No es que haya ricos y pobres que hacen a una sociedad injusta. Es el que los ricos y los pobres lleguen a ser ricos y pobres de una manera injusta, lo que hace a una sociedad, injusta e indigna.
Y es profundamente indigno que tantos venezolanos se hayan hecho ricos o pobres, a cuenta de haber recibida de manera injusta una cuota inmensamente mayor, o menor, de lo que sería su participación equitativa en las resultas petrolera; como resultado de, por ejemplo, corrupción, sistemas cambiarios discriminatorios, gasolina regalada, estupideces, incapacidades, o las mil y una otras maneras que existen de cómo disponer el dinero no propio, con fines políticos.
Lo decía Milton Friedman, pero igualito lo podría haber dicho Karl Marx, o usted, por cuanto es una de esas verdades que no deja espacio para otras posibilidades. Hay solo cuatro maneras de gastar dinero; y que al ordenarlas de acuerdo a su probabilidad de ser gastado con un mayor o un menor cuidado son:
Dinero propio gastado en uno mismo.
Dinero de otros gastado en uno mismo.
Dinero propio gastado en otros.
Dinero de otros gastado en otros.
Pueda haber alguna discusión sobre el segundo y el tercero, pero los puestos del primero y el ultimo son muy claros, y eso es algo que deberíamos tener presente en nuestra Venezuela de generosas resultas petroleras.
Si las resultas petroleras son nuestras, entonces, el que éstas queden represadas por el cacique de turno, significa pasar del posible optimo, o sea el dinero propio gastado en uno mismo, al seguro peor, o sea el dinero de otros gastado en otros. Sin duda que es ése transitar, lo que ha vuelto nada, a por lo menos el 90% del valor de nuestras resultas.
Por supuesto, los políticos y los gobernantes siempre argumentarán; primero que usarán las resultas petroleras con el cuidado de cómo si fuesen propias, y segundo, que por tener una mayor capacidad que nosotros para discernir cuáles son nuestras primeras necesidades, eso de todas maneras hace de ellos los óptimos gastadores de nuestra resultas. ¡Já!
Por supuesto, los aprovechadores argumentaran, en sus adentros, “Kurowski no se preocupe tanto, yo haré rapidísimo mías esas resultas entregadas al cacique, y luego las cuidaré… ya sabes que por eso es que me tongoneo vestido de rojo-rojito o del color que esté de moda.” O sea, el venezolano también busca ser extractor, en lugar de productor.
De nuevo estamos oyendo la tarjeta La Negra asomándose en el debate. Si la propuesta se trata de ganarse el favor de unos electores prometiendo graciosamente entregarles un dinerillo proveniente de las resultas petroleras del Estado, esa propuesta es mala. Si la propuesta, por el contrario, se basa en defender el derecho del ciudadano a que el Estado no le robe la oportunidad de gastar, bien o mal, su propio dinero, hay que defenderla.
De nuevo, no quiero impedir que el Estado tenga un cierto acceso a las resultas petroleras pero su monto anual debe ser limitado, para que no existan dudas de que es el gobierno que trabaja para el ciudadano y no al revés.
De nuevo, esto no garantiza, para nada, que desaparezcan los pobres, pero por lo menos se les ha dado una justa oportunidad a todos. Y, como nación, perderemos menos tiempo en cada quien buscando agarrar más del recurso que la providencia generosa le lego al país, de seguro con el bendito propósito de unirlo, y no desunirlo.
Amigos, permitámosle a Venezuela la oportunidad de ser digna.