Aporrea.com, un órgano súper-oficialista, presenta "un reportaje efectuado por América Televisión, sobre la actividad ilegal de los 80 mil venezolanos que en el primer semestre de 2013 han viajado al Perú, para a ejecutar la transacción del raspado de dólares... raspar sus tarjetas de crédito y al obtener los dólares, los retornan a Venezuela para venderlos a xx bolívares por dólar." (Aporrea, guapo y apoyado, sí indica una tasa cambiaria, pero mejor no meto a El Universal en problemas.)
Y Aporrea opina: "De esta forma hacen caída y mesa limpia. Después son los que se quejan de la inflación, en un recurrente círculo vicioso... Al mismo tiempo, venezolanos que hacen uso legal de las divisas obtenidas a través de Cadivi, continúan lidiando con un excesivo papeleo burocrático, en parte destinado a frenar la ilegalidad, pero en el cual pagan justos por pecadores".
En otras palabras, Aporrea opina que los que se aprovechan de los subsidios cambiarios para viajar de verdad, verdad, a Lima, París, Disney u otros lugares, son "los justos", mientras que quienes se aprovechan indebidamente de un sistema, de por sí corrupto hasta el tuétano, y se hacen de unos "siete salarios mínimos", para quizás cubrir algunas necesidades muy urgentes del hogar, son "los pecadores".
Y, además, todo como si el comerse unas papas a la Huancaína en Lima, mágicamente absorbería el exceso de bolívares impresos que causa la inflación en Venezuela.
Lo anterior evidencia que "la revolución bolivariana" perdió completamente el rumbo, si es que en algún momento, en algún segundo, lo pudo haber tenido. Francamente, los que deberían ir a cárcel, y por un buen tiempo, son los responsables de nuestro criminalmente asocial sistema cambiario.
Y como a la cárcel también deberían ir quienes por simple cobardía política, les entregan gasolina a quienes la queman en las colas o a quienes la contrabandean al exterior, por un valor superior a todos los programas sociales y misiones juntas. Qué falta de sentido de justicia social tienen estos revolucionarios de pacotilla y que antes que nada les ha tocado a los pobres de Venezuela sufrir. No solo impiden trabajar, pero además, todo lo que tocan lo distorsionan hasta más no poder...sólo dejando resentimientos y amarguras por donde pasan.
Pero igual causa tristeza que de estos crímenes asociales, y que cuando uno cuenta de éstos en el exterior, frecuentemente no te lo creen, lo califican de exageraciones oposicionistas; sobre éstos la oposición en Venezuela casi no dice ni pío.
¡No! El que desea una justicia social que no quede diluida por los aprovechavistas o los sabelotodos de turno, debe entender que las resultas petroleras hay que entregárselas directamente a los ciudadanos, para que aprendan a sembrarlas ellos mismos. Una nación se construye en base a ciudadanos, y no en base a gobiernos que trabajan con dineros no cobrados vía impuestos.
Pero para lograr eso hay que aprovechar el momento cuando más le duele al país la bofetada. Como dicen, la oportunidad la pintan calva. Y si no agarramos en estos momentos el mechón del espíritu Kaeros, apenas pase algo del dolor, será muy tarde, y nuevamente saldrán a pasear por las calles de Venezuela los vendedores de pociones mágicas. Y los venezolanos, infantilmente ilusionados, de nuevo caerán en su trampa jaula petrolera. En este país de quítate-tus-pa-ponerme-yos, y de fervientes amantes de novelas... ¡Apuéstalo!