En Inglaterra, entre 1980 y 1999, el productor de gasolina vio disminuir sus ingresos de 15 peniques a 10p por litro, mientras que el Fisco Inglés, con 20 decretos anuales, aumentó su impuesto de 11 a 58 peniques. Esa misma tendencia, altamente perjudicial para un país petrolero, se observó en la mayor parte del mundo, sin que nadie, ¡NADIE! de PDVSA, ni del Ministerio de Energía y Minas, ni del CIED, ni nuestros “expertos petroleros” hayan dicho pío al respecto. De allí que tuviera la ilusa esperanza de que la Ley de Hidrocarburos, en estudio, fuera más al fondo del problema.
Llámenlo Excremento del Diablo si quieren, pero para mí el petróleo es y seguirá siendo una bendición para el país. Lo cierto es que, ya sea vendiéndolo a precios bajos, como despilfarrando sus ingresos, los venezolanos somos los únicos culpables de nuestra triste realidad. En consecuencia, si la Ley no ataca el problema planteado sólo podrá catalogársela como burrundanga sin candanga. Llevo años reclamando la presencia de un Ombudsman Petrolero, que defienda los intereses de los venezolanos y no pienso tirar la toalla...
El Petróleo es nuestro principal producto de exportación y debido a su importancia estratégica es frecuente víctima de políticas comerciales discriminatorias, algunas basadas en el apetito fiscal y otras, en hipócritas políticas ambientalistas, por ello considero que la Ley debería tener al menos un artículo que obligue a la Cancillería o a la autoridad competente a que, cuando negocie un tratado bilateral, le asigne primordial atención al trato que ese país le dé al petróleo. Quizás así nos evitemos la vergüenza de importar agua mineral de Francia con un arancel menor del 20%, cuando ese país le aplica a la gasolina un impuesto ad-valorem superior al 500%.
El proyecto de Ley sugiere que las operadoras aporten un 3% de su ingreso neto de exportación al Ministerio de Energía y Minas, para ayudarlos a hacer cumplir la Ley y como un 7% a PDVSA (sin decir para qué) ... ¡en total unos 300 millones de dólares al año! Por cuanto estoy harto de expertos que se rasgan las vestiduras cuando efectuamos recortes en la oferta de petróleo, pero que ven con indiferencia cuando el mundo reduce artificialmente su demanda, considero que parte de esos aportes deberían ir a financiar la Oficina del Ombudsman y a educar a los venezolanos en cómo defender nuestro petróleo y exigir resultados.