14 de agosto de 2008

El ganar-ganar de una gasolina costosa

Nuestra mejor y quizás única posibilidad como nación para salirnos de lo que pareciese ser una eterna pubertad, está en que la responsabilidad por la siembra de las resultas petroleras pase del Estado al ciudadano y que se comprenda que la gasolina no puede regalarse… por lo que sigo con el tema.

Me preguntan: "Entendemos que aumentar el precio de la gasolina y al mismo tiempo lograr que los ingresos adicionales que se recauden sean devueltos íntegramente a los ciudadanos nos permite un ganar-ganar. Pero, si el Gobierno no devuelve esos ingresos, o los gasta a su manera… ¿puede haber un ganar-ganar?". Les respondo: "A largo plazo, definitivamente que sí. A corto plazo, es un ganar-y-no-perder-tanto-como-se-cree".

El valor de un regalo es en parte una función de su escasez. Si la gasolina fuese cara y regalada a una sola persona, sin duda que tal persona tiene un beneficio, pero si la gasolina se regala a muchos, ese beneficio, en términos relativos, se diluye y hasta puede llegar a ser un regalo oneroso para algunos receptores. De igual manera si la gasolina es regalada a una sola persona los que no obtienen el regalo sufren poco, pero, si se regala a muchos, el costo para quienes no la reciben se hace cada vez mayor.

Pocas cosas le han salido tan caro a los ciudadanos como la gasolina regalada y la cual pagamos con:

Un sistema de transporte costoso, ineficiente e insostenible, donde los únicos ganadores son los que nos venden los carros, los cauchos y los repuestos. Un fuerte aumento en el precio de la gasolina obligaría al Gobierno, so pena que lo saquen a patadas, a poner a la disposición del pueblo un transporte público decente.

Tiempo perdido en colas. Un fuerte aumento en el precio de la gasolina reduciría el tráfico. Según el valor que cada quien le asigne al tiempo ahorrado habrán tanto ganadores como perdedores, pero todos se beneficiarían del ahorro en el desgaste del vehículo y en la gasolina consumida.

Impuestos ineficientes. Un aumento en la gasolina ciertamente implicaría una inflación pero si tal aumento funcionase como un impuesto también recogería parte de ese exceso de liquidez monetaria que genera presiones inflacionarias en otros rubros y que el Gobierno recoge, o busca recoger, de otras maneras, algunas mucho menos efectivas. El creer que el Gobierno no nos quitará, por vía de la inflación, lo que no recibe por vía de la gasolina es ser iluso.

Distorsión de las señales económicas. Con razón nos podrán decir que el Gobierno no sabe gastar pero el gasto que efectúa la ciudadanía de la gasolina regalada tampoco es un gran ejemplo. Un precio real por la gasolina ayudaría a optimizar el gasto del ciudadano desde la perspectiva del interés nacional (y del ambiente) al mismo tiempo que le dificultaría al estado cometer sus desmanes, como el de regalar petróleo.

Una sociedad injusta. Venezuela tendrá gasolina barata, pero a cambio no tiene una sociedad justa y responsable. En una nación digna de llamarse nación, la defensa de los débiles es responsabilidad de los fuertes y nuestros débiles ya no aguantan más, ni este salvaje socialismo del siglo XXI, ni el que se siga favoreciendo con tanto a los ciudadanos que tienen carro.

Posdata. ¿Qué pasaría en un país si de repente le cae un meteoro que emite mensualmente 350 dólares mensuales por cada habitante del país? En nuestro país, donde ha caído uno, eso ni siquiera se discute por nuestros políticos, universidades, medios o ciudadanos? ¿Locos? ¡De perinola!