Pocos pueden evidenciar haber criticado tanto la aplicación ciega de unas recetas identificadas con el neo-liberalismo o el Consenso de Washington, como lo hiciera yo antes que este pseudogobierno hiciese su aparición en la escena. Lo hice en artículos que publiqué cuando tales críticas podrían tener consecuencias profesionales negativas y no cuando, como hoy, tales críticas son emitidas o repetidas, por quienes sólo buscan ganarse favores.
En tal sentido tengo todo el derecho moral para decir que hoy en día lo que más falta le hace a Venezuela es una buena dosis de neoliberalismo.
Con ello no les estaríamos robando a los pobres de nuestro país el 10 por ciento del PIB, regalando la gasolina a quienes la queman en las colas de nuestras carreteras.
Con ello no estaríamos permitiendo un sistema de protección cambiario, de ya infinita duración, que le ha permitido a los debidamente equipados con conexiones, tarjetas de crédito, liquidez y cuentas en el exterior, redondearse unos subsidios inmerecidos.
Con ello no estaríamos favoreciendo los puestos de trabajo en el exterior y haciendo inviable el empleo productivo en nuestro país.
Con ello, los bolívares que circulan tendría un mejor respaldo en el Banco Central y no estaríamos que estar continuamente atentos a los anuncios sobre sus supuestas mejoras.
Con ello no estaríamos planificando nuestra economía en base a las ocurrencias de quien por buena voluntad que tenga, no tiene la menor idea de lo que se trata.
Con ello por lo menos seguiríamos montado en la ruta hacia una mayor descentralización de las resultas petroleras, en lugar de permitir que éstas se atrapen en una sola chequera central, cuyo saldo ni siquiera conocemos.
Con ello por lo menos más capitales quedarían invertidos en Venezuela en lugar de tener que obedecer las instrucciones de largarse por no ser bienvenidos.
Con ello por lo menos pagaríamos muchísimo menos en intereses por nuestras deudas externas a los zamuros que se dedican a prestarle a los malosos.
Con ello por lo menos tendríamos más recursos con qué combatir la pobreza… y las desigualdades.
Con ello por lo menos habría más seguridad en la tenencia de propiedad, de esa que estimula a los de una generación a sacrificarse para lograr dejarle algo a los suyos.
Con ello por lo menos tendríamos más de nuestros jóvenes encaminados a colocarse entre los primeros del mundo en lugar de darse por satisfechos con la mediocridad cobijada por el Estado, a cambio de su obediencia servil.
Yo me opuse al neoliberalismo tonto y ciego y sordomudo, entre otros por cuanto observaba cómo en el mundo los fiscos de los países consumidores de petróleo, capturaban cada día más, con sus impuestos al consumo de la gasolina, el valor de ese barril que los países extractores sacrificaban para siempre… y nosotros sin decir ni pío. No obstante entre aquello y el absurdo e idiota dizque socialismo actual, sin duda tendría que elegir lo anterior.
Da tristeza ver un país reducido a elegir entre tonterías pero, de repente, habiendo ido de fracaso en fracaso, un día de estos, lograremos encontrar la ruta buena para nuestra Venezuela. Ahora bien, ustedes saben que para ello considero indispensable quitarle la chequera con nuestras resultas petroleras a quien esté de turno como cacique. Es más, no quiero más caciques, quiero presidentes que trabajen para nosotros, los indios.