19 de julio de 2000

La Pdvsa que yo quiero.

Hace poco escribí un articulo titulado “La Electricidad de Caracas que yo quiero”, A sabiendas de mi interés y mi actitud algo crítica con respecto al manejo del petróleo, un amigo me preguntó ¿Y cómo es, la PDVSA que tú quieres? Lo que sigue, es una respuesta parcial. 
LA PDVSA que yo quiero, debe ser administrada por unos venezolanos que, aún haciendo carrera corporativa, estén profundamente compenetrados con el sentimiento de estar haciendo una gran labor patria de inmenso significado fiduciario, como es la de administrar sabiamente la bendición petrolera en favor de las actuales y de las próximas generaciones de venezolanos. 
La PDVSA que yo quiero, tendría como horizonte empresarial el hacer todo lo necesario, para asegurar el máximo ingreso neto posible para el país, por la venta del petróleo, pero siempre considerando a tal fin, de que se trata de la venta de un activo no renovable. 
La PDVSA que yo quiero, debe saber que se diferencia de las demás petroleras tradicionales del mundo. Mientras que éstas pueden satisfacer a sus accionistas sencillamente produciendo un margen neto, que puede ser el mismo así esté el barril de petróleo a US$ 10 o a US$ 30, PDVSA debe maximizar los ingresos netos de la Nación. 
La PDVSA que yo quiero, debe ser una experta en explorar, extraer y refinar el petróleo, para así situarlo a la orden del mercado de la forma más eficiente, pero, de la misma manera, debe ser experta en no diluir sus ganancias, acometiendo actividades no estrictamente necesarias, ni para las cuales su estructura de empresa pública se adapta. 
La PDVSA que yo quiero, no debe divulgar argumentos falsos, tales como la extrema importancia que ha de tener la "participación del mercado" en la realización de nuestras ganancias petroleras. El petróleo es un bien genérico, un commodity – nadie revisa el tanque de su auto para ver si le están poniendo Shell, Mobil o PDV. Si queremos vender el petróleo por debajo de su precio en el mercado, podemos aspirar a un 100% del mercado y si lo vendemos por encima, a un 0%. 
La PDVSA que yo quiero, no promueve estupideces tales como la Apertura, que abre paso a terceros para que inviertan en la actividad productiva estratégica, mientras dedica sus propios y escasos recursos a remodelar gasolineras – so pretexto de defender su participación de mercado - como si los de Kuwait estuviesen próximos a mercadear su gasolina en Las Mercedes - y obteniendo al final como único logro una mayor participación en el mercado de cotufas. 
La PDVSA que yo quiero, opera sin impuestos y entrega, vía dividendos, sus ganancias al Fisco. La actual estructura fiscal, con impuestos del 67%, hace que para PDVSA el costo real después de impuestos de un gasto de 1.000, resulta en solo 333, ya que los otros 666 son absorbidos por el fisco por la vía de recibir menos impuestos – y esto simplemente no puede propiciar el clima de austeridad, que debe prevalecer en una empresa del Estado. 
La PDVSA que yo quiero, actúa en función de toda nuestra realidad energética y no sólo en función del petróleo. 
La PDVSA que yo quiero, no monta sus propios institutos educativos para elevar la autoestima de los miembros de un club de mutua admiración, dictando cursos en una serie de materias y tópicos ya cubiertos por otras instituciones. 
La PDVSA que yo quiero, destina un porcentaje de sus ganancias a un Fondo de Desarrollo Energético (FDE), a ser administrado en forma independiente de PDVSA, para financiar y promover el estudio y las inversiones, en áreas criticas para la defensa del petróleo y de las demás fuentes de energía. Entre las áreas a ser cubiertas por el FDE, deberían encontrarse, entre otras, las amenazas que surgen de restricciones ambientales e impuestos ecológicos, así como las oportunidades presentes en el desarrollo de nuevas fuentes o formas de almacenar energía. 
La PDVSA que yo quiero, no ignora el hecho de que los países consumidores aplican gigantescos, discriminatorios y cada vez más crecientes impuestos a los derivados del petróleo, sino que siendo la que da la batalla del día a día, le informa y le exige a sus autoridades actuar en la materia. 
La PDVSA que yo quiero, no se hace eco de un falso ambientalismo que permite castigar el consumo del petróleo con aranceles superiores al 400%, mientras que al carbón, fuente energética mucho más contaminante, se le aplica un 0% de impuestos y hasta recibe subsidios de producción, como por ejemplo en España y Alemania. 
La PDVSA que yo quiero, jamás se le hubiese ocurrido sugerir aumentar la producción cuando, por ejemplo en Europa a finales de 1998, los productos derivados de un barril petrolero se valorizaban en más de US$ 130, no obstante que el precio del barril era sólo de US$ 8, que casi no cubría su costo de producción. 
La PDVSA que yo quiero, no se encierra en su propio mundo, por el contrario asume su responsabilidad de ser uno de los principales actores del desarrollo económico venezolano. 
La PDVSA que yo quiero, sabe que para maximizar los resultados de su gestión comercial energética, requiere de armas geopolíticas, como la OPEP, y que, para desarrollar tales armas, no puede permitirse la indiferencia del pueblo de Venezuela, sino que requiere de estimular su activa participación. 
La PDVSA que yo quiero, habría logrado convocar a todos los venezolanos a protestar ante la decisión de la Florida, estado al que tanto beneficiamos, cuando éste esgrimiendo razones ciertamente dudosas, prohibió el uso de la Orimulsión. 
La PDVSA que yo quiero, no es arrogante, ni mucho menos el feudo de nadie.



18 de julio de 2000

Nuestra acomplejada política economica

El proteccionismo, sin lugar a dudas, crea distorsiones económicas, lo cual hace que su implementación, deba ser continuamente sometida a un esfuerzo inteligente, creativo y disciplinado a fin de disminuir tales distorsiones. 
En Venezuela, una inmensa parte de las élites profesionales le han hecho “el fo” al proteccionismo; de allí que hoy, cuando nos encontramos en un estado de emergencia económica, que requiere de un cierto proteccionismo, se corre el riesgo de que éste sea implementado por los menos experimentados. 
El proteccionismo, quiéranlo o no, logró generar en el país una importante base industrial a través de la política de sustitución de importaciones. Sin embargo, como llegó a presentar un gran cúmulo de ineficiencias, los gobernantes de turno, en lugar de hacer las correcciones que, aún cuando nada fáciles, eran necesarias, sucumbieron ante los cantos de sirena de la apertura comercial y procedieron a quemar los puentes o a vender el sofá, destruyendo la poca capacidad institucional que existía para administrar un proteccionismo.
Frecuentemente he sostenido que Venezuela parecería sufrir muchas veces del mismo complejo de un adolescente inseguro, que cuando entra a una fiesta con un barro en la nariz, se despedaza emocionalmente ante la certeza de que todo el mundo lo observa – cuando, como bien sabemos, eso nunca ocurre ya que todos están ocupados con sus propios barros.
Sólo la existencia de un complejo como el descrito, podría justificar tanto las desmedidas ansias por buscar los aplausos y la aceptación internacional, como la presencia de varios de los verdaderos fenómenos de ortodoxia económica mal interpretada, que nos han llevado a la lamentable situación económica que vivimos actualmente. A continuación, me permito comentar algunos de esos fenómenos ortodoxos que he detectado:
Apertura comercial. El proceso de la apertura comercial en sí se ejecutó con todo celo y fanatismo, sin embargo no se veló porque ese esfuerzo del país fuera debidamente retribuido; evidencia de ello fue que mientras Venezuela bajaba sus aranceles, el mundo aumentaba los que se aplican de forma discriminatoria a los derivados del petróleo, Por otro lado, debe señalarse que este proceso se inició sin tomar en cuenta la realidad del país, hasta tal grado que los sectores económicos casi nunca fueron consultados, ni tampoco informados con respecto a los períodos de transición o de ajuste a ser implementados. Quizás parte de la culpa la tuvieron los mismos sectores económicos al desentenderse del proceso en marcha y dejar que Fedecámaras los representase, a sabiendas de que Fedecámaras no representa a nadie, excepto a sus propios dirigentes.
Política fiscal. En el momento más inoportuno de todos, en plena fase inicial de una recesión económica, el país decidió satisfacer los reclamos de los entes multilaterales por un equilibrio fiscal y se lanza a introducir el IVA (o sus sustitutos como quieran que se llamaban), con el agravante, además, de abandonar la función de buscar una mejor distribución del ingreso, vía el impuesto sobre la renta. 
Regulaciones financieras. La banca además de promover el ahorro, ofreciendo razonables rendimientos y certeza de recuperación, debe cumplir con las funciones de apoyar el crecimiento económico y democratizar el acceso a los capitales. En materia de regulación bancaria parecería que el país se ha olvidado de estas últimas dos funciones, acogiendo, sin pestañear, las regulaciones de Basilea, mucho más apropiadas para la banca de un país ya desarrollado, que para la nuestra. No hay nada malo en ser un país en vías de desarrollo, lo malo es creer que con sólo adoptar posturas distintas, se puede alcanzar otro grado de madurez – cual niña chiquita que toma prestado el lápiz labial de la mamá para sentirse grande.
Política cambiaria. Sin entrar a discutirla en detalle, lo cierto es que en materia cambiaria, durante los últimos cuatro años, se ha permitido que las tasas hayan evolucionado de una manera que atentan en tal grado contra la actividad económica productiva local, que su justificación sólo puede ser atribuible a problemas de salud mental. A veces, hasta me parece oír a nuestros banco- centralistas dirigiéndose a sus colegas diciendo “lo que es nosotros, a lo macho mataremos la inflación en Venezuela, así debamos matar al venezolano”.
Inversión extranjera. En pocos casos queda el complejo, al cual me referí inicialmente, tan claramente dibujado como en el de las inversiones extranjeras. Los que más bulla hacen en este mundo globalizado son, ante nada, aquellos fondos de inversión que representan a los capitales a corto plazo – capitales golondrina – que van surcando los cielos en búsqueda de oportunidades para especular. Ante tales inversionistas el país se ha doblegado, ofreciéndoles políticas monetarias restrictivas con absurdos diferenciales, hasta el grado de haber ignorado las necesidades de nuestros inversionistas nacionales o de nuestros verdaderos inversionistas extranjeros, que son aquellas empresas que con su presencia física en Venezuela aseguran empleo.
A mí no me temblaría el pulso para decretar fuertes medidas de protección – como la de cerrar de inmediato la frontera a los vehículos importados – claro está, que tal medida debería hacerse en concordancia con Colombia, habida cuenta de que es en la actualidad nuestro único y verdadero socio comercial. Por cierto, en ocasiones he sugerido aplicar a la importación de vehículos un arancel equivalente al que en sus países de origen le aplican a la gasolina y que significaría, por ejemplo, para el caso de la Mercedes Benz de Alemania, un arancel de más de 400%. 
A mí, en cambio, sí me temblarían las piernas de pensar implementar medidas proteccionistas, sin contar con los conocimientos de muchos de aquéllos que sí conocen de los peligros de la protección. A ellos, les ruego que, así sea de forma temporal, abandonen sus dudas y/o complejos intelectuales y le metan el hombro a un país que lo necesita. (Les prometo que no se lo voy a contar a nadie, en especial a aquéllos entes multilaterales – donde quizás en un futuro soliciten un empleo – para quienes el proteccionismo y todo que huela a eso, es fo, fo y fo.)




 

4 de julio de 2000

La punta del iceberg

Año tras año, los países consumidores han castigado a los derivados del petróleo con impuestos, cada vez mayores, elevando así sus precios relativos a nivel del consumidor, reduciendo la demanda por el crudo y, obviamente conformando una de las principales razones por las cuales el índice del precio del petróleo, en términos constantes, evolucionó de un 100% en 1980 a un mísero 18% para 1998.
Llevo varios años y como 50 artículos informando y protestando sobre lo anterior junto con un grupo de amigos que me acompañan. Aún cuando nuestros planteamientos han sido acogidos con mucho interés, especialmente por las nuevas autoridades del Ministerio de Energía y Minas, es sólo durante las últimas semanas que los actores tradicionales del sector han comenzado a ventilar el problema ante la opinión pública.
Hace poco, un articulista, reconocido como uno de los principales expertos petroleros, describió el problema y recomendó, como tantas veces lo hemos sugerido, que la OPEP tomase una actitud más decidida en relación con tales impuestos. Mis amigos inmediatamente me llamaron felicitándome, por cuanto, según ellos, al fin veían evidencia de que la siembra estaba dando resultados y que los esfuerzos no eran tan quijotescos, como habían llegado a creer en ciertos momentos de natural desesperación.
A mis amigos y a todos que me hayan oído predicar sobre el tema les respondo, ¡Sí estoy feliz de que al fin se esté generando una firme opinión pública en contra de estos impuestos – pero, por favor - no bajen la guardia - los impuestos sólo son la punta del iceberg de nuestro problema como país petrolero! 
Nuestro verdadero problema (y el de la OPEP en general) reside justamente en que haya sido posible, que un problema como el descrito, y que tanto nos afecta, haya podido desarrollarse frente a nuestras propias narices y durante décadas, sin que nadie se ha enterado, ni mucho menos protestado. Hace poco menos de un año, al mismo experto a quien antes me referí, le hice una pregunta sobre el tema durante un foro, recibiendo una despreocupada respuesta de; “¡Chico! No sabía que los impuestos eran tan altos”.
Como ya comenté, llevo años preocupado sobre este tema, hasta el punto de que incluso, mucho antes de iniciar mi batalla campal de alerta en contra de los impuestos petroleros, ya había cuestionado públicamente la naturaleza de nuestra relación, como país, hacia el petróleo. A continuación, me he permitido resumir algunas de mis reflexiones.
¡Qué extraño que un país, que tiene días festivos para celebrar todo tipo de eventos y actividades, no tenga el Día del Petróleo para celebrar lo que en otras culturas seguramente hubiese sido reconocido como un legado de Dios!
¡Qué extraño que en un país donde sabemos que el petróleo no dejará de tener vigencia por décadas, todo programa económico que se respete, comience con una declaración, casi esquizofrénica, referente a la necesidad de prepararnos para el día que no tengamos petróleo! Lo anterior siempre me ha parecido algo similar a un talentoso corredor, con potencialidad de ganar los 100 metros planos en las olimpíadas, que desperdicia su carrera, ejercitando sólo sus brazos, para enfrentar el día en que no pueda correr.
¡Qué extraña es la forma como nosotros, que sufrimos de lo que he denominado como obesidad energética (petróleo, gas, carbón, hidro - en inmensas cantidades) solicitemos y confiemos en consejos sobre el cómo manejar nuestra política energética de expertos, que provienen de países con anorexia energética!
¡Qué extraño como aceptamos nuestra responsabilidad ambiental, aún cuando las cuotas de sacrificio son injustamente distribuidas, al cargar todo el peso sobre el petróleo y nada sobre otras fuentes energéticas más contaminantes como el carbón!
¡Qué extraña es la forma como frecuentemente, de manera despectiva, se relaciona al petróleo con un amoral modelo rentista o, simplemente, se le identifica como el excremento del diablo!
¡Qué extraño lo poco que, en términos relativos, educamos a nuestros hijos sobre el petróleo!
El experto petrolero, en su artículo antes referido, menciona el hecho cierto de que en Francia, de la gasolina, los productores reciben el 11%, las empresas el 12% y el gobierno el 77% y dice "Si cualquier país "encareciera" la importación de petróleo de otro país, aplicando un arancel de 77% sobre su precio, eso sería considerado una barrera comercial al libre comercio". ¡Qué extraño que ese experto, aún teniendo toda la información en sus manos, se rehuse a aceptar el verdadero alcance de tales impuestos! El arancel, que siempre se calcula sobre el valor de importación, no es de 77%, sino que representan un mínimo de 233%, si se calcula sobre la base de los 77 que recibe el fisco en relación al precio total de 33 por el producto sin impuestos, o un bochornoso 642%, de calcular lo que representa los 77 del fisco con respecto a los 12 que recibe el productor. Es decir, nuestro experto, a pesar de haber transcurrido un año desde nuestro encuentro, todavía sigue sin saber cuan altos son los impuestos. 
¡No! Nuestro problema como país petrolero no son los impuestos, como tampoco su solución es el haber descubierto el tema. Nuestro problema de fondo es la indiferencia, la ingratitud, la irresponsabilidad fiduciaria y la falta de nacionalismo con que tratamos a nuestro principal recurso. Si no sabemos defender a nuestro país con el petróleo… ¿a quién se le ocurre la posibilidad de que sepamos defenderlo mañana, sin el petróleo?
A mis amigos, cuando me llaman, les digo; ¡SI! Estoy feliz, por el hecho de que se comience a tomar conciencia nacional (y en la OPEP) sobre el problema de los impuestos. No obstante, mi felicidad es parcial. Para estar tranquilo de verdad, me gustaría una evidencia de que el país haya tomado conciencia real sobre el significado del petróleo, logrando quizás, por ejemplo, convocar a unos cuantos millones de ciudadanos, a una Misa de agradecimiento en la Carlota.
He quedado convencido de que el petróleo, como tantas otras cosas, resulta demasiado importante para quedar en manos de los expertos y, en tal sentido, sin duda que la sociedad civil tiene una clara responsabilidad de actuar. Estoy seguro de que el hecho de ser ajeno al sector y no tener conocimientos específicos, puede hasta ser una ventaja. No sólo por aquello de que no poder ver el bosque por ver los árboles, sino que además, en la defensa de nuestros intereses, nos encontramos menos limitados por compromisos con paradigmas falsos. 
Llevo conmigo una copia de una proverbio, que un amigo encontró en un libro de Shunryn Suzuki, que dice algo así “En la mente del aprendiz hay muchas posibilidades, en la del experto pocas ….. el verdadero secreto es siempre ser un aprendiz
Publicado en El Universal 4 de Julio de 2000



20 de junio de 2000

El portal Venezuela

El portal Venezuela

El Dr. Ricardo Zuluaga, para quien la venezonalidad de la Electricidad de Caracas (EdC) le corre por sus venas al ser hijo de su fundador, finaliza unos comentarios suyos sobre la reciente OPA diciendo: “Es el precio de pensar en grande, de globalizadores pasamos a globalizados”. Creo que nadie, excepto los más extremistas Darwinistas económicos, puede leer esas declaraciones sin que se le forme un nudo en la garganta.
De la misma manera como, con honor, valentía o estupidez, o una mezcla de éstas, las caballerías polacas enfrentaron los tanques de Hitler, Venezuela se ha lanzado a la globalización, y hoy, sin que ocurra de manera tan pública como con la EdC, presiento que todo el país está sujeto a una OPA hostil, por lo que ya muchos de los accionistas minoritarios han vendido y se han mudado al exterior. 
Antes de tirar la toalla y simplemente buscar el mejor precio de venta, creo que los venezolanos, aún aquéllos como yo, que por ser de primera generación no podemos hablar mucho de que nos corre sangre venezolana por las venas, tenemos la obligación de seguir y seguir buscando fortalecer las defensas de nuestro país. Lo que sigue es otro esfuerzo, puede que de poco significado, pero que, piedra a piedra, espero ayude a construir una línea de defensa más efectiva que la Línea Maginot.
Vivimos en un mundo donde si bien hay escasez energética, Venezuela, sin embargo, es un país donde ésta abunda. Igualmente, vivimos en un mundo donde cada día es mayor la renta que los países desarrollados derivan de fuentes como los derechos de propiedad intelectual, marcas y patentes, pero donde Venezuela, no sólo que ni los tiene, sino que, tal como están las cosas, tampoco tiene perspectivas realista de conseguirlos.
Lo anterior evidencia, con toda claridad, la necesidad que tenemos de desarrollar, desde nuestra muy propia perspectiva nacional, una capacidad de análisis sobre una serie de tópicos nuevos relacionados con la economía global.
Hace pocas semanas, en un artículo que titulé: “Nuevas profesiones venezolanas para un nuevo milenio”, señalé la importancia de que nuestras universidades revisen la vigencia de los pensa y de las carreras que hoy ofrecen. En esa ocasión, también sostuve que la sola posibilidad de introducir nuevas áreas de estudio, serviría para estimular las reformas, que de todas maneras se necesitan introducir con urgencia en nuestro sistema de educación superior.
Hoy, como complemento de lo anterior, propongo establecer un centro nacional de información, un portal para asistirnos en la búsqueda de información en la Internet, sobre asuntos y desde la perspectiva de Venezuela.
El Portal Venezuela, como pudiera llamarse, en su fase inicial podría estar conformado por una serie de buscadores, conocidos en inglés como search engines, con el objeto de rastrear y ubicar toda la información existente, que cumpla con ciertos parámetros indicados. Ahora bien, considero que esos buscadores deberían ser especializados por cuanto, en la actualidad, la mayoría de los existentes en la red, como lo son Yahoo, Altavista y tantos otros, no son lo suficientemente eficientes, dado su diseño general. Se requiere de un buscador, capaz de ordenar la información, según el tema, en unidades de estudio fácilmente identificables, que evite dentro de lo posible las repeticiones que surgen cuando un documento es identificado en muchas formas y que igualmente asegure la existencia real del documento.
No propongo crear una OCEI virtual burocrática, sino más bien visualizo la posibilidad de que cada universidad venezolana se responsabilice por alimentar y supervisar un buscador especializado para una materia específica, contando para ello con la asesoría de una empresa de servicios altamente capacitada, que luego será la encargada de agrupar los distintos buscadores en El Portal Venezuela.
Entre los temas venezolanos que pudieran seleccionarse para una búsqueda especializada, pudiéramos incluir el de los impuestos inspirados en la protección ambiental - conocidos como el ecotax, que constituyen, en manos de las economías que desean apropiarse de nuestros recursos energéticos a bajo costo, unos verdaderos misiles de largo alcance, armados de una gran capacidad destructiva para nuestra economía. Hoy en día, para buscar cualquier información sobre el tema, se requiere disponer de horas para poder saltar como un canguro, de buscador en buscador, a fin de sacar con cucharilla algún material relevante.
El comercio internacional, la libre competencia, la actividad regulatoria del estado, la energía, la materia de derechos de autor y la protección ambiental en general también podrían ser áreas de interés a ser incluidas dentro de este Portal.
El Portal Venezuela permitiría igualmente hacer accesible una serie de información, que si bien es de gran importancia y relevancia para todo el país, sin embargo, hasta ahora, se ha mantenido como monopolio de pequeños grupos con conflictos de interés o clubes de mutua admiración, lo cual ha hecho que la participación venezolana en el mundo global, haya sido de naturaleza ilusa e infantil. 
El éxito del Portal de Venezuela, dependerá en gran medida del interés que pueda despertar en el ciudadano común y del intercambio de opiniones multidisciplinarias, que con un interés nacional, pueda surgir.
Los avances logrados con Internet constituyen para los países en vías de desarrollo una oportunidad única de mejorar su posicionamiento en el desarrollo mundial. En Venezuela existen una gran cantidad de jóvenes profesionales muy capacitados para ser nuestros baquianos en ciberespacio. Lo lastimoso es que, en la medida de que todo ese talento se limite al desarrollo de aplicaciones secundarias, como las de proveer información sobre turnos de farmacia, es obvio que el Internet no habrá de significar, en términos relativos, absolutamente nada para el país.



6 de junio de 2000

El seguro social alemán y nuestros viejitos

Cuando Venezuela, aupada por la mayoría de la banca internacional contrató su deuda externa, una de las premisas básicas era la de un contínuo crecimiento de sus ingresos petroleros. Tal premisa se cumplió en la mayor parte del mundo, donde el valor del petróleo efectivamente aumentó, así fue el caso de Alemania donde el índice de precios, en valores constantes, para los productos petroleros a nivel de consumidor subió de 100% en 1980 a 111% en 1998.
No obstante, debido a que los impuestos petroleros aplicados por los países consumidores aumentaron proporcionalmente aún más, lo anterior no se reflejó en los ingresos de los productores del crudo, quienes lamentablemente vieron el índice de precios de su petróleo crudo, en moneda constante, bajar de un 100% en 1980 a un vergonzoso 18% para 1998, disminuyendo así su participación en la renta petrolera. Como ejemplo del crecimiento de los impuestos encontramos por ejemplo el caso de Alemania donde el impuesto a la gasolina paso de un alto 96% ad-valorem en 1980, a un absurdo 317% para 1998.
Resulta difícil predecir cuál hubiese sido el resultado para una economía, como la de Venezuela, de no haberse aumentado en el mundo los impuestos al petróleo y sus derivados. No obstante, no creo que estaría exagerando al decir que, de haberse limitado los mismos, a nivel mundial, a un exorbitante 50% ad-valorem (menos de lo que aplicamos al vino Riesling alemán), Venezuela habría percibido ingresos adicionales suficientes para cancelar toda su deuda externa actual en menos de 2 años. 
Lo curioso es que los países consumidores tampoco se han beneficiado necesariamente, por haber aplicado mayores impuestos petroleros. Así vemos cómo la Alemania de hoy enfrenta, no sólo un serio problema de desempleo estructural, sino también una gran incertidumbre en cuanto a la solvencia de su sistema de seguridad social. De allí que haya llegado el momento de gritar !YA BASTA!, cuando perplejamente oímos cómo Alemania anuncia a los cuatro vientos su intención de seguir buscando la solución a sus problemas, a costa de los petroleros.
EL 1ro. de Abril de 1999 se promulgó en Alemania, una Reforma Impositiva Ecológica, en virtud de la cual a los actuales impuestos, se deben añadir 6 pfennigs (0.06 Marcos Alemanes) por cada litro de gasolina y diesel, 4 Pf por litro de fuel oil, 2.8 Pf por m3 de gas natural, y 2 Pf por kWh de electricidad. 
Los ingresos provenientes de estos nuevos impuestos se destinarán íntegramente a reducir las contribuciones al sistema de seguridad social, bajando los costos salariales para el empleador, con la esperanza de crear así nuevas fuentes de empleo. 
El Sr. Michael Kohlhaas del Instituto Germánico de Investigaciones Económicas declara que el impuesto ecológico "es el primer impuesto explícitamente destinado a aumentar el costo de la energía y disminuir el costo laboral, como factores de producción, con el propósito de desincentivar el uso del primero y fomentar el segundo”. 
Desde nuestra perspectiva, de forma cruda, pero realista, podemos decir en dos platos que tal reforma fiscal lo que logra es quitarle recursos al viejito venezolano para dárselos al viejito alemán.
Con una concepción del impuesto como la anterior, que equivale casi a una declaración de guerra al petróleo y a sabiendas de que muchos de los grupos ecologistas, que apoyan a la actual coalición de gobierno exigen, para los próximos 10 años, aumentos anuales de 30 pfennig por litro de gasolina, no puede haber duda sobre la magnitud de la amenaza que estos impuestos significan para un país petrolero como el nuestro.
Afortunadamente, dado que en la propia Alemania existe mucha oposición al impuesto, la pelea no está perdida. Aparte de aquéllos que sostienen que el impuesto, al hacer Alemania menos competitiva, no logrará disminuir el desempleo, existe un considerable grupo que centra su crítica alrededor del hecho de que, como siempre, al carbón no se le aplican impuestos. Esto último desnuda lo falso del argumento ambiental, con el que generalmente se busca ocultar la naturaleza sólo fiscalista de los impuestos petroleros, resaltando su carácter altamente discriminatorio.
Es nuestra obligación enfrentar los impuestos al petróleo y apoyar cualquier oposición a los mismos.
Si yo fuera la autoridad en Venezuela, no dudaría en introducir ante nuestra Asamblea Nacional una Ley de Impuestos, que grave con un impuesto de US$100 cada kilo de vehículo Mercedes Benz y BMW fabricado en Alemania y vendido en Venezuela – destinando su recaudación íntegramente al pago de las jubilaciones de nuestros viejitos. (Lo que es igual no es trampa)
Tal impuesto no sería de una magnitud muy distinta a la del que Alemania le aplica a la gasolina, ni tampoco más discriminatorio. En cuanto a su fundamento moral, les dejo a Ustedes reflexionar sobre quién está más necesitado, el viejito alemán o el viejito venezolano….
Sólo existe un pequeño inconveniente, como consecuencia del impuesto que propongo, el precio resultante de los vehículos sería tan alto que no obviamente no habría ventas, por lo que no se recaudaría el impuesto necesario para aliviar la problemática del jubilado venezolano, pero, por lo menos, habríamos enviado una firme protesta ante la política fiscal alemana. 
Por último, y tomando en cuenta, que al parecer muchos otros de los países de la OPEP también tienen una gran afición por los Mercedes Benz y los BMW, los invitaría a seguir nuestro ejemplo, uniéndonos así en un gran operativo conjunto de la OPEP, que quizás sería mucho más constructivo que la tradicional actitud de abrir o cerrar el chorro petrolero.



¡Cuidado con el falso ambientalismo anti-petrolero!

Venezuela, como país rico en recursos energéticos, debe estar alerta acerca del hecho de que, en general, el mundo tratará por todos los medios posibles apoderarse de tales recursos al menor costo posible. En tal sentido, uno de los mecanismos más sutiles ideados por los países consumidores, es a través de los impuestos que aplican al consumo del petróleo y sus derivados. Esos impuestos, al mismo tiempo que reducen la demanda, permiten a los gobiernos captar una alta fracción del valor que el mercado le asigna al petróleo.
Por ejemplo, durante la semana que terminó el 12 de Mayo, en Inglaterra, un litro de gasolina premium sin plomo se vendía en US$ 1.18, de los cuales 22 cts. corresponden al suplidor, 4 cts. para el distribuidor y finalmente 92 cts. en diversos impuestos para el fisco inglés, equivaliendo esa tajada del fisco a más del 400% de lo recibido por el productor. De no existir tales impuestos, tanto los precios como la demanda por petróleo serían más altos y en tal sentido es evidente cómo Venezuela resulta perjudicada.
Sabemos que el principal motivo de los impuestos petroleros es la vorágine fiscal, aún cuando con frecuencia se justifican sobre la base de una protección ambiental. La hipocresía presente se identifica fácilmente cuando, por ejemplo, observamos cómo los impuestos se aplican de forma discriminatoria al petróleo, pero no gravan al carbón, un recurso energético mucho más contaminante.
No obstante, es cierto que a una persona, que se preocupa por el ambiente, se le plantea un conflicto natural cuando observa la pobreza crítica en nuestro país, que sin duda podría por lo menos ser aliviada con mayores ingresos petroleros,. Hasta hace poco, el único argumento disponible para resolver este tipo de conflicto era el de que aún cuando uno puede estar de acuerdo en mantener altos precios al consumidor para frenar el consumo del petróleo, resulta ilógico e injusto, que el margen adicional así producido, corresponda íntegro al fisco del país consumidor, sin que el productor, quien en verdad sacrifica un recurso no renovable, participe de él.
Digo "hasta hace poco" por cuanto a mis manos llegó un libro, titulado “Hot Talk Cold Science”, escrito por el Dr. S. Fred Singer en el que se cuestiona la validez de muchos de los argumentos ambientales, que hoy se utilizan para justificar los impuestos al petróleo y así coartar su demanda. 
He de decir que las credenciales del Dr. Singer, como experto en materia ambiental, son impresionantes, lo cual da sin duda peso a los argumentos que sostiene en su libro. El Dr. Singer es Ph.D. en física de Princeton, Profesor Emeritus de Ciencias Ambientales en la Universidad de Virginia, etc. Fue el primer director del Servicio Meteorológico Satelital de Estados Unidos, Director del Centro de Estudios Atmosféricos y de Física Espacial y Director Científico del Departamento de Transporte de los Estados Unidos, etc.
Es por ello que me permito transcribir a continuación algunos extractos de su libro, que guardan relación y siembran dudas respecto de la excusa ambientalista antes mencionada:
"La diferencia entre las observaciones de satélites y la teoría existente son tan grandes, que ponen seriamente en duda todas las predicciones, que basadas en modelos computarizados, prevén un futuro recalentamiento global."
Aún cuando hubiese un recalentamiento global de la tierra, lo más probable es que las consecuencias, en su mayoría, fuesen más positivas que negativas"
"No se ha hecho un esfuerzo creíble por definir lo que constituye un peligroso nivel de CO2 en la atmósfera; por lo cual la meta establecida en el Tratado Climático de la ONU es arbitraria"
En relación a la concentración de CO2, el Dr. Singer indica que pueden existir alternativas menos costosas, que las que sólo contemplan la reducción de emisiones. Entre éstas menciona la de secuestrar el CO2, vía la reforestación (sembrar y cortar árboles sin procesarlos, dejando así capturado el carbón) y, muy especialmente, la fertilización de los océanos (suministrando micro nutrientes, como el hierro, para fomentar el crecimiento de la masa de fitoplancton en los océanos, que fija el CO2)
El Dr. Singer no es el único que ha hecho este tipo de planteamientos. La Declaración de Leipzig, producto de una conferencia en 1995, donde estuvieron presentes casi 100 expertos climáticos, señalaba: "En un mundo en donde la pobreza es el mayor contaminante social, cualquier restricción al uso de la energía, que impide el crecimiento económico, debe analizarse con mucho cuidado. Por esta razón consideramos que los impuestos al carbón y otras políticas de control drástico - no tienen un soporte científico creíble - no son aconsejables, son prematuros, llenos de peligros económicos y, probablemente, contraproducentes."
El Dr. Singer también adelanta su explicación sobre una posible causa de las grandes discrepancias existentes entre sus opiniones y las de otros científicos de reconocida y meritoria trayectoria: "Casi toda la investigación ambiental es pagada por los Gobiernos y la justificación de tales egresos es la de defender a la población general de los peligros. Por lo tanto, estas Agencias no ven con buenos ojos propuestas para investigaciones, que pudiesen demostrar que los peligros ambientales no son serios o hasta inexistentes."
Yo, como ciudadano de un país petrolero - afectado por una evidente injusticia - estaría más inclinado a explicar que los estudios ambientales financiados - están sólo dirigidos a buscar justificar los impuestos, cada día más altos, que aplican al petróleo. En tal sentido, muchos de los ambientalistas, sin saberlo, probablemente son lacayos del famoso fisco del Sheriff de Nottingham, que al contrario de Robin Hood, le quitaba a los pobres para dárselo a los ricos.
En un país como el nuestro, que depende tanto del petróleo, cada día me sorprende más la ausencia, en nuestras universidades y otros centros de investigación, de cátedras dedicadas a los estudios ambientales tan necesarios para minimizar los daños, que en nombre del ambiente, nos puedan causar, muertos de risa, los gobiernos hipócritas del mundo desarrollado.
Si hemos de sacrificar nuestros intereses petroleros en la fogata ambientalista, nosotros los venezolanos, debemos asegurarnos de que este sacrificio no ocurra ante un falso muñeco fiscalista disfrazado de un dios ambientalista.
Publicado en El Universal, 6 de Junio de 2000



23 de mayo de 2000

Solicito la actuación del Consejo Moral Republicano

Con certeza sabemos, que habrán de surgir muchas ocasiones, donde PDVSA y el Gobierno puedan verse tentados a confabularse para satisfacer intereses, que no son verdaderamente los de la Nación. La última vez que esto ocurrió en gran escala fue durante la apertura, en la cual una desorientada gerencia petrolera logró sus metas y el Gobierno recibió un cuantioso cheque - por supuesto ya gastado. En materia petrolera resulta imposible para un ciudadano obtener la información necesaria para hacer su propia evaluación y, en el supuesto de que lo logre, descubra lo que descubra, será apabullado por la influencia que PDVSA y el Gobierno pueden desplegar. 
A causa de lo anterior, durante años y en muchos artículos, he solicitado la creación de la figura del Ombudsman Petrolero para que, en representación del ciudadano ordinario, ejerza la supervisión de nuestra industria petrolera. Aún no lo he logrado y es por ello que, a falta de éste, hoy recurro por esta vía al Consejo Moral Republicano, conocido como el Poder Moral, que según lo establecido en el Artículo 274 de la Constitución, debe velar por la buena gestión en el uso del patrimonio público, para que investigue sobre lo que planteo a continuación. 
PDVSA - CITGO 
Tengo en mis manos (obtenido vía Internet) copia de la Forma 10-Q/A que CITGO entregó a la Comisión Nacional de Valores de los Estados Unidos, el 24 de Enero del 2000, y en el cual leemos lo siguiente: 
"Para el 30-09-99, las entregas de crudo de PDVSA a CITGO fueron menores que el volumen contratado (debido al recorte de producción)… Como resultado, CITGO estima que los márgenes para los periodos desde el 1 de Julio y el 1 de Enero de 1999, hasta el 30 de Septiembre de 1999 (3 y 9 meses), se redujeron en 11 y 28 Millones de US$ respectivamente, de lo que de otra forma hubiese sido el caso.
Considero que lo anterior es razonable evidencia de que PDVSA le ha vendido a CITGO petróleo a precios más bajos que los del mercado, distorsionando así los verdaderos resultados de su gestión. 
Como venezolano interesado en el bienestar de PDVSA, siempre he considerado como exagerada la importancia dada a la participación de mercado, ya que lo único realmente requerido para vender petróleo es, ser un productor razonablemente confiable y capaz de ofrecer el producto a los precios del mercado. Algunas inversiones de PDVSA, tales como la de CITGO, pueden obedecer a intereses y ambiciones internas y, para descartar tal posibilidad, se requiere de datos e información veraces. 
En virtud de lo antes expresado y dado que hay pocos asuntos que tienen tanta importancia para el bienestar de Venezuela que su industria petrolera, solicito al Poder Moral inicie una evaluación real de los resultados para el país de la operación CITGO - usando para tal fin a profesionales no relacionados con la industria. 
PDVSA - GAS 
Aún cuando el petróleo y el gas no son exactamente lo mismo, ambos son en gran medida productos sustituibles, encontrándose sus precios y volúmenes de oferta y demanda íntimamente relacionados, especialmente en el mediano plazo. De allí que considere lógico que el gas libre sólo debería ser explotado, en la medida en que nos produzca una utilidad bastante similar a la del petróleo. 
En el supuesto de que los costos de producción del petróleo sean de US$ 2 por el componente extranjero y US$ 3.50 por el nacional, se puede decir que cuando Venezuela vende un barril a US$ 23, al país le quedan US$ 21 y al Estado US$ 17.50. Si suponemos también que cada barril de petróleo equivale a 7 millones de BTU de gas, obtenemos que, en principio, cada millón de BTU en gas debería resultar en US$ 3 para el país y US$ 2.50 para el Estado – de no ser así, estaríamos compitiendo con nosotros mismos con un producto de menor rentabilidad, siendo entonces preferible vender más petróleo y conservar el gas. 
Hoy, cuando al país se le anuncian una serie de proyectos de gas libre, sin indicar de manera clara cuánto le ha de quedar a la Nación por sacrificar un recurso no renovable, y mencionando estimaciones de rendimiento del 12% (nivel ínfimo comparado con lo que paga el país por deuda nueva) sospecho que, como fiduciarios de las próximas generaciones de venezolanos, se está haciendo un pésimo negocio con el patrimonio nacional y así lo denuncio. 
IMPUESTOS AL PETRÓLEO 
La mayoría de los países consumidores de petróleo en el mundo han venido aumentando los impuestos que cobran a los productos petroleros. Por ejemplo en Inglaterra los impuestos a la gasolina los cuales, ya para 1985 representaban un 85%, se situaron en 1998 en un absurdo 456%. Como es de esperarse tales impuestos aumentaron los precios de los productos petroleros a nivel de consumidor y efectivamente, vemos que en Inglaterra el índice de precios de tales productos, pasó de un 100% en 1980 a un 247% para 1998. Como resultado, la demanda por el crudo se deprimió, hasta tal grado de que el índice del precio del petróleo crudo, de un 100% en 1980 bajó a sólo el 18% para 1998. 
El análisis anterior está basado en datos extraídos del "World Oil Trends 1999” publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates y de el se desprende que nuestros ingresos petroleros, sin duda se vieron negativamente afectados, en unas dimensiones impresionantes. Decir que a consecuencia de lo anterior el país haya, durante los últimos 18 años, perdido ingresos por el orden de 100 mil millones de dólares – monto que equivale cuatro veces su deuda externa – no luce descabellada. 
Considerando que lo anterior ocurrió justo cuando Venezuela estaba inmersa en un proceso de apertura, reduciendo sus aranceles comerciales y firmando convenios relativos a marcas y patentes, me obliga solicitarle al Consejo Moral Republicano, que investigue sobre la antipatriótica indiferencia que Venezuela ha desplegado en la materia. Es justicia.

12 de mayo de 2000

Propiedad intelectual abusiva, y su abuso

Propiedad intelectual abusiva, y su abuso
Esta semana recibí, al igual que muchas otras personas, una carta y un folleto ilustrado con unas esposas, donde se me informaba que tenía hasta el 30 de abril para legalizar cualquier software que estuviera usando. Transcurrido dicho plazo, se me anunció que recibiría la agradable visita de las empresas dueñas de tales programas, asistidas por jueces venezolanos, para practicar una inspección ocular a fin de determinar si me declaran o no pirata del Software, en cuyo caso me enfrentaría a la bicoca de severas multas, secuestro de equipos y hasta 4 años de prisión. El único detalle que no se me informó fue en cuál prisión piensan recluirme.
Lo curioso es que esto ocurre, justamente en la semana donde Microsoft ha sido declarada culpable por conducta monopolística y yo que me he preguntado en algunos de mis artículos, ¿qué pasaría si Estados Unidos, siendo Microsoft americana, simplemente hubiese ignorado los problemas? ¿Le hubiese tocado a nuestra Procompetencia intervenir?
También tiene lugar poco después de que en otro artículo relativo a la investigación sobre los genes humanos, discutía sobre los monopolios que resultan al otorgarse patentes a medicinas, por ejemplo curas al cáncer, y me preguntaba: ¿Hasta qué precio es razonable respetar el derecho de propiedad intelectual de un proveedor monopolista y a partir de qué precio es justificable (moralmente) el copiado? y, ¿Cuándo le tocará intervenir a nuestro Indecu?
Por supuesto que no voy a pretender que la referida carta de amenaza sea una retaliación contra este pequeño articulista pero, no les quepa la menor duda de que me ha motivado a seguir escribiendo sobre la materia.
Para empezar, reitero que todo el aparataje legal ha sido desarrollado por los países dueños del 99,99% de las propiedades intelectuales, de allí que los países, que como Venezuela sólo son usuarios y pagadores de derechos, necesiten con urgencia desarrollar su propio marco teórico de referencia.
Ahora bien, este gigante, hasta ahora intocable, constituido por la mafia titular de derechos intelectuales, parecería que comienza a ser atacado. En tal sentido, pudimos leer declaraciones unilaterales de Clinton y Blair donde se contemplaba garantizar el libre acceso a los datos derivados de proyectos que decodifican los genes humanos, lo cual causó un derrumbe en la cotización del precio de las acciones de empresas relacionadas a este tipo de investigación. Igualmente han empezado a proliferar una serie de debates, en la prensa especializada, donde se cuestiona la validez de muchas de las patentes otorgadas en el mundo del Internet.
De lo anterior debemos concluir que la materia relativa a propiedad intelectual se encuentra todavía en estado embriónico, donde aún hay mucho que discutir y decidir. Las implicaciones de tal proceso son de tal importancia que no deben ser dejadas en manos de autoridades internacionales, sin la debida representación de una experticia venezolanista.
Sin presumir de experto, pero seguro de mi responsabilidad como venezolano, deseo hacer dos reflexiones. Una, con respecto al abuso que puede ocurrir cuando se le impone a un país la obligacion de respetar los derechos de propiedad en sí y la otra, en relación al posible abuso de tales derechos.
En cuanto al primer punto, como ya lo he dicho durante años, en muchos de mis artículos, Venezuela no tiene ninguna obligación moral para con el mundo de respetar derechos de propiedad intelectual (los cuales, por definicion y mientras el hombre exista, son activos renovables), mientras que el mundo no respete el valor de nuestros activos no renovables.
Una vez más tengo que traer el ejemplo de los abusivos impuestos advalorem que imponen muchos países del mundo a los productos petroleros. Por ejemplo en Inglaterra los impuestos a la gasolina, los cuales, ya para 1985 representaban un 85%, se situaron en 1998 en un absurdo 456%. Como es de esperarse tales impuestos aumentaron los precios de los productos petroleros a nivel de consumidor y efectivamente, vemos que en Inglaterra el índice de precios de tales productos, pasó de un 100% en 1980 a un 247% para 1998. Como resultado, la demanda por el crudo se deprimió, hasta tal grado que el índice del precio del petróleo crudo, de un 100% en 1980 bajó a sólo el 18% para 1998.
Lo anterior, basados en datos extraídos del World Oil Trends 1999 , publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates, significó, sin duda, que nuestros ingresos petroleros se afectaran de manera tan negativa, que francamente no creo que tengamos por qué firmar convenios, que obliguen a nuestros jueces a ser los modernos alguaciles de Nothingham, ayudando a los ingleses a defender sus intelectuales aspiraciones de rentas intelectuales.
En cuanto al segundo punto, es decir, al posible abuso que pudiera derivarse del desmedido ejercicio de los derechos derivados de la propiedad intelectual, me permito traer el siguiente ejemplo:
Cuando una autoridad de Estados Unidos otorga a la Microsoft, el derecho de propiedad sobre un software, me imagino que lo hace pensando que existen otros parámetros y elementos competitivos en el mercado, que limitan las posiblidades de la empresa de abusar. Esto pudiera ser válido para su mercado doméstico, pero no necesariamente lo es al ser traspasado a otros mercados. Efectivamente, observamos que el precio de US$395 por un software pudiera ser perfectamente razonable en un mercado como Estados Unidos, donde se cobra US$ 395 por hora de consultoría legal, mientras que resulta abusivo en un mercado como el nuestro donde las circunstancias económicas obligan a prestar servicios de consultoría legal a razón de US$ 39,50 la hora.
Lo anterior implicaría que el valor real de la protección acordada por el derecho de propiedad intelectual difiere de país en país, y en tal sentido creo posible, ante la amenaza de ver sus discos duros extraídos, sus empresas multadas y sus representantes enviados al Rodeo, preparar y solicitar amparos, basados en que las empresas demandantes, están explotando indebidamente su posición de monopolio.



2 de mayo de 2000

Nuevas profesiones venezolanas para un nuevo milenio

Hay un proverbio chino que recomienda apuntar a las estrellas ya que, aún cuando no se alcancen, se llegará mucho más alto que apuntando hacia algo ubicado al mismo nivel. Siempre me recordaba de ese proverbio cuando, hace unos años observaba una cuña motivacional, donde un niñito educado, respetuoso y lleno de voluntad, respondía cuando se le preguntaba qué era lo que quería hacer cuando fuese grande, a lo que respondía - "tener un ganadito y eso" - todo esto en un país petrolero y ante un nuevo milenio.
Igualmente me contaron que un niñito, respondiendo a la misma pregunta por televisión, sorprendió con un - "¡Ser guardia nacional!". Al "¿Por qué?" de la reportera, Sandra Mondolfi, respondió de manera sincera "Usted sabe, para pedir papeles y eso".
Por triste que sea, de todas formas los muchachos anteriores estaban más claros en sus metas y aspiraciones, que la mayoría de la juventud venezolana actual.
Si a lo anterior se le añade;
·        La dudosa preparación del estudiante, tanto en primaria como en secundaria.
·        El desconocimiento que se tiene del significado de una Universidad, lo cual le permite a un estudiante de ingeniería eléctrica declarar por la prensa que "el precio del comedor debe aumentarse a más de dos bolívares  por cuanto eso conllevaría a una mejor calidad de alimentos".
·        La cantidad de profesionales desempleados, sub-empleados o simplemente no preparados para las necesidades del país.
·        La propia desorientación de la Universidad, más que evidenciada cuando, en una cuña, la UCV declara con orgullo, que entre sus grandes logros institucionales se encuentra el desarrollo de la tinta indeleble - pilar del sistema democrático.
Nos tenemos que dar cuenta, de que en el mundo de la educación universitaria se necesita un sacudón bastante más grande, que el que afectó al sector político. Es necesario implementar un proceso reconstituyente educativo y, a tal efecto, me permito esbozar algunas ideas sobre nuevas profesiones, que pudieran tener un gran significado para la Venezuela de hoy y que, por lo tanto, pudieran servir para motivar los cambios. Como economista, las oportunidades que visualizo están basadas, o en nuestra propia realidad económica, o en el desarrollo de una capacidad de defensa de los intereses nacionales dentro de un proceso de globalización.
Antes que nada, y en materia de energía, Venezuela es un país obeso en un mundo anoréxico. Lo anterior significa que siempre seremos el blanco de esfuerzos dirigidos a que entreguemos nuestra energía al menor precio posible.
Un ejemplo de cómo hemos sido manipulados, lo tenemos cuando, según datos extraídos del "World Oil Trends 1999” publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates, observamos que los impuestos ad-valorem aplicados a la gasolina en Inglaterra, se ubicaban en 1980 en 85%, un nivel ya de por sí alto, pero ridículo comparado con el alcanzado en 1998, cuando llegaron a un absurdo 456%.
Los impuestos aplicados a productos petroleros, que funcionan como cualquier arancel, incidieron en que el índice de precios de los productos petroleros, a nivel del consumidor, subiese de un 100% en 1980 al 247% en 1998. Ante tal hecho, por supuesto que la demanda por el crudo se deprimió, hasta tal grado que el índice del precio de petróleo bajó de un 100% en 1980 a sólo el 18% en 1998.
Lo más insólito es que lo anterior ocurre justamente cuando Venezuela estaba inmersa en un proceso de apertura, reduciendo sus aranceles comerciales y firmando convenios relativos a marcas y patentes. Esto debería indicar la necesidad de desarrollar experticia venezolana en áreas como las siguientes:
Expertos en Derecho Tributario y Comercio Internacional. Si hubiésemos tenido cátedras dedicadas al estudio de los problemas del comercio internacional, desde nuestras propias perspectivas, es muy probable que habrían surgido fórmulas para aminorar los daños causados, antes referidos.
Ingenieros Ambientales. La ciencia ambiental está llena de contradicciones e imprecisiones, hasta tal grado de que aún no sabemos con certeza si vamos a un enfriamiento o recalentamiento global, o si las consecuencias de esto son buenas o malas. Por lo tanto, por la importancia cada día mayor que tiene la protección del ambiente en sí, como por el hecho de que muchos de los ataques a nuestras riquezas energéticas frecuentemente vienen encubiertos con el manto de la protección ambiental (Kioto – Ecotax),  resulta vital para el país desarrollar sus propios conocimientos y profesionales.
Ingenieros en Energía. Si bien tenemos profesionales en áreas especializadas, como electricidad, petróleo y otros, estoy seguro  de que nuestro país requiere desarrollar conocimientos especiales, que le permitan planificar y optimizar el uso de su abundancia de energía. Por ejemplo, por la falta de profesionales de energía integral, hoy se quema gas o petróleo, al mismo tiempo que se desperdicia el potencial del Caroní.
Expertos en materia de libre competencia y la propiedad intelectual. Todo el aparataje legal correspondiente a dicha materia, ha sido desarrollado por los países dueños del 99.99% de las propiedades intelectuales, de allí que los países, que como Venezuela sólo son usuarios y pagadores de derechos, necesiten con urgencia desarrollar su propio marco referencial - basta con asomar algunas de las preguntas:
¿Qué pasaría si Estados Unidos, siendo Microsoft americana, simplemente hubiese ignorado su conducta monopólica? ¿Le hubiese tocado a nuestra Procompetencia intervenir? ¿Hasta qué precio es razonable respetar el derecho de propiedad intelectual de un proveedor monopolista, por ejemplo en el caso de un remedio para el cáncer? ¿A partir de qué precio es justificable (moralmente) el copiado - en la guerra fría se copiaban secretos militares - y Japón? ¿Cuando le toca intervenir a nuestro Indecu?
Como pueden observar hoy, mas que nunca necesitamos de profesionales formados con las realidades y los intereses de Venezuela como horizonte.

25 de abril de 2000

Más que el derecho a la propiedad, lo que importa es su defensa.

El 9 de Abril, en un artículo titulado "Sin propiedad sobreviene la barbarie", el Dr. Hugo Faría fustigó a Venezuela por violar los derechos de propiedad, atribuyéndole el "estancamiento crónico en que se encuentra la economía venezolana, particularmente desde 1980", y recomendando fortalecer el Estado de Derecho, en especial la protección a la propiedad privada.
En su lista de violaciones incluye las tradicionales como la inflación, la inseguridad personal y la invasión de terrenos. De igual forma incluye a otras, de naturaleza más discutible, tales como, por el lado del gobierno: los impuestos y los controles de precios (la gasolina) y, por el lado del sector privado: los intereses preferenciales para el sector agrícola y la protección comercial. A título de ejemplo, trae el caso de Sidor, que pide gravar la importación de los productos que fabrica en el país con un arancel del 40%. 
El artículo in comento pudiera considerarse, en lo que respecta a los puntos antes mencionados, como otra respetable contribución de un calificado académico, al debate económico venezolano. Personalmente, yo también le hubiera asignado mucha culpa de la actual recesión a los nuevos impuestos creados durante la ultima década, especialmente por su carácter regresivo. No obstante, también hubiese resaltado la importancia de otros factores distintos a los mencionados, como causantes de nuestra penumbra económica, entre éstos, la manera tan ingenua como Venezuela se ha creído los cantos de sirena de la globalización y la manera tan infantil como ha negociado su incorporación a ese mundo. 
Soy un convencido de que la globalización – por la intensidad de las relaciones internacionales que crea – tanto en el ámbito comercial como en otros – requiere, más que nunca, que el país sepa unirse en la defensa de sus intereses. De allí que cuando el Dr. Faría, en la última parte de su artículo exalta a Inglaterra, obviamente con el objetivo de compararla con una horrible Venezuela, y expone cómo los países de habla inglesa han logrado colmar "a su población de unos niveles salvajes de riqueza, como consecuencia, en buena medida de haber heredado el sistema judicial inglés con su profundo respeto por la propiedad privada, sin la cual sólo existe la barbarie" - siento que debo protestar, porque el Dr. Faría, al igual que lo han hecho muchos, al exagerar hasta el ridículo las bondades de los demás, pierde la perspectiva y se olvida de que lo más importante es defender ante nada nuestros propios intereses. 
Indiscutiblemente que se debe respetar la propiedad, pero esto empieza por generar la voluntad de defenderla y de hacerla respetar. En este último sentido, tenemos mucho que aprender de Inglaterra, pero, desde una perspectiva muy distinta a la sugerida por el Dr. Faría.
Según datos extraídos del "World Oil Trends 1999” publicado por Arthur Andersen y Cambridge Energy Research Associates, el índice de precios de petróleo crudo que en 1980 se situaba en 100%, para fines de 1998 había caído al 18%. Durante esos mismos años, en Inglaterra el Indice para los productos petroleros a nivel detallista - es decir a nivel del consumidor, de un 100% en 1980 subía a un 247% en 1998.
Ustedes se seguramente se preguntarán que cómo es esto posible. Pues bien, mientras parte de nuestros intelectuales de la economía, estaban ocupados protestando los bajos precios de la gasolina en Venezuela y estudiando el respeto inglés a la propiedad inglesa, Inglaterra estaba ocupada elevando los impuestos a los productos petroleros y, para todos los fines prácticos, irrespetando nuestra propiedad. 
Los impuestos ad-valorem que se aplican a la gasolina en Inglaterra y que ya para 1980 se ubicaban en un altísimo 85%, alcanzaron en 1998 un absurdo 456%. Sin tales impuestos, que se aplican de manera discriminatoria a los productos petroleros y nunca al carbón y otras fuentes energéticas, tanto la demanda mundial como los precios del petróleo serían más altos y las circunstancias económicas de nuestro país sin duda mejores.
Igualmente, en política cambiaria hemos oído durante años el predicar de una ética económica digna de un culto de suicidas. Aceptando lo difícil de manejar la materia cambiaria, la ética me obliga a creer que si hemos de errar, esto siempre, SIEMPRE, debe ser a favor de la actividad interna. Una sobrevaluación cambiaria (creada en pocos años), que ha destruido la propiedad de una serie de empresas creadoras de fuentes de empleo, jamás hubiese sido permitida en Inglaterra. Solicitar una protección del 40%, en un país con su moneda sobrevaluada en un 50%, debe ser francamente pecata minuta comparado con un 456%.
Hace poco el gobierno inglés, después de su privatización eléctrica, observó que la industria producía demasiadas ganancias y creó un impuesto especial, que confiscó unos cuantos miles de millones de dólares. Ya quisiera yo oír la opinión del Dr. Faría si esto hubiese ocurrido en Venezuela.
El Dr. Faría también menciona entre las violaciones, a la “piratería” que ocurre en Venezuela, por ejemplo con respecto a programas informáticos, dándonos a entender que para rescatar nuestra economía, debemos cumplir los convenios que le permiten a las naciones desarrolladas, a contratar bufetes y jueces para cobrarnos localmente sus derechos. Para reforzar su argumento cita al premio Nobel, Douglas North, quien sostiene que el desarrollo en Inglaterra de los derechos de propiedad intelectual fue el factor detonante de la Revolución Industrial. 
A mi manera de ver y por cuanto países como Inglaterra son dueños de la abrumadora mayoría de marcas y patentes (activos renovables mientras el hombre exista), tales convenios solo conforman un excelente ejemplo de cómo los países desarrollan armas para defender lo suyo. A un venezolano, sin patentes y sin marcas, por el contrario, sólo le toca oponerse a tales convenios, por lo menos mientras que no eliminen los impuestos al petróleo (activo no renovable).
Al próximo que nos sugiera que bajemos nuestra guardia a cuenta de que los demás son tan respetuosos, le recomiendo pasar por el British Museum y admirar todas la obras griegas, egipcias y demás reliquias arquitectónicas, hoy propiedad, PROPIEDAD, del Reino Inglés.
Sólo he mencionado Inglaterra como ejemplo, el resto del mundo es igual. Un agricultor francés, responsable por destrozar las vidrieras propiedad del McDonald's en París, el mismo día que salió de la cárcel recibió del Gobierno Francés, sus credenciales oficiales para asistir a las reuniones de la Organización Mundial de Comercio en Seattle, para defender las ineficiencias de las propiedades agrícolas francesas.




28 de marzo de 2000

¿ Apertura II ?

Desarrollar, de manera racional, el sector gas en la Venezuela actual conforma un reto muy interesante por cuanto, en esencia, significa buscar justificar nuevas calorías para un país energéticamente obeso. 
A veces, un análisis hecho por alguien que, por no estar demasiado cercano a la industria, corre menos riesgo de no ver el bosque por los arboles, puede proveer una visión distinta y, aún así, válida. En tal sentido, quisiera compartir algunas inquietudes surgidas luego del estudio del problema existente y del análisis de varios documentos relativos al tema.
Antes que nada, conviene recordar que existen dos tipos de gas. El gas asociado, que se obtiene como resultado de la actividad petrolera y el gas no asociado, también conocido como gas libre, que proviene del desarrollo y explotación de yacimientos independientes. Hoy voy a referirme principalmente a los proyectos de gas libre, tanto para el mercado nacional como para el internacional.
Para desarrollar un proyecto de gas, el inversionista necesita contar con un precio que genere los suficientes ingresos para cubrir sus gastos operativos, amortizar su inversión y obtener algún rendimiento. Existen muchos modelos teóricos para fijar tales precios, pero...¿verdaderamente responde éstos a nuestras realidades?
En el mercado nacional, una de las dificultades presentes, para desarrollar los proyectos de gas, radica en que existen tantas fuentes de energía en Venezuela, (hidro, petróleo y gas asociado), que se hace difícil obtener, vía el mercado, un precio que permita al gas libre competir. En tales circunstancias, la teoría que con mayor frecuencia se menciona, recomienda fijar una tarifa, calculada sobre la base de simular un mercado, obteniéndose así un precio para el gas igual al costo marginal de su desarrollo más un razonable rendimiento.
Partiendo de la base de que nuestro consumidor estaría renuente a pagar una tarifa más alta que la necesaria, la única interpretación natural, que le puedo dar a lo de "un razonable rendimiento", radica en que incluye el rendimiento exigido por el inversionista, pero no una contribución a la Nación, por el hecho de que en el proceso se está consumiendo un recurso no renovable. 
Como venezolano, y considerando que tenemos una responsabilidad fiduciaria, ante las futuras generaciones, de darle un uso correcto a nuestros recursos naturales no renovables, simplemente me resulta inaceptable cualquier teoría que pueda, de alguna forma, sostener que el precio del gas sólo cubra el costo de extraerlo.
Hoy, en el sector eléctrico nacional, encontramos áreas en donde se genera energía con un petróleo que, de no dársele ese uso, podría ser exportado. El gas, sin duda, parecería ser a simple vista un buen sustituto, pero estoy seguro de que si el país le asignase, así fuera un valor mínimo al gas extraído, nos daríamos cuenta de que en la mayoría de los casos, la mejor alternativa sería la de optimizar nuestro sistema de transmisión de hidro-electricidad que, además de todo, es renovable. 
Puede que, hasta por razones de seguridad, exista una justificación para el uso del gas libre en el sector de energía nacional y no sugiero que debamos renunciar a su uso. No obstante, al tratar de establecer su costo de oportunidad, debemos tener en mente que la verdadera oportunidad para el gas, podrá encontrarse tan distante en el tiempo que hoy, ni siquiera la entenderíamos. 
En el mercado internacional, ya que exportamos a países que tienen un déficit energético, sí existe la figura del mercado, para evaluar el precio de oportunidad actual del gas. No obstante, creo que el simple hecho de que en ese mercado el precio resulte mayor al costo de extracción, no resulta razón suficiente para validar un proyecto destinado a explotar un recurso energético no-renovable.
Desde mi punto de vista, a largo plazo, el gas y el petróleo forman parte de un mismo mercado energético mundial y, en tal sentido, nuestras ventas de energía deben tener como objetivo maximizar nuestros rendimientos como país, por cada unidad energética que hemos sacrificado. 
Si gracias a Dios (y a la OPEP), nuestro país logra hoy obtener un cierto margen en el petróleo, así sea insuficiente, no entiendo quién pueda argumentar sacrificar nuestro gas no renovable, en un mercado (sin OPEG), y donde Venezuela sin duda obtendría márgenes muy inferiores, por no decir nulos.
Si adicionalmente, por apurados, para adelantar la gestación de la industria del gas libre, debemos recurrir a la inseminación artificial y a la cesárea, al asociarnos con terceros, diluyendo así la propiedad del gas, creo tener el derecho de decir que presiento un tufito de Apertura.
La teoría económica, que hoy alimenta nuestras decisiones energéticas, ha sido desarrollada en países con escasez de tales recursos. En el caso del gas libre, el que Venezuela se adelante, sólo puede ser de interés para quienes desean que Venezuela, a precios mínimos, maximice su oferta energética mundial y liquide, a precios bajos, sus reservas.
Antes de que nos volvamos locos poniendo a competir dentro de nuestro mercado nacional, unos contra otros, al petróleo, al gas y la hidro, (lo cual sólo traería como consecuencia su desperdicio), Venezuela debería desarrollar sus propios principios de cómo valorizar sus recursos energéticos. En tal sentido, podría ser que se fije, por ejemplo para el petróleo, un precio mínimo de US$ 20 neto por barril por el sólo derecho de extraerlo. Si hubiésemos hecho eso antes, quizás nos habríamos salvado de la históricamente bochornosa situación, que hace poco sufrimos cuando el país, recibiendo sólo un bruto de US$ 9 por barril, aplaudía la propuesta de elevar la producción a 7 millones de barriles diarios. 
El Domingo 19 de Marzo de este año el Sr. Giusti al hacer unas declaraciones a la prensa sobre la apertura, cual vendedor de tiempo compartido o, mejor dicho, de gas compartido, sometió el país a presión al decir que “Los integrantes de la actual generación no podemos cometer la irresponsabilidad de permitir que ..... dentro de pocas décadas los inmensos recursos del subsuelo corran el riesgo de verse convertidos en un monumento a lo que pudo haber sido y no fue.” 
Sin quitarle algo de razón a Giusti, considero mucho peor el permitir que los inmensos recursos del subsuelo corran la certeza de desaparecer por nada y para nada. Lo lamento, creo que los promotores del proyecto Cristóbal Colón, que hoy está resucitando, nos deben argumentos mucho mas sólidos que lo justifique. No bastan los tradicionales espejitos, relativos al mucho empleo que, a juicio de ellos, generaría la inversión en nuestro país y que, al final solo resultan espejismos o empleos generados en otros países.
¡Qué irónico sería que quienes ayer nos ayudaron salvar al petróleo de la Apertura I, hoy nos hagan perder el gas en una Apertura II.!
P.D. Hay muchos otros instrumentos analíticos que representan graves riesgos para un país en vías de desarrollo cuando son utilizados sin criterio. Un ejemplo es el uso del valor presente en la toma de decisiones de un país. Observen el siguiente circulo vicioso.
· Un país entra en problemas normalmente por falta de una política a largo plazo.
· Tales problemas inciden en un aumento de las tasas de interés.
· Al descontar los flujos con mayores tasas de interés los periodos mas alejados pierden importancia - resultando en aún menos consideración al largo plazo.