Federico Vegas, en un extraordinario artículo, "¿Por qué los estudiantes?", Prodavinci.com, explica maravillosamente la situación en Venezuela... justamente por su modestia de no obligarse a explicarla. Vegas escribe: "Cuando alguien me pregunta cuál es la solución a lo que sucede en Venezuela le contesto que ni siquiera soy capaz de articular el problema. Es imposible criticar a un desastre que no tiene una arista legible o comprensible por donde agarrarlo."
Pues yo, no tan modesto, especialmente cuando mi ego tachirense ha sido algo argentinizado con las recientes actuaciones de los gochos, sí me atreveré articular una explicación:
La democracia, y un Estado que recibe el 98% de las exportaciones del país, son como aceite y vinagre.
En un sistema electoral donde para ser elegido autoridad, y con eso acceder a todos los poderes del Estado, y a la poderosa chequera con todas nuestras inmensas resultas petroleras, se requiere obtener el 50% más 1 de los votos... los restantes votos, el 50% menos 1, para tales fines, valen cero.
Existen unas inmensas resultas petroleras las cuales, para optimizar su efecto capta votos, deben intuirse ser repartidas entre el 50% más 1 de los votantes... y los restantes, el 50% menos 1 de los votantes, como que recibiendo nadita.
En otras palabras, una promesa de repartir el 100% de nuestras resultas petroleras entre el 50% más 1 de los votantes, representa un precio mucho mayor por voto que el de una promesa de repartirlas de manera justa entre el 100% de los votantes.
O dicho de otra manera, cuando como votantes buscamos maximizar nuestro beneficio individual, nos garantizamos un país dividido, básicamente en dos toletes iguales.
Unos breves momentos, durante elecciones, el aceite y el vinagre pueden aparentar una aceptablemente homogeneizada vinagreta, pero, qué va... a las pocas horas comienza la separación.
¿Qué hacer? O nos convertimos en una dictadura formal para que así el gobierno no necesite de comprar votos, y de ser una dictadura buenaza reparta las resultas petroleras de manera más equitativa, así sea solo al 50% más dos de los ciudadanos; o simplemente nos repartimos tales resultas entre todos los ciudadanos, para así poder aspirar tener una democracia representativa.
El coeficiente Gini usualmente reportado, es una medida con la que calculan la desigualdad de los ingresos en un país... y cuando ése Gini muestra mejoras, es la medida con la cual los gobiernos se autoalaban hasta el cansancio. Ese coeficiente no dice toda la verdad, entre otros por cuanto le asigna al ingreso ganado en una actividad económica productiva, un valor similar al de un ingreso recibido como consecuencia de una política social... o dicho en términos más crudos... en sus términos igualitarios, para el Gini, un bolívar en limosna vale lo mismo que un bolívar en salario.
En tal sentido, para interpretar mejor dicho coeficiente, siempre debe acompañarse con un Gini relativo a los ingresos antes de impuestos y transferencias... y otros similares como de la educación, de las oportunidades, etc.
Como saben, promuevo la repartición de las resultas petroleras a todos los venezolanos por igual, no solo para que aprendan sembrarlas, sino antes que nada para que aprendan depender de lo que ellos mismos puedan hacer, y no sigan en la creencia de que su futuro depende de un gobierno.
Eso no solo mejoraría el coeficiente Gini de Venezuela pero, muchísimo más importante aún, incrementaría su sostenibilidad en el tiempo.