Gústenos o no, en términos de nuestra economía globalizada, el valor de un producto se determina por lo que el consumidor está dispuesto a pagar por él. Hoy, por todo lo que se deriva de un barril de petróleo, en el mundo se paga un promedio muy por encima de US$ 100 y en Europa se llega a superar los US$ 150.
Cuando en tales circunstancias, el producto se conforma con recibir US$ 25 por barril, resulta evidente que no sabe defender sus intereses. La diferencia entre los US$ 150 pagados por los consumidores y los US$ 25 recibidos por el productor son, casi en su totalidad, los impuestos que aplican los países consumidores. Sin tales impuestos, tanto los precios como la demanda del petróleo serían mucho mayores y los ingresos adicionales, de un país como el nuestro, suficientes para cancelar la deuda externa total en pocos años o solventar, en meses, el costo financiero de la reciente tragedia sufrida en Venezuela.
En la prensa de este fin de semana, personas muy ligadas al petróleo venezolano, emiten opiniones que, de una manera u otra, critican la política de recortes en la producción, la cual por lo menos ha logrado elevar, de US$ 7 a US$ 21, lo que Venezuela recibe por su petróleo.
Andrés Sosa Pietri dice que los recortes de producción sólo han servido para 'consolidar las bases de una sociedad de indigentes, mendigos y buhoneros'. A él le respondería, que tal sociedad sólo se consolida cuando por egoísmo, intereses cortoplacistas y falta de voluntad, una sociedad permite que sus activos no renovables se entreguen por una minúscula fracción de su valor.
Yo siempre he considerado bueno que Venezuela tenga una gran capacidad de producción, seis, siete millones de barriles diarios o más. No necesariamente para usarlos, definitivamente no a los precios de hoy, pero sí como un esencial instrumento de negociación. El señor Alberto Quirós Corradi indica en su columna que nuestra capacidad productiva se ha visto muy reducida. No mantengo vínculos con la industria que me permitan opinar sobre el manejo día a dia de Pdvsa, pero, de ser cierto lo expuesto por Quirós comparto su preocupación.
Donde no estoy de acuerdo con Quirós es cuando sitúa todo el problema de los recortes iniciales en el contexto 'de una sobreoferta petrolera de carácter coyuntural'. El problema de los precios no se limita solamente a la oferta y demanda física de unos barriles de petróleo. A consecuencia de los modestos aumentos en los precios petroleros, países europeos han tenido que echar para atrás aumentos de impuestos ya programados, lo que claramente demuestra que el principal reto que enfrentamos no es el aumentar el valor del petróleo sino el de capturar una mayor porción de su valor.
Ha empezado un 'runrun', seguramente propiciado por aquellos que ven en la privatización la repuesta a todos nuestros problemas, de que una descapitalización y un supuesto mal manejo de Pdvsa, irrevocablemente conducirá a su privatización. No poseo los elementos suficientes para opinar sobre la posibilidad de tal evento pero, a todos aquellos que argumentan que en la privatización se encuentra la fórmula mágica, debo recordarles que no he visto ni un solo accionista de la Mobil, BP, Esso o como se llamen, levantar una sóla protesta ante los impuestos petroleros.
Si esperamos lograr defender el valor de nuestro petróleo, es indiscutible que sólo a través de organizaciones como la OPEP, tenemos la oportunidad de esgrimir las actuaciones geopolíticas de peso, que puedan reducir la actual discriminatoria confiscación a que estamos sujetos. Por supuesto, no me refiero a una OPEP donde sus miembros, Arabia Saudita, Kuwait, Argelia, Indonesia, Nigeria y Venezuela, en la reciente reunión de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, ni siquiera llegaron a mencionar al petróleo. Hablo de una OPEP con las botas bien puestas.
Andrés Sosa Pietri, quien considera que 'sin los recortes, los ingresos nacionales por exportaciones hubieran sido muy superiores a los obtenidos en realidad en 1999' sitúa la política de los recortes dentro de lo que él denomina algo 'tan fundamentalista, tan fanático que ni por la tragedia que nos enluta, ha querido conseguir un acuerdo... para aumentar la producción'.
Opino que hoy lo fundamental para los países petroleros es combatir todos aquellos impuestos al petróleo, que siendo vulgares aspiraciones fiscalistas, cobardamente se ocultan tras la falda de la protección ambiental y cual parásitos, nos confiscan la mayor parte de su valor.
Obviamente Sosa Pietri le asigna una connotación negativa a lo que llama 'fundamentalismo'. En tal sentido, puede que corra el riesgo que me llegue a clasificar como el sumo sacerdote de una extraña y peligrosa secta, si le digo que mientras nosotros, como país, no logremos capturar como mínimo 70% del valor del petróleo, por responsabilidad fiduciaria ante hijos y nietos, no tenemos derecho de extraer un solo barril.