29 de junio de 1999

Del contrabando y el Ecotax, Pdvsa y la educación superior

Del contrabando y el Ecotax, Pdvsa y la educación superior
Supongamos que un Presidente de Venezuela, al ser presionado por el Fondo Monetario Internacional para que resuelva el déficit fiscal, se le ocurra imponer un impuesto de venta de 3.200 dólares, a cada televisor que cuesta 400 dólares importar y 200 distribuir, llevando su precio de venta al publico a 3.800 dólares. En relación al valor de importación, este impuesto, en la práctica, equivaldría a un arancel comercial del 800% (3.200/400). 
La reforma impositiva antes indicada, podría ser justificada por nuestro Presidente alegando, no sólo el déficit fiscal, sino también, por un lado, la necesidad de disminuir la contaminación ambiental a la que están expuestos nuestros jóvenes y por otro, la violencia televisiva, indiciada como probable culpable de recientes masacres en colegios americanos.
Si en tales circunstancias, a un venezolano se le ocurriera comprar un televisor en el exterior e introducirlo en el país de contrabando: ¿Ustedes creen que el Presidente de la Sony tendría algún remordimiento de conciencia? 
Tengo frente a mí cifras proporcionadas por la Asociación de expendedores de gasolina de Inglaterra que indican, que para la semana que finalizó el 4 de Junio, el precio de la gasolina se ubicaba en Bs.661 por litro. De este monto, Bs.552 son para el Fisco inglés, Bs.42 para el distribuidor y sólo Bs.68 para el que suministra el producto. Los Bs.552 del Fisco inglés, comparados con los Bs.68 del productor, equivaldrían a un arancel comercial del 812%.
Los impuestos que el mundo aplica a los productos petroleros son, sin duda alguna, la causa directa de serios perjuicios causados al Fisco venezolano. No obstante, en la prensa venezolana de esta semana pudimos leer una nota donde se evidencia lo poco que, como país petrolero, sabemos y hacemos para defender nuestros intereses. En la noticia se expresaba la preocupación existente por el contrabando de gasolina hacia Colombia, que "ocasiona serios daños al Fisco de nuestro vecino país".
Lo anterior, me hizo recordar una estación de radio que durante los años sesenta transmitía, para frustración de los monopolios radiales europeos, desde un barco en el Canal de la Mancha. Hoy, como venezolano, al ver que en mi país hay hambre, intuitivamente siento una gran tentación de apoyar la construcción de dos estaciones de servicio flotantes PDV, una en el Canal de la Mancha y otra en el Mediterráneo, para vender gasolina, a Bs. 150 el litro, a cualquier empresario europeo con iniciativa. Tales estaciones de servicio offshore producirían una mayor rentabilidad para el país, que las que hoy sólo basan su negocio en lograr venderle cotufas al venezolano.
En todo el mundo observamos como el concepto del impuesto ecológico o Ecotax, avanza a pasos agigantados. Sus implicaciones, para un país petrolero como Venezuela, no pueden ser más graves y aún así, se ignora. 
Por tratarse de un bien no renovable, el vender petróleo es como vender activos de la Nación. Al aceptar que el valor de un bien está dado por lo que el consumidor esté dispuesto a pagar, ante la realidad actual, muy bien cabe preguntarnos: ¿Con qué derecho extraemos y vendemos gasolina aceptando recibir únicamente el 10% de su valor? ¿No aplica salvaguarda? ¿No es eso igual a vender nuestra casa y reconocerle al corredor, una comisión del 90%? 
En vista de lo anterior, sería lógico esperar que las cátedras de Derecho, Economía, Hacienda Pública, Administración y Finanzas de todas nuestras Universidades e Institutos de Estudios Superiores, estuviesen volcadas al análisis del Ecotax y que PDVSA fuera uno de los principales promotores de tales actividades. No parece ser así.
Hace algún tiempo el CIED, Centro Internacional de Educación y Desarrollo de PDVSA, ofrecía cursos en Consultoría Organizacional (Septiembre de 1998, 120 horas, Bs.1.212.000 más IVA) y sobre el valor económico agregado (26 de Mayo de 1998, 8 horas, Bs.300.000). Tal hecho nos sorprendió, por cuanto es bien conocido que institutos tales como el IESA estaban en perfecta capacidad de desarrollar este tipo de cursos.
En base al número de asistentes, seguro que los cursos del CIED fueron un éxito. Por supuesto, en el caso de CIED, no debemos medir su éxito usando sólo la variable de asistencia. El hacerlo sería equivalente a calificar como exitoso el vernisage de un joven artista, que haya logrado vender todas sus obras, a su papá. Con seguridad, PDVSA habrá mandado a sus ejecutivos, como también muchas empresas, que aprovecharon para enviar los suyos, probablemente para lograr un "acercamiento" a los de la Industria petrolera. 
Vivimos la época del outsourcing y PDVSA debería evitar las tentaciones de adentrarse en campos, que no son de su directa incumbencia. Zapatero a sus zapatos. De esta manera, se le podría permitir a instituciones serias y con trayectoria ver en PDVSA un apoyo, en lugar de un competidor con bolsillos muy profundos. Como contrapartida, la Academia existente podría comprometerse con PDVSA en profundizar en materias de importancia para el país. Entre éstas, la relacionada con los impuestos ecológicos. 
Quizás así, también la Universidad Central de Venezuela, por todos los billones invertidos en ella, tenga algo más importante que mostrar en la publicidad que emplea para justificar su existencia, que el desarrollo de la tinta indeleble usada para las elecciones, que por cierto, a juzgar por el reciente proceso electoral, ya pasó a la historia.