Vimos conciudadanos llenar sus planillas buscando lograr que el Estado les adjudicase una vivienda. Y la mayoría habrán pensado "¡Qué ilusos!" Pero no, no es cuestión de ser ilusos, es una cuestión de que así se hace, en este nuestro país de petrojuelas.
Algunos de nosotros petrojuelas, llenamos nuestras planillas de Cadivi para vacacionar en el exterior a la mitad del costo de vacacionar en nuestro país, mientras que otros, con planillas similares, consiguen sus mercancías importadas a menos de la mitad de su valor real, para poder revenderlas con márgenes de Alí Baba.
Otros buscamos nuestro puestico o contratico público, vía la "amistad", la chupada de medias, o el pago. Y el país petrojuela entero, se hace el loco sobre el hecho que los regalos de la Misión Gasolina, valorizados a precio internacional, equivalen a más del presupuesto público anual para la educación y la salud, juntos.
Hubo un momento, con el boom petrolero de 1974, cuando la Venezuela petrolera tuvo ilusiones de ser un país inmensamente significativo, lo que por supuesto es algo que hoy la mayoría calificaría como de infantiles sueños de grandeza. En este momento las grandes ilusiones venezolanas han sido reducidas a la esperanza de vivir tranquilo bajo la mata de mangos petroleros sin ser asesinado.
Y tanto que desearíamos que el candidato a presidente que triunfe en las elecciones del 2012, lo haga por haber restituido los sueños que apuntan al hacer de nuestro país algo mejor de lo que es, y no solo sobre la base de ofrecernos un país más contento con ser lo que es.
Pero, qué va, por los momentos todo lo que oímos de los potenciales candidatos de la mesa de unidad es un discurso dirigido a convencer a los petrojuelas sobre el que él sabrá cómo distribuir las resultas petroleras más eficientemente. Pues no me cabe la menor duda que lo lograría ¡gran cosota! Pero, no me basta, ni siquiera para comenzar.
Ante nada por cuanto si las resultas petroleras siguen siendo cuantiosas, seguirán, en su mayoría, siendo desperdiciadas; igual como seguirán, en su mayoría, siendo usadas para favorecer intereses políticos de corto plazo; igual como seguirán, en su mayoría, estimulando a los ciudadanos a seguir esperando sentados por la cosecha de lo mal sembrado, o humillándose lo que sea necesario, para asegurar una mayor cuota de las resultas petroleras.
Pero el discurso repartidor tampoco me basta por cuanto no estoy tan seguro que las resultas petroleras serán tan grandes, como las que espera la actual generación de los quítate-tú para ponerme-yo. Sólo como una muestra Estados Unidos reportó en Febrero del 2011 una importación de 8 millones de barriles de petróleo diarios, lo que debe compararse con los niveles de más de 12 millones de barriles que importaba entre el 2004 y el 2007.
¿Cuál es el discurso de grandeza que espero? El acabar que el petróleo sirva de abono a las ambiciones de poder de los políticos, y que sean los propios ciudadanos los sembradores.
Es casi imposible el imaginarme no votando por un candidato de la mesa de la unidad en el 2012... pero.... ¿porqué debe ese voto ser el resultado de una acto de una desesperada desilusión sin otra alternativa, y no un voto de ilusión? Por el momento, el mejor regalo que nos ofrecen para las navidades del 2012, son unas tristes medias tejidas por una fastidiosa tía que hemos visto tejer durante más de doce años.