El 9 de Abril, en un artículo titulado "Sin propiedad sobreviene la barbarie", el Dr. Hugo Faría fustigó a Venezuela por violar los derechos de propiedad, atribuyéndole el "estancamiento crónico en que se encuentra la economía venezolana, particularmente desde 1980", y recomendando fortalecer el Estado de Derecho, en especial la protección a la propiedad privada.
En su lista de violaciones incluye las tradicionales como la inflación, la inseguridad personal y la invasión de terrenos. De igual forma incluye a otras, de naturaleza más discutible, tales como, por el lado del gobierno: los impuestos y los controles de precios (la gasolina) y, por el lado del sector privado: los intereses preferenciales para el sector agrícola y la protección comercial. A título de ejemplo, trae el caso de Sidor, que pide gravar la importación de los productos que fabrica en el país con un arancel del 40%.
El artículo in comento pudiera considerarse, en lo que respecta a los puntos antes mencionados, como otra respetable contribución de un calificado académico, al debate económico venezolano. Personalmente, yo también le hubiera asignado mucha culpa de la actual recesión a los nuevos impuestos creados durante la ultima década, especialmente por su carácter regresivo. No obstante, también hubiese resaltado la importancia de otros factores distintos a los mencionados, como causantes de nuestra penumbra económica, entre éstos, la manera tan ingenua como Venezuela se ha creído los cantos de sirena de la globalización y la manera tan infantil como ha negociado su incorporación a ese mundo.
Soy un convencido de que la globalización – por la intensidad de las relaciones internacionales que crea – tanto en el ámbito comercial como en otros – requiere, más que nunca, que el país sepa unirse en la defensa de sus intereses. De allí que cuando el Dr. Faría, en la última parte de su artículo exalta a Inglaterra, obviamente con el objetivo de compararla con una horrible Venezuela, y expone cómo los países de habla inglesa han logrado colmar "a su población de unos niveles salvajes de riqueza, como consecuencia, en buena medida de haber heredado el sistema judicial inglés con su profundo respeto por la propiedad privada, sin la cual sólo existe la barbarie" - siento que debo protestar, porque el Dr. Faría, al igual que lo han hecho muchos, al exagerar hasta el ridículo las bondades de los demás, pierde la perspectiva y se olvida de que lo más importante es defender ante nada nuestros propios intereses.
Indiscutiblemente que se debe respetar la propiedad, pero esto empieza por generar la voluntad de defenderla y de hacerla respetar. En este último sentido, tenemos mucho que aprender de Inglaterra, pero, desde una perspectiva muy distinta a la sugerida por el Dr. Faría.
Según datos extraídos del "World Oil Trends 1999” publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates, el índice de precios de petróleo crudo que en 1980 se situaba en 100%, para fines de 1998 había caído al 18%. Durante esos mismos años, en Inglaterra el Indice para los productos petroleros a nivel detallista - es decir a nivel del consumidor, de un 100% en 1980 subía a un 247% en 1998.
Ustedes se seguramente se preguntarán que cómo es esto posible. Pues bien, mientras parte de nuestros intelectuales de la economía, estaban ocupados protestando los bajos precios de la gasolina en Venezuela y estudiando el respeto inglés a la propiedad inglesa, Inglaterra estaba ocupada elevando los impuestos a los productos petroleros y, para todos los fines prácticos, irrespetando nuestra propiedad.
Los impuestos ad-valorem que se aplican a la gasolina en Inglaterra y que ya para 1980 se ubicaban en un altísimo 85%, alcanzaron en 1998 un absurdo 456%. Sin tales impuestos, que se aplican de manera discriminatoria a los productos petroleros y nunca al carbón y otras fuentes energéticas, tanto la demanda mundial como los precios del petróleo serían más altos y las circunstancias económicas de nuestro país sin duda mejores.
Igualmente, en política cambiaria hemos oído durante años el predicar de una ética económica digna de un culto de suicidas. Aceptando lo difícil de manejar la materia cambiaria, la ética me obliga a creer que si hemos de errar, esto siempre, SIEMPRE, debe ser a favor de la actividad interna. Una sobrevaluación cambiaria (creada en pocos años), que ha destruido la propiedad de una serie de empresas creadoras de fuentes de empleo, jamás hubiese sido permitida en Inglaterra. Solicitar una protección del 40%, en un país con su moneda sobrevaluada en un 50%, debe ser francamente pecata minuta comparado con un 456%.
Hace poco el gobierno inglés, después de su privatización eléctrica, observó que la industria producía demasiadas ganancias y creó un impuesto especial, que confiscó unos cuantos miles de millones de dólares. Ya quisiera yo oír la opinión del Dr. Faría si esto hubiese ocurrido en Venezuela.
El Dr. Faría también menciona entre las violaciones, a la “piratería” que ocurre en Venezuela, por ejemplo con respecto a programas informáticos, dándonos a entender que para rescatar nuestra economía, debemos cumplir los convenios que le permiten a las naciones desarrolladas, a contratar bufetes y jueces para cobrarnos localmente sus derechos. Para reforzar su argumento cita al premio Nobel, Douglas North, quien sostiene que el desarrollo en Inglaterra de los derechos de propiedad intelectual fue el factor detonante de la Revolución Industrial.
A mi manera de ver y por cuanto países como Inglaterra son dueños de la abrumadora mayoría de marcas y patentes (activos renovables mientras el hombre exista), tales convenios solo conforman un excelente ejemplo de cómo los países desarrollan armas para defender lo suyo. A un venezolano, sin patentes y sin marcas, por el contrario, sólo le toca oponerse a tales convenios, por lo menos mientras que no eliminen los impuestos al petróleo (activo no renovable).
Al próximo que nos sugiera que bajemos nuestra guardia a cuenta de que los demás son tan respetuosos, le recomiendo pasar por el British Museum y admirar todas la obras griegas, egipcias y demás reliquias arquitectónicas, hoy propiedad, PROPIEDAD, del Reino Inglés.
Sólo he mencionado Inglaterra como ejemplo, el resto del mundo es igual. Un agricultor francés, responsable por destrozar las vidrieras propiedad del McDonald's en París, el mismo día que salió de la cárcel recibió del Gobierno Francés, sus credenciales oficiales para asistir a las reuniones de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, para defender las ineficiencias de las propiedades agrícolas francesas.