18 de julio de 2000

Nuestra acomplejada política economica

El proteccionismo, sin lugar a dudas, crea distorsiones económicas, lo cual hace que su implementación, deba ser continuamente sometida a un esfuerzo inteligente, creativo y disciplinado a fin de disminuir tales distorsiones. 
En Venezuela, una inmensa parte de las élites profesionales le han hecho “el fo” al proteccionismo; de allí que hoy, cuando nos encontramos en un estado de emergencia económica, que requiere de un cierto proteccionismo, se corre el riesgo de que éste sea implementado por los menos experimentados. 
El proteccionismo, quiéranlo o no, logró generar en el país una importante base industrial a través de la política de sustitución de importaciones. Sin embargo, como llegó a presentar un gran cúmulo de ineficiencias, los gobernantes de turno, en lugar de hacer las correcciones que, aún cuando nada fáciles, eran necesarias, sucumbieron ante los cantos de sirena de la apertura comercial y procedieron a quemar los puentes o a vender el sofá, destruyendo la poca capacidad institucional que existía para administrar un proteccionismo.
Frecuentemente he sostenido que Venezuela parecería sufrir muchas veces del mismo complejo de un adolescente inseguro, que cuando entra a una fiesta con un barro en la nariz, se despedaza emocionalmente ante la certeza de que todo el mundo lo observa – cuando, como bien sabemos, eso nunca ocurre ya que todos están ocupados con sus propios barros.
Sólo la existencia de un complejo como el descrito, podría justificar tanto las desmedidas ansias por buscar los aplausos y la aceptación internacional, como la presencia de varios de los verdaderos fenómenos de ortodoxia económica mal interpretada, que nos han llevado a la lamentable situación económica que vivimos actualmente. A continuación, me permito comentar algunos de esos fenómenos ortodoxos que he detectado:
Apertura comercial. El proceso de la apertura comercial en sí se ejecutó con todo celo y fanatismo, sin embargo no se veló porque ese esfuerzo del país fuera debidamente retribuido; evidencia de ello fue que mientras Venezuela bajaba sus aranceles, el mundo aumentaba los que se aplican de forma discriminatoria a los derivados del petróleo, Por otro lado, debe señalarse que este proceso se inició sin tomar en cuenta la realidad del país, hasta tal grado que los sectores económicos casi nunca fueron consultados, ni tampoco informados con respecto a los períodos de transición o de ajuste a ser implementados. Quizás parte de la culpa la tuvieron los mismos sectores económicos al desentenderse del proceso en marcha y dejar que Fedecámaras los representase, a sabiendas de que Fedecámaras no representa a nadie, excepto a sus propios dirigentes.
Política fiscal. En el momento más inoportuno de todos, en plena fase inicial de una recesión económica, el país decidió satisfacer los reclamos de los entes multilaterales por un equilibrio fiscal y se lanza a introducir el IVA (o sus sustitutos como quieran que se llamaban), con el agravante, además, de abandonar la función de buscar una mejor distribución del ingreso, vía el impuesto sobre la renta. 
Regulaciones financieras. La banca además de promover el ahorro, ofreciendo razonables rendimientos y certeza de recuperación, debe cumplir con las funciones de apoyar el crecimiento económico y democratizar el acceso a los capitales. En materia de regulación bancaria parecería que el país se ha olvidado de estas últimas dos funciones, acogiendo, sin pestañear, las regulaciones de Basilea, mucho más apropiadas para la banca de un país ya desarrollado, que para la nuestra. No hay nada malo en ser un país en vías de desarrollo, lo malo es creer que con sólo adoptar posturas distintas, se puede alcanzar otro grado de madurez – cual niña chiquita que toma prestado el lápiz labial de la mamá para sentirse grande.
Política cambiaria. Sin entrar a discutirla en detalle, lo cierto es que en materia cambiaria, durante los últimos cuatro años, se ha permitido que las tasas hayan evolucionado de una manera que atentan en tal grado contra la actividad económica productiva local, que su justificación sólo puede ser atribuible a problemas de salud mental. A veces, hasta me parece oír a nuestros banco- centralistas dirigiéndose a sus colegas diciendo “lo que es nosotros, a lo macho mataremos la inflación en Venezuela, así debamos matar al venezolano”.
Inversión extranjera. En pocos casos queda el complejo, al cual me referí inicialmente, tan claramente dibujado como en el de las inversiones extranjeras. Los que más bulla hacen en este mundo globalizado son, ante nada, aquellos fondos de inversión que representan a los capitales a corto plazo – capitales golondrina – que van surcando los cielos en búsqueda de oportunidades para especular. Ante tales inversionistas el país se ha doblegado, ofreciéndoles políticas monetarias restrictivas con absurdos diferenciales, hasta el grado de haber ignorado las necesidades de nuestros inversionistas nacionales o de nuestros verdaderos inversionistas extranjeros, que son aquellas empresas que con su presencia física en Venezuela aseguran empleo.
A mí no me temblaría el pulso para decretar fuertes medidas de protección – como la de cerrar de inmediato la frontera a los vehículos importados – claro está, que tal medida debería hacerse en concordancia con Colombia, habida cuenta de que es en la actualidad nuestro único y verdadero socio comercial. Por cierto, en ocasiones he sugerido aplicar a la importación de vehículos un arancel equivalente al que en sus países de origen le aplican a la gasolina y que significaría, por ejemplo, para el caso de la Mercedes Benz de Alemania, un arancel de más de 400%. 
A mí, en cambio, sí me temblarían las piernas de pensar implementar medidas proteccionistas, sin contar con los conocimientos de muchos de aquéllos que sí conocen de los peligros de la protección. A ellos, les ruego que, así sea de forma temporal, abandonen sus dudas y/o complejos intelectuales y le metan el hombro a un país que lo necesita. (Les prometo que no se lo voy a contar a nadie, en especial a aquéllos entes multilaterales – donde quizás en un futuro soliciten un empleo – para quienes el proteccionismo y todo que huela a eso, es fo, fo y fo.)