Tanta es la información que se recibe hoy en día que no tenemos tiempo para digerirla, por lo que generalmente solo nos dedicamos a clasificarla en dos grandes bojotes, lo correcto y lo falso, lo bueno y lo malo, blanco y negro, oposición-chavismo.
Eso es, por supuesto, una maravilla para quienes tienen un interés en polarizar, y no tienen el menor sentido de vergüenza de montarse sobre uno de los bojotes y proclamarse dueños absolutos de la verdad absoluta.
Eso es, por supuesto, una maravilla para resentidos y psicópatas que sólo pueden sentirse realizados en un mundo de odios y divisiones.
Y lo anterior no pasa solo en Venezuela. A veces he especulado sobre el que uno de los mejores negocios debe ser montar dos estaciones de televisión o radio, o dos periódicos, y desde los cuales predicar el extremismo más extremo de cada lado extremista, con el fin de luego solicitar contribuciones para las dos campañas dirigidas a salvar a la patria y a la humanidad del infernal enemigo del otro lado extremo opuesto. En otras palabras, un negocio donde los extremos forman un cartel y se reparten la cochina.
Detesto profundamente la polarización, embrutece hasta decir basta, y si hay algún extremismo aceptable para mí, eso es el extremismo del centro, aquel que se encuentra totalmente libre para tomar las mejores decisiones, dadas las circunstancias y sin consideraciones ideológicas; buscando reunir el consenso de todos sobre la base de argumentos sólidos y anclados en la verdad.
Lo anterior es una de las razones por las cuales votaré, con entusiasmo, el 7 de octubre, por Henrique Capriles. Sin duda que en su alrededor pululan un cierto número de extremistas pero, a diferencia de lo que hace ese oficial que le gusta el mando desde lo que cree su cuartel privado, Capriles no apela a ningún extremismo... todo lo contrario... en esencia Capriles es otro extremista del centro... y es en el centro donde debemos encontrarnos urgentemente todos los venezolanos a conversar.
Y ganará Capriles, no importa qué digan las encuestas que hoy resultan inservibles al ser efectuadas en un entorno imposible. En la Venezuela de hoy existen muchísimos mayores incentivos para responder la pregunta de "¿votarás?" afirmativamente, así como la de "¿por quién?", con un "por el oficial", de las que existe para responder un "no votaré" o un "por Henrique Capriles".
En tal sentido la calidad de las opiniones que expresan votar por Henrique Capriles es mucho mayor que el de las opiniones contrarias. En tal sentido todos los que dicen votar por Henrique Capriles irán a votar el 7 de octubre y no así todos quienes dicen ir a votar por el oficial. En tal sentido una abrumadora mayoría de los que se dicen indecisos, votarán por Henrique Capriles. En tal sentido una abrumadora mayoría de los que dicen que no votarán, de votar, lo harán por Henrique Capriles.
Eso no quita, por supuesto, que el día siguiente, de extremista de centro a extremista de centro, le cuestionaré a Capriles el porqué no le entregamos las resultas petroleras directamente a los ciudadanos, y sufragamos los gastos del Estado exclusivamente con los impuestos pagados por los ciudadanos.
Por cuanto, la verdad sea dicha, mientras seamos un país donde el 97 por ciento o quizás más de todas las exportaciones (legales), ingresan a las arcas del Estado, somos de-facto una nación en extremo imposible... aun en su más extremo centro.