Con la excepción del caso de un corto gobierno de transición para imponer unas urgentes reformas fundamentales, estoy a favor de que sea uno de los jóvenes que asuma la próxima presidencia. Eso sí, que ese joven tenga la capacidad de aprender de las experiencias, y no que ese joven se ponga a soñar las mismas imbecilidades con las que nosotros, sus padres, soñamos de jóvenes en 1974.
Acabo de leer sobre Leopoldo López proponiendo aumentar bastante la capacidad de extracción petrolera para lograr mayores ingresos. Nada mal con eso pero si no es precedido por una limitación constitucional sobre el monto de las resultas petroleras que se puede entregar al estado y a el nombramiento de los ciudadanos como los únicos sembradores del petróleo, tendría que recurrir a la versión vulgar del “¡Ni de broma Leopoldo!” La utilidad marginal nacional de un dólar petrolero hace tiempo que ha sido casi cero o hasta negativa.”
Por supuesto que deseo brindar mi apoyo a un candidato inteligente y educado pero, como alguien que necesita de la libertad para respirar, mientras persista la locura de entregarle tanto poder al cacique de turno, me puede convenir tener un cacique bruto e inepto… por cuanto así en algo disminuyen las posibilidades de por siempre tener que vivir bajo una diabólica políticamente correcta dictadura democrática.
Un Nuevo Tiempo, con su La Negra, en su momento, hizo unos intentos de cambiar la manera de darle uso a las resultas petroleras. Lamentablemente, tales esfuerzos, se enmarcaron más en el populismo de las dádivas que en el principio de lograr los cambios estructurales necesarios.
Primero Justicia también ha hecho unas buenas tentativas de discutir sobre el tema, pero aun sin lograr o querer agarrar por los cachos al toro de las reformas fundamentales.
Ahora bien como me parece oír a María Corina Machado confiar más en las madres y en las mujeres venezolanas que en los políticos o funcionarios públicos, sin excluir a los padres, mantengo la esperanza de verla ir por esa ruta madre de sugerir entregarle las resultas petroleras directamente a los ciudadanos, vía depósitos en tarjeta de debito, iguales per cápita, hasta por un monto global que sea digerible por la economía.
Quién sabe, si como dicen que las mujeres tienen menor tendencia de creer en pajaritos preñados, de repente por ahí va la vía de quitarle el arma con el cual tanto mal nos hace quien sea que sea el cacique o ¿caciqua? de turno. Entregarle el poder al ciudadano es algo que no tiene color político y que puede reunirnos como nación. Por ejemplo, a diferencia de las opositoras u oficialistas izquierdas de partido o gobierno, las opositoras u oficialistas izquierdas de pueblo, deberían estar muy de acuerdo.
Esta semana el presidente de Rusia Dmitry Medvedev en una entrevista en el Financial Times decía: “Nuestro enemigo está dentro de nosotros. Por un cúmulo de razones, la gente de este país invirtió todas sus esperanzas en el amable Zar, en el Estado, en Stalin, en sus líderes y no en sí mismos.” ¿Suena familiar?
PS. De una carta mía en El Universal, Mayo 2005: “Cuando de nuevo leemos sobre las vergonzosas condiciones que rigen en nuestras cárceles no queda más remedio que recordarles otra vez a nuestros jueces que cada vez que envíen un reo ahí, puede ser como, a conciencia, enviar alguien a un campo de exterminación del tipo Auschwitz. ¿Quieren los jueces que los ciudadanos los demandemos en La Haya?”