22 de agosto de 2013

Maduro ¿Y nuestros 100.000 dólares?

En la semana, con un soez espectáculo en la Asamblea, se dio uno de los más deprimentes hechos en nuestra vida republicana. Y no me refiero tanto a la vulgar verborrea de quien obviamente anda enfermo, sino a la falta de toda la bancada oficialista de mandarlo a callar en nombre de sus propias dignidades como diputados. Si estos son los diputados nuevos, que han de representar a los hombres “nuevos”, que Dios nos guarde.
Pero, por el otro lado, todos esos diputados nuevos, no son al fin sino como somos todos los demás, unos pobres subyugados que, como débiles seres humanos, nos callamos y nos doblegamos ante la voluntad de quien sustenta tanto poder, como el que reside en esa chequera que contiene todas nuestras resultas petroleras.
Y mis tantos esfuerzos en buscar que los de la clase media cuestionen el mal uso que se le da a nuestras resultas petroleras, y hacer que ellos exijan que éstas les sean entregadas, pueden haber resultado vanos al estrellarse contra esa mala conciencia, que debería haber, de saberse ser quienes más se beneficiaron con la gasolina regalada, los puesticos de trabajitos en la burocracia oficial, y los baratos viajecitos a Paris con dólares preferenciales. 
Y en tal sentido, a quienes verdaderamente debería llamar, a bajar de los cerros, y venirse de los campos, a reclamar SU dinero, en nombre de todos nosotros, es a los pobres de Venezuela.
Y no me refiero a que los pobres bajen y asalten al country club y sus vecindarios, algo con lo cual los políticos siempre han aterrorizado a los pudientes y a la clase media que puede ocurrir, si es que los políticos no les manejan los conflictos; sino que me refiero a que los pobres vayan a Miraflores y a Pdvsa, que son los sitios donde verdaderamente se encuentra el dinero y el poder del país.
2.500 dólares (mínimo), por ciudadano, durante los últimos 10 años, dan lugar para que una familia de cinco miembros fácilmente pueda gritar: “Maduro, en misioncitas y otras gentilezas, la revolución nos entrego un máximo de 25.000 dólares. ¿Donde están nuestros otros 100.000?”
Y que entonces Maduro les explique a esa familia cuánto de esos 100.000 dólares se fue a Cuba, cuánto a Nicaragua, cuánto a Bolivia, cuánto en gasolina regalada, cuánto en cargos burocráticos innecesarios, cuánto en viajecitos presidenciales, cuánto en dólares preferenciales para cachivaches y viajecitos al exterior, y cuánto se le fue en la podredumbre de esa corrupción que es imposible evitar cuando demasiado dinero y poder pasa por demasiado pocas manos. 
¡Suerte Nicolás Maduro! Ni con la ayuda de unos cuantos pajaritos, ni pasándote unas cuantas noches más en el Cuartel de la Montaña consultando, le podrás responder a los pobres, esa pregunta que tanto merecen que se les responda.
Dejémonos de averiguar tanto sobre la inevitable corrupción y hagamos algo verdadero al respecto. Democraticemos por completo la corrupción, y entreguémosle a cada ciudadano su cuota parte de las resultas petroleras, en efectivo, en dólares.
PS. Si hay diputados oficialistas que protestaron el tan soez incidente referido, ahí mismo, en la Asamblea, en su momento, permítamelo saber, para así excluirlos de la lista de quienes con su silencio, o hasta con sus risas, avergonzaron nuestra patria ante todo el mundo.