Henos aquí, consternados por la baja del petróleo, con nuestro país sufriendo hambre, cuando al mismo tiempo, en muchos países del mundo la gasolina está más cara que nunca. Por alguna extraña razón no deseamos darnos cuenta de lo que está pasando, en el sentido de que el petróleo no ha perdido valor, simplemente somos nosotros los que estamos recibiendo menos por él.
Si observamos que un carro, que hace poco se vendía en 30.000 dólares hoy se vende en 100.000, tendríamos que concluir, aun cuando en total se vendan algunos menos, el mercado para dicho carro está atravesando una bonanza. Si el fabricante sólo recibe 10.000, su preocupación no sería el mercado sino quién le está robando el diferencial. ¿Por qué no razonamos de forma similar con el petróleo?
Por ejemplo, con un precio para la gasolina de 20, si se le añaden 5 por distribución y 5 por concepto de IVA y otros impuestos (20%) ésta pudiese llegarle al consumidor en 30. Sin embargo, hoy día en Europa y otros países, el producto está en 10, la distribución sigue en 5 pero el fisco cobra 85, situando el precio final al consumidor en 100.
De los 85 referidos que cobra el fisco, 80 son definitivamente un exceso y conforman, en esencia, un arancel comercial del 800%. Me pregunto: ¿Qué otro producto pudiera vivir con un arancel del 800%? ¿Qué estaría diciendo un fabricante de carros si hoy tuviese que reducir su ingreso, de 20.000 a 10.000 por unidad, sufriendo además una contracción en la demanda, al tener que aumentar el precio final del vehículo de 30.000 a 100.000, por el solo hecho de que el fisco ahora, en vez de 5.000, quiere obtener 85.000 en ingreso fiscal por unidad?
La OPEP y los demás productores petroleros no dicen nada sobre el tema y me desespera pensar que en la próxima reunión de la OPEP sólo discutan la reducción de la producción petrolera, como única opción para fortalecer los precios.
El mundo, tal como yo lo veo, le ha declarado la guerra a los países productores de petróleo; ya les han ganado una inmensa cantidad de batallas y aún no se han dado cuenta. O reaccionamos o no tenemos salvación. Cada barril de petróleo que se extrae, al no ser renovable, equivale a vender, no un bien que se produce, sino un activo del país. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de obtener el máximo por él.
La situación sólo ha de empeorar. Un país europeo, como parte de su política 'ambiental'-fiscal, ha declarado un plan de aumentos anuales de los impuestos a la gasolina en un 6% sobre la inflación. Nosotros, ilusos, ciframos nuestras esperanzas en una recuperación del mercado petrolero, cuando tales aumentos significarán para el año 2007 una duplicación del precio de la gasolina, sin que al productor le toque un céntimo más.
La globalización o la apertura de los mercados no significa que se pueda bajar la guardia. Por el contrario, requiere que un país esté más atento que nunca a la defensa de sus intereses. Como ejemplo, basta notar el hecho de que los Estados Unidos amenazan a la Comunidad Europea con unos aranceles del 100%, en defensa de la producción de cambures, fruta que ni siquiera producen en ese país.
Ya es hora de que empecemos a defendernos de verdad. Sugiero analizar las posibilidades de concertar acciones contra aquellos países que aplican, disfrazados como impuesto a la gasolina, unos aranceles exorbitantes al petróleo. Ante la gravedad del asunto, no me temblaría el pulso para imponer aranceles del 799% a los países que tengan impuestos a la gasolina en ese orden, ofreciendo, por supuesto, rebajarlos a 0% como un quid pro quo razonable.
Tampoco podemos seguir aceptando que el Fondo Monetario Internacional siga engañándonos, predicando un desarrollo económico sobre las bases de una apertura comercial y la baja de aranceles, al mismo tiempo que no solo alaba, sino además hace obligatorio para conceder su ayuda, el aumento de los impuestos a la gasolina. Por lo menos deberíamos estudiar las posibilidades de que la OMC intervenga para tratar de rectificar esta política claramente proteccionista, aupada por el FMI.
Acabo de leer un largo ensayo en la prestigiosa revista The Economist titulado el Petróleo Barato, en el cual asoman la posibilidad de que el precio por barril de petróleo caiga a 5 dólares. Aun cuando nos dan un muletazo, indicando que tal disminución, a cuenta del impuesto superior al 80%, no la notará el consumidor en la bomba de gasolina, no dedican una sola palabra al problema de la injusta distribución del ingreso petrolero. Como ciudadano de un país petrolero, me siento tratado como un estúpido.
El consumo actual del petróleo ronda los 73 millones de barriles diarios. Se estima que reducir la producción en 2 millones, puede lograr que los precios no sigan bajando. Señores OPEP y demás países petroleros, les pregunto: ¿Cuál sería el efecto en la demanda si los aranceles actuales del 800% se reducen a un nivel del 100%, aún exorbitante, y provocan de tal manera una disminución del 70% en el precio de la gasolina en Europa y muchos otros países?