Se discute sobre la necesaria separación de poderes entre el Ejecutivo, el Judicial y el Legislativo, cuando sabemos que la más importante y urgente separación de poderes en Venezuela es el separarle la chequera petrolera al gobierno; lo cual en esencia resulta contra-natura para cualquier político dispensador de favores por votos; y por lo cual a los ciudadanos probablemente no nos queda más remedio que tomar la constitución en nuestras propias manos.
He ahí el reto. Por cuanto el objetivo primordial de una constitución es el de buscar construir una defensa que le sirva a los ciudadanos ante los embates de un poderoso Estado… ¿cómo es que los ciudadanos le dejamos esa responsabilidad de redactar la constitución a los políticos? ¿Cuánto tiempo se discutió en la última constituyente lo que resulta de los más importante en un país con recursos naturales… el quién debe sembrar las resultas del petróleo? ¡Correcto! ¡Ni un solo segundo!
Mis esperanzas actualmente se centran en que por la vía de una curación de espantos, una especie de electroshock social, lleguemos a convencernos que nuestras mejores y probablemente únicas posibilidades de conseguir a nuestro país donde queremos conseguirlo, es el de nombrar a cada ciudadano su propio ministro de planificación y para él mismo decidir el qué hacer con los 2 a 3 mil dólares anuales que debería poder recibir en resultas petroleras. Por supuesto, en dinero efectivo… no en gasolina regalada o en cupos de Recadi… perdón, quise decir Cadivi.
En Alaska, existe un fondo permanente alimentado por el petróleo y el gas que le paga un dividendo anual a todos los ciudadanos; en el 2009 el dividendo fue de US$ 1.305 a cada uno. En 1999, el gobierno de Alaska, según ellos, necesitado de dinero, el petróleo se cotizaba entonces en solo US$ 9 por barril, le pregunto a los ciudadanos si podría usar algo del dinero del fondo… y el 84% de los ciudadanos le respondieron con un rotundo ¡NO! En otras palabras, los ciudadanos de Alaska lanzaron una inmensa trompetilla a sus políticos.
Pero en Venezuela por el contrario, son los políticos que le lanzan trompetillas a los ciudadanos por cuanto jamás se le ha consultado a ellos sobre si quisieran recibir por lo menos algo de las resultas petroleras directamente. ¿No constituiría esa sola pregunta la madre de todos los referendos revocatorios?
Solicitemos entonces que a cada venezolano se le pregunte, primero ¿cuánto de las resultas petroleras, o, 20, 40, 60, 80 o 100% deberían ser depositadas en un fondo permanente?, y luego ¿de ese fondo cuánto, por ejemplo 4 o 5%, cree usted que debe ser repartido en dividendos anuales a los ciudadanos? Y luego apliquemos el promedio de las cifras que hayan indicado los ciudadanos constituyentes.
Amigos, capitalicemos todos los antiguos y recientes espantos para tumbar ese muro de Berlín criollo que representa el entregarle las resultas petroleras al cacique de turno y que nos impide acceder a una verdadera democracia y desarrollar la capacidad de ser buenos sembradores de petróleo. ¿Qué algunos usarán el dividendo que reciben muy mal? Perfecto… de los males ejemplos también se aprende.
Repito, el hacer de todo venezolano un receptor de un dividendo petrolero es quizás la única manera para que en este siglo XXI logremos reconstruir la unidad en nuestra tan desunida y desdibujada Venezuela.
El Universal
He ahí el reto. Por cuanto el objetivo primordial de una constitución es el de buscar construir una defensa que le sirva a los ciudadanos ante los embates de un poderoso Estado… ¿cómo es que los ciudadanos le dejamos esa responsabilidad de redactar la constitución a los políticos? ¿Cuánto tiempo se discutió en la última constituyente lo que resulta de los más importante en un país con recursos naturales… el quién debe sembrar las resultas del petróleo? ¡Correcto! ¡Ni un solo segundo!
Mis esperanzas actualmente se centran en que por la vía de una curación de espantos, una especie de electroshock social, lleguemos a convencernos que nuestras mejores y probablemente únicas posibilidades de conseguir a nuestro país donde queremos conseguirlo, es el de nombrar a cada ciudadano su propio ministro de planificación y para él mismo decidir el qué hacer con los 2 a 3 mil dólares anuales que debería poder recibir en resultas petroleras. Por supuesto, en dinero efectivo… no en gasolina regalada o en cupos de Recadi… perdón, quise decir Cadivi.
En Alaska, existe un fondo permanente alimentado por el petróleo y el gas que le paga un dividendo anual a todos los ciudadanos; en el 2009 el dividendo fue de US$ 1.305 a cada uno. En 1999, el gobierno de Alaska, según ellos, necesitado de dinero, el petróleo se cotizaba entonces en solo US$ 9 por barril, le pregunto a los ciudadanos si podría usar algo del dinero del fondo… y el 84% de los ciudadanos le respondieron con un rotundo ¡NO! En otras palabras, los ciudadanos de Alaska lanzaron una inmensa trompetilla a sus políticos.
Pero en Venezuela por el contrario, son los políticos que le lanzan trompetillas a los ciudadanos por cuanto jamás se le ha consultado a ellos sobre si quisieran recibir por lo menos algo de las resultas petroleras directamente. ¿No constituiría esa sola pregunta la madre de todos los referendos revocatorios?
Solicitemos entonces que a cada venezolano se le pregunte, primero ¿cuánto de las resultas petroleras, o, 20, 40, 60, 80 o 100% deberían ser depositadas en un fondo permanente?, y luego ¿de ese fondo cuánto, por ejemplo 4 o 5%, cree usted que debe ser repartido en dividendos anuales a los ciudadanos? Y luego apliquemos el promedio de las cifras que hayan indicado los ciudadanos constituyentes.
Amigos, capitalicemos todos los antiguos y recientes espantos para tumbar ese muro de Berlín criollo que representa el entregarle las resultas petroleras al cacique de turno y que nos impide acceder a una verdadera democracia y desarrollar la capacidad de ser buenos sembradores de petróleo. ¿Qué algunos usarán el dividendo que reciben muy mal? Perfecto… de los males ejemplos también se aprende.
Repito, el hacer de todo venezolano un receptor de un dividendo petrolero es quizás la única manera para que en este siglo XXI logremos reconstruir la unidad en nuestra tan desunida y desdibujada Venezuela.
El Universal