17 de julio de 2008

Grotesco

Si un presidente, durante una cadena de televisión introdujera un dedo en su nariz y después de escarbar un rato, en cámara se comiese lo encontrado, todos nos revolveríamos en asco por lo grotesco del acto, aun cuando a la hora de la verdad, aparte de mostrar una gran falta de cultura y refinamiento, lo anterior no tenga un significado muy trascendental.

No obstante, suerte la nuestra que lo anterior no ocurre y lo cual se debe íntegramente a que en algún momento la sociedad a través de la mensajería de los padres, educadores y amigos, le logró transmitir a quien llegaría ser el presidente de turno, que eso simplemente no se hace.

Pero qué haríamos quienes sentimos una repulsa nata por ese acto si tuviésemos que vivir en una sociedad de come-mocos, donde a todos eso le parece algo muy normal y nadie cuestiona la costumbre. ¿Horrible eh?

Pues bien, algo similar me está pasando, no por lo de unos mocos, sino por algo inmensamente más grotesco e inmensamente más perjudicial para la sociedad, lo de la gasolina regalada.

El que ciudadanos educados y pensantes, en el mundo de hoy, no sean capaces de entender el mal que desde toda perspectiva se le causa a nuestra Venezuela por vender en el país a precio regalado algo tan valioso como lo es la gasolina en la actualidad; y hasta desarrollan argumentos ridículos para justificar tal nefasta política pública, eso me resulta sencillamente grotesco.

Además, vivimos en un país donde a profesores universitarios, lideres empresariales, comunicadores, grandes intelectos les parece algo perfectamente normal el regalarle el valor de la gasolina a quienes tienen un carro mientras que, al mismo tiempo, ante una sugerencia de entregarle las resultas del petróleo directamente a los ciudadanos para librarnos de la dictadura petrolera argumentan… ¿regalar?, ¿estás loco Kurowski será para que se lo tomen en caña y pongan a las mujeres en estado? ¡Grotesco!

Pues bien, en nombre mío y en el de los tantos que de una u otra manera apoyan mis argumentos, permítanme recordarles a quienes se puedan creer elite que cada vez que sienten una repulsa por algún acto presidencial, los responsables de aquello son ellos mismos, por su falta de voluntad de querer entender y querer transmitir a sus alumnos, hijos, amigos o presidente de turno el sencillo mensaje de que "eso simplemente no se hace".

¿Llegará el día en que la sociedad sea capaz de dar unas buenas clases de responsabilidad social e imponer sanciones sociales a quienes la violen y así se gane el derecho moral de quejarse del presidente de turno? ¡Dios lo quiera!

Si ustedes no son capaces de reclamar que se les entregue las resultas del petróleo para ustedes sembrarlas, y aceptan que siga el regalismo salvaje de las benevolencias presidenciales… ¿entonces de qué se quejan ustedes mis compatriotas?

Si ustedes no son capaces de responderle a un presidente que la soberanía se ejerce haciendo lo que se debe hacer y para nada como lo dicho por el de ahora, que no aumenta la gasolina para evidenciar la soberanía… ¿entonces de qué se quejan ustedes mis compatriotas?

¿Y que les podría haber dicho todo lo anterior con mayor finura? Pues no, el tiempo para eso ya pasó. Si quieren, guarden el artículo, atrévanse a que sus hijos lo lean en unos años y luego hablamos.

Y no crean que con esto quiero sugerir que otras naciones no tengan sus propios asuntos grotescos… ¡no!, para nada, abundan, solamente que, aquí y hoy, se trata de resolver algunos de los nuestros.

El país que queremos no debemos buscarlo donde lo perdimos sino donde queremos encontrarlo.