Propiedad intelectual abusiva, y su abuso
Esta semana recibí, al igual que muchas otras personas, una carta y un folleto ilustrado con unas esposas, donde se me informaba que tenía hasta el 30 de abril para legalizar cualquier software que estuviera usando. Transcurrido dicho plazo, se me anunció que recibiría la agradable visita de las empresas dueñas de tales programas, asistidas por jueces venezolanos, para practicar una inspección ocular a fin de determinar si me declaran o no pirata del Software, en cuyo caso me enfrentaría a la bicoca de severas multas, secuestro de equipos y hasta 4 años de prisión. El único detalle que no se me informó fue en cuál prisión piensan recluirme.
Lo curioso es que esto ocurre, justamente en la semana donde Microsoft ha sido declarada culpable por conducta monopolística y yo que me he preguntado en algunos de mis artículos, ¿qué pasaría si Estados Unidos, siendo Microsoft americana, simplemente hubiese ignorado los problemas? ¿Le hubiese tocado a nuestra Procompetencia intervenir?
También tiene lugar poco después de que en otro artículo relativo a la investigación sobre los genes humanos, discutía sobre los monopolios que resultan al otorgarse patentes a medicinas, por ejemplo curas al cáncer, y me preguntaba: ¿Hasta qué precio es razonable respetar el derecho de propiedad intelectual de un proveedor monopolista y a partir de qué precio es justificable (moralmente) el copiado? y, ¿Cuándo le tocará intervenir a nuestro Indecu?
Por supuesto que no voy a pretender que la referida carta de amenaza sea una retaliación contra este pequeño articulista pero, no les quepa la menor duda de que me ha motivado a seguir escribiendo sobre la materia.
Para empezar, reitero que todo el aparataje legal ha sido desarrollado por los países dueños del 99,99% de las propiedades intelectuales, de allí que los países, que como Venezuela sólo son usuarios y pagadores de derechos, necesiten con urgencia desarrollar su propio marco teórico de referencia.
Ahora bien, este gigante, hasta ahora intocable, constituido por la mafia titular de derechos intelectuales, parecería que comienza a ser atacado. En tal sentido, pudimos leer declaraciones unilaterales de Clinton y Blair donde se contemplaba garantizar el libre acceso a los datos derivados de proyectos que decodifican los genes humanos, lo cual causó un derrumbe en la cotización del precio de las acciones de empresas relacionadas a este tipo de investigación. Igualmente han empezado a proliferar una serie de debates, en la prensa especializada, donde se cuestiona la validez de muchas de las patentes otorgadas en el mundo del Internet.
De lo anterior debemos concluir que la materia relativa a propiedad intelectual se encuentra todavía en estado embriónico, donde aún hay mucho que discutir y decidir. Las implicaciones de tal proceso son de tal importancia que no deben ser dejadas en manos de autoridades internacionales, sin la debida representación de una experticia venezolanista.
Sin presumir de experto, pero seguro de mi responsabilidad como venezolano, deseo hacer dos reflexiones. Una, con respecto al abuso que puede ocurrir cuando se le impone a un país la obligacion de respetar los derechos de propiedad en sí y la otra, en relación al posible abuso de tales derechos.
En cuanto al primer punto, como ya lo he dicho durante años, en muchos de mis artículos, Venezuela no tiene ninguna obligación moral para con el mundo de respetar derechos de propiedad intelectual (los cuales, por definicion y mientras el hombre exista, son activos renovables), mientras que el mundo no respete el valor de nuestros activos no renovables.
Una vez más tengo que traer el ejemplo de los abusivos impuestos advalorem que imponen muchos países del mundo a los productos petroleros. Por ejemplo en Inglaterra los impuestos a la gasolina, los cuales, ya para 1985 representaban un 85%, se situaron en 1998 en un absurdo 456%. Como es de esperarse tales impuestos aumentaron los precios de los productos petroleros a nivel de consumidor y efectivamente, vemos que en Inglaterra el índice de precios de tales productos, pasó de un 100% en 1980 a un 247% para 1998. Como resultado, la demanda por el crudo se deprimió, hasta tal grado que el índice del precio del petróleo crudo, de un 100% en 1980 bajó a sólo el 18% para 1998.
Lo anterior, basados en datos extraídos del World Oil Trends 1999 , publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates, significó, sin duda, que nuestros ingresos petroleros se afectaran de manera tan negativa, que francamente no creo que tengamos por qué firmar convenios, que obliguen a nuestros jueces a ser los modernos alguaciles de Nothingham, ayudando a los ingleses a defender sus intelectuales aspiraciones de rentas intelectuales.
En cuanto al segundo punto, es decir, al posible abuso que pudiera derivarse del desmedido ejercicio de los derechos derivados de la propiedad intelectual, me permito traer el siguiente ejemplo:
Cuando una autoridad de Estados Unidos otorga a la Microsoft, el derecho de propiedad sobre un software, me imagino que lo hace pensando que existen otros parámetros y elementos competitivos en el mercado, que limitan las posiblidades de la empresa de abusar. Esto pudiera ser válido para su mercado doméstico, pero no necesariamente lo es al ser traspasado a otros mercados. Efectivamente, observamos que el precio de US$395 por un software pudiera ser perfectamente razonable en un mercado como Estados Unidos, donde se cobra US$ 395 por hora de consultoría legal, mientras que resulta abusivo en un mercado como el nuestro donde las circunstancias económicas obligan a prestar servicios de consultoría legal a razón de US$ 39,50 la hora.
Lo anterior implicaría que el valor real de la protección acordada por el derecho de propiedad intelectual difiere de país en país, y en tal sentido creo posible, ante la amenaza de ver sus discos duros extraídos, sus empresas multadas y sus representantes enviados al Rodeo, preparar y solicitar amparos, basados en que las empresas demandantes, están explotando indebidamente su posición de monopolio.