril de petróleo que se extrae, al no ser renovable, equivale a vender, no un bien que se produce, sino un activo del país. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de obtener el máximo por él.
La situación sólo ha de empeorar. Un país europeo, como parte de su política 'ambiental'-fiscal, ha declarado un plan de aumentos anuales de los impuestos a la gasolina en un 6% sobre la inflación. Nosotros, ilusos, ciframos nuestras esperanzas en una recuperación del mercado petrolero, cuando tales aumentos significarán para el año 2007 una duplicación del precio de la gasolina, sin que al productor le toque un céntimo más.
La globalización o la apertura de los mercados no significa que se pueda bajar la guardia. Por el contrario, requiere que un país esté más atento que nunca a la defensa de sus intereses. Como ejemplo, basta notar el hecho de que los Estados Unidos amenazan a la Comunidad Europea con unos aranceles del 100%, en defensa de la producción de cambures, fruta que ni siquiera producen en ese país.
Ya es hora de que empecemos a defendernos de verdad. Sugiero analizar las posibilidades de concertar acciones contra aquellos países que aplican, disfrazados como impuesto a la gasolina, unos aranceles exorbitantes al petróleo. Ante la gravedad del asunto, no me temblaría el pulso para imponer aranceles del 799% a los países que tengan impuestos a la gasolina en ese orden, ofreciendo, por supuesto, rebajarlos a 0% como un quid pro quo razonable.
Tampoco podemos seguir aceptando que el Fondo Monetario Internacional siga engañándonos, predicando un desarrollo económico sobre las bases de una apertura comercial y la baja de aranceles, al mismo tiempo que no solo alaba, sino además hace obligatorio para conceder su ayuda, el aumento de los impuestos a la gasolina. Por lo menos deberíamos estudiar las posibilidades de que la OMC intervenga para tratar de rectificar esta política claramente proteccionista, aupada por el FMI.
Acabo de leer un largo ensayo en la prestigiosa revista The Economist titulado el Petróleo Barato, en el cual asoman la posibilidad de que el precio por barril de petróleo caiga a 5 dólares. Aun cuando nos dan un muletazo, indicando que tal disminución, a cuenta del impuesto superior al 80%, no la notará el consumidor en la bomba de gasolina, no dedican una sola palabra al problema de la injusta distribución del ingreso petrolero. Como ciudadano de un país petrolero, me siento tratado como un estúpido.
El consumo actual del petróleo ronda los 73 millones de barriles diarios. Se estima que reducir la producción en 2 millones, puede lograr que los precios no sigan bajando. Señores OPEP y demás países petroleros, les pregunto: ¿Cuál sería el efecto en la demanda si los aranceles actuales del 800% se reducen a un nivel del 100%, aún exorbitante, y provocan de tal manera una disminución del 70% en el precio de la gasolina en Europa y muchos otros países?


The Unfair Distribution Of Today’s Oil Bonanza

Here we are, worried about the fall in oil prices while our country goes hungry and observing how in other countries around the globe, the price of gasoline at the pump is higher than ever. For some strange reason, we have not wanted to see what is really happening. It is not that oil has lost it’s value, it is simply that we are receiving less for it.

If, for example, a new automobile that has been sold recently at US$ 30,000 now goes for a cool US$ 100,000, we would probably have to conclude that the market for this specific vehicle is booming. If the producer of the automobile only receives US$ 10,000 from the sale, his preoccupation would not be the market, but rather who is walking away with the difference. Why can’t we reason in the same way when it comes to our oil?

For example, it the cost of gasoline were 20 units and you add 5 units to cover distribution and another 5 units to cover value added and other taxes (i.e. taxes of 20%), the final cost to the consumer would theoretically be 30 units. Instead, in countries in Europe and elsewhere, the cost today is 10 units, the distribution chain adds the same 5 units, but the taxman tags on a whopping 85 units. The final price to the consumer turns into 100 units.

Of the total 85 units that go to the taxman, 80 are definitely excessive and basically represent a commercial duty or tariff of 800%. I ask myself, what other product can survive with an import duty of 800%? What would the producer of the automobile described in the example above say if he would be forced to reduce his income from US$ 20,000 per unit to US$ 10,000 and simultaneously be forced to increase the final sales price from US$ 30,000 to US$ 100,000 thereby causing his market to shrink? All this because the taxman now wants to obtain US$ 85,000 per unit instead of US$ 5,000.

OPEC and the rest of the oil producing nations do not protest loud enough and it pains me to think that during the next meeting of OPEC members, discussion will center around the further reduction of production as the only option to firm up the price of oil.

As I see it, the world has declared war on the oil producing nations; the latter have lost an immense amount of battles and they are still unaware. We either react or there is no salvation. Since oil is non-renewable, the production and sale of every barrel is like selling an asset, not a simple manufactured product. It is our responsibility to insure that we maximize the income we receive for it.

The way it looks today, the situation will only get worse. One of the European nations has made public its plan to impose annual increases equivalent to inflation plus 6% on the sale of gasoline as part of its environmentally fiscal policy. This means that the price of gasoline will double by the year 2007 while the producers will not receive one penny more. We, however, continue to naively hope for a recovery of the market for oil.

The globalization or free markets do not mean we must lower our guard. On the contrary, it means our country must be even more wary than ever in order to defend its interests. As an example of this, it is enough to see how the United States are threatening to impose duties of 100% on products imported from EC countries in defense of the production of bananas, a crop that isn’t even grown by them.

It is high time we begin to defend ourselves. I suggest we analyze the possibility of putting together a concerted effort against those countries that put into effect exorbitant duties on oil disguised as a tax on gasoline. The situation is so serious that I would not hesitate to impose duties of 799% on products from countries that tax gasoline at similar levels. I would obviously offer to reduce them to 0% as a reasonable quid pro quo.

Additionally, we cannot continue to accept the continuing pressure from the International Monetary Fund. The IMF pushes economic development based on free markets and low duties. At the same time it does not only praise, but actually makes the increase of taxes on gasoline a must in order to qualify for its assistance. We should at least study the possibility of calling on the World Trade Organization to intervene in order to rectify what is clearly a protectionist policy backed by the IMF.

I have just finished reading a long essay in the prestigious magazine The Economist titled Cheap Oil. The author brings up the possibility that oil could fall to US$ 5 per barrel. While they play games with us, indicating that this fall in prices will not be felt by the final consumer due to taxes in excess of 80%, there is no mention what so ever about the problem of the unjust distribution of oil income. As a citizen of an oil producing nation, I somehow feel I am being taken for a ride and treated like a dunce.

Today’s worldwide production of oil is about 73 million barrels. It is estimated that the reduction of 2 million barrels could stop the prices from falling further. I ask OPEC and other oil producing countries: What would the effect on demand be if today’s duties of 800% are reduced to 100% (which is still exorbitant), thereby provoking a fall of 70% in the price of gasoline at the pump in Europe and in many other countries?          

Daily Journal, Caracas, March 17, 1999

9 de marzo de 1999

Mi Presidente, vamos a lo básico

Para su información, de cada 100 dólares, que en Europa y en otros países paga el consumidor por la gasolina, al fisco le tocan 85, al distribuidor 5 y al que extrae y refina el petróleo, sólo le corresponden menos de 10 dólares. Si estimamos que 5 de los 85 dólares cobrados por el fisco, corresponden al IVA u otros impuestos normales, llegamos a la conclusión de que, en esencia, a la gasolina le están aplicando un arancel comercial del 800%.
Aún cuando pueda ser irrelevante, lo anterior sencillamente no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten. 
Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce. 
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia 
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación. 
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo. 
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo. 
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina. 
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999 no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten. 
Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce. 
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia 
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación. 
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo. 
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo. 
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina. 
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999



26 de febrero de 1999

A Nation Guilty Of Innocence

In a European country (it does not really matter which it is since in this sense they are pretty much alike), out of every US$ 100 that a motorist spends on gasoline, $ 85 goes towards taxes, $ 5 to cover the cost of distribution and $ 10 or less to pay for the refined product itself. In other words, the amount that a country will be paid in order to extract this non-renewable resource is actually peanuts.

The 85% that goes to the European taxman is nothing other than a simple duty. In normal markets, a fall in oil prices of about 55% should technically result in an increase in consumption. In Europe, however, gasoline prices remain basically the same. This means that the tax authorities simply took advantage of the above-mentioned fall in prices to simply increase their collections.

I am among those that believe that the solutions to Venezuela’s current financial crisis will require much more than a simple increase in oil prices. Among other things, I feel it is necessary to develop a real national conscience which will allows us to properly defend our own interests. Ironically, I don’t see any other place to begin but with our own oil.

Should Venezuela have properly invested the resources obtained during the oil boom, it would definitely been in a better financial position. However, should it not have recycled this income it would have simply aggravated the global recession and would have been considered a pariah. There is no doubt that Venezuela’s crime was to spend and give away excessively. An example of this excess is that the overspending did not only include oil income but indebtedness as well.

However, neither the excess generosity described above, even if it borders on stupidity, nor the country’s masochistic streak (nobody can deny that our problems are self-inflicted) should result in the loss of fair and respectful treatment from the rest of the world.

Because of this, it angers me no end that in spite of the fact that Venezuela is suffering due to low oil prices, the country is not being offered other alternatives to restructure its debt other that suicide by way of the ingestion of 20 year credits at 20% interest per annum available in the marginal emerging market.

The taxes imposed by Europe on gasoline (while they also promote free markets), the prohibition on Orimulsion imposed by Florida (the entity that benefits the most due to its attraction for Venezuelans), and finally, the usurious demands made by the financial markets are sufficient evidence to prove that, even if it seems like a contradiction in terms and even when globalization continues to steam along, it is basically up to every man to look out for himself.

When we also note that the developed world spends huge amount of resources to co-opt those that ‘misbehave’, logic would seem to imply that one simply has to play hardball.

It would seem to me that something like a suspension of landing rights in Venezuela for flights from Florida as a response to that state’s continued imposition of its ban on Orimulsion simply in order to favor some particular local interests, is a fairly civilized level of roughness, specially when compared to what is going on in, for example, Kosovo.

It would seem to me that something like a special duty imposed by Venezuela (preferably backed by OPEC) on all products coming from countries that locally apply a direct tax on oil products is neither worse nor different than all the conflicts being debated today in the international commercial system.

It would seem to me that we would not be asking too much from the United States if we propose to restructure all of our external debt on 30 year terms at an interest rate of 0.5% over Treasury Rates to be repaid in advance if and when the price of oil goes over US$ 30 per barrel. Especially if we consider the expense the USA undertakes in order to build its strategic oil reserves by burying them in underground deposits or in militarily guaranteeing access to other strategically important areas. Especially if we consider that after such a restructure, Venezuela, with a fairly small debt, would immediately merit a much better credit rating than many of the other countries, currently favored by the markets.

Hunger is a violation of human rights. In my country innocent people are suffering from hunger, most of them as a direct result of populism. The battle against internal populism, however, often results in falling into the trap of innocently accepting imposed external economic populism, more often than not resulting in more hunger. It is high time Venezuela defends its own interests by not consistently bending over backwards.

In the Daily Journal, Caracas, February 26, 1999

23 de febrero de 1999

Mensaje a mi Presidente

Hace 25 años entré a la Administración Pública, al Fondo de Inversiones de Venezuela, ente que para ese momento estaba en plena gestación. Antes de haber cumplido un mes, antes de haber recibido los muebles de mi oficina, renuncié. La única razón, de lo corto de mi servicio público, fue que se le exigió a mi departamento preparar, en menos de una semana, un estudio que demostrara la factibilidad económica de invertir unos cuantos miles de millones de dólares, en el plan de expansión de Sidor. Con la impulsividad de la juventud, declaré en ese entonces: "¡En una semana eso es imposible!” – “Si el proyecto no resulta y se pierden los recursos, la Nación tendrá derecho a reclamar nuestra responsabilidad y a guindarnos en la plaza Bolívar". Cerré la puerta y nunca más tuve algo que ver con el sector público.
Hoy, con la impulsividad de un padre que, como Usted, está preocupado por el futuro de sus propios hijos y de todos los hijos de Venezuela, me permito alertarle sobre los cantos de sirena destinados a convencerlo de invertir, como Estado, en el sector de la Petroquímica. 
Señor Presidente, la vergüenza colectiva que debemos compartir ante el hecho de que niños en la Venezuela de hoy necesiten limpiar tumbas, cubrirse con periódicos y sean testimonio vivo de nuestra ineptitud como país, en un alto grado se debe, justamente, a la pobre gestión fiduciaria del Estado, gracias al cual se derrocharon los recursos, que por obra y gracias de Dios y del Espíritu Santo le fueron concedidos a Venezuela, en proyectos donde nada tenía que buscar el Estado como empresario, gerente o acreedor.
La exploración y producción del petróleo, en una país con tantas reservas, es un buen negocio, donde lo pongan. La única dificultad de tal negocio reside en evitar la tentación de malgastar parte del generoso margen que se obtiene, en actividades e inversiones innecesarias, que sólo sirven al propósito de satisfacer egos personales de la petrocracia o de generar negocios laterales. Venezuela, con una buena logística de transporte y refinerías adecuadas, que garanticen la calidad de nuestro productos, tiene más que suficiente para competir exitosamente en un mercado de productos genéricos o "commodities", como el petróleo. Cualquiera que observe el mercado se da cuenta, que las cotizaciones se expresan en términos de calidad u origen del producto, por ejemplo “Brent” y nunca en términos de una marca como Shell, Calvin Klein, Citgo, agua Perrier, Mobil o Marlboro. Sólo la Orimulsión, por cuanto es un producto para el cual hay que desarrollar un mercado, presenta un reto gerencial de importancia.
La Petroquímica, por el otro lado, aún cuando se pueda tener la impresión, que por el nombre sea familia cercana al petróleo, de verdad, representa un animal muy distinto. Es una industria sumamente competida, con márgenes muy estrechos y que requiere, para sobrevivir, de toda aquella eficiencia que sólo puede ser desarrollada en "ciertos" ambientes privados, propicios al desarrollo de instintos primitivos, de lucha a cuchillo limpio. En otras palabras, no es una industria a donde enviar burócratas.
La industria petroquímica es sumamente intensiva en capital, lo cual significa que necesita mucho dinero para cada puesto de empleo que genera. Además, la rentabilidad de sus proyectos, dicho hace algunos años hasta por los propios directivos de la industria, es inferior a las tasas de interés que actualmente debe cancelar Venezuela en los mercados internacionales.
Señor Presidente, reconozco y comparto plenamente su angustia sobre la necesidad de reactivar la economía venezolana pero, definitivamente, no creo que la Petroquímica sea la tierra mas fértil para sembrar nuestros recursos petroleros. Considero, que la única cosecha que nos esperaría, de seguir adelante, es la de hacer crecer el árbol de los subsidios requeridos. En este último sentido, hasta el aluminio, sector que por su mal manejo puede requerir de una inmediata privatización, presenta ventajas comparativas más importantes que la Petroquímica.
Lo dicho no significa renunciar al desarrollo de la industria petroquímica de Venezuela. Dentro de sus posibilidades, el Estado debe hacer todo lo que pueda para propiciar, que inversionistas encuentren condiciones para acometer nuevos proyectos. Por cuanto se conoce que el volumen de gas, que actualmente se extrae, puede, a corto plazo, no alcanzar para los proyectos que ya existen, incrementar su producción sería un lógico primer paso. Posteriormente, ofrecer contratos de suministro de gas a precios interesantes, pudiera resultar un incentivo efectivo. Si el proyecto va bien, generará empleos e ingresos vía impuestos. Si no resulta, por lo menos, no dejará una hipoteca que grave el futuro de nuestros hijos. 
Señor Presidente. En la venta de cada irreemplazable barril de petróleo estamos vendiendo una parte del país. Ante Dios y ante las generaciones que nos habrán de seguir, tenemos una clara responsabilidad por el uso de los recursos obtenidos. Ante una duda, sobre lograr dicho objetivo, es preferible dejar el petróleo en el subsuelo. Usar el ingreso del petróleo para educar nuestros hijos es inobjetable. Usarlo para proyectos de petroquímica, sólo puede inspirarse en la pecaminosa arrogancia de considerarnos superiores a todos aquellos compatriotas que, a través de la reciente historia, nos han provisto de tan abundante y abrumadora evidencia de fracaso.




9 de febrero de 1999

Venezuela y Don Quijote

En términos de Realpolitik, Venezuela, como productor petrolero, posee dos armas importantes. La primera, es la de tener amplias reservas de un producto que, sin duda alguna, tiene un carácter estratégico. La segunda es el poder de compra, que deriva de la liquidación de estos mismos activos petroleros y que, a diferencia de la gran mayoría de los países, obtiene sin tener que negociar un “quid pro quo” comercial.
No deseo dejar entrever, ni siquiera un instante, que el hecho de esgrimir las armas que mencioné, de por sí garantizan un desarrollo económico para Venezuela. Sin embargo, creo que como país tenemos la obligación de lograr, por cada irreemplazable barril de petróleo que extraemos, algo más que los míseros dólares que las actuales condiciones del mercado generan.
En tal sentido, necesitamos urgentemente salir de la trampa que significa el aplicar, a la ligera y sin meditación, el recetario de moda. Diariamente me asombra la facilidad con la que, observadores de renombre sostienen la tesis de que por el sólo hecho de copiar medidas, tales como privatización y apertura comercial, podamos gritar ¡Bingo! y garantizar prosperidad eterna en Venezuela. 
Antes de que se me acuse de intereses ocultos, permítanme aclarar que soy un convencido de que medidas tales como privatizar o abrir la economía, en general, son buenas y necesarias para el país, pero no debemos olvidar, que en esencia, sólo son utensilios para cocinar y que en ningún momento constituyen los propios ingredientes. En tal sentido, para que sirvan, deben implementarse de forma correcta e insertarse en una inteligente y coherente estrategia de desarrollo. 
Además, creo indispensable recordar que nada, absolutamente nada, relacionado con las políticas económicas aplicadas en el mundo de hoy, implica una reducción en la intensidad de la competencia y la agresividad con la cual un país defienda sus intereses individuales. Con frecuencia tengo la impresión de que en Venezuela, cuan el inocente caballero Don Quijote, enfrentamos las bárbaras hordas comerciales, en la creencia de que estamos participando en un civilizado juego de croquet. 
El mundo de hoy, justamente, por ser globalizado y abierto, requiere de astucia, carácter y, lamentablemente, de una alta dosis de hipocresía. La forma como Venezuela se dejó vencer por unos intereses comerciales extraños, al habérsele prohibido, sin razón alguna, el uso de la Orimulsión en la Florida, es un típico ejemplo de nuestra inocencia comercial. Venezuela decidió no protestar ante la OMC, por cuanto Estados Unidos argumentaba que la prohibición era una decisión local de Florida, por lo cual, a nivel Federal, no podían hacer nada. Me pregunto que harían los Estados Unidos si el alcalde de Higuerote, a cuenta de una opinión personal, de que los autos norteamericanos son muy duros y por lo tanto golpean muy fuerte al chocar, prohibe su circulación.
Igualmente, y aún cuando las medidas, en general, pueden ser excelentes, esto no necesariamente garantiza su aplicación en todos los casos. Por ejemplo, para el caso de una apertura comercial ejecutada vía convenios, bi o multilaterales, ésta tradicionalmente se justifica en términos de la ventajosa especialización que resulta de un mayor intercambio comercial. No obstante, en el supuesto de un país petrolero, la especialización es el resultado de una intervención “Divina”, que nada tiene que ver con convenios comerciales. Se puede argumentar que el principal resultado de un convenio comercial, para Venezuela, es erosionar el valor de su poder de compra, al reducir, de forma voluntaria, el número o el surtido de los botiquines del mundo a los cuales accesar para comprar sus cachivaches. 
Para evitar malas interpretaciones, debo aclarar, que para el caso de convenios establecidos entre vecinos, tales como Colombia y Venezuela, existen muchas otras ventajas, adicionales a la especialización, que los justifica.
En el lado de las finanzas, notamos que Venezuela mantiene una deuda externa, que aún cuando imperdonable, no resulta exageradamente alta en relación a su capacidad de pago. En un mundo globalizado, esto debería permitirle desarrollar muchas opciones financieras para lograr aliviar el peso que representa el actual cronograma de pagos. Cuando entonces el país, sin estructurar soluciones institucionales basadas en su fortaleza estratégica, por un problema de liquidez y no de solvencia, sale a contratar préstamos en los marginales mercados privados emergentes, justo cuando están en crisis y terminan pagando intereses mas que usureros, resulta obvio que no tenemos la suficiente sagacidad.
Por cierto, mis críticas a la manera como Venezuela aplica las herramientas de moda, no se limitan a la apertura comercial. El privatizar a la machinberra, reducir el déficit fiscal estrangulando al sector privado y contemplar sustituir nuestra política monetaria por una rendición a otra moneda, no producirán resultados. Lo más probable es que los fracasos sólo servirán para desacreditar todo lo bueno que, en esencia, puedan tener las medidas, garantizando, como respuesta natural, el sumergir a Venezuela en un medioevo económico.
Economía Hoy 9 de Febrero de 1999


15 de diciembre de 1998

Una petición para la Constituyente

Sin menospreciar los derechos que actualmente tenemos como electores, con frecuencia, me he preguntado, sobre lo irrelevante que resulta poder elegir los representantes de una Asamblea Legislativa, cuando no tenemos derecho a elegir la directiva de lo que es, para todos los fines prácticos, el ente mas importante en Venezuela, Pdvsa.
Pertenezco a los que sostienen que en 1974 Venezuela perdió el equilibrio interno, debido al aumento de los ingresos petroleros y a la estatización del petróleo. Consecuencia de lo anterior, es que hoy, 25 años mas tarde, con vergüenza contemplamos, cómo nuestra sociedad ha desperdiciado una oportunidad de oro, de lanzar a nuestro país sobre la senda de un desarrollo real y sostenible.
Hoy, entre otros factores, a razón de la inmensa caída de los ingresos petroleros, que coadyuvó a propiciar un nuevo reacomodo de poderes, tenemos la posibilidad de rectificar. Por favor, hagámoslo antes de que un aumento en los ingresos del petróleo nuevamente nos emborrache. 
En la Constituyente, que con toda seguridad viene, cifro mis esperanzas para lograr dominar, en favor del país nacional, aquél poder omnívoro que representa la chequera del petróleo.
El primer cuarto de siglo de nuestra industria petrolera transcurrió bajo la consigna "Por favor, ante nada, no politicen a Pdvsa". Al inicio, la industria despolitizada y autónoma funciono bien. Lamentablemente y por un proceso propio a la naturaleza del ser humano, se inició, de forma irreversible, un proceso degenerativo. Como era de esperarse, resultó imposible obtener resultados consistentes de una organización, que no estaba sujeta a una verdadera rendición de cuentas.
Evidencia de la degeneración de Pdvsa abunda. Como ciudadano, entre muchos otras cosas, me ha molestado la monárquica concentración de poderes; la absurda asignación de prioridades, que ha sembrado a un país, falto de escuelas y hospitales, con estaciones de servicio en acero inoxidable, capaces de satisfacer cualquier antojo por papitas fritas. 
Igualmente me he quejado de la intromisión de Pdvsa en las actividades del Gobierno, repartiendo, a diestra y siniestra, dinero ajeno para programas de desarrollo social y cultural. Tampoco estoy de acuerdo con las vacilaciones entre el abra y el cierre de la producción; con la incapacidad de proyectar la posibilidad de la caída de precios, que actualmente nos afecta; con las millonarias campañas publicitarias para promocionar la imagen de la industria y con la incapacidad de lograr una necesaria protesta nacional, cuando la prohibición del uso de la Orimulsión en Florida.
Finalmente, y probablemente más que nada, me ha perturbado ese desentendimiento total para con las realidades de un país sumergido en problemas morales y éticos, que permite a una alta gerencia, amparada por el aura de la tecnocracia y de los recursos abundantes, hablarnos, con sonrisitas, de "un país condenado al éxito".
En este momento soplan vientos de cambio. No obstante, y con el derecho moral que me asiste, por haber cuestionado, de forma abierta y constante, la gestión de la industria petrolera, debo alertar que la solución no se encuentra en permitir que el péndulo histórico simplemente nos lleve, desde la indiferencia y arrogancia de la tecnocracia, a la ineficiencia de la politización.
Igual que una tecnocracia autónoma, no responsable ante nadie, irreversiblemente termina actuando de forma equivocada, resultan las consecuencias de una politización. Una vez disminuido el calor inicial de un espíritu de rectificación y una vocación de servicio, que puede embriagar a la primera generación de autoridades, sería inocente suponer que la politización no derive sus propios males.
Por supuesto, lo peor que puede pasar es que la política y la tecnocracia se den la mano y lleguen a un acuerdo de convivencia a espaldas del país. Hoy, algunos venezolanos sospechamos, justamente, la existencia de tal acuerdo. Por lo menos, no resulta difícil plantear tal hipótesis, al contemplar, tanto la cooperación de la industria en levantar recursos al Fisco, como la permisibilidad con la cual el Gobierno se ha hecho de la vista gorda ante aparentes exabruptos de la industria.
En 1961, cuando se promulgó nuestra actual Constitución, el petróleo era operado por terceros. Digan lo que digan, cuando el país asumió la responsabilidad de operar la industria petrolera, la realidad del país cambió de manera dramática. Dicho cambio aún no ha sido reflejado en nuestra Constitución. 
Hoy, nos resulta indispensable asegurar para nuestra industria petrolera una estructura de poderes, que tenga posibilidades de armonizar, a largo plazo, entre las necesidades propias de la industria, como ente inmerso en un mundo competitivo y los objetivos propios del país. Cuando próximamente el país busque, probablemente vía la Constituyente, formas de asegurar la autonomía y la real independencia del sector judicial, aprovechemos la ocasión para hacer algo similar para la Industria Petrolera.
En tal sentido, propongo que los Miembros de la Junta Directiva de Pdvsa, sean elegidos de forma nominal por toda la Nación. La Junta, que pudiese tener 9 miembros, renovaría cada 3 años la autoridad de tres de ellos, por un período de 9 años. 
Una Junta conformada de esa manera, que garantice su autonomía, que responda directamente ante la Nación, sería la mejor forma de asumir el compromiso de administrar, en provecho de las generaciones futuras, el bien con que la Providencia nos ha bendecido. Lo creo mucho mejor, que dar bandazos entre técnicos y políticos.
En tal Junta pueden estar hasta los que hoy he criticado. Mis criticas están centradas en la forma cómo se encuentra organizada Pdvsa y no en las personas que, como en muchos otros casos, simplemente son el fruto del ambiente que los rodea.
A mis lectores, que con frecuencia me han oído proponer la idea de crear una oficina del Ombudsman Petrolero, para asegurar tanto el entendimiento, como la participación del sector civil, les quiero decir que no la he abandonado, sólo que, con la Constituyente a la vuelta de la esquina, surge la oportunidad de lograr algo aún mas significativo para mi país.
Economía Hoy 15 de diciembre de 1998


17 de noviembre de 1998

Por favor, menos payasería global

Con frecuencia, he cuestionado, tanto la manera como Venezuela ha tratado de implementar las llamadas “políticas de mercado”, como la forma en que hemos enfrentado los retos planteados por la globalización. La inocencia, con la cual muchos de nuestros dirigentes públicos y privados han aceptado una serie de dogmas, sólo la puedo calificar, en el mejor de los casos, como infantil. 
Recientemente, en una misma semana, al leer las declaraciones de un humilde técnico textil venezolano y las de Henry Kissinger, me sentí acompañado en mi preocupación. El primero, en una opinión que me pareció cargada de sabiduría, acusaba a nuestro país de ser un "payaso de la globalización"; mientras que, el renombrado Kissinger, en el Washington Post, alertaba sobre los riesgos de una globalización indiscriminada. 
El reciente debate entre industriales e importadores, me permite reiterar algunas observaciones. El propósito de éstas es, principalmente, inducir a un debate académico.
Para comenzar, sostengo que debería estar prohibido, sobre la base de constituir una absoluta deshonestidad intelectual, emitir concepto alguno, relativo al desarrollo económico de Venezuela, sin antes aclarar, qué premisa petrolera, se utiliza. 
Me explico. O el petróleo es un valioso recurso natural no renovable o es un recurso cualquiera. El primer caso, nos impone una altísima responsabilidad fiduciaria para con futuras generaciones, en tanto que, el segundo, en principio, sólo nos obliga a una gerencia coyuntural, es decir, explotarlo rápidamente, mientras estén dadas las simples condiciones de que su precio supere los costos de explotación.
Cualquier analista puede percatarse de que la respuesta, que se dé a la pregunta anterior, debe fundamentar cualquier propuesta a desarrollarse, con el propósito de trazar un rumbo coherente para nuestro país. El hecho de que, con tanta frecuencia, se ignore, es la principal causa de la actual falta de orientación, que sentimos todos.
Comienzo entonces, por aclarar que, en lo personal, pertenezco a ese, cada día, más reducido grupo, que aún declara, que el petróleo es un recurso natural no renovable y de un valor real (a largo plazo), con toda seguridad, muy superior al valor actualmente decretado por un mercado ávido por dinero y poco informado. No obstante lo anterior, quiero dejar perfectamente claro, que no pertenezco a aquéllos, que paralizarían la actual expansión de la capacidad de la industria petrolera. 
Todo lo contrario, creo que, expandiendo nuestra capacidad de producción a seis millones de barriles diarios o más, estaríamos en mejores condiciones para lograr obtener, vía la pelea por mercados o negociaciones estratégicas, basadas en la seguridad de suministros, un precio mucho más cónsono con el verdadero valor del petróleo. Lo ideal sería tener una capacidad instalada tan inmensa, que necesitásemos producir una cantidad muy pequeña. 
Claro está que, si la razón para la actual expansión, sólo es la de generar mayores posibilidades de ingresos, para que unos políticos dispendiosos satisfagan los deseos materiales de unas generaciones de vividores, simplemente, no puedo estar de acuerdo con ésta.
Pero, volvamos al propósito de este artículo, como lo es el comentar sobre Venezuela en un mundo global. 
Al haber fijado mi criterio en cuanto al petróleo, como recurso valioso no renovable, tengo el derecho de argumentar, que la gran mayoría de los ingresos de Venezuela, que hoy se registran en nuestra balanza comercial, no provienen de una actividad productiva, sino de una liquidación de activos. 
En otras palabras, el rol del petróleo, en nuestra balanza comercial, se parece mucho más al rol cumplido, tradicionalmente, por los lingotes de oro. Estos eran entregados por un Banco Central a otro, para compensar un déficit comercial, y no como una contrapartida comercial directa por los bienes que se importaban.
Lo anterior significa hoy, que Venezuela, en lugar de presentar un saldo positivo en nuestra balanza comercial (algo a que nos han inducido creer nuestros mas inteligentes y menos inocentes competidores), presenta un gigantesco déficit comercial. Esto no sólo justifica, sino también obliga a reconsiderar toda nuestra política comercial.
Entre las instrucciones iniciales, que deberían darse a nuestros negociadores comerciales, responsables de defender a nuestro país, en un mundo donde, no obstante ser clasificado como de globalización y apertura, sigue siendo un mundo donde prevalece una guerra comercial mundial, a cuchillo, se encuentran las siguientes:
Primero: Aspirar y negociar el equilibrio de nuestra balanza comercial, en términos de empleos generados y no, como hasta la fecha, en unos simples términos de dólares transados.
Segundo: No aceptar más que Venezuela coopere con la economía mundial, bajando aranceles y reinvirtiendo (de forma alegre y sin discriminación) toda su capacidad de compra, mientras que muchos países, que pregonan la apertura comercial, imponen impuestos directos al consumo de gasolina que, de una forma u otra, impide a los "liquidadores del petróleo" obtener el mejor precio por cada barril petrolero "liquidado".
Tercero: Aprender la importancia de que, en el momento de negociación, se pueda evidenciar un sólido respaldo de la opinión pública. Venezuela acaba de sufrir un muy importante revés en su política comercial, con la reciente prohibición para el uso de la Orimulsión, por un supuesto amigo, la Florida. Al comparar, la total ausencia de una reacción de protesta que hubo por esto, con el revuelo armado por unos blue jeans, sabemos que Venezuela no está preparada para defenderse.
Finalmente, deseo aclarar que, aún cuando mis comentarios puedan y, hasta con razón, situarme en el campo de los proteccionistas, esto no implica, en forma alguna, una defensa de las aspiraciones comerciales, que actualmente se debaten en el país, todo lo contrario. Justamente, por creer que un proteccionismo inteligente, puede ser un arma muy importante para el desarrollo integral de un país, soy de los que más protesta cuando se usa, a la ligera, para el sólo desarrollo de unos intereses individuales.
Publicado en Economía Hoy el 17 de Noviembre de 1998



22 de septiembre de 1998

Orimulsión vs torre del terror

Orimulsión vs. torre del terror
Esta semana la televisión reportó sobre un pequeño incidente en una de las atracciones de los parques de diversión de Florida (Tower of Terror) cuyas causas se están investigando. Algunos usuarios aparentemente sufrieron heridas menores, sin embargo, dudamos que esto reduzca el publico atraído por este tipo de recreación.

Imagínense la existencia en Venezuela de algunos dueños de parques de diversión que, molestos por la competencia de Florida y con el objetivo de formar un movimiento de apoyo, reclutan y seducen a un grupo de madres que todas sufren de ansiedad patológica. Imagínense a éste agresivo y vociferoso Grupo de Opinión exigir que las autoridades del Distrito Federal prohiban a los niños, viajar a los parques de la Florida.

Lo absurdo y pequeño del accidente, las protestas de Florida, las protestas de los niños todo haría imposible pensar que el Decreto de la Prohibición fuese aprobado.

No obstante si se nos permite suponer que: a.- existen otros parques tan buenos como los de la Florida "¡Mami, podemos ir a Disney en Francia!", b.- que a los administradores de los parques de la Florida no les importe mucho, "con menos visitantes trabajamos mas cómodos"; y c.- ni se solicita ni se recibe el apoyo de los ciudadanos de la Florida, entonces y de pronto, las posibilidades del Decreto no se ven tan remotas.

"Muchachos, aún cuando tengo familia en la Florida y les puede causar daño, como esto a nadie le importa, aprobemos la Prohibición, por lo menos así nos sacarnos estos locos gritones de encima".

De manera algo similar fué que el estado de Florida prohibió el uso de la Orimulsión. La Orimulsión que tanto significado tiene para Venezuela. Para una Venezuela que hoy necesita de cualquier ayuda que pueda recibir. Pero, para una Venezuela donde esto, aparentemente no le importa un comino. Para una Venezuela donde tomamos jugo de naranja de la Florida y leemos que de forma simultánea “las transferencias de divisas a Florida crecieron 400%.

Esta semana nos visita en Caracas una misión comercial proveniente de Florida. Su finalidad es la de vendernos productos y oportunidades de inversión. Ni un candidato o miembro del gobierno, ni una organización empresarial o sindical, ni un directivo, ejecutivo o empleado de PDVSA, ni un parlamentario, ni un universitario, nadie, probablemente nadie usará la ocasión para por lo menos indicar que estamos perjudicados y molestos por la decisión sobre la Orimulsión.

Nos debería dar vergüenza a todos. Si en Venezuela hubiese que elegir un dicho popular que fuese conocido y aplicado por todo nuestro pueblo, probablemente sería "el que no llora no mama". Aparentemente no lo usamos fuera de nuestras fronteras.

Durante largo tiempo he sostenido que uno de los principales problemas que tiene Venezuela para correctamente adaptar las políticas económicas de moda, tales como la de la apertura comercial, es que la gran mayoría de nuestros dirigentes económicos, del sector público y privado son conversos muy recientes. Como originalmente ellos mantenían otros puntos de vista y hoy les da pánico que alguien los reconozca en sus nuevas vestimentas, sostienen y aplican sus dogmas con el fervor que de vez en cuando podemos detectar en un nuevo rico, deseoso por el reconocimiento del "establishment" o en un creyente recientemente sometido a un llamado inspirador.

La verdad es que la globalización y la apertura comercial no disminuye en nada la necesidad de agruparse alrededor del concepto de nación para meditar y negociar las estrategias económicas convenientes para el país. Todo lo contrario. Antes con fronteras cerradas, con aranceles y prohibiciones de importación general, esto no importaba mucho. Hoy, con fronteras abiertas, es que de verdad necesitamos de inteligencia, voluntad y astucia, para evitar que el “mundo nos coma vivos”.

Yo no soy ni nunca he sido proteccionista. No obstante no me temblaría el pulso o la conciencia intelectual si al negociar por parte de Venezuela tuviese que recurrir un poco mas a la hipocresía. A esa hipocresía que todos los países aplican con maestría pero que Venezuela aparentemente considera de mal gusto.

Lo que si me resultaría difícil o casi imposible sería el de negociar a nombre de nuestro país sin poder, de forma concreta y como apoyo, hacer referencia a una voluntad, un clamor y una verdadera exigencia nacional. En otras palabras sin el apoyo de una buena y exportable lloradera colectiva. ¡Globalizemos el llantén!

Hablar de parques de diversiones me recordó una pagina completa que vi en un diario hace menos de una semana. En ella se describía un país que a diferencia del rojo deficitario sufrido por Venezuela era iluminado por un “azul; color del superávit”. Un país con recursos para generar microempresas (otorgados por “vías mas expeditas que los de Corpoindustria”) un país con recursos para cuidar el medio ambiente, desarrollar hospitales. Un país bello donde se “busca impulsar una nueva relación con la sociedad” estableciendo de manera espléndida “un motor de la inversión social, sin sustituir las responsabilidades de la comunidad y de ningún ente público y privado”.

En ése país, PDV-Land, y a juzgar por los “resultados”, deben haber perfeccionado el arte de la lloradera. ¿Como hace uno para conseguir una visa? ¡Todos necesitamos un curso en el CIED! ¡Así no habrá quien se atreva prohibir la Orimulsión!

Publicado en Economía Hoy el 22 de Septiembre de 1998


8 de septiembre de 1998

Del petróleo, la renta y la Constituyente

Absolutamente increíble, no hay antropólogo que lo pueda comprender. En un país tan dado a celebraciones de fiestas, nacionales, religiosas, paganas y otras no hay ni una, ni siquiera una fiestita parroquial, cuyo objeto sea el celebrar a lo que desde todo punto de vista es algo de lo mas importante para Venezuela, su petróleo.

Hace pocos meses la revista Debates del IESA publicó un breve ensayo mío y donde con el fin de provocar un debate sugería la posibilidad de que todo la costumbre nacional de presentar al petróleo como algo malo y desagradable, llegando hasta un extremo de calificar de "excremento del diablo" a algo que en cualquier otra civilización sería considerado como un regalo de Dios, se deriva de una inteligente componenda para evitar que el país nacional sea mas severo en el momento de exigir una rendición de cuentas.

Mientras los ingresos petroleros sean "sucios" y además no han pasado por nuestros bolsillos (según dicen para no corrompernos) poca será la importancia que le damos a la función de supervisar el rendimiento producido por aquellos que gentilmente se han ofrecido para administrarlos en nombre nuestro.

Si en la misa dominical, el ingreso petrolero fuese merecedor de unas sencillas gracias. Si en la primaria se educase a los niños la necesidad de agradecer a Dios asumiendo correctamente la responsabilidad por estos ingresos. Si en el aeropuerto se vendiesen recuerdos alusivos al petróleo. Si al viajar a Florida desplegásemos con orgullo franelas que vendan los beneficios de la Orimulsión. Si de vez en cuando y junto con alguna doncella virtuosa sacrificásemos a algún Ministro de Energía y Minas para tratar de asegurar una temporada de buenos precios para el petróleo. Si todo lo anterior fuese realidad, entonces y como dicen por ahí: "¡otro gallo cantaría!".

Lo mas importante para desarrollar la solución de un problema es identificar con claridad los recursos con que se cuenta. En Venezuela parecería que esto no se aplica. Aquí colegas, planificadores sociales, notables y demás opinadores de buena intención, insisten en pregonar que el modelo de desarrollo óptimo para Venezuela debe tratar de ignorar la renta petrolera. Algo así como el suponer que dejemos el petróleo enterrado y acto seguido rezamos cien "ceteris paribus" para compensar el hecho de seguir explotándolo.

La renta petrolera sigue ahí y los esfuerzos de la apertura están dirigidos a incrementarla. En vista de esto expuse en mi artículo la tesis de que quizás el modelo que deba adoptar Venezuela es el del rentismo. Por supuesto no el del rentismo facilista y vagabundo sino el del rentismo responsable, el que obliga a la formación de un sólido carácter que de forma responsable asuma el manejo de la riqueza en pro de futuras generaciones.

Si uno fuese dueño de una empresa donde el gerente no sirve, fracasa y continuamente dilapida los recursos, el modelo rentista más sencillo indicaría de que antes de asegurar una verdadera reorganización de la empresa el dueño no debería aportar nuevos capitales ni permitir que el gerente siga endeudando a la empresa.

Consideren la falta que nos hace la sencilla sabiduría anterior para mejor poder enfrentar las actuales demandas de los expertos del FMI y de los políticos ávidos por recursos y que le recetan al país, en base a extraños modelos que creo mas de corte sadomasoquista que de corte macro económico, que se debe hacer caso omiso a la nefasta experiencia administrativa del Estado y seguir dándole mas y mas recursos al fisco.

Mucho se habla en la actualidad de una Constituyente. No soy experto pero si estoy seguro de que en algún lugar de esa Constituyente existe la necesidad de incluir lo relativo a como la Sociedad Civil pueda vigilar supervisar e influir en el manejo de su industria petrolera.

Cuando se redactó la anterior Constitución, el país si bien disfrutaba de ingresos derivados del petróleo, no estaba a cargo de la gestión de la industria. Hoy al presenciar programas de toda índole por parte de PDVSA y relacionadas, al contemplar como se llama a PDVSA a colaborar en la gestión gubernamental y al simplemente medir su significancia económica resulta claro de que existe un significativo poder, cuya actuación y forma de expresión puede que no se encuentre debidamente regulado.

Ni suficientemente regulado para asegurar que el Gobierno de turno no exprima a PDVSA los recursos necesarios que ésta necesite para asegurar su propio desarrollo y sobrevivencia. Ni suficientemente regulado para asegurar de que no se enquiste en ella una tecnocracia que implante una agenda propia a espaldas del país. Ni suficientemente regulada para asegurar que el Gobierno y la Petrocracia no se encompinchen contra el resto del país.

Al discutir sobre la separación de poderes, por ejemplo la del poder judicial, no nos olvidemos de la necesidad de también separar los poderes monetarios, PDVSA el generador de recursos y el FISCO el derrochador de estos. Una JUNTA PETROLERA NACIONAL realmente independiente y con miembros elegidos de por vida, funcionando tal como debería funcionar una real Corte Suprema de Justicia, pudiese ser una alternativa valida.

Publicado en Economía Hoy el 8 de Septiembre de 1998
PS. Perdón por hablarles en esa época de "la renta", cuando en realidad es "el capital" legado por la providencia la que nos estamos comiendo

25 de agosto de 1998

La Orimulsión - Una Bandera Nacional

Objetivamente hay pocas cosas que tienen tanta importancia para el futuro de la industria petrolera de Venezuela como el desarrollo de la Orimulsión. Hay muy pocas áreas del mundo con la cual Venezuela tiene relaciones tan estrechas como la de Florida. El 24 de Junio de 1998 el Estado de Florida, sin fundamento, ratificó una prohibición para usar la Orimulsión en la generación de electricidad.

Nosotros los venezolanos hemos recibido una insolente y costosa bofetada pero seguimos, como si nada, haciendo maletas para beneficiar a Florida con nuestras visitas. En mi opinión lo anterior evidencia la ausencia de un ingrediente absolutamente necesario para lograr enfrentar y corregir la difícil situación por la que atraviesa nuestro país, el del sentido patrio.

De muy joven participé en desfiles donde en fechas patrias con himnos, escudos y banderas se promocionaba el concepto de nación. De ésto no me quejo y por el contrario lo agradezco. No obstante los tiempos cambian y hoy no creo que recomendaría exagerar con los desfiles si queremos lograr darle a nuestros hijos ese regalo que constituye el sentirse orgulloso de pertenecer a un país; ser venezolano.

Por cuanto a la Orimulsión, producto e invento venezolano, se le puede atribuir tantos elementos míticos como reales creo posible desarrollar alrededor de éste, una actualizada campaña de identidad nacional. En tal sentido basta visualizar unas imágenes donde la energía y el poder brotan en las turbulentas aguas de nuestro Orinoco.

Reconozco el riesgo que corro de que se me acuse de cursilería patriótica y muchos pudiesen preguntarme sobre lo que haríamos con un orgullo nacional. La respuesta es obvia. Estaríamos en capacidad de demostrarle al mundo que Venezuela, mas allá de ser una simple delimitación geográfica, representa una comunidad de voluntades que como tal hay que respetar.

Estoy absolutamente seguro que de existir la posibilidad de que la juventud de Venezuela reaccionase ante la decisión de Florida suspendiendo sus viajes a Disney y exigiéndole a sus padres el llevar su "está barato dame dos" a otros sitios, Venezuela sería un país con futuro.

En estos momentos donde se oye un clamor para declarar una situación de emergencia ante la reciente caída en los precios petroleros, la casi total apatía nacional que se nota ante la decisión de Florida me resulta más preocupante. Como ejemplo del silencio reinante basta notar que las discretas protestas expresadas por la Cámara Venezolano Americana, VenAmCham, único ente que de verdad posee el derecho al silencio del apenado, superan las protestas del Congreso, Fedecámaras, CTV, universitarios y candidatos presidenciales.

En el mundo de hoy es indiscutible que la presencia de una opinión pública vociferante es un arma indispensable para lograr resultados en negociaciones relativas al comercio internacional. Para bien o para mal, si hoy en día no nos asombramos ante las exageradas ventajas que artificialmente se adjudica la agricultura Europea es por cuanto sabemos del poder público que ejerce dicho sector.

Cuando entonces nosotros en un asunto de tanta importancia para el país, colocamos en manos de Bitor y de su gerencia (para mi desconocida), la responsabilidad sobre la negociación de Florida, sin asignarles ni el apoyo de influyentes grupos que pueden promover un fuerte lobby, ni el apoyo de una sólida opinión pública a que referenciar, se comete una infantilada, y pasa lo que tenía que pasar.

En casa cuando le comenté sobre este asunto a mis hijas, ellas expresaron al principio serias reservas; especialmente sobre la posibilidad de que esto llegase a implicar el no poder ir a Disney o el de que yo estuviese atribuyéndole una responsabilidad directa a Mickey. Cuando les explique que de verdad deberíamos escribir a Mickey para que nos ayudara ya que sin Orimulsión no hay dinero y sin dinero no hay como visitar a Mickey, regresó la armonía a la casa.

Si logramos unir el país alrededor de unos sacrificios que tengan un sentido real para nuestro país tales como: defender a toda costa la Orimulsión, imponer aranceles de emergencia que eviten una total atrofia de nuestra capacidad de generar empleo interno, extremar el cuidado de como asignar las prioridades de inversión en el país, habría posibilidad de armonía en el país.

Si por el contrario ignoramos la bofetada de la Florida, permitimos el contrabando en nuestras aduanas para garantizar el empleo en otros países, construimos (con dinero no totalmente privado) estaciones de servicio en un país con falta de colegios, fundamentamos un plan de emergencia sobre las bases de cobrar mas impuestos para financiar la indolencia y contratamos deuda adicional en condiciones escandalosas y para que la paguen nuestros nietos, no habrá país que armonizar.

Lamentablemente en este último caso no me quedara mas remedio que sugerirle a mis hijas que dejen de contemplar a Mickey como una fuente de recreación y lo vean mas bien como un futuro jefe al igual que lo ven tantos compatriotas que ya tuvieron que irse. Aprovechemos la Orimulsión para encontrarnos como nación.

Hace pocas semanas publique aquí un artículo llamado Wakapohane en el cual describí la tradición de los aborígenes de Nueva Zelandia de protestar desnudando el trasero. Cuando durante una reciente protesta universitaria observe el uso de un método similar no pude sino lamentar que el objetivo de tal protesta no tuviese un mayor significado nacional, tal como la Orimulsión. El Wakapohanear "contra el doble pasaje" o por una universidad gratuita aún para el que tiene recursos, en un país donde una razonable distribución de ingresos brilla por su ausencia, me parece es darle un pobre uso a tan noble tradición,

Pero si los estudiantes (quizás aún no se han ganado el derecho de ser considerados como universitarios) están equivocados en su enfoque, por lo menos no están solos. PDVSA en vez de aprovechar la oportunidad para solicitar el apoyo nacional para algo concreto como la Orimulsión, gasta una fortuna en una campaña publicitaria para en forma genérica (como vendiendo una marca de pasta dental) ilustrarnos a destiempo sobre los beneficios de la apertura petrolera.

Publicado en Economía Hoy 25 de Agosto de 1998