NO ES QUE EL QUINCE de agosto, el día del Referendo, no sea importante, podría incluso ser recordado como el final del principio, pero, a la hora de la verdad, es el dieciséis la fecha que vale. Salga sapo o salga rana, el que sea, tendrá que ver cómo se las arregla para que nuestro triunfo no se convierta en nuestra derrota... en poco tiempo.
Los actuales medios tecnológicos no permiten que la historia se re-escriba con mucha facilidad así que, aun cuando a muchos de nuestros actuales protagonistas puede que les importe un bledo, desde ya les advierto al sapo o a la rana, que este cronista, así como la mayoría de mis colegas, serán implacables con quienes no ayuden a evitar que nuestro país se desmadre.
Gane el sapo o gane la rana, manejar la victoria es más difícil que manejar la derrota. Mientras que la realidad política exige conseguir algo que entregarle a los derrotados, en un rápido gesto de conciliación, de seguro los propios andarán, en el mejor de los casos, buscando la champaña y, en el peor escenario, queriendo venganzas.
¿Qué dote puede entregar el ganador a la oposición, sin que los suyos se le rebelen? Por supuesto que no podrá ofrecer 50 sabrosas embajadas a los cincuenta opositores más destacados, no sólo por cuanto pocos de ellos estarían dispuestos a suicidarse recibiéndolas pero, ante nada, porque en las actuales circunstancias la dote requiere tener un profundo significado, casi espiritual, para todo el país.
A mí sólo se me ocurre una... ¡Pdvsa! Nada puede atentar más contra la unidad del país, que seguir manteniendo a Pdvsa como un coto privado. Por el otro lado, un buen camino hacia una paz social, sería permitir que la luz del sol, esa luz que desinfecta y sana heridas, le llegue a nuestra empresa petrolera. Con sólo un poco de voluntad sería posible desarrollar mecanismos, que permitan acercar al ciudadano a esa industria, que intuye tan vital para su país, pero que al mismo tiempo, cruelmente, debe generar muy pocos empleos directos.
Si me tocara manejar el triunfo, estaría pensando en la posibilidad de que las autoridades de Pdvsa también fuesen electas... claro que con una debida representación proporcional... claro que con unos procesos de revocación de mandato más ágiles y menos dolorosos que el parto actual.
Amigos, por enésima vez, en Pdvsa no hay nada que requiera de tanta confidencialidad.
¡Dios bendiga y ampare a nuestro querido país!