Una generación se vuela una bonanza petrolera para que la siguiente, resentida, proceda a hacer exactamente lo mismo, o peor. Como país estamos desfigurados por el petróleo, de varias maneras, pero ninguna tan mala como la que resulta de haber centralizado nuestras resultas petroleras en manos de quien esté de turno como cacique… lo cual nos hace centrar toda nuestra atención en El Reparto.
Por supuesto que la desfiguración de la sociedad campea en muchísimos lados del mundo, por muchas causas, y en algunos lados parece ya hasta no quedar nada por desfigurar. Así mismo la desfiguración se hace a veces hasta presente en los sitios menos sospechosos, siendo irreconocible por andar camuflajeada en ropa elegante y sofisticada. Y no me pidan definir que es una sociedad no desfigurada, no lo sé, solo sé que reconozco cuando una me parece estar más desfigurada que otra.
Y no nos vayamos por el lado más fácil en la búsqueda de las desfiguraciones, por ejemplo las de algunas personalidades extremas, por cuanto esto establece términos de comparación que nos dificulta ver la viga en nuestros propios ojos. Igualmente recordemos que la seriedad de la desfiguración es mayor a mayor sea la importancia del desfigurado. En este sentido me atreveré comentar sobre unas desfiguraciones del mero centro de nuestra sociedad, la de una parte de nuestra juventud universitaria.
Nadie podría negar que en Venezuela la educación primaria y la secundaria, en especial la pública, presentan serias deficiencias, lo que resulta en una muy baja calidad de estudiantes universitarios. El costo para el país de lo anterior es inmenso por cuanto es difícil asegurar la calidad final de unos entuertos corregidos, sino que además de aquello se derivan las improductivas presiones sociales que solo buscan compensar por una mala educación.
Hasta los pocos jóvenes que logran una buena educación, una minoría, con frecuencia terminan teniendo que irse a sitios donde la buena educación de muchos, no solo se aprecia sino que además produce la sinergia que fomenta el desarrollo, tanto el de ellos como el de la nación donde se encuentren.
En tal sentido si existe una bandera que nuestros jóvenes universitarios con visión y vocación de nación deberían levantar, sería la de una mejor educación primaria y secundaria en el país. Y si yo fuese joven y alguien me preguntase ¿con qué recursos?, mi respuesta obligada, especialmente si además como joven estuviese preocupado por el ambiente, tendría que obligatoriamente ser… “Con esos más de 1.000 millones de dólares que cada mes se regalan en nuestras estaciones de gasolina”.
Y ante eso consideren lo que hemos observado estudiantes universitarios hacer las últimas semanas.
Sin duda que lo más desfigurado fue ese increíble acto del oficialismo donde jóvenes le rendían un culto a la personalidad del cacique de turno… quien repartía empleos por aquí y por allá como cualquier Evita argentina repartía sus limosnas… murmurando no estar seguro que había necesidad laboral cónsona con la educación impartida, cual sugiriendo cambios de carrera antes de iniciar carreras.
Pero, igualmente necesito decir que una huelga de jóvenes no oficialistas, solicitando un “reparto digno” del tipo pa´ mí, la cual podría estar aupada por aspirantes a repartidores de resultas petroleras, desfiguraron lo honroso de otra reciente huelga de hambre, con la cual jóvenes presionaban por la liberación de presos políticos.