Orimulsión vs. torre del terror
Esta semana la televisión reportó sobre un pequeño incidente en una de las atracciones de los parques de diversión de Florida (Tower of Terror) cuyas causas se están investigando. Algunos usuarios aparentemente sufrieron heridas menores, sin embargo, dudamos que esto reduzca el publico atraído por este tipo de recreación.
Imagínense la existencia en Venezuela de algunos dueños de parques de diversión que, molestos por la competencia de Florida y con el objetivo de formar un movimiento de apoyo, reclutan y seducen a un grupo de madres que todas sufren de ansiedad patológica. Imagínense a éste agresivo y vociferoso Grupo de Opinión exigir que las autoridades del Distrito Federal prohiban a los niños, viajar a los parques de la Florida.
Lo absurdo y pequeño del accidente, las protestas de Florida, las protestas de los niños todo haría imposible pensar que el Decreto de la Prohibición fuese aprobado.
No obstante si se nos permite suponer que: a.- existen otros parques tan buenos como los de la Florida "¡Mami, podemos ir a Disney en Francia!", b.- que a los administradores de los parques de la Florida no les importe mucho, "con menos visitantes trabajamos mas cómodos"; y c.- ni se solicita ni se recibe el apoyo de los ciudadanos de la Florida, entonces y de pronto, las posibilidades del Decreto no se ven tan remotas.
"Muchachos, aún cuando tengo familia en la Florida y les puede causar daño, como esto a nadie le importa, aprobemos la Prohibición, por lo menos así nos sacarnos estos locos gritones de encima".
De manera algo similar fué que el estado de Florida prohibió el uso de la Orimulsión. La Orimulsión que tanto significado tiene para Venezuela. Para una Venezuela que hoy necesita de cualquier ayuda que pueda recibir. Pero, para una Venezuela donde esto, aparentemente no le importa un comino. Para una Venezuela donde tomamos jugo de naranja de la Florida y leemos que de forma simultánea “las transferencias de divisas a Florida crecieron 400%.
Esta semana nos visita en Caracas una misión comercial proveniente de Florida. Su finalidad es la de vendernos productos y oportunidades de inversión. Ni un candidato o miembro del gobierno, ni una organización empresarial o sindical, ni un directivo, ejecutivo o empleado de PDVSA, ni un parlamentario, ni un universitario, nadie, probablemente nadie usará la ocasión para por lo menos indicar que estamos perjudicados y molestos por la decisión sobre la Orimulsión.
Nos debería dar vergüenza a todos. Si en Venezuela hubiese que elegir un dicho popular que fuese conocido y aplicado por todo nuestro pueblo, probablemente sería "el que no llora no mama". Aparentemente no lo usamos fuera de nuestras fronteras.
Durante largo tiempo he sostenido que uno de los principales problemas que tiene Venezuela para correctamente adaptar las políticas económicas de moda, tales como la de la apertura comercial, es que la gran mayoría de nuestros dirigentes económicos, del sector público y privado son conversos muy recientes. Como originalmente ellos mantenían otros puntos de vista y hoy les da pánico que alguien los reconozca en sus nuevas vestimentas, sostienen y aplican sus dogmas con el fervor que de vez en cuando podemos detectar en un nuevo rico, deseoso por el reconocimiento del "establishment" o en un creyente recientemente sometido a un llamado inspirador.
La verdad es que la globalización y la apertura comercial no disminuye en nada la necesidad de agruparse alrededor del concepto de nación para meditar y negociar las estrategias económicas convenientes para el país. Todo lo contrario. Antes con fronteras cerradas, con aranceles y prohibiciones de importación general, esto no importaba mucho. Hoy, con fronteras abiertas, es que de verdad necesitamos de inteligencia, voluntad y astucia, para evitar que el “mundo nos coma vivos”.
Yo no soy ni nunca he sido proteccionista. No obstante no me temblaría el pulso o la conciencia intelectual si al negociar por parte de Venezuela tuviese que recurrir un poco mas a la hipocresía. A esa hipocresía que todos los países aplican con maestría pero que Venezuela aparentemente considera de mal gusto.
Lo que si me resultaría difícil o casi imposible sería el de negociar a nombre de nuestro país sin poder, de forma concreta y como apoyo, hacer referencia a una voluntad, un clamor y una verdadera exigencia nacional. En otras palabras sin el apoyo de una buena y exportable lloradera colectiva. ¡Globalizemos el llantén!
Hablar de parques de diversiones me recordó una pagina completa que vi en un diario hace menos de una semana. En ella se describía un país que a diferencia del rojo deficitario sufrido por Venezuela era iluminado por un “azul; color del superávit”. Un país con recursos para generar microempresas (otorgados por “vías mas expeditas que los de Corpoindustria”) un país con recursos para cuidar el medio ambiente, desarrollar hospitales. Un país bello donde se “busca impulsar una nueva relación con la sociedad” estableciendo de manera espléndida “un motor de la inversión social, sin sustituir las responsabilidades de la comunidad y de ningún ente público y privado”.
En ése país, PDV-Land, y a juzgar por los “resultados”, deben haber perfeccionado el arte de la lloradera. ¿Como hace uno para conseguir una visa? ¡Todos necesitamos un curso en el CIED! ¡Así no habrá quien se atreva prohibir la Orimulsión!
Publicado en Economía Hoy el 22 de Septiembre de 1998
Imagínense la existencia en Venezuela de algunos dueños de parques de diversión que, molestos por la competencia de Florida y con el objetivo de formar un movimiento de apoyo, reclutan y seducen a un grupo de madres que todas sufren de ansiedad patológica. Imagínense a éste agresivo y vociferoso Grupo de Opinión exigir que las autoridades del Distrito Federal prohiban a los niños, viajar a los parques de la Florida.
Lo absurdo y pequeño del accidente, las protestas de Florida, las protestas de los niños todo haría imposible pensar que el Decreto de la Prohibición fuese aprobado.
No obstante si se nos permite suponer que: a.- existen otros parques tan buenos como los de la Florida "¡Mami, podemos ir a Disney en Francia!", b.- que a los administradores de los parques de la Florida no les importe mucho, "con menos visitantes trabajamos mas cómodos"; y c.- ni se solicita ni se recibe el apoyo de los ciudadanos de la Florida, entonces y de pronto, las posibilidades del Decreto no se ven tan remotas.
"Muchachos, aún cuando tengo familia en la Florida y les puede causar daño, como esto a nadie le importa, aprobemos la Prohibición, por lo menos así nos sacarnos estos locos gritones de encima".
De manera algo similar fué que el estado de Florida prohibió el uso de la Orimulsión. La Orimulsión que tanto significado tiene para Venezuela. Para una Venezuela que hoy necesita de cualquier ayuda que pueda recibir. Pero, para una Venezuela donde esto, aparentemente no le importa un comino. Para una Venezuela donde tomamos jugo de naranja de la Florida y leemos que de forma simultánea “las transferencias de divisas a Florida crecieron 400%.
Esta semana nos visita en Caracas una misión comercial proveniente de Florida. Su finalidad es la de vendernos productos y oportunidades de inversión. Ni un candidato o miembro del gobierno, ni una organización empresarial o sindical, ni un directivo, ejecutivo o empleado de PDVSA, ni un parlamentario, ni un universitario, nadie, probablemente nadie usará la ocasión para por lo menos indicar que estamos perjudicados y molestos por la decisión sobre la Orimulsión.
Nos debería dar vergüenza a todos. Si en Venezuela hubiese que elegir un dicho popular que fuese conocido y aplicado por todo nuestro pueblo, probablemente sería "el que no llora no mama". Aparentemente no lo usamos fuera de nuestras fronteras.
Durante largo tiempo he sostenido que uno de los principales problemas que tiene Venezuela para correctamente adaptar las políticas económicas de moda, tales como la de la apertura comercial, es que la gran mayoría de nuestros dirigentes económicos, del sector público y privado son conversos muy recientes. Como originalmente ellos mantenían otros puntos de vista y hoy les da pánico que alguien los reconozca en sus nuevas vestimentas, sostienen y aplican sus dogmas con el fervor que de vez en cuando podemos detectar en un nuevo rico, deseoso por el reconocimiento del "establishment" o en un creyente recientemente sometido a un llamado inspirador.
La verdad es que la globalización y la apertura comercial no disminuye en nada la necesidad de agruparse alrededor del concepto de nación para meditar y negociar las estrategias económicas convenientes para el país. Todo lo contrario. Antes con fronteras cerradas, con aranceles y prohibiciones de importación general, esto no importaba mucho. Hoy, con fronteras abiertas, es que de verdad necesitamos de inteligencia, voluntad y astucia, para evitar que el “mundo nos coma vivos”.
Yo no soy ni nunca he sido proteccionista. No obstante no me temblaría el pulso o la conciencia intelectual si al negociar por parte de Venezuela tuviese que recurrir un poco mas a la hipocresía. A esa hipocresía que todos los países aplican con maestría pero que Venezuela aparentemente considera de mal gusto.
Lo que si me resultaría difícil o casi imposible sería el de negociar a nombre de nuestro país sin poder, de forma concreta y como apoyo, hacer referencia a una voluntad, un clamor y una verdadera exigencia nacional. En otras palabras sin el apoyo de una buena y exportable lloradera colectiva. ¡Globalizemos el llantén!
Hablar de parques de diversiones me recordó una pagina completa que vi en un diario hace menos de una semana. En ella se describía un país que a diferencia del rojo deficitario sufrido por Venezuela era iluminado por un “azul; color del superávit”. Un país con recursos para generar microempresas (otorgados por “vías mas expeditas que los de Corpoindustria”) un país con recursos para cuidar el medio ambiente, desarrollar hospitales. Un país bello donde se “busca impulsar una nueva relación con la sociedad” estableciendo de manera espléndida “un motor de la inversión social, sin sustituir las responsabilidades de la comunidad y de ningún ente público y privado”.
En ése país, PDV-Land, y a juzgar por los “resultados”, deben haber perfeccionado el arte de la lloradera. ¿Como hace uno para conseguir una visa? ¡Todos necesitamos un curso en el CIED! ¡Así no habrá quien se atreva prohibir la Orimulsión!
Publicado en Economía Hoy el 22 de Septiembre de 1998