3 de agosto de 2000

La OPEP y la Venezuela de hoy.

Kohlenweiss 1979
Han transcurrido 20 años y, por lo tanto, ha expirado el plazo durante el cual se debían mantener como secretas las minutas de las reuniones interministeriales de la Comunidad Europea. Al fin podemos leer sobre lo acordado en el pequeño pueblo alemán de Kohlenweiss, durante un lluvioso fin de semana del otoño de 1979, cuando todos los ministros de energía europeos se reunieron en cónclave para trazar una estrategia sobre “¿Cómo defenderse ante las vulgares aspiraciones rentistas de los países petroleros de la OPEP?”. 
El solo debate registrado en las minutas nos resulta horrible al reflejar los prejuicios, de toda índole, que existen con respecto a los países petroleros. No obstante, hoy, por falta de espacio, me limitaré a resumir el Plan aprobado, que fue originalmente presentado por el ministro alemán Grüngelde. Tal Plan se fundamenta en cinco acciones consideradas como claves. 
La primera medida, por cierto la más inocua, era la de estrechar aún más los vínculos entre los gobiernos europeos y aquellas organizaciones de protección ambiental, lo suficientemente flexibles como para ser utilizadas para ejercer presión a favor de una disminución del consumo petrolero, sin que esto al mismo tiempo afectase al carbón, fuente energética aún más contaminante, pero que Europa posee. 
En segundo lugar, se establecía un programa de contínuos aumentos en todos los impuestos al petróleo y sus derivados, muy especialmente los de gasolina, con el fin de asegurar no sólo la disminución de la demanda, sino el que, día a día, los productores petroleros recibiesen una proporción cada vez menor del verdadero valor del petróleo en el mercado final, es decir, del precio pagado por el consumidor. Los países se comprometieron igualmente a no permitir que el precio de la gasolina bajase a nivel de consumidor, por lo que cada baja en el precio del crudo, debería causar un aumento inmediato de los impuestos. 
El tercer campo de acción estaba dirigido a debilitar la cohesión interna de la OPEP y, en tal sentido, usando tácticas de la guerra fría (el muro de Berlín no había caído aún), uno de los instrumentos recomendados era el de la desinformación – principalmente dirigida a sembrar dudas y desconfianza dentro del seno mismo de la OPEP sobre aspectos tales como el cumplimiento de las cuotas fijadas por dicha organización. 
Como cuarto elemento del Plan se estableció, que era de "interés prioritario para la Comunidad, incentivar y apoyar toda gestión tendiente a la privatización de la industria petrolera en los países de la OPEP". La razón de lo anterior se entiende cuando, entre los argumentos, se incluye que "sólo mientras la industria petrolera pertenezca a los Estados, éstos tendrán la posibilidad de esgrimir armas de negociación geopolítica". De hecho, el informe establece que, “de lograr la meta (la privatización), la competencia entre los participantes garantizaría mayores volúmenes de producción y menores precios, dado que todos ellos tienen en común el interés de aumentar las ganancias y los flujos de caja a corto plazo ". 
Quinto …. ¿para qué seguir?. Reconozco que todo lo anterior es pura ficción. Hasta donde yo sepa, no existe, excepto en mi imaginación, ni una Kohlenweiss, ni un Grüngelde. No tengo conocimiento de ninguna reunión como la descrita y, definitivamente, no creo que la Comunidad Europea fije un término de apenas 20 años para poner a la luz pública documentos de esta índole. No obstante, ya que la realidad supera a la ficción, espero que el lector me perdone mi atrevimiento. Veamos: 
Desde 1980 todos los impuestos al petróleo y sus derivados han sido aumentados. Por ejemplo, en Inglaterra se pasó de un 85% ad-valorem en 1980 a un confiscatorio 456% para 1998. Obviamente, que durante ese mismo período, el índice de precios de los productos petroleros, a nivel del consumidor, aumentaron en Inglaterra, en términos constantes, de 100% a un 247% mientras que, como si fuese planificado, el índice para el precio del crudo bajó del 100% a un mísero 18%. 
Un barril de petróleo contiene alrededor de 160 litros de productos petroleros repartidos en 84 de gasolina, 12 de jet fuel, 36 de gas oil, 16 de lubricantes y 12 de residuales pesados. Hoy, cuando la gasolina en Europa se vende en un mínimo de US$ 1.20 el litro, observamos que sólo este componente representa más de US$ 100; de allí que, al añadirle los demás derivados, obtendríamos como valor de mercado, es decir, como el precio que el consumidor está dispuesto a pagar, más de US$ 150 por barril. Si partimos del hecho de que los costos de refinación, transporte y distribución no son altos, digamos unos US$ 20 por barril, se deduce que el Fisco europeo se queda como mínimo con US$ 100 por barril, mientras que el productor, quien es el que está vendiendo un activo y sacrificando por lo tanto un recurso no renovable, debe conformarse con US$ 30 - que apenas representan un 20% de su valor europeo. 
En cuanto a la cooperación alcanzada con los movimientos ambientalistas, sin duda que la misma ha sido todo un éxito, al lograr que al petróleo se le haya castigado con todos los impuestos posibles, disminuyendo así su consumo, mientras que al carbón no se le ha tocado ni con el pétalo de una rosa, llegándose hasta el absurdo de que, incluso en ciertos países, el carbón sea subsidiado. La consecuencia de tal disparidad de tratamiento se evidencia en las cifras obtenidas de la Agencia Internacional de Energía, que indican que en 1973 el petróleo abarcaba el 44.9% del consumo mundial de combustibles, mientras que, para 1996 su participación cayó al 35.3%. En cuanto al carbón, en 1973 su consumo representaba el 24,8%, manteniendo para 1996 exactamente ese mismo porcentaje de mercado. 
No obstante que las cifras antes indicadas evidenciaban a claras luces que sólo a través de instrumentos geopoliticos, como la OPEP, se podría revertir o, por lo menos, amortiguar la injusticia existente, en Venezuela, hasta principios de 1999, no sólo se predicaba la privatización, sino que además se ejecutó parcialmente la misma, vía la Apertura. 
Otra concha de mango fue la de incitarnos a creer que la solución estaba en los incrementos del volumen de producción, no obstante que el petróleo se cotizaba en sólo US$ 8 por barril, 5 céntimos de dólar por cada litro petrolero (menor que agua envasada), precio que casi no cubría los costos. Las presiones para aumentar la producción fueron tan intensas, que todavía subsisten hoy, cuando vemos a importantes representantes de la Academia exponer la extraña tesis según la cual, si Venezuela produce 3 millones de barriles de petróleo diarios y los vende a US$ 30, nos encontraríamos en las garras de un amoral modelo rentístico mientras que, por el contrario, si producimos 7 millones de barriles y los vendemos a sólo US$7, estaríamos reflejando un inmenso y loable esfuerzo productivo. 
Finalmente, con respecto a la OPEP sólo podemos decir que, casi declarada muerta, se salvó en la raya, por ahora… 
Con todos estos antecedentes, ¿quién duda de que, de hecho, existe material suficiente para inspirar un guión novelesco, como el que asomé? Si alguien, por curiosidad, desea saber cuál fue el quinto pilar imaginario ideado en Kohlenweiss y, con la esperanza de que, como dicen mis hijas, cuando uno tiene una pesadilla, tiene que contarla para que no se haga realidad…, les confieso que últimamente me despierto, sudoroso de nervios cada mañana, con la pesadilla de que la Comunidad Europea ha tramado sembrar un extremista del ambiente en la presidencia de los Estados Unidos de América…
Publicado en El Universal el 3 de Agosto, 2000