Durante las recientes reuniones de primavera del Banco Mundial, en Washington, de nuevo hubo conferencias sobre el tema del porqué abundantes riquezas naturales se traducen en tan pobres resultados para sus respectivos países.
Y de nuevo tuve que someterme a esas sonrisitas burlonas con los que quienes no tienen la menor idea de lo que se trata una maldición petrolera, cortésmente callan sus pensamientos relativo a que eso debe ser por cuanto somos simplemente unos ciudadanos de tercera.
Y de nuevo tuve que oír esas bravuconada de sabiondas soluciones que nos ofrecen quienes no han vivido la maldición petrolera.
Y de nuevo me broto ese conflicto tan venezolano entre el saberse tan chévere, y cada día poder colocar menos y menos evidencias de ello sobre la mesa. Caramba hasta el Guri que tanto servía para echárnoslas se ha convertido en otro símbolo de ineptitud. ¿Hoy qué nos queda? ¿Las mujeres venezolanas y los Ibis Escarlata?
Y lo peor de todo es que absolutamente todas las soluciones que se nos ofrecen afuera y en Venezuela, suenan como si fuesen las recetas de cocina de una tía abuela lejana y cuya comida jamás nos gusto y de la cual tuvimos que hartarnos de niños.
“Hay que diversificar la economía; más agricultura y más industria manufacturera; hay que aumentar la recaudación fiscal del sector no petrolero, aún cuando eso dificulta desarrollar el sector no petrolero, hay que reducir la volatilidad creando fondos de reserva; hay que invertir en la educación” ¡Sí, sí y sí!
¿Siderúrgicas e industrias de aluminio quebradas… zonas industriales que parecen pueblos desiertos en películas de vaqueras… planes de becas Mariscal Ayacucho con nuestros doctores enseñando en las famosas universidades del exterior… fondos de inversión sin fondos?...pues ¡No, no y no! Algo nuevo tenemos que hacer.
Y habiendo escrito tanto sobre el tema de la maldición petrolera y estando hasta promoviendo una coalición mundial de ciudadanos maldecidos por el petróleo, siento que me daría por satisfecho si solo lograse que aquellos que por cuenta nuestra siembran el petróleo, a cuenta de que ellos son tan buenos sembradores y nosotros no, sólo nos diesen, a cada uno de los venezolanas, un recibito…
Sra. Juana Rivera. Ranchito #17. Vereda El Milagro, Caserío La Esperanza, Municipio La Fortuna, Estado Barinas.
Estimada Sra. Rivera: En nombre de la gloriosa nación venezolana permítame informarle que el año pasado, como administradores, recibimos en nombre suyo, proveniente de la venta de ese petróleo suyo no renovable, la cantidad de 178.98 dólares cada mes, libres de polvo y paja.
Igualmente le anexamos cinco recibitos iguales a éste, que corresponden a sus cinco hijos. El de su esposo reposa en nuestro archivo, por cuanto no sabemos por donde anda.
PS. Sin decir que se lo sugerí, podría estar violando una ley cambiaria, pregúntale discretamente a su vecino a cuantos bolívares fuertes equivale su contribución.
Atentamente y agradeciéndole de nuevo en nombre de nuestra gloriosa nación su generosa contribución para con la causa me despido atentamente,
Su Cacique de turno.
PS. (El mío) Nosotros necesitamos que nos representen buenos asambleístas pero para que ello le sirva al país, igualmente necesitamos que ellos también estén acompañados por buenos asambleístas. Por cada idiota, del lado que sea, que logremos mantener alejado de la Asamblea Nacional, mejor para todos.