No es que vayan a sentirse insultados, no los estoy llamando ignorantes, es solo obvio que ustedes los caciques no tienen la menor idea de cómo sembrar el petróleo, así que ahora nos toca a nosotros, los indios, aprender a sembrar. Por supuesto que a unos cuantos de nosotros se nos perderán las semillas, pero por lo menos las habremos comido y bebido sin haber tenido que arrastrarnos ante quien sea el cacique de turno. La verdad sea dicha, actualmente solo somos una nación de súbditos humillados y eso tiene que acabar.
Con solo tres integrantes de la reciente electa Asamblea que presenten una ley que obligue al Estado traspasar, vía un fondo, directamente a los venezolanos un porcentaje de las resultas petroleras, basta para comenzar a formalmente identificar quiénes tienen confianza en el pueblo y quiénes solo son otros vulgares quítate-tu-para-ponerme-yo.
En 1948 se implementó el 50-50 el "fifty-fifty" con el cual el Estado percibía lo mismo que las empresas de las resultas petroleras; y en 1976 el 0-100, o el "todito para el Estado, su cacique y sus caciquillos".
Dios quiera que en una fecha no demasiado lejana se inicie la transición hasta otro 50-50, ésta vez el 50 para el Estado y el 50 para los ciudadanos. Por supuesto, a la larga, con un 20% para el Estado por administrar la industria le debería bastar y sobrar.
Ya veré mi correo electrónico de nuevo inundarse con los chillidos de quienes con eso creen que atento en contra de la fibra moral del venezolano; acusándome de querer convertir a Venezuela en una sociedad de rentistas. ¿Más de lo que hoy somos? Si eso fuese cierto, lo que promuevo más bien podría calificarse como la independencia o la libertad de los rentistas.
Pero la verdad verdadera es que solo los caciques y sus caciquillos son los rentistas: y el pueblo solo es un receptor de las migajas que dejan aquellos, o, en traducción vulgar del significado real de las palabras de Juan Pablo Pérez Alfonzo, de los excrementos.
La realidad es que unas cuantas resultas petroleras entregadas en efectivo a los ciudadanos no alcanzarían para convertirlos en rentistas pero sí ayudarían a sacarlos del trance del "hay -más" y que hoy los tiene sentados en la orillas de las malas carreteras del país esperando los frutos de una cosecha, en vano.
Es absolutamente increíble como en África se está imponiendo el uso de los teléfonos celulares para todas las transacciones bancarias… y como oí alguien recientemente decir, por primera vez en la historia habrá más pobres que adinerados con acceso a servicios financieros. Qué maravilla el día que recibamos nuestras semillas por el celular y podamos dedicarnos a ser ciudadanos sembradores en lugar de ser los tontos tontos-útiles del cacique de turno.
Ese día, por ejemplo, podremos con un celular decidir libremente en qué preferimos gastar o invertir, en lugar de requerir de un carro para cobrar algo de las resultas petroleras que el cacique ha decidido entregar en gasolina regalada.
¿Entre tantos diputados, habrá tres que confíen más en nosotros los ciudadanos que en el Estado, y que se atrevan a buscar sacarnos del estado de humillación en que estamos empantanados, presentando esta propuesta o una similar?
Publíquese en la web la lista de los diputados venezolanos que no confían en los ciudadanos venezolanos. Para comenzar, todos se encuentran en ella, nuevos y viejos.