Para su información, de cada 100 dólares, que en Europa y en otros países paga el consumidor por la gasolina, al fisco le tocan 85, al distribuidor 5 y al que extrae y refina el petróleo, sólo le corresponden menos de 10 dólares. Si estimamos que 5 de los 85 dólares cobrados por el fisco, corresponden al IVA u otros impuestos normales, llegamos a la conclusión de que, en esencia, a la gasolina le están aplicando un arancel comercial del 800%.
Aún cuando pueda ser irrelevante, lo anterior sencillamente no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten.
Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce.
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación.
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo.
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo.
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina.
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999 no es justo, menos cuando la relación sólo tiende a empeorar, al aprovecharse cualquier baja en los precios para subir los impuestos, sin que los consumidores lo noten. Hoy, debido a la globalización, observamos cómo los países defienden cada vez más sus intereses comerciales. Estados Unidos está amenazando a Europa con aranceles del 100% para quesos y textiles, como consecuencia de una disputa comercial sobre cambures, un producto que ninguno de los dos produce.
Hay entonces algo equivocado, cuando un país como el nuestro, que transita por una profunda crisis económica, no protesta hechos que obviamente lo afectan. El limitarse a cumplir con un "Manual de Buenas Costumbres Económicas" que "desinteresadamente" se nos sugiere adoptar, para así lograr acceso a créditos al 18%, no resolverá la urgencia
Ya oigo los gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que la prosperidad económica de Venezuela, sólo depende de factores externos, sólo depende del petróleo." Esto es falso y para quien lo dude, coloco años de artículos que indican lo contrario. Sostengo que entre los muchos aspectos internos, que hay que rectificar, se encuentra justamente aquél que garantice una cohesión nacional alrededor de sus intereses vitales.
El impuesto a la gasolina se aplica por ser una vía expedita para generar ingresos fiscales, que les permite, además, el escudarse tras el moralismo ambiental de ayudar al mundo a conservar energía y a evitar el recalentamiento de la tierra. Ello acarrea unos términos de intercambio altamente desiguales. En Venezuela aplicamos aranceles módicos, por ejemplo, el 26% a la champaña, mientras que Europa y otros aplican el 800% a un producto que, en esencia, representa toda nuestra oferta de exportación.
Nuevamente oigo gritos: "¡Cuidado! Kurowski es otro de aquéllos que creen que debemos acudir al proteccionismo". ¡Falso! Sólo sostengo que una política comercial debe tener como horizonte el interés del país y exigir razonables contrapartidas, no sólo en divisas, sino además en generación de empleo. Como un quid pro quo aceptable, estaría dispuesto a considerar la total eliminación de los aranceles, 0% para la champaña a cambio de 0% para el Petróleo.
El hambre es una violación a los derechos humanos y en mi país, gracias principalmente al populismo, hay gente inocente sufriendo hambre. No obstante, en la batalla en contra del populismo interno, con frecuencia se ha caído en la trampa de aceptar inocentemente la prédica del populismo económico externo, a veces, hasta aumentando el hambre. Es hora de que Venezuela aprenda a pelear por sus intereses.
Cada barril de petróleo que extraemos es irremplazable, por lo tanto Venezuela está vendiendo sus activos y no un simple producto comercial. De la misma forma en que estamos obligados a dar un mejor uso a los ingresos, hasta hoy vergonzosamente dilapidados, es nuestra responsabilidad la de tratar de obtener el mejor precio posible por el petróleo. De no lograrlo, es preferible dejarlo en el subsuelo.
En tal sentido sugiero, para comenzar, convencer a la OPEP y a otros productores de petróleo, sobre la necesidad de imponer aranceles del 800% a todos los productos originados en países que apliquen excesivos impuestos a la gasolina, ofreciendo reducirlos en la misma proporción en que ellos reduzcan los suyos. La baja resultante en los precios para el consumidor, avivaría la demanda mundial, fortaleciendo de inmediato los precios del petróleo.
Aún cuando opino que nunca se ha debatido con suficiente determinación, lo que expongo, no es nada nuevo. Siempre se ha rechazado la eliminación del impuesto a la gasolina, esgrimiendo todo tipo de argumentos rebuscados. Entre éstos, el que define al petróleo como un producto de demanda no elástica, no se consume más por bajar el precio y lo cual, al contrastarse con el argumento ambiental de subir los precios para que se consuma menos, resulta francamente contradictorio. Igualmente, cuando alegan una similitud entre el impuesto a la gasolina y el impuesto al tabaco, ignoran el hecho de que el productor de tabaco, a diferencia del productor de petróleo, tiene la alternativa de otro cultivo.
Al no haber argumento, que pueda rebatir el hecho de que sería mejor para nosotros lograr revertir la situación y recibir 90 dólares de cada 100 pagados por el consumidor, es obvio que la pelea se sitúa de lleno en el campo político. En tal sentido, por lo menos, tenemos una cierta ventaja en el hecho de que en Estados Unidos no existen los mencionados impuestos, al menos, no en esta ridícula magnitud. De pronto encontramos hasta aliados inesperados entre los mismos consumidores.
Mi Presidente, le ruego asegurar que el asunto se debata con sentido de Patria en la próxima reunión de la OPEP. Mientras tanto, nosotros trataremos de analizar las posibilidades existentes para impugnar, por discriminatoria ante la OMC, los impuestos a la gasolina.
Economía Hoy 9 de Marzo de 1999