Hay unos cuantos intelectuales, tanto de renombre nacional como mundial, opinando que si las resultas petroleras de Venezuela, o similares en otros países ricos en recursos naturales, hubiesen sido manejadas por gobiernos y caciques más capaces y más asesorados, todo estaría bien. Es asombrosa su deshonestidad intelectual.
Es imposible, cómo en el caso de Venezuela, que cuando el Estado o el cacique de turno reciben directamente el 97 por ciento de abundantes exportaciones, que una economía, o una sociedad, pueda funcionar.
Y si de repente las estrellas se encuentran espectacularmente alineadas, y las resultas caen en manos de quien pueda lograr hacerlo de regular a bien, apuéstalo, el cacique o gobierno que le ha de seguir, lo hará de mal en peor.
¿Será la posibilidad de llegar a ser uno de los elegidos para asesorar sobre el buen uso de los inmensos ingresos que surgen en una bonanza, lo que les ofusca la mente a estos intelectuales?
Y, si eso les pasa a intelectuales de categoría, imagínese a los de pacotilla.
Y, entre los intelectuales, los peores son los que incorporados en organizaciones "especializadas" promocionan la transparencia para que haya una efectiva supervisión ciudadana, y así solo logran alimentar la ilusión de que las resultas sí pueden ser bien manejadas.
Aquellos simplemente no quieren entender la cruel verdad de que a más que el ciudadano sepa cuán inmenso ese 97 por ciento de fabulosas exportaciones es, mientras las resultas sigan en poder del Estado o el cacique, más quedará subyugado.
Para lo único que serviría tal transparencia, sería para azuzar una revolución que busca permitir al ciudadano conquistar su derecho de manejar el mismo su cuota parte de las resultas, informándoles sobre de qué clase de sinvergüencerías per cápita se está hablando.
Ludwig von Mises decía: "a la larga ningún gobierno puede mantenerse en el poder si no tiene el apoyo de la opinión pública". Tiene razón, solo que von Mises quizás nunca tuvo ocasión de entender cómo un 97 por ciento de abundantes exportaciones, se apodera de una opinión pública y la subyuga.
Ludwig von Mises también decía: "las masas no conciben ideas, buenas o malas, solo pueden elegir entre las ideologías desarrolladas por los líderes intelectuales de la humanidad". Pero quizás von Mises ignoro la triste posibilidad de una jauría de intelectuales, que por pertenecer a la tribu quítate-tú-pa-ponerme-yo, adrede, consciente o inconscientemente, ignorasen la posibilidad de que los ciudadanos administren sus propias resultas petroleras.
Así que, intelectuales del mundo. ¿Qué dirían ustedes si les propongo que el 97 por ciento de las exportaciones de vuestros respectivos países ingresen directamente a las arcas del tesoro? ¿Qué estoy loco? Entonces, permítame pedirles un poco bastante más de honestidad intelectual.
Estado, cacique, aspirantes a caciques o a asesores de caciques venezolanos. Es con ustedes. No sean tan sinvergüenzas y entréguennos nuestras resultas petroleras.
Y no nos vengan con propuestas como el ponerlas en un fondo, a nombre nuestro, donde algunos expertos nos las manejaran expertamente... puesto que eso solo significa que nos siguen viendo caras de los mismitos idiotas que hasta la fecha hemos sido. Que cada ciudadano busque y elija su propio asesor de inversión. Eso forma parte de su proceso de aprendizaje.
Aprovecho para recordarles que la corrupción también se combate, efectivamente, minimizando las tentaciones.