La semana pasada con el título ¡Atrévanse cobardes! reté al gobierno entregarle a 4 millones de niños venezolanos, por intermedio de sus madres, 80 dólares mensuales provenientes de los ingresos petroleros, en lugar de seguir inventando beneficiarlos con sus tan poco funcionales controles de precios y que hasta parecen comenzar necesitar de cupones de racionamiento. Esos pagos serían financiados con el aumento de los precios de la gasolina.
De los comentarios que recibí, tanto privados como en un foro de discusión, de nuevo me sorprendió lo profundo que se encuentra arraigada en la psiquis del venezolano algunas imágenes que lo paralizan. A continuación algunas de ellas.
El entregarle así sea un solo dólar que provenga directamente de las resultas de liquidar nuestro petróleo directamente a un venezolano es un "rentismo amoral"… mientras que el recibir ese mismo dólar por vía de algún servicio gratuito o por ejemplo gasolina regalada pareciese que no lo es.
El entregarle, como propuse, 960 dólares anuales a cada niño (lo cual en otras ocasiones lo he hecho extensivo a 2.000 dólares anuales a cada ciudadano) no representa una ayuda virtuosa sino la manzana del pecado que provocará la flojera y la borrachera eterna del venezolano… mientras que ciudadanos en otros países sí pueden recibir esos montos y más de sus respectivos gobiernos, por ejemplo vía las contribuciones que en países desarrollados se dan a los padres justamente para ayudar sufragar los gastos de sus niños, sus futuros contribuyentes, sin que ellos se degeneren.
Todos apoyan el concepto del impuesto progresivo (los que entraron en otra discusión paralela sobre una "tasa única" la aceptaban siempre y cuando con deducciones y compensaciones se garantizase su progresividad) por cuanto les parece que lo justo es que el más-gana-más-paga… pero a todos les resulta tan difícil asimilar el hecho que cuando un pobre no recibe directamente su cuota parte del petróleo mientras que otros agarran más de su cuota parte por ejemplo vía la gasolina regalada y los mayores subsidios cambiarios que resultan de sus mayores consumos, se hace presente la injusticia del menos-tiene-más-paga.
La mayoría está convencida que la centralización del ingreso por la liquidación del petróleo fortalece a la nación… sin poder comprender que estén en manos del ciudadano o en manos del gobierno esos recursos siguen estando en manos de Venezuela. Lo único que logramos al entregar nuestros ingresos petroleros al gobierno, sin rechistar, es garantizar un sistema donde la principal función del gobierno no es la de gobernar sino la de redistribuir y el ciudadano en lugar de dedicarse sólo a trabajar tiene que dedicar tiempo a chupar las medias de turno y a no quedarse atrás en las diversas piñatas del reparto, por ejemplo las de Cadivi.
Nuestro problema fundamental es que hemos caído en la trampa-mentira alimentada por los usurpadores del petróleo de llegar a creer que el Estado y nuestros gobernantes representan más a la nación venezolana de lo que hacemos los ciudadanos. Reversemos esa locura y hagámosle comprender a nuestros políticos que el pueblo manda y que un presidente aún cuando tiene ciertos poderes limitados para representarla, jamás es Venezuela. ¡Atrévanse valientes!
De los comentarios que recibí, tanto privados como en un foro de discusión, de nuevo me sorprendió lo profundo que se encuentra arraigada en la psiquis del venezolano algunas imágenes que lo paralizan. A continuación algunas de ellas.
El entregarle así sea un solo dólar que provenga directamente de las resultas de liquidar nuestro petróleo directamente a un venezolano es un "rentismo amoral"… mientras que el recibir ese mismo dólar por vía de algún servicio gratuito o por ejemplo gasolina regalada pareciese que no lo es.
El entregarle, como propuse, 960 dólares anuales a cada niño (lo cual en otras ocasiones lo he hecho extensivo a 2.000 dólares anuales a cada ciudadano) no representa una ayuda virtuosa sino la manzana del pecado que provocará la flojera y la borrachera eterna del venezolano… mientras que ciudadanos en otros países sí pueden recibir esos montos y más de sus respectivos gobiernos, por ejemplo vía las contribuciones que en países desarrollados se dan a los padres justamente para ayudar sufragar los gastos de sus niños, sus futuros contribuyentes, sin que ellos se degeneren.
Todos apoyan el concepto del impuesto progresivo (los que entraron en otra discusión paralela sobre una "tasa única" la aceptaban siempre y cuando con deducciones y compensaciones se garantizase su progresividad) por cuanto les parece que lo justo es que el más-gana-más-paga… pero a todos les resulta tan difícil asimilar el hecho que cuando un pobre no recibe directamente su cuota parte del petróleo mientras que otros agarran más de su cuota parte por ejemplo vía la gasolina regalada y los mayores subsidios cambiarios que resultan de sus mayores consumos, se hace presente la injusticia del menos-tiene-más-paga.
La mayoría está convencida que la centralización del ingreso por la liquidación del petróleo fortalece a la nación… sin poder comprender que estén en manos del ciudadano o en manos del gobierno esos recursos siguen estando en manos de Venezuela. Lo único que logramos al entregar nuestros ingresos petroleros al gobierno, sin rechistar, es garantizar un sistema donde la principal función del gobierno no es la de gobernar sino la de redistribuir y el ciudadano en lugar de dedicarse sólo a trabajar tiene que dedicar tiempo a chupar las medias de turno y a no quedarse atrás en las diversas piñatas del reparto, por ejemplo las de Cadivi.
Nuestro problema fundamental es que hemos caído en la trampa-mentira alimentada por los usurpadores del petróleo de llegar a creer que el Estado y nuestros gobernantes representan más a la nación venezolana de lo que hacemos los ciudadanos. Reversemos esa locura y hagámosle comprender a nuestros políticos que el pueblo manda y que un presidente aún cuando tiene ciertos poderes limitados para representarla, jamás es Venezuela. ¡Atrévanse valientes!