11 de agosto de 2007
9 de agosto de 2007
Instruyendo al presidente
Hoy, al venderse la gasolina en Venezuela en 100 bolívares el litro, siendo su valor real en el mundo el de 1.500, se subsidia su consumo con 1.400 bolívares por litro, algo así como si los compradores de gasolina estuviesen pagando su debido precio en las bombas pero un funcionario, a nombre de una "Misión Cochecito", en el acto les devolviese todo su dinero, menos una pequeña comisión.
No tiene sentido que un país, petrolero o no petrolero, con un modelo de gobierno socialista, capitalista o de cualquier naturaleza, subsidie el consumo de gasolina antes de subsidiar otras necesidades sociales tales como la educación, el servicio de salud, la construcción de viviendas y el transporte público.
Estimando un consumo de 300.000 barriles de gasolina diarios (cada barril contiene cerca de 159 litros), un subsidio de 50 centavos de dólar por litro y dividiendo entre 2.900.000 vehículos obtenemos que el subsidio de gasolina ha alcanzado un nivel verdaderamente surrealista, ubicándose en 3.000 dólares por año y vehículo.
Tal subsidio adicionado a la existencia de un subsidio cambiario para la compra de vehículos y la ausencia de opciones para el ahorro financiero que produzca un rendimiento real, también ha provocado una explosión en la compra de vehículos nuevos (importados), 400 mil al año, lo que no solamente excede la capacidad de nuestras carreteras sino que además impone una inmensa hipoteca a nuestras futuras exportaciones petroleras y, por supuesto, a nuestro medio ambiente. En tal sentido, como un ciudadano miembro de la sociedad civil, hoy instruyo al Presidente, nuestro servidor, para que de inmediato proceda a diseñar y ejecutar un plan que ubique los precios de la gasolina en Venezuela en un nivel equivalente al que puede ser obtenido por su venta en el mercado internacional. Simultáneamente le requiero que ese plan incluya las medidas que logren aminorar las incidencias más difíciles que a corto plazo puede provocarle tal ajuste a la población; por ejemplo mediante la introducción de subsidios temporales al transporte de los bienes calificados como esenciales y la inversión masiva en un sistema de transporte público digno, moderno y que aspire ser el mejor del mundo.
Por cuanto el país se encuentra polarizado y existen muchas apreciaciones subjetivas sobre la imposibilidad de lograr tan necesario ajuste en el precio de la gasolina sin que se origine un serio conflicto social, igualmente espero que el Presidente presente una oferta de diálogo sobre la materia que satisfaga al país, en su totalidad multicolor y que garantice que los ingresos adicionales obtenidos no serán desviados a sus causas unicolor o a sus regalitos de viaje.
Como una mejor alternativa aún, le sugiero que entregue a cada venezolano un "gasolina-ticket" que otorga a su portador el derecho de adquirir hasta 700 litros de gasolina por año al precio de 100 bolívares cada uno, para que así cada quien que no tenga carro o tenga otras necesidades más urgentes, pueda vender tales derechos, a quien sea, por un valor cercano a los 350 dólares.
Aten… ¡Firm…! O algo parecido, a ver si así de repente se entiende mejor.
No tiene sentido que un país, petrolero o no petrolero, con un modelo de gobierno socialista, capitalista o de cualquier naturaleza, subsidie el consumo de gasolina antes de subsidiar otras necesidades sociales tales como la educación, el servicio de salud, la construcción de viviendas y el transporte público.
Estimando un consumo de 300.000 barriles de gasolina diarios (cada barril contiene cerca de 159 litros), un subsidio de 50 centavos de dólar por litro y dividiendo entre 2.900.000 vehículos obtenemos que el subsidio de gasolina ha alcanzado un nivel verdaderamente surrealista, ubicándose en 3.000 dólares por año y vehículo.
Tal subsidio adicionado a la existencia de un subsidio cambiario para la compra de vehículos y la ausencia de opciones para el ahorro financiero que produzca un rendimiento real, también ha provocado una explosión en la compra de vehículos nuevos (importados), 400 mil al año, lo que no solamente excede la capacidad de nuestras carreteras sino que además impone una inmensa hipoteca a nuestras futuras exportaciones petroleras y, por supuesto, a nuestro medio ambiente. En tal sentido, como un ciudadano miembro de la sociedad civil, hoy instruyo al Presidente, nuestro servidor, para que de inmediato proceda a diseñar y ejecutar un plan que ubique los precios de la gasolina en Venezuela en un nivel equivalente al que puede ser obtenido por su venta en el mercado internacional. Simultáneamente le requiero que ese plan incluya las medidas que logren aminorar las incidencias más difíciles que a corto plazo puede provocarle tal ajuste a la población; por ejemplo mediante la introducción de subsidios temporales al transporte de los bienes calificados como esenciales y la inversión masiva en un sistema de transporte público digno, moderno y que aspire ser el mejor del mundo.
Por cuanto el país se encuentra polarizado y existen muchas apreciaciones subjetivas sobre la imposibilidad de lograr tan necesario ajuste en el precio de la gasolina sin que se origine un serio conflicto social, igualmente espero que el Presidente presente una oferta de diálogo sobre la materia que satisfaga al país, en su totalidad multicolor y que garantice que los ingresos adicionales obtenidos no serán desviados a sus causas unicolor o a sus regalitos de viaje.
Como una mejor alternativa aún, le sugiero que entregue a cada venezolano un "gasolina-ticket" que otorga a su portador el derecho de adquirir hasta 700 litros de gasolina por año al precio de 100 bolívares cada uno, para que así cada quien que no tenga carro o tenga otras necesidades más urgentes, pueda vender tales derechos, a quien sea, por un valor cercano a los 350 dólares.
Aten… ¡Firm…! O algo parecido, a ver si así de repente se entiende mejor.
El Universal
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