Estoy seguro que los socialistas sinceros, aquellos que respetan profundamente al pueblo y que no usan al pueblo para adelantar sus propios intereses deberían estar de acuerdo con una propuesta donde a cada ciudadano se le entrega su cuota parte de las resultas petroleras. Con ello evitarían que los ciudadanos sean sujetos a una confiscación regresiva de sus recursos sólo para financiar las ocurrencias del cacique o del Gran Hacendado que esté de turno. Con ello evitarían que la voz de los ciudadanos sea silenciada por la chequera petrolera, convirtiéndolos en unos humillados pedigüeños.
Estoy seguro que los neoliberales sinceros, aquellos que aceptando las limitaciones del mercado respetan profundamente la sabiduría inherente a las decisiones libres de millones de individuos y que no usan sus teorías solo para justificar privatizaciones o conquistar monopolios deberían estar de acuerdo con una propuesta donde a cada ciudadano se le entrega su cuota parte de las resultas petroleras. Con ello evitarían tener que someterse a la tortura de tener que oír al cacique o al Gran Hacendado que esté de turno creerse capaz de tomar, en nombre de todos, las más acertadas decisiones económicas.
Lo que pasa es que los socialistas sinceros y los neoliberales sinceros, se encuentran disminuidos por quienes secuestran la bandera socialista y la bandera neoliberal, buscando magnificar las diferencias que existen entre las dos filosofías políticas, con el solo fin de poder erguirse como líderes y adelantar sus propias posibilidades de llegar a ser el cacique o el Gran Hacendado de turno, con derecho a imponer ocurrencias.
Es hora de entender que la profunda insatisfacción que existía con respecto a las actuaciones de la Cuarta tiene exactamente el mismo origen que la profunda insatisfacción que hoy existe con respecto a las actuaciones de la Quinta. No debemos permitir que las diferencias que puedan existir entre los distintos caciques o los Gran Hacendados de turno, o entre los candidatos a tales posiciones, nos confundan, ya que la verdad es que esas diferencias y aún cuando puedan ser importantes, resultan totalmente irrelevantes en el contexto de nuestra Venezuela petrolera.
Socialistas sinceros y neoliberales sinceros, uníos en buscar que el pueblo reciba directamente sus resultas petroleras. Así podrán los ciudadanos aprender a efectuar su propia siembra de lo que la providencia tan generosamente les ha legado. Así podrán los ciudadanos responsabilizarse por su propio futuro en lugar de quedarse sentado esperando la entrega de su menguada parte de una mala siembra y cosecha hecha por el Estado.
27 millones de ciudadanos, responsables cada quien por su parte de las resultas petroleras, siempre habrán de producir un mejor resultado para nuestro país que un cacique o un Gran Hacendado vanidosamente creyéndose responsable por 27 millones de ciudadanos. Tan sencillo como eso.
El Universal