¿Una asamblea de los de-ésta-manguangua-no-nos-sacan; o una de los quítate-tú-pa-ponerme-yos; o una de ciudadanos deseosos de asumir la responsabilidad por la siembra de sus propias cuota partes de las resultas petroleras? Como diría el genio de Cantinflas… “¡Ahí está el detalle!”
Hace unas 3 semanas cumplimos 100 años esperando que quienes nos gobernasen sembrasen bien nuestras resultas petroleras. Vista los pobres resultados sostenibles obtenidos, nadie puede, sin que se le deba caer la cara de vergüenza, argumentar que eso lo hayan logrado.
E igualmente nadie puede argumentar que la centralización en el Estado del poder económico que representa nuestras resultas petroleras, haya permitido profundizar nuestra democracia.
Y aún así como que nos estamos encaminando a otros 100 años de mala siembras de resultas, y de triste sumisión ciudadana ante caciques hechos poderosos con lo nuestro.
¿Cómo es eso posible? Antes que nada, por cuanto las fuerzas motivacionales de los que buscan usurpar el máximo de todas las resultas-petroleras, son mayores que las de un ciudadano que solo busca que le entreguen su cuota parte de éstas.
Pero quizás la motivación de buscar una unión que hoy permita librarnos de la angustia de vivir en un país de divididos también sea importante. Y nada podría exorcizar tanto la desunión, como el repartirnos las resultas petroleras por igual entre todos.
Y por cuanto todos los muy deseosos distribuidores usaran todas sus habilidades mesiánicas para convencernos que aquello no nos conviene, es importante que recordar algunas razones del por qué sí lo queremos.
I: Cuando un Estado recibe sus ingresos fiscales directamente de los ciudadanos, sus gobernantes tienen un interés vital en que a los ciudadanos les vaya bien. Cuando reciben un ingreso relancino, como son las resultas petroleras, ese vínculo no existe.
II. En la distribución de las resultas petroleras, a cuenta de que “el que parte y reparte se queda con la mejor parte”, y a cuenta de la misma ineficiencia de los distribuidores, perdemos una inmensa parte del valor de esas resultas; al mismo tiempo que se distorsiona todo el proceso de consumo y asignación de recursos en la economía. ¿Aceptaría una mayoría que se regale gasolina si ese regalo les significa un menor cheque mensual?
III. Esas resultas petroleras le fueron entregadas a los venezolanos por la providencia… sin que Venezuela haya hecho nada para merecerlas… por lo cual no tenemos un derecho moral para no distribuirlas equitativamente.
IV. Hay quienes sostienen que esas resultas deben ir a quienes más lo necesitan. ¡Pues no! Por cuanto eso requeriría de esos medidores de necesidades y determinadores de merecimiento de los cuales justamente necesitamos escapar. Además, al hablar de justicia entre pobres y ricos, no se nos olvide la justicia entre los pobres… por ejemplo no es justo que algunos pobres se lleven una súper-tajada vía una vivienda gratis y otros, como consecuencia de aquello, reciban mucho menos
V. Y quienes andan creyendo en descentralizaciones como elemento generador de bienestar colectivo, por ejemplo en los concejos comunales, deberían estar entre los más interesados en no corromper a estas asignándoles el rol de distribuidor de resultas petroleras. No olvidemos que si bien Papá Estado puede ser bien malo, igualmente con demasiada frecuencia, se da lo de “pueblo chico infierno grande”
Amigos, busquemos hoy la unión donde mejores posibilidades tengamos de encontrarla.