Esta semana solicitaron mi opinión sobre una Propuesta para la Transición, pero al expresarles mi preocupación, porque nuevamente esgrimían al aumento de la producción petrolera, como la varita mágica para solucionar nuestros problemas, me rebotaron:
“¿Qué política petrolera dinamiza más la economía nacional: el producir 2.5 millones de barriles por día a $20, ó 5 millones de barriles a $10? En los dos casos se generan $50 millones diarios de ingresos por ventas, pero el segundo caso tiene un efecto multiplicador sobre la economía nacional sobre el sector de bienes y servicios conexo; así como, la generación de empleos.”
Quedé loco… si el costo de producir un barril es de 8 dólares, la primera alternativa significaría entregarle al mundo 2.5 millones de barriles por una ganancia de 30 millones de dólares y la segunda, 5 millones de barriles por una ganancia de sólo 10 millones… aún suponiendo que el 100% del costo fuese nacional ¿puede acaso alguien dudar cuál alternativa es la mejor?
Si el aumento de la producción, en lugar de buscar maximizar nuestro rendimiento como país, sólo busca aumentar el componente local, pues que PDVSA emplee más gente o pague mejores sueldos, pero que por Dios no regale más petróleo.
También resulta incongruente que sugieran “la aprobación inmediata de un programa de expansión del volumen de producción de crudo” paralelamente junto con la necesidad de “garantizar la sanidad comercial y financiera de PDVSA”, algo que, por lo menos cuando yo dictaba clases de finanzas corporativas, sólo se lograba maximizando las ganancias… jamás maximizando los costos, aún cuando éstos fuesen 100% locales.
La propuesta incluye el tradicional slogan de lograr una mayor “participación ciudadana en la riqueza del subsuelo”, por lo que me pregunto cómo reaccionarán los nuevos “accionistas” cuando, de aplicarse lo sugerido, se les anuncie: “Señores, este año, en lugar de dividendos, recibirán estos certificados de generación de componente de costo local”.
Claro que sería una maravilla que Venezuela lograra aumentar su producción, para venderla a buenos precios, pero esto sólo se hace con un buen plan. Indiscutiblemente que, como país, hemos sido pésimos usando y redistribuyendo los ingresos de PDVSA, pero lo que es la OPEP, ha sido… ¡una maravilla! En una empresa privada cualquiera, si alguien en circunstancias similares propusiera como plan abandonar la OPEP y lanzarse al vacío… estaría despedido.
¿Por qué el riesgo tiene que ser 100% nuestro? ¿Por qué los Estados Unidos, que tanto necesitan de un proveedor seguro, simplemente no ofrecen ser un comprador seguro… y nos emiten una orden de compra por 4 millones de barriles diarios, a buen precio, por 50 años? ¿Quién la rechazaría?
Amigos redactores de propuestas para Venezuela, no se dejen engatusar por neo-demagogos, que usando teoremas extraños, vía el componente local, quizás buscan socializar para sus propios bolsillos la renta petrolera… quién sabe si como futuros Directores de La Transición en PDVSA.