4 de julio de 2013

Para el mismo cuento, no cuenten conmigo

El 27 de junio, en El Universal, Maxim Ross publicó "La renta petrolera", en el cual adelanto lo que considera debemos hacer con tal excedente:
"1. Que no debe ser repartida, ni directa ni indirectamente,
2. Que tiene que ser colocada en un Fondo de Ahorro y Patrimonio y ser invertido en capacidades productivas de muy alta productividad y con comprobadas ventajas comparativas o competitivas de ‘ranking' internacional,
3. Que un residuo sea utilizado para mantener la capacidad productiva de la industria petrolera según el crecimiento del mercado mundial".
De inmediato me opuse con un comentario y que aquí amplío.
Por supuesto debemos asegurar que la industria petrolera mantenga su capacidad extractiva, así como también la capacidad para frenar la extracción cuando esta no nos conviene, pero... ¿hasta cuándo tenemos que oír los mismísimos cuentos que tantas veces les hemos oído a quienes, de la tribu quítate-tú-pa-ponerme-yo, aspiran administrarnos las resultas petroleras? ¡NO!
Cuando se sostiene que se puede invertir "en capacidades productivas de muy alta productividad y con comprobadas ventajas comparativas o competitivas de ranking internacional", siempre debemos preguntarnos por qué ya no se está haciendo... pues para ello sobran inversionistas.
Es más, si primero reparten las resultas petroleras entre todos los ciudadanos, y luego nos ofrecen invertir en un Fondo, y nos convencen que va a estar bien manejado por expertos, de repente todos desearíamos invertir en ella una parte de nuestras resultas. Quién sabe, hasta yo podría querer endosarlo en cuñas de promoción. Pero, así, a rajatabla, que alguien designado a dedo nos vaya a manejar nuestras resultas, sólo porque dice saberlas manejar, eso sí que ¡NO!, de eso ya tenemos hasta la coronilla... como unos 100 años.
Y reafirmo el ¡NO! por cuanto lo que más transforma al bendito petróleo en un maldito petróleo, es cuando concentra su poder económico en el Estado, lo que nos forma a solo ser unos vulgares subyugados dependientes del cacique y de sus enchufados de turno.
Les pregunto: ¿No basta ya con que seamos tan dependientes del petróleo, para que también tengamos que ser dependientes del Estado? ¿Una nación independiente, no requiere de ciudadanos independientes?
Hace poco, una página Web de tendencia marxista, seguro sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, citaba al otro Marx, en este caso Groucho, diciendo: "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar el remedio equivocado". Tiene razón Groucho, así que, con esta propuesta petrolera, simplemente de nuevo nos están haciendo política.
Amigos, he visto mi pedacito de tierra donde nací, perder todas las oportunidades del mundo de convertirse en una verdadera gran nación, ante nada por culpa de la centralización de sus resultas petroleras. En tal sentido, no cuenten conmigo para ningún programa político que no incluya, como parte esencial, la distribución de tales resultas a los ciudadanos.
En 1974, como el primer gerente de diversificación del Fondo de Inversiones de Venezuela, tarde solo dos semanas para sospechar que el manejo de dineros públicos sin dueño, no nos iba a llevar a ningún lado bueno y renuncié al cargo. Hoy, casi 50 años más tarde, habiendo visto lo anterior evidenciado, demasiado, no voy asistirle a nadie seguir jugándole al país ese perverso jueguito.
Deseo que todos vivamos en una nación y no solo en el negocio de otros.