24 de enero de 2008

Los empleos del alcalde

La semana pasada en uno de esos foros donde con desconocidos y enmascarados discuto mis artículos, un precandidato por un grupo de la oposición a una alcaldía del Táchira, indicando que "hay un enorme desempleo, falta mucho trabajo… por ejemplo mi esposa es ingeniero industrial y nunca ha podido trabajar en su ramo" me pregunta, "¿serías tan amable de sugerirme alguna idea que pueda concretar un alcalde?". Yo como tachirense originario con gusto acepte el reto.
Comencé con un "estoy de acuerdo, empleos buenos es el recurso más escaso en nuestra sociedad; si existen todo lo demás se puede resolver; si no existen no importa cuan bueno se maneje lo demás, todo degenerará". ¿Qué le cuento? Hay países tales como El Salvador donde los emprendedores ya tiraron la toalla, se fueron a trabajar en Estados Unidos y los alcaldes sin querer darse cuenta han quedado reducidos a ser un simples encargados, mientras el patrón está de viaje pal imperio".
Seguí con un "dígale a su esposa que se olvide de buscar un trabajo que se adecue a su título y más bien busque los trabajos a los cuales ella se pueda adecuar. Que imprima unas tarjetas de visita que diga "graduada universitaria en uno de esos tantos inventos de carreras cuya oferta supera la demanda; poseedora de adaptabilidad y sensatez". (Si ella estuviese en Estados Unidos, donde les encanta demandar por cualquier cosa, de repente podría sugerirle demandar a su universidad por "oferta engañosa".)
Le recomendé: "emplearía a los desempleados por lo menos durante un día para que se sienten en una mesa a discutir qué rayos creen que pueden hacer, en qué rayos se pueden ayudar el uno al otro y qué rayos de apoyo les puede dar un alcalde… pobre. Igualmente le recomendaría al alcalde que se deje de confiar en lo que lo puedan ayudar en Caracas ya que ahí se concentran todos los pedigüeños locales…".
Y ahí tuve que frenarme y regañarme con un "porqué no te callas Kurowski… tu estás pensando en un plan de empleo para la Venezuela posible y no para la Venezuela actual de un alcalde".
Veamos, la China ha mantenido su moneda artificialmente débil adquiriendo reservas, ante nada en dólares, para mantener una tasa cambiaria débil competitiva. En Venezuela, por el contrario, la tasa de Bs. 2.150 es una tasa "fuerte" que garantiza la competitividad del extranjero, lo que entre otras cosas da lugar al contrabando de extracción, algo por supuesto muy relevante para un estado fronterizo como Táchira… y entonces supe lo que tenía que recomendarle al alcalde.
Señor alcalde. Váyase a Colombia y haga un estudio de mercado sobre lo que a ellos más le puede interesar importar, por ejemplo computadoras, y luego configura un batallón de gestores municipales vestidos en franelitas rojas que anuncien su total entrega al líder y envíalos a Cadivi para buscar que las divisas preferenciales vayan directamente a nombre de empresas del municipio, para así asegurar que los márgenes y la generación de empleos de la importación-reexportación se queden en el Táchira y no en manos de los comisionistas de la capital.
Amigos. El Gobierno busca frenar el contrabando de extracción en la frontera, al mismo tiempo que lo incentiva en la capital; con su Cadivi y con su gasolina regalada. ¡Así de insostenibles están las cosas en nuestro país!

10 de enero de 2008

Cupos

Qué bueno fuese si todos los dólares preferenciales se repartiesen en cupos iguales entre todos los venezolanos con el explícito derecho de ser negociables, digo para que el subsidio implícito le llegue por igual al rico y al pobre y no como hoy, mayoritariamente a los vendedores internacionales de bienes y servicios, a los gestores e intermediarios y a los ciudadanos que más consumen dólares.
Qué bueno fuese si toda la gasolina que se vende a un precio menor que su costo de distribución se repartiese en cupos iguales entre todos los venezolanos, vía cupones negociables, digo para que el regalo de la gasolina le llegue por igual a rico y pobre y no como hoy, a quienes más la pueden consumir y contrabandear.
Qué bueno fuese si todos los derechos ciudadanos se repartiesen mediante un cupo igual a cada uno de los venezolanos, digo para que estos derechos amparen a todos por igual sin depender del color de la franela y del grado de necesidad con que se necesite de chuparle las medias al papaúpa de turno.
Qué bueno fuese si cada joven venezolano recibiese cupones, no negociables, con lo cual pudiera pagar todos sus estudios, digo para que le quede más claro a los maestros para quiénes deben trabajar todo el tiempo.
Genéticamente nos hemos convertido en una sociedad de arrastrados acostumbrados a tener que mendigarle favores a un sector político que, fascinado, encuentra en ello su mayor incentivo para aspirar a su cupo político. Lo triste es que la venezolanidad nuestra de hacernos los locos, nos impide darnos cuenta que podemos liberarnos de esa infectada llaga social, está a nuestro alcance, si sólo nos atrevemos.
Compatriotas, no quiero dólares preferenciales, no quiero gasolina gratis, no quiero ninguno de esos enredos administrativos… con que me den mi cuota parte del ingreso petrolero, la que por cierto a cada momento nos dicen que es nuestra, me basta y me sobra. Nuestra banca comercial es capaz de montar en poco tiempo un sistema ultraseguro y confiable que permita tal distribución.
Los gobiernos deben cobrar impuestos para cubrir sus gastos y hay una aceptación generalizada que estos deben basarse sobre una cierta progresividad que promueva una mayor distribución del ingreso. Este gobierno dice que distribuye sus ingresos considerando ante nada a los más necesitados, pero cuando nos ponemos a sumar la regresividad presente en el sistema de cambiario, en el subsidio de los precios de la gasolina y en los regalos a otros países, pues tendríamos que, como es costumbre reciente, mandarlos a lavarse ese paltó.
En Venezuela el día que nuestro éxito no dependa de nuestra capacidad para mendigar del sector público una cuota de favores algo superior al que logra mendigar nuestro vecino, o pedirle a otros que hagan el pedigüeñito a nombre nuestro, ese día sí podemos hablar de independencia en nuestro país.
El Universal

PS. Hoy en Febrero 2015 leo sobre un cupo de viajero de US$3.000 a Bs.12/US$. A Bs.170 por dólar eso significa algo así como un subsidio de Bs.158 por dólar, lo cual equivale algo así como Bs. 474.000, lo cual equivale en Febrero de 2015 algo así como 50 sueldos mensuales de un maestro venezolano. ¡Qué interesante manera de adjudicar recursos escasos!

3 de enero de 2008

Nuestros pésimos planificadores

Bienvenido sea un Banco del Sur pero si la función principal de ese banco de desarrollo se limita a ser un Banco contra el Norte, como algunos parecen querer, pues para nada sirve, excepto para enturbiar aún más nuestra visión sobre el país que queremos… la que sin duda ya está más que suficientemente turbia. Si lo dudan basta recordarles que los genios planificadores en nuestro país ni siquiera se han dado cuenta que el colocar en dos años 750.000 vehículos nuevos sobre nuestras ya abarrotadas calles y carreteras, representa la madre de los desgobiernos.
La bonanza petrolera de Carlos Andrés Pérez/Luis Herrera comenzó cuando el precio por el barril de petróleo pegó el brinco de 5 a 12 dólares en enero de 1974 y se acabó para los demás extractores (ver nota) en el primer trimestre del 1986 cuando los precios caen de 25 a 14. Para Venezuela la bonanza había acabado antes ya que la sola percepción, a finales de 1982, que el precio del petróleo podría descender, asesinó la ilusión de los 100 dólares por barril que respaldaban la locura de atestar al país con deuda externa. En cuestión de instantes pasamos de un "ta-barato-dame-dos" al viernes negro de febrero 1983 y a llorar las oportunidades perdidas.
La bonanza petrolera de los rojo-rojitos se inició yo diría que en mayo de 2004 cuando el petróleo pasa los 35. ¿Cuándo se acabará? No sé. En principio esta bonanza podría durar mucho por cuanto el crecimiento en la demanda por petróleo, de por ejemplo China e India, parecería poder exceder durante un tiempo la suma de las nuevas ofertas de extracción (ver nota) y la contracción en la demanda que causará la crisis financiera global en desarrollo. Ya veremos, pero igualito estoy seguro que de nuevo, en un instante, pasaremos de nuestro actual "está-carísimo-pero-va-estar-más-caro-dame-dos" a de nuevo llorar las oportunidades perdidas…sólo que esta vez creo que con mucha más rabia.
No es tanto que los planificadores en nuestro pobre rico país no sepan qué hacer sino que más bien se hacen los locos por cuanto eso les resulta mejor… a ellos. ¿Para quiénes creían ustedes que ellos planificaban? En tal sentido y comenzando el año es oportuno por enésima vez restregarles la cara con lo que necesitamos para alcanzar un futuro que nos ubique entre los mejores futuros.
Primero, debemos acabar con la acumulación central de poder que produce la centralización de los ingresos petroleros, especialmente en épocas de altos precios petroleros y que hace que la economía venezolana en lugar de producir tenga que dedicarse a chupar medias mendigando favores.
Segundo, debemos buscar reducir la volatilidad en los flujos de capitales y muy especialmente las inundaciones de capital que desprevenidamente puedan traernos los océanos financieros del mundo y que nada producen excepto unas tormentas que distorsionan todo en nuestra pequeña bañerita local.
Finalmente, debemos reconocer que mientras sigamos siendo un exportador de petróleo los flujos resultantes mantienen hasta a un bolívar débil demasiado fuerte para lo que es nuestra capacidad productiva y por lo que a juro, para poder competir, tenemos que dedicarnos a actividades de altísimo valor agregado… y dejar la marginalidad de los gallineros verticales a los países que no tienen otras opciones… excepto por supuesto si lo que exportamos a precios altos son gallineros verticales cinéticos, tipo Soto, o los usamos para tentar turistas a pagar fortunas por asombrarse visitando el museo del rojo-rojismo.
Nota: Detesto cuando se habla de productores y producción de petróleo por cuanto eso implica echárnoslas que somos algo más que unos extractores de lo que la providencia nos legó.