La mente de un ciudadano subyugado por una chequera petrolera centralizada, puede irse por vías muy extrañas, así que mucho cuidado con: "Si gana el que no discrimina, voy bien, pero si llegase a ganar el que sí discrimina, y no estoy con él, voy muy mal, así que... mejor déjame asegurarme".
La semana pasada después de haberle solicitado a Henrique Capriles, mi candidato, que ponga las cosas de la gasolina regalada en su lugar, me llegó un email donde se me explicaba que eso seguramente no ocurría por cuanto mi candidato no quería alienar a nadie. ¿Cómo es la cosa? Si hay algo en Venezuela que necesitamos alienar de inmediato, es la sinvergüencería que anda jugando garrote.
El país está dividido entre los que saben que las cosas andan muy pero muy mal, con vicios de poder empeorar, mucho, y los que se ilusionan con la posibilidad de que las cosas no están tan mal y hasta podrían mejorar, un poco.
Los primeros son una clara mayoría, pero para que ellos no solo compren por necesidad lo que la oposición les ofrece, sino que también ayuden a mercadear con entusiasmo la propuesta, esta necesita incluir una buena dosis de aceite de ricino, por cuanto, sin ello, simplemente no es creíble.
Y por lo cual, vuelvo a insistir... es indispensable agarrar los toros por los cachos, entre otros al de la gasolina regalada, eso sí con un discurso educativo que ilustre bien sus maldades... un crimen económico de lesa humanidad... una monstruosidad antisocial. La simbología del torero valiente que se atreve, siempre superará a la del torero que sale corriendo.
Y por cierto, ofrézcale a los ciudadanos entregarles sus resultas petroleras como dividendos, en lugar de seguir considerándolas como unas piadosas limosnas de unas misiones... así sean constitucionales.
Y por cierto, váyale recordando a nuestros militares que, a la hora de la verdad, están ahí para defender a Venezuela y a los venezolanos, su nación y su familia, y no a otros... y cualquier duda puede ser fatal.
Y por cierto, váyale recordando a la gente que ningún poblado como el nuestro puede convertirse en una nación a punta de carreras de Formula 1 ganadas y pagadas con 66 millones de dólares de nuestras resultas petroleras... más de seguro gasolina regalada. De saber estos detalles el mundo no tendríamos donde escondernos de pura vergüenza. Una nación se construye, no se compra.
Y por cierto, menciónenle a esos millones de empleados públicos que andan nerviosos por cuanto no están seguros de cómo justificar sus empleos, que el día siguiente de las elecciones podrían quedar desnudos y tener que esperar otros seis años para poner su voto a valer; y por lo cual también es de su interés vital, el que se logre que la economía no petrolera y no del Estado crezca.
Y por cierto, menciónale al país la posibilidad de contratar empresas de investigación para que, contra una comisión de éxito, ayuden al país recuperar lo robado por falsos revolucionarios... para el bien también de los verdaderos revolucionarios.
Sin duda Venezuela necesita de mucha medicina amarga para salir bien de donde se encuentra, y con la ayuda de Dios podría ser de sudor y lágrimas pero sin sangre... pero hoy ni siquiera nos están ofreciendo un placebo amargo. ¡Respeten al país!... basta de mentiritas blancas e ilusiones populistas o piadosas, los ciudadanos no solo necesita de verdades, sino también saben aguantarlas, cuando las saben ser verdades verdaderas.