Me expuse a la burla proponiendo que nuestros hijos no fueran a Disneyworld cuando la Florida prohibió el uso de la Orimulsión.
Fundé una asociación civil para difundir los perjuicios, que algunos países consumidores de petróleo le causaban a nuestros intereses al imponer impuestos al consumo de la gasolina, que superaban el 400% ad-valoren.
Critiqué a fondo los argumentos económicos de la apertura petrolera y la manera como se estructuró, dificultando mis relaciones con esa parte de la sociedad, que le rendía pleitesía ciega a la meritocracia.
Critiqué a PDVSA cuando eliminando a sus filiales anuló ese valioso control de tener gente calificada vigilándose los unos a los otros.
Cuestioné a Citgo, tanto por ser un mal negocio, como por la idiotez de venderle petróleo a precios subsidiados, que generaban ganancias ficticias sobre las cuales había que pagar impuestos en los Estados Unidos.
Protesté gastos superfluos como los del lujoso CIED dando cursos que otros ya daban, y las cuñas que promocionaban la gasolina en las estaciones de servicio venezolanas, como si hubiera una competencia de gasolinas importadas.
Critiqué a muchos de los de PDVSA por creerse superiores al resto del país. Y jamás estuve de acuerdo con la huelga petrolera, por no creer en el auto-flagelo de un país.
Todo lo anterior lo hice con artículos escritos desde la perspectiva de ese accionista minoritario e ignorado que todos somos, y sin percibir jamás un solo céntimo de nadie por algo relacionado con el petróleo. En tal sentido, hoy tengo todo el derecho moral de criticar a la PDVSA actual pero, lamentablemente, ya no lo puedo hacer, por cuanto parece que ya no tengo el derecho de saber nada de ella.
El ministro de Energía, cuando anuncia que Citgo y Pdvsa, saldrían del registro de la Comisión de Valores de los Estados Unidos, argumenta "que no puede estar sujeta a disposiciones legales de países extranjeros para proteger a tenedores de papeles de deuda" ignorando que nosotros, los venezolanos, ya de por sí tendríamos derecho a mucha más información pública que cualquier acreedor extranjero. En este momento, en la página web de PDVSA, no encontramos ni una sola cifra auditada sobre su negocio, pero si muchas cifras sobre la Misión Ribas.
Compatriotas, lamento decirles que podemos haber perdido para siempre la oportunidad de llegar a ser los verdaderos accionistas de PDVSA y, lo que es peor aún, puede que el Estado venezolano también haya perdido el control sobre ella.