En Venezuela el Estado recibe más del 97 por ciento del ingreso de todas las exportaciones del país, y por lo tanto su gestión está lejísimo de deberse a los impuestos pagados por los contribuyentes. En un país tal, más que un presidente, lo que hay es un cacique.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, ante nada prometería que durante mi administración haría todo lo posible para que el próximo a juramentarse, el próximo 10 de enero de turno, pueda hacerlo como un presidente consciente de que su gobierno, ante nada, se debe a las contribuciones pagadas por los ciudadanos, quienes son sus verdaderos mandatarios.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, les indicaría que se acabó lo del Estado ser el único sembrador de nuestras resultas petroleras y que haré todo lo posible para permitirle a los ciudadanos venezolanos aprender a sembrarlas, sembrando cada quien toda o una parte de sus propias resultas.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, le prometería que cuando un presidente se juramente, el próximo 10 de enero de turno, éste conocerá exactamente sobre la situación económica del país. Mi gobierno administrará todo a la vista de todos, acabando con la insolencia y el irrespeto a los ciudadanos y al Congreso, que representa los fondenes, los controles cambiarios, los préstamos internacionales con cláusulas desconocidas y las demás marramuncias administrativas.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, les prometería regresar lo más pronto posible para, ante el hemiciclo entero, describirles la realidad del país que he encontrado y anunciarles algunas de las muy duras medidas que todos ya sabemos tendrán que tomarse para evitar aún peores consecuencias.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, ya les anunciaría que el país, por la vía de la gasolina a precio regalado, le entrega a los compradores de gasolina un valor superior a lo gastado en todas las demás misiones juntas... y eso no solo es asqueroso desde la perspectiva de la justicia social, sino además una aberración total de las señales económicas necesarias para que los recursos se orienten eficientemente, para el bien de la economía. Y así que, esa gasolina regalada, pues ¡se acabó! Y si no les gusta, pues que vayan preparando el golpe que me van a dar, puesto que yo jamás he tenido un interés en ser un cacique de Venezuela, de aquellos más interesados en honrarse a sí mismo; sino solo en ayudar a que mi país pueda ser gobernado por un presidente interesado en honrar a todos los ciudadanos... votaron o no votaron por él.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, les anunciaría que le pediría a una comisión que elija una fecha adecuada, para designar ésta formalmente como el Día Nacional del Petróleo. El hecho que no celebremos agradeciendo de lo que dependemos para generar los recursos que hoy nos permiten tanto el comer como el limpiarnos atrás, es una inmensa insolencia nacional.
Este 10 de enero, de estar juramentándome como cacique de Venezuela, les anunciaría a los políticos y aprovechadores, los de la tribu quítate-tú-pa-ponerme-yo, y todos quienes temen perder su manguangua petrolera, que mi intención es justamente el de quitárselas, así que, de nuevo, si me van a dar un golpe, pues ¡dénmelo ya!
Dios bendiga a nuestra Venezuela. Feliz 10 de enero 2013 y muchísimos mejores 10 de enero venideros.