3 de diciembre de 1999

The world's real petro-pirates!

When, as a citizen of an oil producing country, Venezuela, I see oil being valued by the market at US$ 150, and we only receive about US$ 20, I believe that I have the right to feel a bit let down by all those who promised us a rose garden if we duly signed up on all the international commercial agreements peddled by GATT; and lately by the World Trade Organization WTO. What do I mean?

From one barrel of oil, one can approximately and simultaneously obtain 84 liters of gasoline, 12 of jet fuel, 36 of gas oil, 16 of lubricants and 12 of heavy residues. In Britain today, educated consumers are paying (voluntarily and out of their own pockets) US$ 1.38 per liter of gasoline (sorry, petrol) using the traditional way of establishing a product's value. Even if we just consider the gasoline, we obtain a value of about US$ 116 per barrel of oil and then by adding the rest of the products, we should be close to US$ 150 since refining and distribution costs are fairly small.

I am well aware that the value US$ 150 is achieved by the taxman forcing himself in at the point of sale of gasoline, as an extremely expensive middleman, keeping 85% of the gross. But, was this not exactly the things that world governments agreed not to do, in order to foster free trade and growth ... and that which we believed when we signed up on all those reductions of protectionist duties, accepting to lend the developed world a hand, collecting, their pretensions of royalties for intellectual property rights?

Today's result is therefore that, when an oil producing country is selling it's non-renewable and scarce resource to the world, it's only getting a fraction of the real value.

The hurt and pain I feel at seeing so much poverty in my country, that could be alleviated by just a little bit more of justice by the developed consumer countries themselves, is made worse by adding salt to the wound in many ways.

Their bankers sold us on the idea, in the mid-seventies, that oil was going to increase in value, and therefore that we could calmly take on the responsibility for servicing a huge country debt ... they never told us that all the increase in the value of oil, which has actually occurred since then, was going to be confiscated by their taxmen.

We producers were, and still are, the remaining scapegoat for all inflationary pressures derived from any price increase in gasoline and other derivatives ... even when these were just the result of higher taxes.

We oil producers were, and still are, branded as the most wanted criminal in environmental issues when, in fact, we are the ones paying 100% of the cost of all the protection plans that through their taxes reduce world demand for oil.

Today we hear of even higher future oil taxes when Germany (for example) announces a plan of annual increases as a way to reduce their workers' social security payments and discriminate against us by not taxing coal and other energy sources.

For what it's worth, I would like to remind the developed world in good conscience that, when you're giving generous assistance to the under-developed world, much of it is with money properly belonging to the oil producing nations.

When I see the suffering of my more destitute fellow countrymen I blame myself, I blame all those lousy governments we have had ... but I also rightly blame the taxmen in the consumer countries, who are the true petropirates of the world.

In the Daily Journal, Caracas, December 3, 1999
 



30 de noviembre de 1999

No, no y no... en Seattle

Desde finales de 1997, yo y algunos otros pocos economistas hemos venido rogando públicamente y casi de rodillas que no se permita aumentar más la brecha entre el valor del bolívar, como divisa, y su valor como reflejo de paridad de compra. El mesianismo que predica el frenar la inflación, al costo que sea, resultó mas convincente y hoy enfrentamos una brecha cuya magnitud es tan grande, que temblamos ante las posibles consecuencias de su super-ajuste.
Aceptando que la fortaleza del bolívar de hoy también se basa en los recientes aumentos reales de los ingresos petroleros, así como en la recesión que de por sí contrae las importaciones, no resulta fácil recetar una macro-devaluación forzada, casi anti-natura, aún cuando la actual emergencia nacional, con su alto y creciente desempleo, pudiese justificar medidas heroicas.
En tales circunstancias no es ilógico especular sobre las posibilidades de medidas de corte proteccionista, transitorias, tales como aumentar aranceles, limitar importaciones y gravar con impuestos prohibitivos a, por ejemplo, los servicios profesionales efectuados por extranjeros no residentes. 
Por cuanto este tipo de medidas son contrarias a las actuales políticas de salón, calificables como de poco gentleman o pas comme il faut, en Venezuela, donde nos deleitamos en ser mas papistas que el Papa, cuesta mucho asomarlas al debate público. Si observamos lo que pasa en el mundo, no debería ser así.
La semana pasada leí un escrito del francés Jacques Attali, quien fue presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, ente que, entre otras responsabilidades, estaba encargado de venderle a Europa Oriental las ventajas y bendiciones que se derivan de una apertura comercial. El artículo me dejó atónito y, asegurándoles que no son simples citas fuera de contexto, les transcribo algunas de las frases del artículo.
El Sr. Attali dice: "La amenaza de la Ronda del Milenio para Europa es una batalla de magnitud totalmente diferente a la de anteriores disputas comerciales. Si no nos cuidamos contra el dominio de América en las nuevas tecnologías de telecomunicaciones y de su poder virtual sobre las imágenes, íconos e información globales, causará un caos para los intereses de Europa. …"
"En lenguaje claro, la liberalización significaría que todas las compañías del extranjero tendrían las mismas ventajas y los mismos subsidios que los productores nacionales. Esto se aplicaría a los servicios comerciales, hoteles, telecomunicaciones, bancos, obras públicas, obras editoriales, servicios de recreación y cultura, transporte, educación y servicio para la salud. Necesitamos considerar cuidadosamente las consecuencias. No sólo llevaría esto a la desregulación y privatización obligatoria de todos los servicios públicos, sin importar lo que hubiesen decidido los ciudadanos de ese país, sino también la desaparición de muchos instrumentos de la soberanía nacional. …."
"Lo que hay en juego es decididamente mucho más profundo que una guerra comercial. A diferencia del comercio internacional en bienes de manufactura, la liberación sin límite de los servicios puede significar el fin de las naciones y de la democracia". Termino las citas.
Si alguien en Venezuela se hubiese atrevido a escribir lo anterior hubiese sido acusado de retrógrado, ignorante, traidor a su clase y no sé de qué más. Sólo la última frase, la que coloca la apertura de mercados en abierto conflicto con la democracia, sería suficiente para expulsar, por extremista, a cualquiera de nuestros actuales constituyentes.
¿Qué debemos concluir de lo anterior? Ante nada, y así consideremos al Sr. Attali loco, lo primordial es que debemos estar claros que, como país, no tenemos el derecho a tomar a la ligera nuestras negociaciones y participación en la ronda del Milenio.
A Seattle va todo el mundo a defender a capa y espada sus derechos. Otro francés, un agricultor radical llamado Bové quien, según la revista Newsweek, estuvo preso tres semanas por destruir un local de McDonalds como protesta ante la política comercial de Estados Unidos, recibió el mismo día de su liberación, las credenciales oficiales para atender las reuniones en Seattle.
Si Francia, un país desarrollado, un país con un inmenso proteccionismo agrícola, un país que participa en privatizaciones en todo el mundo, pero que mantiene un control estatal sobre la mayoría de sus propios servicios públicos, un país que aplica una política similar al dos por uno en toda su programación de radio y televisión, en resumen, un país pecador y aprovechador de los actuales tratados comerciales, se siente en el derecho y el deber de ir a defenderse en Seattle, qué no debería hacer un país como Venezuela.
Venezuela, respondiendo al llamado que se le hizo para colaborar con el crecimiento económico mundial, sobre la base de la apertura comercial, cumplió. Con Venezuela, el mundo ha incumplido de manera vergonzosa. Los impuestos que los países consumidores, de manera discriminatoria aplican a los derivados del petróleo, tal como la gasolina, y que a veces han llegado a ser hasta el 800% de lo que percibe el productor, son causa directa de que el país obtenga sólo una fracción del ingreso petrolero, que le debería corresponder en virtud del verdadero valor que el consumidor le ha asignado al petróleo 
Sin meterme en el fondo del debate, de sólo pensar en la energía que, por un lado, habrán de invertir los del SI y los del NO en el duelo del 15 de Diciembre, mientras que, por el otro lado, existe una total indiferencia del país con respecto a las reuniones en Seattle, que se inician hoy y donde se encuentra nuestro verdadero campo de batalla, se me hace un nudo en la garganta.


19 de octubre de 1999

El Manifiesto Petropolitano.

El Manifiesto Petropolitano.
Somos un país petrolero, pero algún día dejaremos de serlo. Interpretar que el “sembrar el petróleo” signifique el tener que transitar de manera anticipada de una economía a otra, aplicando un modelo económico y desarrollando actividades económicas ajenas a una realidad petrolera, es equivocado y constituye la perfecta escusa para la desidia del hoy. 
Este mes, en Inglaterra, con el petróleo a más de US$ 20 por barril, el consumidor debe pagar Bs. 820 por litro de gasolina normal, del cual el distribuidor recibe Bs. 31, el productor, quien sacrifica un activo no renovable obtiene unos míseros Bs. 117, mientras que el Fisco inglés cobra unos impuestos confiscatorios de Bs. 672. De hecho, lo cobrado por el Fisco, al ser comparado con lo recibido por el productor, indica la existencia de algo similar a un arancel comercial que ronda los 600%.
Igual ocurre en Alemania, Japón, España, etc. Los impuestos, que los países consumidores aplican a los derivados del petróleo, implican para ellos sólo una redistribución de su ingreso nacional, mientras que, por sus efectos negativos en la demanda y en los precios del petróleo, originan una verdadera reducción del ingreso nacional de los países productores.
Los obscenos niveles en que dichos impuestos se sitúan hoy en la mayor parte del mundo, con la amenaza de ser cada día mayores, constituyen una guerra comercial declarada a los intereses económicos de Venezuela. El que nuestro país no proteste por ello, como tampoco protestó por la prohibición del uso de la Orimulsión en la Florida, es indicativo de una falta de voluntad y conciencia nacional, sin la cual, con o sin petróleo, no somos nada.
La histórica indiferencia de las autoridades (Gobierno y PDVSA) ante el problema señalado, originó la formación del movimiento PETROPOLITANO. Sus actividades se nutren de una serie de creencias, no inscritas en piedras, sino basadas en la continua interpretación que hacen sus miembros sobre los mejores intereses del país, que resumimos a continuación:
1. Los Petropolitanos creemos que la verdadera “siembra del petróleo” debe significar la siembra, en el corazón de los venezolanos, de la voluntad de defender, con orgullo y responsabilidad, sus intereses reales, que en esencia son y seguirán siéndolo por varias décadas, sus intereses petroleros. 
2. El valor de un bien se calcula en función del precio, que el consumidor final está dispuesto a pagar. De allí que la diferencia entre lo que hoy paga el consumidor mundial de gasolina y lo poco que el productor recibe, evidencian, dentro del marco de los principios del libre comercio, la presencia de una estafa. 
3. Seguros de que en la unión está la fuerza y más aún en un mundo globalizado, apoyamos la permanencia de Venezuela en la OPEP. No obstante, exigimos que esa organización desarrolle nuevas y mejores defensas de sus intereses. El no combatir los impuestos y limitarse a reducir la producción, sólo garantizan su extinción. 
4. Objetamos cualquier inferencia a una relación absoluta y necesaria entre los ingresos petroleros y un modelo económico dispendioso. Los resultados obtenidos hasta la fecha no guardan relación alguna con un modelo rentista. Si hubiéramos aplicado un verdadero y responsable rentismo, viviendo de una porción de las rentas y no de los capitales, la historia sería otra y Venezuela estaría en una muy envidiosa situación económica. 
5. Rechazamos cualquier expresión despectiva, tal como “excremento del diablo”, que dificulta el surgimiento de un necesario sentimiento de respeto y agradecimiento por el petróleo, sin el cual resulta imposible administrar nuestras riquezas para el bien de las futuras generaciones.
6. Por cuanto sabemos que el petróleo es un activo no renovable del país, creemos que la defensa de su precio y valor debe ser el principal objetivo de nuestra industria y rechazamos el concepto de una maximización de los ingresos corrientes, que se fundamente en el maximizar los volúmenes de venta. 
7. Aún siendo evidente su propósito fiscalista, los impuestos petroleros se ocultan tras el manto de un "proteccionismo verde". Al mismo tiempo que afirmamos un compromiso para con la defensa del ambiente, rechazamos, por injusto, que los países productores deban cancelar el 100% de su costo.
8. El petróleo ciertamente no genera mucho empleo. No obstante, debemos evitar caer en modelos esquizofrénicos donde el pais, siendo petrolero, trata con angustias de no serlo, cometiendo errores cuya incidencia sobre la generación de empleo estable es aún más negativa.
9. Los resultados de los acuerdos internacionales firmados por el país durante las últimas décadas, no compensan el costo de tener que respetar las fuentes de rentas del mundo desarrollado, tales como marcas y patentes, sin que ellos respeten nuestro derecho a obtener la mayor parte de lo que corresponde a la valorización de nuestro activo petrolero.
10. En la defensa del petróleo, no es posible sustituir la importancia de una voluntad sólida del país, con la contratación de asesoría y cabildeo internacional. 
11. Hay Patriotas dispuestos a dar la vida para el caso de que un ente extranjero se adentre en nuestro país, con el fin de extraer barriles de petróleo. Los impuestos al petróleo aplicados por el mundo consumidor son, en esencia, una invasión similar. Es responsabilidad del Petropolitano informar de esto.



1 de octubre de 1999

Fightning for one's country

Today, debates of the “cross-fire” or “opposite poles” type in which participants each defend opposite or extreme positions are very popular. I recently had the opportunity to be present during one of these debates, live, between to prestigious personalities from a European country. In simplified form, one represented “one trend” (the right), the other represented “the other trend” (the left) and the debate was about “exactly the opposite” (the third way).

The debate, needless to say, was excellent. I enjoyed the intellectual capacities of the debaters, as well as the abilities in the art of debate both of them displayed. Taking advantage of the presence of such distinguished personalities, of the serious academic environment in which the debate took place and the invitation to ask questions, I took it upon myself to ask the following:

Gentlemen: It is well known that in the country you come from, a tax that is often above 800% is levied on the value of gasoline. This type of tax is without a doubt the main reason why our country does not perceive more income from its oil exports. As a citizen of an oil producing country, I ask how, in your opinion, and from the perspective of “exactly the opposite”, the existence of these taxes can be explained in the context of the commercial aperture that is being developed worldwide?

That was the end of “cross-fire” and “opposite poles”. My question immediately fused the opinions of the debaters into one, as if by chemical reaction, and both seemed liberated from any type of academic requirements. Almost in unison both responded something like: Boy! (I am almost 50 years old now, but the response was basically as if I was being treated as “Boy”). You should know that these taxes are imposed in order to reduce gasoline consumption and save the world’s environments from contamination. Additionally, you should be aware of the fact that your country’s main problem is that it is wholly dependant on oil and in this sense it should thank us for any help we can give you in order to reduce this dependence.

This response, the result of a solid defense of national interest over and above any ideological consideration, was for me a true lesson in the policy of economic development. It clearly indicated that any country that cannot rally its people to fight the commercial war, body to body, that globalization has initiated, is utterly and completely lost.

The taxes on oil based products that I have mentioned above are no small matter. According to information obtained for June, courtesy of the Petrol Retailer’s Association of the United Kingdom, a liter of gasoline was sold at the pump for the equivalent of Bs. 661. The distribution of this amount is basically as follows: Bs. 47 (7%) for the distributor, Bs. 68 (11%) for the producer and Bs. 552 (83%) for the British tax authorities.

The taxes apparently have no limit. Governments such as the United Kingdom and Germany have recently formally approved future increases. The Sunday Telegraph of the 29th of August estimates that the gallon of gasoline in England in the year 2010 will be sold at £ 6.90, which is equivalent to Bs. 1,800 per liter. Out of this amount, the producer and the distributor must divide 10% since the taxman intends to keep about 90%.

There is no doubt that should these taxes not exist, Venezuela would today be selling more oil at better prices. There is also no doubt that these taxes represent a major threat to the future of our oil industry. In this sense, the problem should be one of national interest.

Not withstanding the above, there has been an absolute absence of formal protest in Venezuela. What is worse, only a tiny fraction of its citizens are aware of the problem. Worse still, the majority of those that work in the oil industry or that are experts therein, express surprise when confronted with the magnitude of these taxes.

Prices of oil have recently risen. These increases are historically very modest. The European press, however, is full of attacks on the “bad boys” of the OPEC. In The Observer of the 5th of September in England I read that the fault was attributed to “a number of far-flung dictatorships (and the odd democracy)….”, and the fact that OPEC had reduced its production somewhat “alarmed when the price of oil fell to its lowest level in 25 years and their petrol-addicted economies were suffering”.

In Venezuela, we see nothing in the way of response in the sense that the real “petrol-addicted” entities are the fiscal authorities of consumer nations. Our dailies basically limit themselves to reproducing articles that reflect preoccupation with possible inflationary pressures, making the uninformed Venezuelan feel like he is at fault for potential world crises.

It is high time that Venezuela begins to defend itself in a globalized world. For me, the negative effect to the country of having part of the value of our non-renewable assets commandeered by the taxmen in consumer nations is exactly as the same as if guerillas from a neighboring country come across the border and carry away a few barrels. Why do all our patriots have blinders on?

In the Daily Journal, Caracas, October 1, 1999

24 de septiembre de 1999

Close to crying "Yankee go Home"

I am a Venezuelan of European background and was born a few years after the end of World War II. I grew up under the influence of Audie Murphy movies and comic strips that extolled the valor and sacrifice of American soldiers in their efforts to save Europe from the clutches of fascism. As an adolescent, although against the Vietnam War, my little piece of American heart prevented me from participating in public protests outside the US Embassy, and even more so from flag burning.

However as I am nearing my fiftieth birthday, I suddenly have an incredible urge to yell “Yankee Go Home”. This occurred most recently when I read another of Rowan's articles, in this case blasting away at the latest changes implemented at PDVSA.

Theoretically, had we successfully arrived at the end of the opening of the oil industry, the recent cuts in production, which have had such positive effects over the last few months, would have been impossible to execute since the private sector would have to be compensated. The oil opening per se implied a departure, albeit clandestine, from OPEC. Since I have never been convinced that OPEC was losing relevance, I publicly opposed this oil opening policy, asking that its implications be democratically discussed.

I also considered that the Venezuelan oil industry benefited from being divided into several different entities. Even though this evidently represented additional costs, it was a good way of achieving mutual and cross supervision by experts in the industry. Therefore, when we were sold a restructuring based on supposed and overestimated savings (an annual figure of US$ 2 billion was brazenly bandied about) and which simply implied a total centralization of power, I loudly cried foul.

We were told that due to the lack of internal resources it was necessary to invite foreign capital to participate in the development of basic activities such as exploration and production. Soon after, as if by magic, resources suddenly appeared tand were quickly invested in the “strategic” but very poorly explained building of gasoline stations that could also sell fast food. I felt misled and publicly informed PDVSA that the risk of Kuwait building a gas station in Las Mercedes in Caracas in order to compete directly and sell its ultra-light gasoline to the local market was really very slight.

I also protested, and continue to do so, when PDVSA, in the face of an upward trend in outsourcing of services, created the CIED in order to sell seminars and courses to captive clients. I protested and continue to protest when PDVSA, without much explanation, used an inmense amount of resources to finance studies of commercial ports in rivers in the eastern part of the country, for example.

The President of PDVSA should occupy his post as if he were a soldier on a battlefield on a sacred national mission. It wrenched my soul to see how he thinks he is a General Patton instead, and finds his way onto an entire page of the Wall Street Journal as Executive of the Year. Perhaps it should have been Entrepreneur of the Year.

Three years ago, as I traveled in the interior of the country, I observed how high interest rates, new taxes and a foreign exchange policy that in real terms strongly revalued the national currency were taking the country on a wild ride towards recession. At that point, while expressing my anguish at the possibility of a permanent loss of jobs, the then President of PDVSA, as if he were any common politician on TV, happily informed whoever would listen, that Venezuela was "condemned to success”. I almost cried with rage.

Last week, Rowan wrote that PDVSA’s ex-President, Luis Giusti, had produced a bonus of US$ 2.3 billion for the state with the oil opening - as if this were not simply the fruit of oil income perceived in advance, unfortunately already frittered away.

Rowan wrote: “Giusti’s strategy was brilliant. From a national perspective, Giusti was a patriot”. With respect to the recent changes at PDVSA, he wrote: “The development of this country has just been set back twenty years. The only institution in active transition to modernization, professionalism and meritocracy in Venezuela has been sacked. It’s been vandalized, ruined by ideologues from a Dark Age”.

I recently registered a NGO called Petropolitan, and through it I am fighting against the taxes on oil products imposed by a majority of the oil consuming countries of the world. These charges prevent oil-producing countries from receiving what they should rightly be receiving from the sale of their non-renewable resources.

The real value of an item of goods is normally measured at the consumer level, and in this sense the average value of a barrel of oil in the world might have already surpassed US$ 100. Of that value, up to a few months ago, the producer only received US$ 10, and today still has to settle for a meager US$ 20. I hope that someday when the absurd confiscation by taxmen in the developed world is eliminated, they will receive, say US$ 40 or more. If this defense of what is rightly ours classifies me in Rowan’s world as being one of the ideologues of the Dark Ages, then that is exactly what I am, and am proud of being so.

Daily Journal, Caracas, September 24, 1999

21 de septiembre de 1999

La ausencia del quid-pro-quo en el mantener el status quo

La ausencia del quid-pro-quo en el mantener el status quo 
Una inmensa porción de todo el ordenamiento jurídico económico, que hoy día rige el comercio internacional, se encuentra dirigida a garantizar los derechos de la propiedad intelectual, sean éstos marcas, patentes o de otra índole.
En principio, no hay nada malo con lo anterior, pues suena lógico y justo que quien con trabajo haya logrado generar los valores, que tales bienes intelectuales representan, ciertamente debería ver compensado sus esfuerzos. De seguro, el mundo también habrá de verse beneficiado por todas las mejoras o satisfacciones que de ahí se deriven.
No obstante, debemos recordar que hoy la propiedad intelectual no se refiere, tanto a las creaciones individuales de un Benjamin Franklin, un Shakespeare o un Mozart, sino más bien representan, en su mayoría, propiedades corporativas, resultados de esfuerzos que han requerido de un gigantesco pool de conocimientos dominados, grandes técnicas de coordinación, inmensos capitales y un tremendo poder de difusión. En tal sentido, cuando hablamos de derechos de propiedad intelectual en verdad estamos hablando del derecho económico del status-quo.
Que el derecho económico del status-quo impere, no tiene nada de novedoso y mucho menos estoy buscando replantear un debate en términos ya superados, como los del Norte-Sur. Lo que sí me atrevo a preguntar es si un país como Venezuela ha logrado negociar un quid-pro-quo razonable, que le justifique firmar convenios internacionales, que sin duda son de mayor interés para el mundo ya desarrollado.
Para empezar, creo que la historia económica está llena de ejemplos, que demuestran la validez de la pillería como elemento de desarrollo. Un país que se encuentra en los peldaños inferiores de su desarrollo económico y que puede derivar beneficios de robar y copiar buenas ideas o marcas, no necesariamente debería renunciar formalmente a tal opción, sin nada a cambio. 
Como ejemplo, veamos el caso de un buen padre de familia, que no tiene con qué comprarle unos jeans Calvin Klein originales a su hijo, pero que sabe que con una copia puede satisfacerle. Si la copia cuesta la quinta parte del precio original, de verdad, pocos de nosotros vacilaríamos en recomendarle, en términos criollos, que “le eche pichón”. Por supuesto, en este sentido debemos recordar, que tampoco fue invento del padre, introducir en la televisión de su hogar, la campaña pro Calvin Klein.
Si en el ejemplo anterior, en vez de pantalones estuviésemos hablando de medicinas vitales, el argumento antes indicado sería aún más contundente.
Tampoco es fácil que, a corto plazo, Venezuela pueda generar sus Bill Gates criollos pero, probablemente, de lograrlo, le sería casi imposible evitar que éstos vendan sus inventos a los capitales del mundo desarrollado y hasta se muden del país. En fin, las perspectivas de que Venezuela logre equilibrar la balanza de comercio intelectual, se vislumbran como pobres.
En los Estados Unidos hoy trabajan dos millones de salvadoreños y un millón de guatemaltecos, quienes le producen a sus países de origen, mediante remesas familiares, ingresos que superan lo obtenido por la exportación de café. No es mi intención discutir lo negociado por otros países pero, de pronto, El Salvador y Guatemala tienen un quid-pro-quo que les satisface. 
En el caso de Venezuela, nuestros negociadores internacionales parecen haberse dejado convencer por los bellos cuadros, que les han pintado de una Venezuela próspera sobre las bases del turismo, la agricultura, la industria y servicios. A mí, esto no me convence. Como mínimo y antes de seguir discutiendo, Venezuela debería exigir que a su principal producto de exportación, el petróleo, que es su ventaja comparativa por excelencia, se le dé un tratamiento justo. 
Hoy, los gobiernos de la casi todos los países del mundo desarrollado, han decidido utilizar al petróleo y sus derivados como un vehículo para cobrar impuestos. Por ejemplo, en Europa durante este año hubo ocasiones donde si bien al consumidor se le cobraban Bs. 661 por litro de gasolina, sin embargo, al productor, aquél que tuvo que vender un activo no renovable, sólo se le entregaban unos míseros Bs. 68, apenas un 10% del precio. El distribuidor, por su parte, recibía 42 Bs. (un razonable 6%), mientras que el Fisco Europeo confiscaba Bs. 552, un obsceno 84%.
Los Bs.552 cobrados por el Fisco, al compararse con los Bs. 68 recibidos por el productor equivalen, para todos los fines prácticos, a un arancel comercial superior al 800%. Sin duda, de no aplicarse estos impuestos, el productor petrolero sencillamente vendería más petróleo a mejores precios. Para Venezuela, esto pudiera fácilmente significar más de US$ 15.000 millones anuales. ¡En menos de dos años pagaríamos la deuda externa total!
Hay que ver lo que en Venezuela habría que trabajar para generar vía el turismo, la agricultura, la industria y los servicios, un monto similar al antes mencionado. Y que no vengan con el cuento de que todo es para salvar a Venezuela de un amoral rentismo. La protección de la propiedad intelectual tiene el mismo origen, el defender la renta.
No hay derecho que Venezuela coopere, sin pelear, en remunerar los bienes intelectuales, fruto de ideas renovables, cuando a ella se le reconoce sólo una fracción del valor de sus activos no renovables. Por favor, antes de que sólo nos quede la opción de negociar unos cuantos millones de visas de trabajo en el extranjero a favor de nuestros ciudadanos .... ¡Vuelvan caras!


10 de agosto de 1999

La economía en época constituyente

La economía en época constituyente
Como de todos es sabido estamos en los inicios del período de gestación de nuestra nueva Constitución. De decidirse incluir consideraciones económicas dentro de la misma, pienso que probablemente algún economista podría aventurarse a proponer la consideración del siguienteArtículo Único:
“De la economía: Por obra de la Providencia, Venezuela es, ante nada, un país petrolero, responsable de maximizar los ingresos provenientes de la venta de tales activos y de asegurar que tales proventos sean correctamente utilizados para el bien de la Nación y de las futuras generaciones de venezolanos.”
Al analizar el texto anterior, los constituyentistas probablemente sólo acogerían lo relativo a la correcta utilización de los ingresos. Desgraciadamente, la identificación de Venezuela como un país petrolero, responsabilizado de maximizar los ingresos que de ahí se deriven, quizás sea considerada hasta como una impertinencia del economista. ¿Por qué? Simplemente porque en Venezuela sufrimos de esquizofrenia económica.
Tenemos un país que vive del petróleo, en donde, si hubiera mayor coherencia y voluntad para defenderlo, los venezolanos podríamos hasta vivir como reyes del petróleo. No obstante, todo discurso político y económico actual, que se respete, incluye una obligada referencia a la necesidad de liberarnos del yugo de la dependencia petrolera.
Mientras persista tal confusión, es muy difícil para Venezuela definir un rumbo que le permita un desarrollo económico. En tal sentido, el país actúa mucho como un bailarín superdotado, que abandona su sueño artístico, por una carrera profesional mediocre, al dejarse convencer de que el baile es sólo para los del otro lado.
Sostengo que la función primordial de una ANC, al redactar una nueva Carta Magna, debe se la fijación de límites de actuación a los administradores de la Constitución, es decir, a los políticos. No obstante, deseo significar que el propio proceso constituyente nos brinda una oportunidad única para reflexionar sobre la naturaleza real del país y, en especial, sobre su naturaleza económica.
En tal sentido, de sugerirse incluir la calificación de "Bolivariana" a nuestra Nación, con las buenas intenciones de fortalecer el tan necesario sentido de Patria, yo igualmente me considero con el derecho de proponer que constitucionalmente se le reconozca a Venezuela su condición de Nación Petrolera. Si es difícil lograr crear un sentido de Patria en un mundo globalizado, más aún lo es lograr generar un crecimiento económico en un país que ignora o hasta se avergüenza de su principal recurso.
Para los que consideren que estoy exagerando, someto a su consideración la siguiente lista de hechos: 
Nadie protestó cuando Florida, principal receptor de nuestro dispendioso gasto, prohibió sin razón el uso de la Orimulsión.
Tampoco se protesta cuando en Europa de los 100 que se le cobran al consumidor por la gasolina, el Fisco de allá confisca 85, el distribuidor cobra 5 y al productor, aquél que vendió un activo no renovable, sólo le quedan 10. 
Nuestros intelectuales, en lugar de sembrar un sentido de agradecimiento por el petróleo, que estimule al pueblo a exigir una rendición de cuentas por su buen uso, llegan hasta el extremo de calificarlo como "excremento del diablo". 
Nadie arrugó la frente cuando se inició la apertura petrolera, otorgándose acceso a la crucial área de extracción, por una supuesta falta de recursos y luego aparecieron mágicamente fondos para invertir en insignificantes gasolineras.
Qué poco se cuestionó que esa apertura reduciría la capacidad del país para limitar su producción petrolera y consiguientemente su poder geopolítico.
Hay días festivos para todo en Venezuela, pero ni uno dedicado al petróleo. 
Todos los constituyentistas, como venezolanos, tienen la experiencia de vivir del petróleo, pero en su seno no hay ni uno con la experiencia de vivir para él.
El pueblo sabe que existen problemas reales derivados del petróleo, entre éstos, el poco empleo que genera y el inmenso poder que, sin haber sido limitado en la Constitución, se le adjudica a quien controla la chequera petrolera. Sin embargo, me resisto a creer que, como solución, el pueblo estaría dispuesto a renunciar al ingreso petrolero. En tal sentido, el verdadero mandato económico del Soberano para la ANC, no es que el país se desentienda del petróleo, sino que el país aprenda a convivir con el petróleo. 
Si Venezuela logra combatir la tendencia, casi mundial, de gravar con exagerados impuestos a la gasolina y demás productos petroleros, nuestros ingresos aumentarían de manera astronómica.
Soy venezolano, economista, MBA y con 25 años de actividad profesional en el país, por ello me considero con derecho de enviar la siguiente reflexión económica a la ANC: Señores Constituyentistas, ¿Somos o no somos un país petrolero? Si no llegan a la conclusión de que los somos, les imploro, de rodillas, que ni mencionen la palabra economía en la nueva Constitución.


27 de julio de 1999

De la pobre imagen de la Opep y de ventajas comparativas

De la pobre imagen de la Opep y de ventajas comparativas
Mensaje para la OCI. Hace unos 25 años, durante la explosión de los precios petroleros, en las gasolineras europeas, colocaban letreros que indicaban que de dicho precio sólo una pequeña porción correspondía a impuestos, imputando los altos precios a los "bandidos" de la OPEP. Desde entonces, los miembros de la OPEP hemos tenido una mala imagen, que se ha consolidado así en el tiempo gracias a los innumerables “reportajes” negativos sobre los “Jeques de la OPEP” publicados reiteradamente por la prensa europea, en donde proliferaban calificativos tales como antidemocráticos, usureros, irrespetuosos de los derechos de la mujer, jugadores y pretenciosos compradores de las mejores propiedades europeas.
En Junio de este año, de acuerdo a cifras suministradas por la Asociación de Expendedores de Gasolina de Inglaterra, de los Bs. 661 cobrados por cada litro de gasolina, el Fisco inglés retiene Bs. 552, al distribuidor le tocan Bs. 42 y el productor de la gasolina, aquél que tuvo que vender un activo no renovable, debe conformarse con unos míseros Bs. 68, que apenas representan un 11% del precio.
Hoy cuando le reclamamos a un europeo la injusticia anterior, puede que nos oiga, pero no nos escucha, probablemente debido a la ya mencionada imagen de "bandidos de la OPEP" que tenemos, aunque no seamos “los malos” de la partida. De allí que para lograr combatir los impuestos petroleros, sea indispensable combatir antes que nada esa distorsionada imagen.
No soy publicista, pero les confieso que dentro del marco de esta campaña de cambio de imagen, me provocaría publicar en Londres, Berlín, París, Madrid, Tokio y tantos sitios más, una tabla actualizada que, comparando los Bs. 552 que cobra el Fisco con los Bs. 68 del productor, evidencie la existencia de un simulado arancel comercial discriminatorio de más del 800%. Al lado publicaría fotos alusivas a la pobreza que sufre nuestro país y terminaría por acusarlos de ser unos grandes hipócritas por cuanto, mientras se dan golpes de pecho por el libre comercio y los derechos humanos, sólo son unos vulgares petro-piratas. 
Igualmente publicaría mensajes dirigidos a los ambientalistas, quienes no son más que los tontos útiles de los petro-piratas, a quienes les dedicaría fotos de los tendidos eléctricos que construimos hasta Brasil, amenazando la reserva de oxígeno del mundo, todo cortesía de una política de impuestos al petróleo que nos tiene empobrecidos y que de seguir, quien sabe, un día puede que nos obligue a usar la selva amazónica para producir carbón.
Obligaría a los medios de comunicación a suministrar diariamente, no sólo el precio del barril a nivel del productor, sino también el cobrado a nivel de consumidor, para que el mundo pueda percatarse de que el precio promedio mundial de un barril, a nivel del consumidor, probablemente ya haya traspasado la barrera de los US$ 100. 
Para quienes pongan en duda esto, consideren que de cada barril de petróleo se puede simultáneamente obtener 84 litros de gasolina, 12 de jet fuel, 36 de gasoil, 16 de lubricantes y 12 de residuales pesados. Si apenas calculamos el valor de los 84 litros de gasolina, cuyo precio mínimo en el mundo, exceptuando los Estados Unidos, es de US$ 1 por litro, ya tendríamos $ 84 por barril. De allí que aquéllos que hace años predijeron un valor superior a US$ 100 por barril de petróleo, no estaban equivocados, sólo erraron en quiénes se quedarían con el dinero.
Mensaje para Cordiplan. La teoría del Libre Comercio se fundamenta en explotar las ventajas comparativas de cada país. A partir de 1989, Venezuela inició, con gran entusiasmo, una apertura comercial que nos ha llevado a ser uno de los países más abiertos del mundo. En el camino firmamos todos los convenios requeridos, aún aquéllos que, como los de patentes y propiedad intelectual, nos parecían más destinados a conservar las supremacías existentes, que a fomentar nuestro crecimiento económico. 
Creo que tenemos el derecho de sentirnos confundidos y decepcionados. Al accesar el mercado internacional para nuestro principal producto, el petróleo, nos hemos topado con unos aranceles disimulados del 800% y además, en muchas de las áreas donde tradicionalmente se veían ventajas comparativas, éstas parecen haberse esfumado.
Gracias a asesores, como el F.M.I., hemos renunciado a fertilizantes baratos. Para el gas, ya hemos aceptado el concepto, bastante extraño por cuanto colide con el de las ventajas comparativas, de que es preferible que éste se pierda, antes de introducir en nuestra economía la “distorsión” de cobrar un precio menor al del mercado internacional. 
A causa de las privatizaciones, destinadas más a incrementar los ingresos del Fisco, que a garantizarle servicios confiables y accesibles al usuario, hoy estamos renunciando tanto a la tradicional energía barata, como a las posibilidades de desarrollo que ofrece Internet, al limitársenos acceder al mismo por las altas tarifas telefónicas. Parece que el país, en lugar de usar sus ventajas comparativas, las estuviera vendiendo.
Para los petro-piratas, es un dolor de cabeza que algunos países mantengan los impuestos al petróleo bajos. Así, algunas de sus industrias que requieran de este insumo, pueden estar tentadas a mudarse, perdiéndose entonces fuentes de trabajo. Esta debe ser la razón por la cual se presiona sobre Venezuela para que aumente los precios de la gasolina, aún cuando, los Bs. 68 que por un litro de gasolina puesto en Londres recibe el productor, no son muy distintos al neto que recibe el país, después de gastos de distribución, de los Bs. 80 por litro de gasolina alta, puesto en El Tigre.

23 de julio de 1999

The mouse that roared

This is dedicated to all of those who consider that the only way to combat the actual lack of self esteem present today in the country is to reduce it even further.

Last week, columnist Michael Rowan issued several recommendations for Venezuela, among these that you should “Ask not how you can be protected from the world. Ask only how best you can live in it”. I have frequently asked myself this question, but since the response that begins to develop in my mind is vastly different from the text book type answer hinted at by Mr. Rowan, I wish to make note of some of these differences.

To begin with, and even though I agree that a lot of the country’s internal problems as mentioned by Mr. Rowan really do exist, I consider it to be wrong to label Venezuela as a protectionist country. It could be that he did not know the Venezuela of old, but as of 1989 the country has, not always in a straight line and more often than not out of necessity rather than conviction, been submerged in a process of commercial and cultural aperture of such import that it is today one of the least protectionist countries in the world.

Upon rereading some of the articles I have written over the years, I find clear evidence of the fact that I have always been a constant defender of the markets as prime regulators and motors of the economy and as a consequence of this, I have also always been totally against what is today know as protectionism. In this sense, I am worried that Venezuela’s opening has not produced the desired results.

The commercial recipes common in today’s world are comprised primarily of the following two commandments: 1) Open your borders and allow the products, services and capital offered by the rest of the world to come in so that all of your citizens may have access to the best the world can offer, produced in the most efficient manner possible; 2) Respect the rights to intellectual property and to brands and patents in order to insure the adequate return of costs and to allow those who today fuel development to continue their mission.

In exchange for compliance with these commandments, the interested party is offered a first class ticket on the Train of Sustained Development on the way to a better economic future. Certainly, some of the passengers will be weaker than others. However, if all follow the same basic diet and exercise plan, based on the exploitation of inherent strengths with the adoption of an effort towards specialization, sooner or later, so goes the theory, all will be more or less equal.

Chile, for example, is a good example of what excellent results a ride on this Train can produce. Unfortunately, Venezuela, while having complied with the commandments almost religiously has absolutely nothing to show in the way of favorable results. Why? Rowan would answer, ‘It is Venezuela’s own fault’. I would say that while he is partially right, it is also important to say that the world is not playing a fair ball game.

The indisputable fact is that the world is applying duties on products derived from oil, as is the case of taxes on gasoline that in some parts of the world top 800% and that bar the producers from receiving his fair share of the sale of their resources. If these taxes were eliminated or were simply limited, for example, to something like the 26% duty imposed by Venezuela on the importation, Venezuela’s income would be much greater. Easily US$ 10 billion greater!

In this sense, if I am to respond to Mr. Rowan’s questions as to “How best you can live in it (the world)”, I would not be lying if I told you that I am feeling dangerously close to suggesting that we quit being stupid and that until the world comes around and gives us a fair shake by eliminating the damaging taxes on oil, we begin to behave as rogues.

As a first dish, it would be most tempting to raise all import duties to the same levels each country applies to oil. As a main dish I could suggest we violate all brands and intellectual property rights, copy all medicines and facilitate their generic sale world wide. Finally, as a dessert, I could ask PDV to quit building fancy gasoline stations in Venezuela which, being sure that Kuwait is not waiting in the wings to compete on our turf, do not generate the sale of even one extra liter of gasoline. Instead I would construct large floating gasoline stations, anchor them off the coast of Europe and offer each European entrepreneur with a neoliberal bend the right to freely commercialize our gasoline tax free.

Am I exaggerating? One of the principal elements of discussion in the universe of ecological taxes, the ecotax, is how to insure that oil producing nations are also convinced to adopt fiscal policies involving high oil or energy taxes. The reason for this, in layman’s terms, is that if we don’t, industries that consume large amounts of energy could conceivably move to those countries with cheap energy, causing the loss of jobs in non-oil producing countries. So much for the specialization credo.

We should declare total and absolute war on the injustices of today’s system of commercial interchange. Just like the small country that declared war on Europe in the movie The Mouse That Roared, we have absolutely nothing to lose and much to gain. With so many enemies without why do we need to have enemies within?

In the Daily Journal, Caracas, July 23, 1999


9 de julio de 1999

Un correo electrónico a nuestros acusadores.

Recientemente nos sorprendió una demanda interpuesta contra Venezuela por una organización de productores independientes de petróleo en el Estado de Oklahoma, Estados Unidos. La demanda se basó en el cargo de vertido de petróleo. 


En términos simples, el "dumping" ocurre cuando un país exporta productos a un precio inferior a su costo real de producción o a un precio inferior al precio de venta en su mercado interno. Para calcular el costo real, hay que considerar los efectos de todos los subsidios estatales. El dumping se considera competencia desleal y, por tanto, está prohibido. Si se demuestra en este caso, también dará lugar a graves medidas comerciales de represalia. 


Como observador externo, siento que esta demanda es una amenaza real para Venezuela, pero también creo que también puede ser una oportunidad. Para entender esto, es importante analizar quién está realmente detrás de esta demanda. 


Hay una cantidad increíble de pozos petroleros en Estados Unidos, cientos de miles. Sólo en Texas se dice que hay al menos sesenta mil pozos que producen menos de un barril por día. Debido a los bajos precios del petróleo, la cantidad de pozos que supuestamente se han cerrado es igualmente increíble. Una organización conocida como IPAA calcula que entre noviembre de 1997 y febrero de 1999 se cerraron más de 136.000 pozos.


Detrás de estos pozos no sólo hay grandes compañías petroleras, sino también cientos de miles de personas, pequeños empresarios, trabajadores, viudas que reciben regalías, proveedores de bienes y servicios, todos ellos votantes en un momento u otro. Por lo tanto, no debería sorprendernos que este sector posea una gran influencia política. 


Para Venezuela, esto significa que, aunque la demanda no esté basada en terreno sólido, puede tener más éxito de lo que pensábamos en un principio. Sólo debemos recordar que un pequeño grupo de interés en el Estado de Florida logró bloquear el uso de la Orimulsión Venezolana. ¿Te imaginas lo que puede hacer un grupo grande? Ya que siempre he pensado que Venezuela fue negligente en proteger sus intereses en el caso de la Orimulsión. Sinceramente espero que en este caso más reciente las autoridades sean más cuidadosas y tomen las medidas necesarias. 


Sin embargo, como mencioné anteriormente, esta demanda puede no ser sólo una amenaza, sino que también puede presentar una oportunidad para Venezuela. Desde hace meses vengo impulsando un movimiento al que he denominado Petropolitano. El propósito de este grupo es protestar y dar a conocer que los países productores de petróleo están sujetos a discriminación comercial cuando las naciones consumidoras aplican impuestos o aranceles para que los productores reciban sólo una fracción del valor real de su petróleo.


Por ejemplo, según la Retail Motor Industry Federation del Reino Unido, el precio de la gasolina premium sin plomo el 4 de junio de 1999 (hace un mes) en el surtidor era de 4,17 dólares por galón. De este elevado valor, evidentemente real ya que el automovilista inglés está dispuesto a pagarlo, sólo 0,43 dólares, es decir el 10%, terminan en el bolsillo del productor. El distribuidor recibe 0,26 dólares y el fisco inglés, único rentista real de esta cadena, se queda con 3,48 dólares, lo que representa el 83,5% del precio de venta al por menor. 


Cuando comparamos los 3,48 dólares recaudados por el recaudador de impuestos [del Reino Unido] con los 0,43 dólares recibidos por los productores de petróleo en lugar de un activo no renovable, es evidente que el impuesto es de más del 800%. Este deber es, sin duda, una de las principales razones de los bajos ingresos petroleros, no sólo los nuestros, sino también los de Oklahoma. 


La situación empeora cada día que pasa. Con base en leyes ya aprobadas, podemos prever que el precio del galón de gasolina en Europa será de 10 dólares para el año 2006, de los cuales el productor recibirá sólo 0,50 dólares, es decir, el 5%. Alemania, por ejemplo, aprobó recientemente un “paso del impuesto sobre la renta personal a un impuesto a los usuarios de energía”. Estos impuestos serán utilizados por el gobierno alemán para “financiar la reducción de las primas de seguridad para la vejez”. 


Por cierto, no me refiero sólo a Europa, ya que actualmente la mayor parte del mundo aplica impuestos y derechos al petróleo. Una de las pocas excepciones es Estados Unidos, donde ha habido más moderación. Debido a lo anterior, y si la decisión fuera mía, estaría en el próximo avión a Oklahoma en un intento de educar a nuestros acusadores sobre quiénes son nuestros verdaderos enemigos. Les diría que estos últimos se ríen mientras nos peleamos por las migajas, y trataría de convertirlos en poderosos aliados. 


Los ejecutivos de PDVSA o no ven el bosque por los árboles o se han dejado dormir por sus propias realidades internas. En cualquier caso, no parecen dispuestos a tomar medidas radicales. Asimismo, el ciudadano común está demasiado alejado de la industria para reaccionar con fuerza en el corto plazo. 


¿Quién sabe? Quizás el pequeño productor de Oklahoma, el que sufre y siente personalmente las injusticias actuales de esta situación, el que más probablemente tiene la voluntad de salir a defender con avidez sus intereses, el que pertenece a un país que puede defender el banano, lo hace. no producir, el que hoy es nuestro acusador, puede ser en última instancia el aliado que Venezuela realmente necesita. Por si acaso, ya les envié un correo electrónico.




We were recently surprised by a lawsuit brought against Venezuela by an organization of independent oil producers in the State of Oklahoma in the United States. The suit was based on the charge of dumping oil.

In simple terms, “dumping” occurs when one country exports products at a price lower than their real cost of production or at a price lower than the sales price in its domestic market. In order to calculate the real cost, one must consider the effects of all state subsidies. Dumping is considered to be unfair competition and is therefore prohibited. If proven in this case, it will also give rise to serious retaliatory commercial measures.
As an outside observer, I feel that this suit is a real threat to Venezuela, but I also think that if may be an opportunity as well. To understand this, it is important to analyze who is really behind this lawsuit.
There is an incredible amount of oil wells in the United States, hundreds of thousands. In Texas alone, it is said that there are at least sixty thousand wells that produce less than one barrel per day. Due to low oil prices, the number of wells that have reportedly been shut down is equally as incredible. An organization known as IPAA estimates that more than 136,000 wells were shut down between November 1997 and February 1999.
Behind these wells are not only large oil companies, but also hundreds of thousand people, small businessmen, workers, widows who receive royalties, suppliers of goods and services, all of them voters at one time or another. It should, therefore, not surprise us that this sector possesses great political clout.
To Venezuela, this means that, even though the lawsuit may not be based on solid ground, it may be more successful than we at first thought. We just have to remember that a small interest group in the State of Florida managed to block the usage of Venezuela Orimulsion. Can you imagine what a large group can do? Since I have always thought that Venezuela was lax in protecting its interests in the case of Orimulsion. I honestly hope that in this more recent case, authorities will be more careful, and will take the necessary measures.
However, as I mentioned above, this lawsuit may not just be a threat, but may present an opportunity for Venezuela as well. For months now, I have been promoting a movement I have named Petropolitan. The purpose of this group is to protest and make known the fact that oil producing countries are subjected to commercial discrimination when the consuming nations apply taxes or duties so that producers receive only a fraction of the real value of their oil.
For example, according to the Retail Motor Industry Federation of the United Kingdom, the price of premium unleaded gasoline on June 4th, 1999 (one month ago) at the pump was US$ 4.17 per gallon. Out of this elevated value, evidently real since the English motorist is willing to pay it, only US$ 0.43, that is 10%, ends up in the producer’s pocket. The distributor receives US$ 0.26 and the English tax authority, the only real rentist in this chain, stays with US$ 3.48, representing 83.5% of the retail sales price.
When we compare the US$ 3.48 levied by the taxman to the US$ 0.43 received by the oil producers in lieu of a non-renewable asset, it is evident that the duty is more than 800%. This duty is unquestionably a main reason for the low oil income, not only ours, but of those in Oklahoma as well.
The situation gets worse with every day that passes. Based on laws already passed,we can foresee that the price per gallon of gasoline in Europe will be US$ 10 by the year 2006, of which the producer will receive only US$ 0.50, that is, 5%. Germany, for example, has recently approved a “shift from personal income tax to an energy users tax”. These taxes will be used by the German government to “finance the lowering of old age security premiums”.
By the way, it is not only Europe to which I refer since most of the world is currently levying taxes and duties on oil. One of the few exceptions is the United States where there has been more moderation.
Because of the above, and were the decision to be mine, I would be on the next plane to Oklahoma in an attempt to educate our accusers as to who our real enemies are. I would tell them that the latter are laughing while we fight over the crumbs, and I would try to convert them into powerful allies.
Executives at PDVSA are either not seeing the forest for the trees or have been lulled to sleep by their own internal realities. In any case, they do not seem prepared to take radical steps. Likewise, the common citizen is too far away from the industry to react with strength in the short term.
Who knows? Maybe the small Oklahoma producer, the one that suffers and personally feels the current injustices of this situation, the one that most likely has the will to go out and avidly defend his interests, the one that belongs to a country that can defend bananas it does not produce, the one that today is our accuser, may ultimately be the ally that Venezuela really needs. Just in case, I have already sent them an e-Mail.




29 de junio de 1999

Del contrabando y el Ecotax, Pdvsa y la educación superior

Del contrabando y el Ecotax, Pdvsa y la educación superior
Supongamos que un Presidente de Venezuela, al ser presionado por el Fondo Monetario Internacional para que resuelva el déficit fiscal, se le ocurra imponer un impuesto de venta de 3.200 dólares, a cada televisor que cuesta 400 dólares importar y 200 distribuir, llevando su precio de venta al publico a 3.800 dólares. En relación al valor de importación, este impuesto, en la práctica, equivaldría a un arancel comercial del 800% (3.200/400). 
La reforma impositiva antes indicada, podría ser justificada por nuestro Presidente alegando, no sólo el déficit fiscal, sino también, por un lado, la necesidad de disminuir la contaminación ambiental a la que están expuestos nuestros jóvenes y por otro, la violencia televisiva, indiciada como probable culpable de recientes masacres en colegios americanos.
Si en tales circunstancias, a un venezolano se le ocurriera comprar un televisor en el exterior e introducirlo en el país de contrabando: ¿Ustedes creen que el Presidente de la Sony tendría algún remordimiento de conciencia? 
Tengo frente a mí cifras proporcionadas por la Asociación de expendedores de gasolina de Inglaterra que indican, que para la semana que finalizó el 4 de Junio, el precio de la gasolina se ubicaba en Bs.661 por litro. De este monto, Bs.552 son para el Fisco inglés, Bs.42 para el distribuidor y sólo Bs.68 para el que suministra el producto. Los Bs.552 del Fisco inglés, comparados con los Bs.68 del productor, equivaldrían a un arancel comercial del 812%.
Los impuestos que el mundo aplica a los productos petroleros son, sin duda alguna, la causa directa de serios perjuicios causados al Fisco venezolano. No obstante, en la prensa venezolana de esta semana pudimos leer una nota donde se evidencia lo poco que, como país petrolero, sabemos y hacemos para defender nuestros intereses. En la noticia se expresaba la preocupación existente por el contrabando de gasolina hacia Colombia, que "ocasiona serios daños al Fisco de nuestro vecino país".
Lo anterior, me hizo recordar una estación de radio que durante los años sesenta transmitía, para frustración de los monopolios radiales europeos, desde un barco en el Canal de la Mancha. Hoy, como venezolano, al ver que en mi país hay hambre, intuitivamente siento una gran tentación de apoyar la construcción de dos estaciones de servicio flotantes PDV, una en el Canal de la Mancha y otra en el Mediterráneo, para vender gasolina, a Bs. 150 el litro, a cualquier empresario europeo con iniciativa. Tales estaciones de servicio offshore producirían una mayor rentabilidad para el país, que las que hoy sólo basan su negocio en lograr venderle cotufas al venezolano.
En todo el mundo observamos como el concepto del impuesto ecológico o Ecotax, avanza a pasos agigantados. Sus implicaciones, para un país petrolero como Venezuela, no pueden ser más graves y aún así, se ignora. 
Por tratarse de un bien no renovable, el vender petróleo es como vender activos de la Nación. Al aceptar que el valor de un bien está dado por lo que el consumidor esté dispuesto a pagar, ante la realidad actual, muy bien cabe preguntarnos: ¿Con qué derecho extraemos y vendemos gasolina aceptando recibir únicamente el 10% de su valor? ¿No aplica salvaguarda? ¿No es eso igual a vender nuestra casa y reconocerle al corredor, una comisión del 90%? 
En vista de lo anterior, sería lógico esperar que las cátedras de Derecho, Economía, Hacienda Pública, Administración y Finanzas de todas nuestras Universidades e Institutos de Estudios Superiores, estuviesen volcadas al análisis del Ecotax y que PDVSA fuera uno de los principales promotores de tales actividades. No parece ser así.
Hace algún tiempo el CIED, Centro Internacional de Educación y Desarrollo de PDVSA, ofrecía cursos en Consultoría Organizacional (Septiembre de 1998, 120 horas, Bs.1.212.000 más IVA) y sobre el valor económico agregado (26 de Mayo de 1998, 8 horas, Bs.300.000). Tal hecho nos sorprendió, por cuanto es bien conocido que institutos tales como el IESA estaban en perfecta capacidad de desarrollar este tipo de cursos.
En base al número de asistentes, seguro que los cursos del CIED fueron un éxito. Por supuesto, en el caso de CIED, no debemos medir su éxito usando sólo la variable de asistencia. El hacerlo sería equivalente a calificar como exitoso el vernisage de un joven artista, que haya logrado vender todas sus obras, a su papá. Con seguridad, PDVSA habrá mandado a sus ejecutivos, como también muchas empresas, que aprovecharon para enviar los suyos, probablemente para lograr un "acercamiento" a los de la Industria petrolera. 
Vivimos la época del outsourcing y PDVSA debería evitar las tentaciones de adentrarse en campos, que no son de su directa incumbencia. Zapatero a sus zapatos. De esta manera, se le podría permitir a instituciones serias y con trayectoria ver en PDVSA un apoyo, en lugar de un competidor con bolsillos muy profundos. Como contrapartida, la Academia existente podría comprometerse con PDVSA en profundizar en materias de importancia para el país. Entre éstas, la relacionada con los impuestos ecológicos. 
Quizás así, también la Universidad Central de Venezuela, por todos los billones invertidos en ella, tenga algo más importante que mostrar en la publicidad que emplea para justificar su existencia, que el desarrollo de la tinta indeleble usada para las elecciones, que por cierto, a juzgar por el reciente proceso electoral, ya pasó a la historia.





1 de junio de 1999

¿Acaso somos de una desconocida secta protestante?

¿Acaso somos de una desconocida secta protestante?
Como ciudadano de una nación indiscutiblemente petrolera, siento que, ante los padres de la Patria y las generaciones que nos habrán de seguir, tenemos una doble responsabilidad. La primera, que los ingresos recibidos por el petróleo no sean malgastados. Esta responsabilidad, aún cuando evidentemente incumplida, en general es ampliamente compartida y pregonada sobre la base de la siembra del petróleo. La segunda responsabilidad, frecuentemente ignorada, es la de asegurar que el país reciba el máximo posible por cada barril de producto no renovable que extraiga. 
Los que me han leído últimamente saben que sostengo una campaña en contra de los impuestos a la gasolina en el mundo, los cuales, actuando como unos aranceles discriminatorios, impiden que un país petrolero perciba su verdadero contravalor. Efectivamente, cuando un consumidor en Europa cancela, digamos 100 Euros comprando gasolina, el país petrolero recibe sólo unos 10 Euros de tal precio, mientras que, el fisco del país consumidor, a cuenta de nada, se queda con 85 Euros. La diferencia de 5 Euros básicamente cubre el costo de distribución.
Que el petrolero se conforme con quedarse con solo el 10% del valor, sin pelear a muerte tal injusticia, me resulta incomprensible y me recuerda el cuento de la divorciada que vendió el Mercedes Benz en un bolívar con el fin de que al ex-marido le tocase lo menos posible. Lo triste de la historia es que en este caso, el marido a castigar, resulta ser nuestro propio país.
Mi campaña contra los impuestos al petróleo, la llevo a cabo a través de una Asociación Civil sin fines de lucro, que formé junto a un grupo de amigos, denominada Venezuela Nación Petrolera A.C., también conocida como “PETROPOLITAN”, que ya ha comenzado a recibir muchas muestras de apoyo. 
No obstante lo anterior, con frecuencia tengo necesidad de encontrarle respuesta a la interrogante del por qué el país entero, no se ha volcado a reclamar lo que probablemente representa su principal problema económico. No debemos olvidar, que de lograr que el mundo limite o incluso llegue a eliminar en un 100% sus impuestos al petróleo, con seguridad habría tal aumento en la demanda y el consiguiente impacto en el precio del petróleo, que no sería irracional hablar de ingresos adicionales para Venezuela en el orden de los US$ 10.000 millones anuales.
Existe una inmensa lista razones, que podríamos considerar como probables causantes de nuestra apatía, a algunas de las cuales me referiré a continuación. Encabezando la lista encontramos a la misma sorpresa que la tesis causa, que lo único que hace es retardar cualquier acción que se quiera emprender. Evidencia de ello, es el hecho de que seguramente muchos de mis lectores se preguntan : “¿Cómo es posible que nadie haya hecho nada? Déjenme pensar un rato para ver en dónde Kurowski se equivoca en su análisis.”
Una de las razones, por las cuales creo que los productores nos hemos dejado pasar tal “strike”, es porque los impuestos al presentarse, inclusive en la literatura de la OPEP, como en el orden del 70% al 85%, no suenan exagerados, especialmente si se toma en cuenta que, con frecuencia, en Europa existen impuestos sobre la renta que, en términos marginales, superan el 50%. Es sólo cuando se analizan, como yo propongo, los impuestos en términos de tarifas comerciales, que el verdadero impacto se hace notorio. El fisco recibe 85 y el productor 10, esto apunta a la existencia de un arancel obscenamente alto del 850%.
Otra razón que encontramos en la lista negra, es la ignorancia que hay, a nivel general, acerca de la existencia de las nuevas posibilidades de reclamos comerciales que brinda el mundo. Hace algunos años, de querer introducir una querella comercial, casi había que montarle cacería, en el lobby del hotel del país anfitrión, a los delegados comerciales que estuvieran participando en la "Ronda de Acuerdos" del momento. Hoy en día, existe la Organización Mundial de Comercio (OMC), que tiene personalidad jurídica propia y no está escondida, sino que funciona en una sede, a donde las naciones pueden introducir sus reclamos.
Pero creo, que ante nada, lo que más pesa sobre todos nosotros, por lo menos en el debate público económico del país, es una extraña concepción, de origen algo similar a lo que se conoce como la ética de trabajo protestante, que nos lleva a creer; que el ingreso petrolero, por cuanto no proviene del sudor de nuestra frente, no es un ingreso honorable; que el petróleo es el culpable del modelo rentista que nos tiene acabados como país y que, finalmente, considera al petróleo como al excremento del diablo.
No debemos pasar por alto tampoco, hechos que a simple vista evidencian cómo la sociedad entera, quizás hasta con pena, parece ignorar el petróleo. ¿Nunca se han preguntado el por qué entre tantos días de fiesta no hay ni uno sólo dedicado a celebrar el petróleo? Igualmente, si se toman la molestia de revisar cualquier libro de educación primaria, podrán constatar que poco se enseña sobre el petróleo y hasta en Misa, no recuerdo nunca haber oído a un sacerdote agradecer a Dios, en nuestro nombre, por haber bendecido al país con la riqueza petrolera y donde a la vez se le solicite perdón por no haber administrado bien esos “talentos”. 
Con todos estos antecedentes ¿Quién ha de sorprenderse de que no sepamos defender nuestro petróleo?
Aún cuando fielmente voy a Misa cada domingo acompañando a mi esposa e hijas, soy protestante y como tal, déjenme asegurarles, que si a alguien se le ocurriera extraer de un país protestante un recurso mineral no renovable y como contrapartida sólo se les compensara con el 10% del valor de tal mineral, el mundo estaría enfrentándose a una nueva guerra mundial.



16 de abril de 1999

Some –isms are still alive and kicking

I recently read an article published in The Daily Journal by a frequent contributor to these pages, Michael Rowan. I do not know Mr. Rowan, but I often envy his capacity for analysis and of expression. The article in question was titled “An End to the Age of Isms”, and it contained a few phrases which compel me to reply.
Specifically, Mr. Rowan wrote: “Yet there are still pockets of resistance to market democracy in the world. There are the nationalists who believe in protectionism and are afraid of globalization, ..... . In those places, one finds the old media, propaganda, hierarchies and also, deeply entrenched poverty. That is their tragedy. The world has passed them by ... . What work is freedom. Freedom in the market .... . For those with the responsibility of writing a new Constitution for Venezuela, this is the truth which can set them, and their country, free at last.”
I cannot agree more with the concept of freedom as expounded by Mr. Rowan in his article. However, when he attempts to segment or divide the world into right and wrong, into those that behave and those that sin, I have no other option as a Venezuelan but to cry “Foul”.
I do not believe there is any reason to, either directly or indirectly, label Venezuela as a country of protectionists afraid of globalization. On the contrary, Venezuela’s borders, both commercial as well as cultural, are among the most permeable and open in the world.
There are no limits as to what goods and services can be imported into the country. On top of this, the limited duties imposed are more than often not even paid at the ports of entry. In addition, few could question the eagerness and openness with which Venezuelans accept any type of external influence.
Champagne is charged a duty of 26%, quasi-monopolistic services such as those of international auditors and law firms are marketed with ease, patent and intellectual property right agreements are applied quickly, as in the case of laboratories, and finally, our early morning radio broadcasts allow us to hear all types of debate about matters typical of the globalized world such as oral sex.
What does Venezuela obtain in return for this extraordinarily good behavior as a citizen of the globalized world?
We know very well that the worth of something is what the consumer is willing to ultimately pay for it. Today, for each 100 units a European consumer pays for a tank of gasoline, the producer of the latter receives 10 units, the distributor 5 units and the taxman of the country it is pumped in receives 85 units. The fact that the taxman receives 85 units and the producer only 10 units means they are applying an effective commercial duty or tax of 850%.
The experts, very able at managing the percentages in order to defend their interests, frequently refer to taxes on oil as being “only 85%” and never as a duty on the product. If, for example, we were talking about a Mercedes Benz which goes for US$ 100,000, I am sure Daimler Benz would not be talking about “only 85%” if this sale would be broken down into a sales commission of US$ 5,000, a payment to the manufacturer of US$ 10,000 and a transfer to the taxman of US$ 85,000.
It is not true that prices of oil are low, since for the consumer the prices have never been as high. Our only problem as a producing nation is that on the income side, we have never received less. The taxmen in the consumer nations receive more, a lot more, income from each barrel of oil commercialized than the producer of the same.
This is what Venezuela got. A system of free trade that only pays it a meager 10% of the value of the non-renewable asset that it liquidates. Just like any Little Red Riding Hood, we readily swallow the stories about the freedom of markets when in reality they hide the evil, bad wolf of protectionism, environmentalism and fiscalism, three “isms” that are very much alive and kicking, thank you!
I agree in no uncertain terms with Mr. Rowan that the Constituent Assembly has much work to do, but in my wish list I have not included his recommendations with regards to increased global aperture. My rather long wish list includes, for example, ensuring that the citizens of the country can access adequate information pertaining to the government’s management of its affairs, more effective limitations on new public indebtedness and finally (something inspired by Mr. Rowan) the banning of ingenuousness as a basis for our commercial policies.



6 de abril de 1999

El petróleo, el ausente en la Cumbre de Comercio y Ambiente

Durante los días 15 y 16 de Marzo, la Organización Mundial de Comercio (OMC), organizó en Ginebra un seminario sobre Comercio y Ambiente, de extraordinario interés para un país como Venezuela, que por ser petrolero, es víctima por excelencia del “proteccionismo verde”. Para los lectores que no conocen el origen de mis planteamientos en los próximos tres párrafos hago un breve resumen. 
Conocemos que el valor de algo es lo que el consumidor está dispuesto a pagar por él. Hoy, de cada 100 unidades monetarias que un consumidor europeo paga por un tanque de gasolina, al productor de la gasolina refinada le tocan 10, al distribuidor 5 y al fisco del país donde se expende 85. El hecho de que el fisco ajeno perciba 85, en relación a los 10 del productor, equivale a la aplicación de un arancel comercial del orden de los 850%, lo cual es la causa fundamental de una demanda petrolera deprimida. 
De igual manera, en artículos anteriores hemos llegado a la conclusión de que es falso que los actuales precios del petróleo sean bajos, todo lo contrario. En realidad, nuestro problema consiste en que de unos precios altos, como productor, cada día nos toca menos.
Lo anterior, no se limita a Europa sino que aupado entre otros por el Fondo Monetario Internacional, pronto abarcará todo el globo terrestre y sólo irá de mal en peor. Ya varios países han oficializado planes para duplicar los impuestos, lo cual, a precios de hoy, implicaría un precio de gasolina en muchas partes del mundo de $ 2.50 por litro y correspondiéndole al productor, salvo que los países petroleros hagamos algo al respecto, sólo $0,125. 
El seminario de la OMC sobre Comercio y Ambiente constituía un excelente foro para iniciar la defensa de nuestros intereses.
En sus palabras de apertura, el Director General de la OMC, el Sr. Renato Ruggiero, explicó que el objetivo de la OMC es el de disminuir barreras, evitar la discriminación y, en fin, crear un sistema de comercio internacional basado en las reglas y no en la fuerza. Dijo: “tenemos que … garantizar que la pelea en contra de la degradación ambiental no tenga implicaciones proteccionistas” ¡Qué oportunidad más clara para denunciar a los impuestos petroleros como el ejemplo más vil de todos los proteccionismos!
El Sr. Schorr, del World Wildlife Fund, una de las organizaciones ambientalistas más prestigiosas del mundo, se refirió, dentro del marco del mencionado Seminario, a los subsidios pesqueros, cuya cuantía estimó en decenas de billones de dólares anuales y opinó que éstos contribuyen, directa o indirectamente, a generar un exceso de capacidad en la flota pesquera mundial, causa principal de la pesca excesiva que está agotando los mares. ¡Qué ejemplo más oportuno para recordarle a una audiencia la teoría del “cuero seco”: lo pisas en una esquina y se levanta en la otra, indicando que gran parte de esos subsidios son financiados por los impuestos a la gasolina!
La delegación de Canadá declaró: “No puede haber desacuerdo sobre el hecho de que el comercio genera desarrollo y crecimiento económico. La riqueza así generada provee los recursos necesarios para sostener nuestro ambiente”. ¡Qué oportunidad para exponer que con una reducción de los impuestos al petróleo, habrá más crecimiento de la economía mundial y, por ende, más recursos para defender el ambiente!.
El Sr. Klaus Topfer, Director Ejecutivo del UNEP (Programa Ambiental de las Naciones Unidas) señaló que el comercio y la política ambiental no pueden estudiarse de manera aislada de los problemas de las deudas internacionales y de la necesidad de aliviar la pobreza. ¡Qué oportunidad para reclamar el hecho que Venezuela, por recomendación de la banca internacional, se endeudó y hoy no puede servir tal deuda, encontrándose sumergida en la pobreza a causa de la confiscación de sus ingresos petroleros!
Argentina expresó, también dentro del seminario, que los países que se presentan como los campeones del ambiente necesitan remover subsidios que distorsionan el comercio y que crean pobreza alrededor del mundo. ¡Qué oportunidad para informar a quien podría llegar a ser nuestro socio en Mercosur, sobre nuestro problema cuando ellos, como tantos otros países, siguen las “recomendaciones” del FMI y aceptan aumentar los impuestos petroleros!
La Cámara Internacional de Comercio sostuvo que no necesariamente deberían haber conflictos entre el comercio y las normas destinadas a proteger el ambiente, siempre y cuando la OMC asegurase que éstas fuesen aplicadas de manera no discriminatoria. ¡Qué buen momento para protestar por la discriminación a la que, como fuente energética, está sujeta el petróleo! ¿Quién ha oído hablar sobre impuestos del 850% a la energía nuclear (Chernobil), carbón (sucio) o hidroelectricidad (desviando los causes naturales de las aguas)?
Portugal sostuvo que el problema ambiental es un problema global, que requiere de una solución global si se desea evitar el proteccionismo. ¡Qué oportunidad para expresar nuestro acuerdo y dejar claro nuestro desacuerdo sobre el hecho de que los mayores “costos ambientales” hoy recaen, de manera injusta, sobre los productores del petróleo!
En fin, el mundo ante nuestro continuado silencio podrá seguir argumentando su ignorancia. Es urgente que ante la OMC y, de manera formal, denunciemos al proteccionismo “verde-fiscalista”, que se encuentra presente en los actuales impuestos a la gasolina y a otros productos petroleros. No creo que logremos resultados inmediatos, la pelea es larga pero, al menos, quedará establecido oficialmente, que de ese día en adelante, los daños que nos causen, ya serán con dolo.

Economía Hoy 6 de abril de 1999