10 de noviembre de 2011

Nosotros los primitivos

Peter Bernstein, en “Contra los Dioses: La Historia del Riesgo” (1998) sostuvo que la verdadera frontera entre la antigüedad y los tiempos modernos, se ubica a mediados del siglo XVII; época cuando se inicia el verdadero desarrollo de las estadísticas o matemáticas probabilísticas, con las cuales el hombre pasa de considerar todo como definido por los dioses, a creer que puede y debe administrar riesgos. 
De esa misma manera estoy seguro que la frontera entre una Venezuela primitiva y una Venezuela moderna se ubicará en ese momento en que la ciudadanía decida sembrar sus propias resultas petroleras, en lugar de bobamente esperar por lo que el cacique de turno haga con ellas. 
Y francamente, si pudiésemos vernos en una película colocando nuestras billonadas de resultas petroleras en una bóveda para luego, sobre la base de unas bufas promesas electorales, elegir a uno de nosotros como nuestro cacique, para que nos las devuelva, de la manera que a él le plazca, no hay duda que sería más fácil vernos las caras de primitivos idiotas que llevamos. 
La semana pasado asome la posibilidad que un tercer candidato, sobre la base de una muy breve agenda, tendría grandes posibilidades de ganar la presidencia en el 2012. La agenda incluiría el limitar estrictamente las resultas petroleras que puedan ir directamente al Estado, el maximizar las resultas entregadas directamente a los ciudadanos para que sean estos quienes la siembren, y el concentrar toda la atención del Estado en hacer de Venezuela uno de los países con mayor seguridad ciudadana… en el mundo. 
Por supuesto, y aún cuando la idea recibió apoyo, mucho más de lo que yo esperaba, no faltaron quienes, desde AMBOS extremos políticos, me tildaron de ser un mercenario divisionista… al servicio del malvado agente extranjero correspondiente. 
¿Divisionista yo? Dividir una mayoría tiene significado… dividir una posible mayoría tiene significado siempre que la división no sea reversible… y dividir una minoría no significa nada… muy especialmente si es para construir una mayoría perdurable. En estos delicados momentos, en Venezuela no se trata sólo de conseguir el indispensable 51%, se trata también de conseguir ese margen de votos tanto mayor al 1% que permita manejar un triunfo. 
Se necesita de visión país para entender que de no querer que nuestro país se hunda aún más en los tan destructivos pantanos del odio, la oposición, aún triunfando con un gran margen, debe formar un gobierno de coalición que incluya a grandes partes del oficialismo... lo que, adelantándome a algunos típicos comentarios automáticos que he de recibir, por supuesto que no significa impunidad. En el oficialismo también se observa deseo de castigar a sus “traidores” quienes desperdiciaron sus resultas. 
Además tanto el candidato único del oficialismo como los varios candidatos de la oposición en vía de ser el único, deben recordar que una cosa es quedar electo como quien puede abrir la puerta a un futuro mucho mejor y otra cosa muy distinta, es quedar electo por el sólo hecho de haber indicado la ubicación de una puerta de escape… donde el votante, tratando de evitar que el pánico se cierne sobre él, no tenga otra alternativa que buscarla. 
En fin, quien crea que con librar al país de la actual infección alcanza, no tiene la menor idea de la enfermedad que nos agobia. Amigos, se los ruego, dejémonos de ser tan pero tan primitivos.